Hola! Primero que nada, muchas gracias por estar leyendo este fic ;). Bueno, este es el segundo fic que escribo, sin embargo es el primero de esta serie. Es una historia que llevaba rondando mi cabeza. La idea nació de una escena en particular de esta serie. En el capítulo 31, cuando Kenshin se va a Kyoto y se despide de Kaoru en las orillas de un río completamente lleno por luciérnagas. Las palabras que dice Kenshin: Sessha wa Rurouni me quedaron volando por días! Es mi escena favorita en toda la serie, y bueno de ahí empezó todo. Ojala les guste, y si pueden me dicen que les pareció y que he de arreglar con un review, pues nada es perfecto!
Cabe decir, que trata de un AU (Alternative Universe) por lo que los personajes viven en diferentes realidades que en la serie RK. Aún así traté de mantener la personalidad y esencia que nos entregan cada uno de los personajes! La historia transcurre 2 años después de que Kenshin dejó de matar y (dos años de la era Meiji) y por tal razón Kaoru y Kenshin tienen tan solo 3 años de diferencia (ella 17 y él 20). ¿Qué hará Kaoru cuando empieza a enamorarse de la persona a quien más odia ?Les dejo un Glosario al final del fic, para entender las palabras desconocidas.
De antemano le agradezco a cualquier persona que ha de leer mi fic!
Disclaimer: RK no me pertenece (lamentablemente T.T), es obra de Nobuhiro Watsuki un genio! Yo tan solo uso sus personajes sin fines de lucro, sino con fines de entretención y talvez un review. Sin más preámbulos: a la historia!
-KOROSAZU NO RUROUNI-
CAPÍTULO 01
"Fireflies"
Kyoto 1868, último año de la Era Tokugawa:
Una noche tenebrosa daba paso a un verdadero ambiente de desesperación en Kyoto. Hace ya años que ese lugar se había trasformado en un campo de batalla y revuelos samuráis, en las cuales destacaban los constantes encuentros de los Ishin Shishi (1) contra sus naturales enemigos, los Shinsengumi (2). En aquella ciudad se estaba viviendo una ola de rumores, muchos ciertos y otros incorrectos, los cuales coincidían en una sola afirmación: el fin de la revolución estaba por llegar. Era tiempo de que el tan esperado término del Bakumatsu (3) se avecinara.
Durante años, cuando el sol le daba paso a las noches, éstas eran dominadas por temibles Hitokiris (4) los cuales propagaban sus pensamientos e ideales al desenfundar sus katanas (5). Eran noches cubiertas por la sangre de inocentes y culpables; nadie se escapaba de aquella cruda realidad. Y esta ocasión no era diferente. En lo alto de un cerro, a las alturas de Kyoto se llevaba a cabo una de las innumerables masacres. El lugar: un palacio del Shogunato.
- ¡Hayaku (6) Kaoru-chan!
Una jovencita de tan solo 15 años, ojos tan azules y profundos como los del mar, corría a pasos agigantados sosteniéndose su kimono con ambas manos por los pasillos de un palacio. Su respiración agitada daba muestra al agotamiento y al largo tiempo que llevaba corriendo. Aún así su rostro no reflejaba cansancio, sino al contrario. Era la vívida imagen del pánico. A causa del entumecimiento de sus piernas la joven tropezó y cayó al suelo. Levantó la cabeza y su vista comenzó a nublarse. No quería llorar, ya no tenía fuerzas para eso.
- ¡Corre más rápido Kaoru-chan! ¡Más rápido!- le gritó una mujer de mayor edad a la de Kaoru, quien corría delante de la chica.
- ¡Vamos pequeña! ¿¡Quieres que nos alcancen?!- aulló una segunda.
