A/N: Minific inspirado parcialmente en la acuarela "Maedhros searching for the sons of Dior" por la talentosa Jenny Dolfen, Gold-Seven en Deviantart. Muerte de personaje, se podría considerar AU. Primer fanfic publicado.
Maedhros llamó a los gemelos otra vez, con la esperanza de que no estuvieran demasiado lejos y que él no hubiera perdido su rastro, difícil de seguir en el denso bosque, aún con la lámpara Noldorin que llevaba en su única mano. Fratricida, le llamaban. Blasfemo. Lo era, se dijo con amargura, pero no era cruel ni un asesino de niños, y no los iba a abandonar al frío y a los lobos del invierno en Neldoreth.
Tras ver que las huellas de los sirvientes de Celegorm se detenían, pero huellas más pequeñas se dirigían por un camino entre los árboles, decidió seguirlo por un rato, convencido de que los niños no podían haber ido muy lejos, y se detuvo un instante para revisar el suelo otra vez, agotado, esperando encontrar alguna señal de ellos. De pronto, escuchó el crujir de unas ramitas a un lado. Alzó la vista a tiempo para ver a dos figuras pequeñas, alejándose entre la espesura.
-¡Esperen!-gritó Maedhros en Sindarin-¡No les haré daño, vengan acá!
Los gemelos se detuvieron a verlo, con ojos aterrados, abrazados.
-¡No!-dijo uno de ellos, con voz llorosa-¡Ustedes mataron a Nana, y quemaron nuestra casa, y ahora van a matarnos a nosotros!
Viendo que los gemelos se daban la vuelta para correr de nuevo, Maedhros decidió dejar el camino y seguirles, todavía llamándolos con palabras amistosas.
Los niños, desconfiados y asustados (y con razón, pensó), corrieron tratando de alejarse de él. De pronto, oyó un grito, golpes, y los perdió de vista.
Con una sensación desagradable en el estómago, Maedhros dejó su lámpara y se abrió paso por el bosque a fuerza de golpes con su espada. Cuando llegó al lugar donde había visto por última vez a los niños, descubrió que el terreno se cortaba sobre una caída de unos pocos metros, que daba a las aguas rápidas y frías de uno de los ríos que cruzaban el bosque. El elfo corrió a lo largo del lecho del río, horrorizado, buscando un lugar dónde bajar, hasta que vio que entre las rocas que revolvían las aguas en rápidos lo que le pareció la capa -el cuerpo- de uno de los niños. Él se quedó paralizado y en silencio, mirando fijamente al río, las palabras de Námo resonando en su cabeza.
"A mal fin llegará todo lo que empiecen bien; y ésto acontecerá por la traición del hermano al hermano, y por el temor a la traición."
Maedhros se arrodilló y lloró.
