¡Hola! ¿Todo piola? XD
He aquí un posible (muy posible) long fic :D
Estaba leyendo un long fic sobre los merodeadores y me dije... ¿por qué tienes que ser hombres? ¿por uqé no puede haber un grupo de las merodeadoras? Y... bueno, aquí está :D
Todo el potterverso pertenece a Rowling (aunque me gustaría tener su fama...)
Prólogo:
Cuatro cartas. Cuatro hogares. Cuatro chicas. Cuatro merodeadoras.
Parte I:
Si uno estuviese en la escena donde se relatará parte del prólogo de ésta historia, pensaría que, allí, era un día como cualquier otro. Pero estaría muy equivocado.
Aquel día era un 31 de Julio de algún año. Un día muy especial para tdos los magos y brujas de no mucha edad. Era el día en que llegaban las cartas de Hogwarts para unos pocos afortunados. Una (o, mejor dicho, dos) de las muchas cartas que salieron del despacho del director, llegaron a la casa de una chica de familia muggle. Al principio, al igual que muchos de ellos, nadie en aquella casa supo de qué se trataba. La lechuza entró por la ventana abierta de la cocina, y depositó ambas cartas sobre el libro abierto de una de las niñas.
Las pequeñas hermanas, al ver que el sobre llevaba sus nombres, abrieron sus cartas.
A partir de ese momento, su casa cambió para siempre.
La noticia de que eran brujas, al principio les dio risa, y pensaron que podía ser una broma de sus padres poruqe, ¿cómo ellas, las niñas más comunes y corrientes del barrio, iban a ser brujas? Pero, al cerciorarse que eso no era un chiste, y al terminar de leer la carta, ambas se encontraban excaltadísimas y emocionadas.
– ¿El callejón Diagon es el kiosko de la esquina? –preguntó una de las niñas.
– No, bobi –le respondió su hermana, rodando los ojos–, el callejón debe estar después de un pasadizo secreto, y tedremos que recitar un hechizo para llegar, algo como el "abracadabra, patas de cabra", seguramente.
Y así, ambas niñas continuaban pensando e imaginando sobre ese extraño mundo al que acababan de llegar: el mundo mágico.
Parte II:
Otra de aquellas cartas, había llegado también a la casa de una niña, cuyo calendario, pegado con tachas a la puerta de su armario, tenía treinta días tachados con una cruz roja, y el último día de Julio, estaba remarcado con un resaltador de color, y tenía una nota que rezaba "llegada de mi carta de Hogwarts". Aquella niña, la dueña del calendario, era descendiente de una familia de magos, y durante todo el mes de Julio, se halló muy impaciente.
Ése día, el último del séptimo mes, aquella niña, en cuya casa nos encontramos relatando, no se había alejado de la ventana de su habitación, esperando su carta, esperando el poder sentir la textura del pergamino, esperando el poder leer su nombre, y no otro, en el destinatario de la carta.
Claro que, como siempre, cuando esperamos el tiempo pasa más lento... y algunas veces, las cosas no salen como queríamos.
Una exclamación llegó desde el piso de abajo. La niña no le dió mucha importancia, aunque por otro lado se preguntaba por qué sus padres se habían sorprendido. La respuesta llegó más rápido de lo que ella quería: su madre abrió la puerta, y le alcanzó una carta a su hija. Ella la tomó con sus manos, y leyó lo que, con tinta verde, estaba escrito en el sobre.
Sí, por fín había llegado su carta, aunque no como ella esperaba.
Parte III:
Hay más llegadas de cartas que me gustaría relatar, ya que son muy importantes, aunque estén hartos de leerlas. La tercera llegada, es quizás la más graciosa de las cuatro, así que lean lo siguiente:
La siguiente carta, llegó a la casa de una familia también muggle, y en el momento en que todos los que se encontraban allí, lo que menos se esperaban, era la llegada de una carta, y menos, de Hogwarts.