Humedecida por lágrimas que no lograba contener, la pequeña Kaoru sentía como sus fuerzas se debilitaban cada vez más. Con cada paso que daba, el agotamiento se apoderaba de ella, mientras la desesperación y miedo no parecían abandonarla. Lo único que veía era las sombras de dos mujeres corriendo frente a ella en un pasillo invadido por la oscuridad y el abandono. No escuchaba ruido alguno, más que el de sus pisadas ligeras contra el piso de madera. Sola; había sido abandonada en aquel lugar dominado por el terror.
- ¡Chotto matte (7)!- suplicó la ojiazul tratando de descifrar en donde se encontraban sus dos amigas, las cuales habían sido devoradas por la oscuridad.
Mientras corría, un brazo desconocido la arrastró hacia una habitación continua. Ahogada por terror que le invadía el alma comenzó a sollozar descontroladamente. No podía moverse, no podía respirar; estaba viviendo un verdadero infierno. Cuando abrió los ojos para divisar a su atacante, se sorprendió al ver a las dos mujeres con las que corría hace segundos atrás. Una de las muchachas la arrastró hacia un armario, para esconderla antes que fuera tarde.
- Tranquila, Kaoru-chan, somos nosotras Okon y Omasu. Ahora entra aquí, hazme caso.- le dijo Okon, mientras entrecerraba las puertas corredizas del armario.
- No entiendo… ¿porqué esos hombres nos quieren hacer daño Okon-san?- preguntó inocentemente la pequeña mientras intentaba calmar su cuerpo el cual no dejaba de temblar.
- No es que nos quieran hacer daño a nosotras, sino al señor de este palacio. Aunque seamos tan solo sirvientas, el solo hecho de estar acá, nos hace sus enemigas. No somos más que estorbos en su camino hacia la revolución.- agregó la aludida.
- ¡Por Kami-sama (8), ahí vienen!- murmuró con terror Omasu- ¡Rápido Kaoru-chan, escóndete!
- Demo (9)…- tartamudeó con inseguridad la chica al ver como Okon cerraba las puertas del armario donde ella se encontraba.
- ¡Solo has lo que te digo! Quédate aquí y no hagas ningún ruido hasta que esos hombres se hayan ido. Cierra los ojos y cúbrete los oídos. Pase lo que pase, no salgas de este lugar. Y si te llegan a encontrar en este armario no los mires a sus ojos.- dijo Okon mientras le acariciaba suavemente el rostro de Kaoru en forma de despedida.
- Demo Okon… ¿Qué pasará contigo y Omasu?- preguntó la aludida mientras sentía como sus ojos se cubrían por lágrimas.
- No pasará nada pequeña, ya verás que todo saldrá bien. Mañana despertarás en paz y saldremos juntas de esto. Ahora escóndete y no digas nada.
Las puertas que daban paso a la habitación se abrieron de par en par, causando un gran estruendo. Desde el lugar donde Kaoru se encontraba pudo ver tres siluetas de hombres entrar al cuarto. Los tres hombres cargaban katanas colgadas a sus hakamas (10). Kaoru los pudo reconocer fácilmente; eran los temibles Ishin Shishi. Pero uno le llamó profundamente la atención; cabellos color fuego vivo recogidos en una cola alta. Una mirada especial, la cual no reflejaba ningún tipo de sentimientos ni emociones. Sus ojos eran ámbar, de eso estaba segura. Parecía no tenía más de 18 años, y ya era un asesino. Con ambos brazos cruzados y su katana en la cintura, se encaminó al frente del armario, para quedarse ahí estático. Cuando obtuvo mejor vista de aquel hombre, divisó en él algo en especial; una extraña cicatriz en forma de cruz surcaba su mejilla izquierda.
