Recuerdos de amor.

Ya me avían dado el alta para poder regresar a casa. Todavía tengo recuerdo borroso de ciertas personas, me gustaría recordarlo todo, pero más sobre esa hermosa joven quien me vino a visitar en el hospital junto con Rosalya, la forma en cómo me miro en cuanto le pregunte quien era, y la mirada q me dio cuando abrase a Rosalya me dejaron un mal sabor a boca, seguido de una pulsada dolorosa en mi pecho. Como si algo estuviera quebrajándose dentro de mi pecho.

Me senté en la orilla de mi cama, mirando todo a mí alrededor, buscando alguna pista algo que me ayude a recordar, aunque sea algo insignificante, pero que me ayude a recordarla.

El rudo del golpe de la puerta me saco de mis pensamientos, Lehig avía entrado a mi habitación, su mirada de preocupación todavía no avía abandonado su rostro.

—¿Estás bien? —pregunto— ¿Quieres comer algo?

—Solo quiero descansar. —respondí desviando su mirada. — Me gustaría recordar todo lo ocurrido. —mencione sin pensarlo.

En teoría, era verdad. Quiera recuperar mi memoria. Recordar a todos mis amigos, mi vida y más a ella. ¿Quién es? ¿Por qué se preocupa por mí? ¿Acaso es alguien importante para mí? ¿Por qué la olvide? Y sobre todo. ¿Por qué me duele no saber quién es?

—Lysandro, el doctor dijo que lo tuyo es una pérdida de memoria temporal. No podemos forzar a tus recuerdos, tienes que recordarlo por ti mismo.

—Lo sé…

Es cierto que tengo que ser paciente, pero…

Un suspiro de rendimiento se le escapo a mi hermano, o eso creí yo cuando lo escuche.

—Mira, Isabel recién vino a entregarte esto. Aparecer avías perdido tu libreta el día del accidente. No te lo pudo devolver hasta ahora.

Cuando escuche su nombre no pude evitar sentirme, de cierta forma, tranquilo. Mire aquella libreta que tenia Lehig en sus manos.

—¿Esa joven vino a darme esto? —exclame a tomarlo en mis manos.

Según Rosalya, dice que tú escribías letra de música y algunas cosa que a lo mejor te ayude a tu memoria.

Sí, eso sí recuerdo. Castiel y yo componemos música. Yo escribía la canción y el la acústica.

—Te dejo, ya es tarde por lo que acompañare a Rosalya a su casa. Si necesitas algo, nuestros padres están abajo.

—Descuida. Un caballero no debe hacerle espera a una dama. —le dije sin problemas. Él me regala una sonrisa como respuesta después desaparece por el lumbral de la puerta.

Seguía solo en mi habitación, contemplando mi libreta. Sentía curiosidad y mido por saber que tenía plasmado ahí. Pero si hay tengo lo necesario para recordar a aquella joven, no puedo dudar. Como caballero que soy, no puedo permitirme, hacerle llorar a una bella dama…

FIN…