Una niña, un infante y una bebé, se encontraban enfrascados en una pelea (la realidad era que los dos más grandes se pegaban, y la bebé, sentada a un lado de ellos, observaba a sus hermanos con los ojos muy abiertos).
Supongo que te estarás preguntando el por qué de la pelea, y es éste: porque eran (y siguen siendo) hermanos, y, como todos, no había un sólo día en el que se pelearan.
Lo importante es que, justo en el momento en que el niño gritaba a todo pulmón llamando a su madre, y su hermana mayor intentaba hacerlo callar, una lechuza se paró en el aféizar de la ventana, sin que los hermanos se enteren, a excepción de la más pequeña.
Como a todo niño, la lechuza, que la miraba sin siquiera parpadear, le llamó mucho la atención y le dió mucha curiosidad. La pequeña intentó, en vano, tomar la lechuza con las manos a través del vidrio, y, como no lo logró, le dio un fuerte golpe a la ventana, haciendo que a lechuza se asuste, y se aleje volando hacia el techo de la casa. La niña volvió a golpear el vidrio, ésta vez, lo suficientemente fuerte como para que sus hermanos se enteren.
Los dos hermanos interrumpieron su lucha para girar la cabeza en dirección a la bebé, quien seguía dando golpes al vidrio. Su hermana mayor corrió hacia la bebé, y le abrió el vidrio, con tal de que dejara de golpearlo. La bebé miró hacia el patio, y comenzó a buscar la lechuza.
Mientras observaba a su hermana, algo golpeó a la niña en la nuca. Ella, murmurando algunas malas palabras, giró la cabeza y miró a su hermano acusadoramente.
– ¡Yo no fui! –se defendió él, y luego, señaló un papel que estaba en el piso– eso te cayó en la cabeza.
La niña, con curiosidad, observó la carta. Se desconcertó muchísimo al leer lo que en ella se encontraba escrito ¿una escuela de magia? eso era imposible.
Un grito a su espalda hizo que su atención se desvíe de la carta. Giró la cabeza y vio a su hermana llorando, y a su hermano, que se alejaba de ella.
La carta tuvo que esperar.
Parte IV:
La última entrega de carta importante, es ésta:
La niña a la que le llegará la última de las cartas, se sentó en la mesa del comedor, junto a su hermano y a sus padres, sin siquiera preguntarse qué día era.
Todos comían, sin recordar que aquel día llegaban las cartas, y sería la primera carta para la niña de la familia. Mientras el padre cerraba el frasco de mermelada, una lechuza entró a la casa, y depositó tres cartas sobre la montaña de panqueques que esperaba a ser comida en el centro de la mesa.
Tanto la madre como el padre, sonrieron de oreja a oreja (y no porque los chicos de irían, sino por la típica emoción de recibir la primera carta... aunque fuese de sus hijos), mientras el hermano de la niña abría su carta, y la niña comía tranquilamente su desayuno, sin fijarse en las cartas.
–¿No la vas a abrir? –preguntó su madre, señalando la carta.
La niña echó un vistazo a la carta, la dejó a un lado y continuó con su desayuno. Los padres no podían creer esa reacción.
Parece que el hermano tampoco, por lo que dijo (de forma muy parecida a Ron, aunque éste no lo conozca) –¿No vah' abir 'a carta?
La niña negó con la cabeza –Más tarde.
Ninguno lo podía creer, ¿cómo podía ser que no estuviese emocionada por la llegada de su primera carta?
Pero, aunque no se notara, la niña estaba con las tripas saltando, emocionadas.
¿Les gustó? Es mi pequeño prólogo...
Quería mostrar diferentes reacciones que se pueden tener al recibir una carta, y con diferentes familias, estatus (¿se escribe así, o sin E?) de sangre, etcétera, etcétera, etcétera...
Pienso luego hacer la misma situación (subiendo al expreso, la Ceremonia de Selección, su primer banquete, alguna travesura, exámenes, etc, etc, etc) pero con cuatro partes, cada una desde un punto de vista diferente :)
¡Chauchi! ¡nos vemos en el siguiente cap!