Los sollozos de sus amigas le devolvieron a la realidad y fijó su mirada en ellas. Un presentimiento le decía que las palabras de su amiga Okon habían sido solamente para consolarla. Presumía que ese día sería su último. ¡Y le faltaba tantas cosas por experimentar! No había tenido la oportunidad de vivir la vida libremente y sin ser sometida bajo el poder de alguien. Nunca iba a tener la oportunidad de reír por felicidad real, ni de amar o de no sentir miedo. Todo era culpa de ellos: los Ishin Shishi. Hitokiris despiadados y horrorosos. Los odiaba con toda su alma. Eran ellos los causantes de todo el sufrimiento y tristeza con el que había vivido durante sus 15 años. Por su culpa no había tenido infancia, no había experimentado el amor paternal, o cualquier tipo de amor. Por su culpa tuvo que crecer y madurar de golpe. No sabía qué era sonreír porque de verdad le nacía felicidad del corazón. Y ellos eran los causantes.
- Ustedes dos ¿Son sirvientas del palacio?- preguntó el primero. A primera vista se notaba que él era el líder de la unidad, su nombre Katsura Kogoro. Era un hombre imponente y de semblante serio, calculador- ¡Contéstenme! ¿Qué tipo de información nos ocultan?
Las chicas se quedaron en silencio, herméticas.
- Muy bien… De ser así saben que no les queda mucho tiempo en este mundo. Izuka, encárgate de ellas.- ordenó Katsura mientras se hacia al lado.
El aludido desenfundó su katana y en cosa de segundos esparció la sangre de ambas muchachas por las paredes del lugar. Sus cuerpos inertes cayeron al suelo, encima de un charco rojo de sangre, el cual al paso de cada segundo iba creciendo cada vez más. Los ojos azules de Kaoru se abrieron de par en par. Horrorizada ante tal espectáculo sintió como un escalofrío le recorría la espalda. Ahora le tocaba a ella, era su turno de morir. De eso no cabía duda alguna.
Con ambas manos cubriendo su boca, comenzó a sollozar desenfrenadamente. Sus intentos de calmarse eran en vano. Se mantuvo inmovilizada, viendo los cuerpos de ambas mujeres los cuales yacían en el suelo. ¿Cómo podían cometer crímenes de ese tipo, sin sentir remordimiento alguno? Poco a poco, comenzó a sentir desesperación y encierro. Le faltaba la respiración y sus sollozos comenzaban a escucharse más y más fuerte.
Esos llantos ahogados no pasaron desapercibidos por uno de los miembros del Ishin Shishi. El muchacho de ojos ámbar sintió que aquellos lamentos provenían del armario que tenía a su espalda.
- ¿Ocurre algo Battousai? ¿Acaso tú deseabas encargarte de estas mujeres?- preguntó Izuka, mientras secaba la sangre de las mujeres con una tela blanca de seda.
- Iie (11).- negó el aludido con un tono de voz tranquilo. No expresaba ningún tipo de emociones al hablar.- Debemos apresurarnos Katsura-san. Los Shinsengumi deben estar por llegar y no querremos encontrarnos con ellos en este momento.
- Hai (12), estás en lo correcto Battousai. Será mejor que nos marchemos. ¡Hayaku!- ordenó Katsura, quien fue el primero en salir de aquella habitación.
Izuka le dedicó una mirada de desconfianza a Battousai, y luego se encaminó a seguirle la marcha a su jefe. Battousai dio unos pasos en dirección a la salida, dándole esperanzas a Kaoru de poder escapar. Pero no fue así; cuando Kaoru creyó que aquel hombre iba a desaparecer, él se detuvo en medio del camino y giró su mirada asesina hacia el armario.
- Sé muy bien que estás allí. Lo he sabido desde que entré a este lugar. ¡Da la cara!- ordenó él con tono seco, sin abandonar su postura de seriedad.
Las puertas del armario se abrieron lentamente, dejando ver a una muchacha pálida, con lágrimas que corrían por su rostro. Notó inmediatamente que temblaba por temor. La muchacha no levantó la mirada ni por un minuto, no lo vio a los ojos. Tenía la vista fija en los cuerpos de las mujeres destajadas. Se levantó, y cojeando, se acercó a ellas. Trató de levantar a una de ellas, pero le fue muy pesada. El Hitokiri se sorprendió al notar como la muchacha ignoraba completamente su presencia.
