El centro de atención

Faltaba un día para empezar con las clases y Rei y Nagisa ya estaban instalados en su nuevo apartamento. Un sitio muy coqueto y de aspecto clásico cerca de la Facultad. Lo que se traducía como pequeño, viejo y a media hora en tren de sus clases, porque era lo único que se podían permitir en Tokio con el dinero que sus padres les pasaban.

Rei había convencido a Nagisa para ir a la Facultad para reconocer el terreno antes de lo que él llamaba "el gran día". Así mañana no llegarían tarde ni se perderían por el enorme terreno.

—Primero visitaremos tu edificio, en la zona de letras e Historia y luego iremos a ver el mío, que todavía no sé muy bien donde está. Tendremos que preguntarle a alguien cuando lleguemos.

El más alto estaba haciendo maniobras para sujetar el mapa del campus y del metro a la vez mientras lanzaba miradas nerviosas por la ventana del vagón cada vez que llegaban a una nueva estación.

Ya había avisado a Nagisa de cuál era su parada y le había pedido que le avisara cuando llegaran pero… Por si acaso. No hacía daño que estuvieran los dos pendientes.

Mientras intentaba memorizarse la ruta por enésima vez, Nagisa se puso de puntillas y le dio un sonoro y fuerte beso en la mejilla que le descolocó las gafas. Y de paso las ideas.

—¡Nagisa! ¡¿Qué haces?! —preguntó escandalizado mientras intentaba taparse con los papeles —. ¡Aquí hay mucha gente!

—¡Tranquilo Rei-chan! ¡Si ahora estamos en la capital! Aquí la gente va a lo suyo. Fijo que no nos están ni mirando.

El aludido echó un rápido vistazo a su alrededor y pudo ver claramente como TODO el vagón les miraba y hablaba de ellos sin ningún tipo de disimulo. Una pareja incluso tenía la osadía de señalarles mientras chismorreaban. ¿Por qué de paso no les tiraban cacahuetes como en el zoo?

Una presión en su mejilla le hizo girar la cabeza y Nagisa le interceptó dándole un rápido beso en los labios, tirando de su chaqueta hacia abajo para ponerle a su altura. Esta vez había sido suave y dulce.

Los alegres ojos de su novio se clavaron en los suyos y Nagisa sonrió.

—¿A que ahora no ves que nadie te esté mirando?

Una carcajada salió de los labios de Rei ante la ocurrencia de su novio.

—Tienes razón. Ahora sólo te veo a ti.

La suave risa de Nagisa sustituyó todos los sonidos de alrededor y Rei por fin se relajó. El resto del trayecto se lo pasó intentando seguir descifrando los mapas y Nagisa jugando con su móvil, en su mundo, mientras utilizaba a Rei como apoyo para no caerse.

Sobra decir que Rei no pudo leer ni tres palabras seguidas durante todo el trayecto sin distraerse.


Un nuevo color

Rei llegó por fin a su casa y un aroma dulzón inundó su nariz. Miró a su alrededor y se le cayó el alma a los pies. ¿Había habido un terremoto y no se había dado cuenta? No, eso era imposible. Pero no se le ocurría otra explicación.

Cuencos con una masa extraña apilados en la mesa, espátulas, varillas, toallas apiladas, plásticos por el suelo…

¿Un asesinato?

Oyó un ruido en el baño y enseguida se dirigió hacia allí.

Si Nagisa había robado sus apuntes de Química para hacer experimentos raros se iba a enterar. La última vez habían tenido que cambiar los fogones de la cocina y al casero o le había hecho ninguna gracia.

Abrió la puerta corredera y se encontró a Nagisa agazapado en el suelo con una toalla en la cabeza.

—¿Qué te pasa?

En cuanto vio esa escena todas las alarmas de Rei se activaron. Se (casi) tiró de rodillas enfrente del más bajito y apoyó sus manos en las rodillas de su novio para acercarse más a él.

—¿Estás bien? —le preguntó.

—Rei-chan… He hecho una tontería.

—Nagisa… Siento decirte que eso no es ninguna novedad. Dime qué has hecho.

