Holanda estaba en la ruina.
Todo lo que podía verse en aquel país destruido eran los antiguos campos de tulipanes arrasados y manchando de sangre las flores que aun podían mantenerse con vida. Con el abono de las flores ya marchitas.
Se podía ir caminando por un sendero y ver unos cadáveres de unos niños. Era muy triste. Había sido una guerra cruel y fría, con muchisimas muertes de civiles, holandeses. Los daneses habían ganado aquella batalla, pero podría decirse que en sus corazones quedó un vacio horrible, como si aquellas aliaciones que hicieron en el pasado se quemasen, convirtiendose en cenizas de la hoguera que encendieron en el campamento danés. Todos los daneses se mantenían callados, en especial uno. Mantenían la cabeza baja, con las armaduras manchadas de sangre holandesa. Algún danés no podía evitar expulsar lágrimas. pues eran débiles ante las matanzas, pero no podían hacer nada más. Era, o defraudar a su padre patria, o luchar por su orgullo. Los daneses se sentían escoria, tenian buenas relaciones con los holandeses, incluso eran amigos. Pero tuvieron que matarlos. Les era un peso que no podían llevar. Alguno se tiraba del cabello, sintiéndose cada vez peor, viendo como los daneses tiraron un diploma, con la alianza de Dinamarca y Holanda, a la hoguera. Todos los daneses abrieron sus ojos azules, verdes y azul cielo para ver aquel papel arder, mientras que algunos preferirían tirarse a la hoguera, para acabar con ese peso.
Un danés alzó el brazo, levantándose de uno de los cuatro troncos que rodeaban el fuego.
-Hermanos. Veo en vuestros ojos la tristeza. Alzaros.- Dijo, con tono apacible. Todos los daneses obedecieron, mirando al capitán de aquel campamento. Puso la mano encima de la llama.
-Hermanos. Posad vuestras manos con sangre enemiga encima de la mía.- Dijo con serenidad el capitán, poniendo la mano y mirando al resto del grupo, con una mirada triste.
Todos posaron la mano encima de la llama
Notaban sus manos quemarse, hacerse ''carne frita''.
-Hermanos, digamos el nombre del holandés que tuvimos que matar.- Dijo, suspirando con pesadez. -Driek.-
-Vincent.-
-Oliver.-
-Driek.-
-Kraig.-
-Tim-
-...- un danés se quedó en silencio. Sabía de sobra que sus compañeros tuvieron que acabar con sus amigos. El danés notaba su mano arder, sin apartarla, dejando caer lágrimas que apagaban alguna chispa que saltaba.
-Hermano. Sé que duele. Dinos, quien fue.- Le dijo, mirando como lloraba.
-La sangre derramada serán lágrimas en tu cuerpo.-