- Te va a ser imposible levantarlas, es demasiado peso para una debilucha como tú. Además no vas a poder darles un entierro apropiado, ya que este lugar está apunto de arder en llamas. Te aconsejo que corras lo más rápido que puedas para salvar tu vida, o sino morirás en un verdadero infierno.
Silencio. Parecía que Kaoru no lo había escuchado. La muchacha seguía con su intento de alzarlas.
- ¿No me escuchaste niña?
En ese momento Kaoru cruzó miradas con el Hitokiri. Sus ojos eran verdaderas ventanas las cuales demostraban odio e ira latente. A pesar de la cantidad de sentimientos que la joven transmitía, el hombre no cambió su postura de quietud. Parecía estar aburrido. Ahogado en la inercia de su vida. Al menos eso demostraba con su personalidad carecientede emociones.
- Si eres inteligente deberías escapar en este mismo momento.
Esas fueron las últimas palabras que el Hitokiri le dedicó a esa muchacha. En cuestión de segundos el misterioso pelirrojo que todo lo ocultaba había abandonado el palacio, dejando a Kaoru completamente sola. Una sensación de soledad le inundó en cuerpo y en alma. ¿Qué haría ahora? ¿A quién recurriría por ayuda? No tenía familiares, ni conocidos. Lo único que sabía era que tenía que escapar de aquella cárcel de almas. La chica se dio media vuelta para quedar en frente de los cuerpos.
- Sayonara (13) Omasu, Okon.- logró formular entre llantos.
Se fue corriendo por los interminables pasillos. La oscuridad era su única compañía mientras trataba de escapar de ese horrible lugar. Bajó centenares de escaleras, hasta que al fin encontró la salida. Cruzó el majestuoso umbral que se imponía ante ella. Había cruzado hacia su libertad. En poco tiempo notó que en la ciudad se estaba viviendo el mismo ambiente del palacio; la gente corría sin ningún rumbo fijo y con desesperación. Muchos celebraban, otros gritaban por temor a lo desconocido. Grandiosos estruendos se escuchaban en lo alto del cielo, y luces chispeantes parecían estallar encima de todos los pueblerinos; eran fuegos artificiales. Mientras andaba, pudo escuchar a varias personas que gritaban lo mismo:
"- ¡El fin del Bakumatsu está por llegar!"
Kaoru solo caminaba por callejones desconocidos. Estaba desorientada por tantas personas en las avenidas y por tantos estruendos. Solo había visto a Kyoto desde lo alto del palacio, pero nunca antes había tenido la oportunidad de caminar pos sus calles. Cuando alcanzó las afueras de la ciudad se encaminó por un sendero el cual era bañado por un riachuelo. Apenas podía ver por falta de luz. No tardó mucho en reparar en aquel bello paisaje que apareció ante sus ojos. Había luciérnagas iluminando tenuemente aquella vertiente de agua. Luciérnagas que parecían danzar al compás del viento que mecía las altas copas de los árboles. Se quedó pasmada mirando ese espectáculo de luces verdosas. Sus pensamientos fueron interrumpidos por los pasos de una persona aproximándose lentamente.
- Son bellas ¿No es así?- dijo una voz masculina.
Por la falta de luz, Kaoru no pudo definir completamente el rostro de aquel hombre. Solo reparó en que llevaba puesto una hakama y gi (14). Su cabello estaba recogido en una cola alta. Inspiraba un aire de tranquilidad y confianza. ¿La razón? La desconocía…
- Hai.- contestó ella volviendo su mirada a las luces.
- ¿Qué planeas hacer?- le preguntó repentinamente el hombre bañando por la oscuridad.
- Yo… no lo sé.- Kaoru desconocía la razón por la cual siquiera le hablaba al desconocido. Sentía que ya lo conocía, pero ¿de dónde?
- Deberías ir a Tokio. Es una ciudad segura, en donde no correrás muchos peligros, aunque hayan disturbios.