—Estaba… —Nagisa levantó la cabeza y miró a su novio a los ojos, lloroso. Rei movía las manos en movimientos circulares para intentar calmarle mientras escuchaba la explicación —. Estaba en el centro con unos compañeros de clase y pasamos delante de una tienda genial. Tenía un montón de cosas geniales y… ¡Los dependientes molaban mucho! ¡Había uno que llevaba un abrigo con una mariposa que te hubiera encantado!

—Nagisa. Céntrate en mi pregunta por favor.

—Me compré una cosa y ahora creo que he metido la pata hasta el fondo.

El rubio dejó caer la toalla de su cabeza y los gritos de "¡emergencia!" resonaron por toda su cabeza. Porque algo se había desconectado, así en general.

Nagisa le miraba con miedo en sus ojos mientras Rei observaba con la boca abierta el cambio de look de su novio.

—Tienes… El pelo rosa…

—Sí…

A Rei se le escapó la risa y Nagisa se la respondió con un empujón.

—¡No te rías! —le gritó mientras recogía la toalla del suelo para intentar volver a taparse con ella.

—Perdona, perdona. Es sólo que me he sorprendido —le intentó explicar Rei rápidamente mientras intentaba detenerle. Nagisa no parecía muy convencido con esa explicación.

—Creo que te pega mucho —continuó mientras le pasaba una mano por uno de sus mechones. Todavía tenía el pelo mojado —. Te queda muy bien.

—¿De verdad?

—Sí. Es un color muy bonito. Y hace juego con tus ojos. Me gusta.

—¿No parezco algo raro?

—No, no creo… Y en cuanto lo sequemos va a parecer algodón de azúcar.

—¿En serio? —preguntó Nagisa aún preocupado.

—Eso espero. Me encanta el algodón de azúcar. Me recuerda a nuestra cita en Iwatobi. ¿Te acuerdas?

Nagisa se limpió el resto de lágrimas con la toalla y se empezó a reír.

—Sí. Te lo compré para darte las gracias por perseguir a Rin-chan por todo el pueblo la otra vez.

—Venga vamos —Rei le dio una palmada en la rodilla antes de incorporarse y empezar a buscar algo por todo el baño —. Sécate ese pelo y vamos a cenar algo por ahí. A ver qué opinan las señoras del barrio de tu nuevo estilo. Fijo que te vuelven a invitar a galletas.

—Si quieres sobra un poco de tinte. Te puedo hacer un mechón.

—Eso mejor lo dejamos para otro día.


Una pequeña molestia

Llovía. Llovía muchísimo y encima tronaba. De cuando en cuando, una fuerte luz iluminaba la habitación desde el exterior y un grave ruido reverberaba por toda la habitación poniéndole los pelos de punta. Odiaba las tormentas. Y su novio no acababa de llegar a casa.

Se supone que estaba viendo la televisión bajo el calor de la mesa-estufa, pero no podía concentrarse en nada, así que se dedicó a zappear y a lanzar pequeñas y nerviosas miradas a la puerta de entrada.

Ya casi había conseguido quedarse dormido cuando el timbre de la puerta le despertó sobresaltándole. Se levantó y fue corriendo a atender la inesperada visita sin preocuparse ni siquiera de quitarse la manta que se había puesto a los hombros.

—¡Rei-chan! ¡Soy yo, abre! ¡No puedo sacar las llaves de casa!

Una ola de alivio le recorrió y abrió la puerta a su novio. Ya más tranquilo, hasta que vio que el susodicho estaba empapado y llevaba su abrigo en brazos, acunándolo.

Antes de que Rei pudiera preguntar qué pasaba, Nagisa ya le había arrollado y se estaba sentando en la salita intentando aprovechar el calor de la estufa.

—¡Estás tiritando! —Rei fue rápido a por un montón de toallas y a por su ridículo albornoz blanco lleno de dibujos de mariposas moradas y rodeó rápidamente a su compañero con todo eso, frotándole los brazos para intentar secarle y pasarle algo de calor —. Deberías cambiarte. Vas a resfriarte si sigues mucho tiempo así. ¿Qué te ha pasado?

—Te lo diré pero si prometes no reñirnos.

—¿Qué…?

Suavemente, Nagisa empezó a desenrollar la chaqueta dejando salir a un gato blanco y naranja a rayas. Era muy pequeño y parecía muy muy joven. Rei se quedó sin habla.