La ojiazul le miró y después de meditar por un tiempo, bajó la cabeza. ¿Por qué le hablaba a un extraño? Volvió sus ojos azules profundo hacia el rostro del hombre, pero lo único que logró diferenciar entre tanta oscuridad era que había algo en su mejilla izquierda.
- ¿Usted, a donde se dirige señor?
- Voy a ponerle fin a una larga batalla…- contestó el hombre con su mirada fija al arroyo y tono sereno en su voz.
¿Quién era? Lamentablemente las incógnitas de Kaoru nunca obtendrían una respuesta. Pasaron largos minutos de silencio, donde sus únicos acompañantes eran el continuo fluir del agua y el viento soplando. Repentinamente, y sin mencionar palabra alguna, el hombre se dio media vuelta y comenzó a caminar con ambas manos introducidas en su gi. Marchaba tranquilo, sin apuro alguno.
- Chotto… ¿Cómo se llama usted?- quiso saber curiosa.
- ¿Mi nombre?- el hombre suspiró y miró hacia el cielo dando una pausa. Recobró el camino a paso lento y mientras caminaba contestó:-…Shinta.
- Sayonara Shinta-san.- susurró Kaoru al ver como las sombras del camino consumían al hombre, hasta que al final desapareció.
Así fue como acabó el extraño encuentro de Kaoru con ese hombre llamado Shinta. Nunca se iba a olvidar de su nombre. Jamás olvidaría a la primera persona que le aconsejó qué hacer por su propio bien. ¿Ir a Tokio? No le sonaba una mala idea.
Por otra parte, en el sendero rodeado por las sombras se abría paso el Hitokiri más temido de Japón. Inmerso en sus pensamientos, reflexionaba sobre aquel reciente encuentro.
"- ¿Porqué le dije mi verdadero nombre a esa chica?"- se preguntaba una y otra vez sin encontrar respuesta alguna.
En el periodo Bakumatsu, en Kyoto surgió un rumor el cual corrió por todo Japón. Éste decía que hubo un reformista llamado Hitokiri Battousai. Con una marca del diablo sobre su rostro, recorría la noche sin compasión alguna. Según se decía, el hombre era un espadachín que servía a los patriotas. Con su espada mataba como si fuera el mismísimo demonio. Pero después que llegara la nueva era Meiji, al final de todo el caos, ese hombre desapareció… perdiéndose entre la multitud.
Tokio 1870, Era Meiji
Era de noche y el cielo estaba cubierto por luces estruendosas. Era el carnaval en conmemoración a los 2 años del fin de la era pasada, Tokugawa. Por supuesto que no había mucho que celebrar, ya que en la nueva era Meiji se vivía corrupciones y asesinatos furtivos, al igual que en al anterior. Pareciera que tan solo había cambiado el nombre de la era, pero la manera de actuar era la misma que la de hace 2 años atrás.
Los pasos apresurados de una mujer se escuchaban por un sendero completamente desierto. Su cabello iba recogido en una cola, y adornado por una cinta color azul, la cual le hacía juego con sus ojos. A su lado había un pequeño río el cual fluía rápidamente venciéndole en la carrera. El viento otoñal le rozaba sus rosadas mejillas. Hacía tal frío, que la muchacha podía ver su propia respiración salir por su boca. Sumida en sus pensamientos nada la podía detener, hasta que lo vio; un verdadero espectáculo de la naturaleza. Luciérnagas adornaban el ambiente en frente de ella. Se movían por el río, hasta llegar al camino, donde ella se encontraba. Era un espectáculo único, ya que era casi invierno.
Era una imagen de ensueño, que le hizo recordar un momento en su vida, el cual ya había enterrado en lo más profundo de su corazón. Una promesa no cumplida, recuerdos olvidados. Era una joven que con sus 17 recién cumplidos y su pasado muy bien sepultado, no pudo evitar volver a revivir aquella época. En cuestión de segundos viajó 2 años atrás, en el día en que ganó libertad.
- Son bellas ¿No es así?
¿El pasado había cobrado vida? No, no lo había hecho. A su lado derecho un hombre se encontraba apoyado a un árbol. Sostenía una katana entre sus brazos, mientras no despegaba su mirada del río. Al parecer el hombre no respetaba la ley que abolía el portar armas en la era Meiji. Tenía el cabello rojizo y sostenido en una cola baja. Se veía bastante descuidado, pero eso parecía no importarle. Un hombre taciturno, tranquilo. ¿Quién era?
- H-hai, lo son.- contestó atónita Kaoru al ver que estaba reviviendo el pasado una vez más.
El hombre sentado tranquilamente al lado de ella, era la vívida imagen de un conocido. Una persona que había causado gran impresión en ella, pero que ahora era nada más que un simple extraño. Por una razón desconocida Kaoru no recordaba de quién se trataba.
- Sumimasen (15) por mi imprudencia… Demo ¿no piensa ir a las festividades en el centro señor?- preguntó Kaoru dulcemente. Su curiosidad no había cambiado para nada al largo de los años.
- Iie. Sessha (16) no va a celebrar hoy.- contestó casi hipnotizado por las luces emitidas por los insectos.
"- Que hombre más extraño.-" pensó la joven volviendo la mirada hacia el río.
Kaoru se sintió un tanto ofendida, ya que el extraño, no se volvía a ella para mirarle a los ojos cuando hablaba. Se sentía intercambiando palabras con un fantasma. El hombre se levantó y sacudió su hakama para esparcir la suciedad que había obtenido a estar sentado. Colocó su katana en su cintura y giró su rostro para mirar a Kaoru. En ese momento Kaoru casi cae del espanto cuando reparó en que el hombre tan tranquilo y taciturno tenía una cicatriz en forma de cruz que le surcaba la mejilla izquierda. Abrió ambos ojos de par en par y, por instinto sus manos comenzaron a temblarle. Sentía como sus rodillas estaban a punto de flaquearle. Un escalofrío le recorrió la espalda, hasta llegarle a la cabeza.
- ¿¡Quién eres y qué es lo que quieres?!- gritó Kaoru mientras daba pasos hacia atrás, alejándose del hombre.
- No se preocupe señorita, Sessha no quiere ni pretende nada. Sessha en un simple Rurouni (17)…
CONTINUARÁ
Glosario:
Título: Korosazu No Rurouni: Vagabundo que no mata.
1-Ishin Shishi: patriotas que luchaban para derrocar al Shogunato y a la Era Tokugawa.
2-Shinsengumi: la "policía" del periodo Bakumatsu, y de la era Tokugawa en general. Enemigos de los Ishin Shishi.
3-Bakumatsu: revolución Japonesa que se lleva a cabo durante los años 1853-1867/8, el último periodo de la Era Tokugawa.
4-Hitokiri(s): asesino.
5-Katana (s): espada utilizada por hitokiris.
6-Hayaku: apúrate/ deprisa.
7-Chotto Matte: espera (es este caso, espérenme)/ un momento.
8-Kami-sama: Dios.
9-Demo: pero.
10-Hakama(s): pantalones (más sueltos).
11-Iie: No.
12-Hai: Si.
13-Sayonara: Adiós.
14-Gi: una especie de camisa, generalmente ocupada por los samuráis.
15-Sumimasen: disculpe (para pedir perdón o más bien permisos para hablar).
16-Sessha: es la manera en que Kenshin habla de si mismo, de una manera más humilde. Cuando se refiere a él utilizando Sessha, es en tercera persona.
17-Rurouni: vagabundo.
CAPÍTULO 02:
"HATE"
Una joven ninja disputa por su vida, contra a mafia más temida de Japón. Por casualidades del destino, un vagabundo pelirrojo le prestará su ayuda. Para después terminar en las puertas del Dojo Kamiya Kasshin. Adentro, se encuentra con ella: "la chica de ojos azules". ¿Qué hará Kaoru al verse enfrentada a la situación de recibir a la persona más odiada de su vida?