—Estaba maullando encogido detrás de unos contenedores y no podía dejarle allí con esta tormenta. Esperé a que llegara la madre a recogerlo, pero como no venía nadie tuve que recogerle. ¿Lo entiendes verdad Rei-chan?

Como si se hubiesen puesto de acuerdo, los dos, el gato y Nagisa, le miraron con los ojos bien abiertos y suplicantes. Ambos con el pelo mojado y dándole en uno de sus puntos débiles, las súplicas adorables.

Rei se sonrojó y miró hacia otro lado, no pudiendo resistir el duelo de miradas.

—Co… ¿Cómo te voy a reñir por eso, tonto?

Nagisa le dedicó una amplia sonrisa y acercó al gatito más hacia sí, aprovechando para envolverle con una toalla e intentar secarle un poco. El gatito maulló de felicidad y pasó el lomo por sus manos, animándole a seguir.

Rei al ver esta escena no pudo evitar intentar acariciar también al animal, que maulló feliz ante el contacto. El de gafas enseguida pensó que eso era de lo más bonito que había visto nunca. Hasta que su novio levantó al gato y frotó su nariz contra la suya, riendo. Esó sí que era lo más bonito que había visto nunca.

—¿Viste eso gatito? ¡A Rei-chan le gustas! ¿Significa eso que te puedes quedar? —preguntó mirándole de reojo.

—¿De dónde has sacado esa idea?

—De que se te está cayendo la baba mirándole, Rei-chan.

—¡Eso es mentira! – Rei se pasó la manga del pijama por la boca de todas maneras. Por si acaso…

—Venga vamos. Nos hará mucha compañía. Y es muy bueno. ¡Y tú también le gustas! ¡Mírale otra vez!

El gatito ya había pasado a ignorar a Nagisa y se había hecho un ovillo en su regazo. Bostezando cansado con los ojos cerrados. Rei tuvo que contenerse para no hacer un "awwwww…" y despertarle.

—Pero tienes que hacerte responsable. Y hacerte cargo de llevártelo a Iwatobi cuando vayamos allí de vacaciones. ¡Ah! ¡Y limpiar lo que ensucie!

Rei no sabía por qué le estaba advirtiendo de eso último, viendo el estado en el que estaba la parte de la habitación que era de Nagisa era obvio que no lo iba a cumplir.

—¡Gracias Rei-chan! —Nagisa hizo un amago de ir a abrazarlo, hasta que se dio cuenta de la carga que descansaba en su regazo y paró, tuvo que conformarse con estirarse y darle un fuerte beso en la mejilla a su novio —. Te prometo que nos portaremos bien.

—¿Cómo quieres llamarle?

—Había pensado en un nombre gracioso, como "Pantalones" o "Miustacho", porque tiene unas manchas geniales alrededor de la nariz. Fíjate.

—Pero eso no está nada bien.

—No me estoy riendo de él… —le contestó Nagisa indignado.

—Ya lo sé, no me refiero a eso —Rei se subió las gafas a su característica manera y se cruzó de brazos alzando la barbilla —. Este gato parece muy listo, yo optaría por un nombre de más categoría como "Schrödinger", o "Newton", o "Copérnico"

—Rei-chan, esos nombres son muy aburridos… Y hay uno que creo que no sé pronunciar… Un nombre gracioso le pegaría más.

—¿Y "Arquímedes"?

—Mira, ni para ti ni para mí —Nagisa cerró los ojos y frunció el ceño intentando concentrarse en algo —. ¡Ya lo tengo! ¡¿Qué te parece "Miuton"?!

Rei quiso levantarse e irse nada más oír el juego de palabras, pero la mano de Nagisa agarrándole el brazo con fuerza mientras se reía se lo impidió.

—Vale, vale, ya pensaremos el nombre.

Tras hacerle algo de comer al nuevo inquilino y hacerle una cama con unas sábanas viejas y un cojín ambos observaban al gatito dormir.

—Rei-chan… —le susurró Nagisa en voz baja para no despertarle —. ¿Te das cuenta de que ahora soy responsable de vosotros dos? Creo que estoy madurando como persona.

—Que tonto eres —le contestó Rei dándole un empujón cariñoso.