Tras su pesado entrenamiento Kushina se dejó caer en el pasto esparciendo su larga cabellera roja. Su sensei ya se había retirado, y Ashi Inuzuka se había ido desde antes. Mikoto, por otro lado, tenía la intención de volver a casa, pero al ver su amiga recostada, se preguntó si había quedado tan cansada como para no levantarse.

—¿Estás bien?

—Mikoto… ¿has besado a alguien?

—Qué cosas preguntas —sonrió avergonzada— ¿A qué viene eso?

—Bueno es que… —se sonrojó quedando callada. Mikoto, curiosa, se arrodilló a lado de su amiga— Ayer…

—¿Recibiste tu primer beso? —Cuestionó tratando de ocultar su tristeza, pero queriendo saber los detalles— Eso es hermoso.

Kushina hizo un puchero antes las palabras de Uchiha. Dio un salto y quedó sentada de espaldas a su amiga, estaba avergonzada de lo que había ocurrida el día anterior, y sólo podría hablar de ello con su mejor amiga.

—Ayer el idiota de Minato intentó besarme.

—¿Intentó?

—Me puse nerviosa cuando sentí su respiración y le solté un golpe —confesó soltando algunas lágrimas y arrojándose a los brazos de su amiga— ¡Tengo quince años y cuando tuve la oportunidad de tener mi primer beso lo arruiné! —Hundía su rostro en el pecho de Mikoto, quien la abrazaba consoladoramente. La azabache estaba sonrojada al tener atan cercana a su amiga— ¡Moriré sola!

—No digas eso. Sólo tienes que disculparte.

—¡No! Estoy segura que ahora me odia.

Mikoto trataba de confortar a Uzumaki, quien siguió llorando durante un rato. Cuando finalmente se tranquilizó, ambas se separaron. Kushina se limpió los residuos de lágrimas y miró a su amiga.

—Pero ¿por qué te pusiste nerviosa?

—Ya te lo dije. Tengo quince años y apenas iba a recibir mi primer beso. Tenía miedo que Minato se diera cuenta.

Ambas se miraron a los ojos, Mikoto tomó el rostro de Kushina entre sus manos y sin titubeos plantó sus labios en los de su amiga.

La pelirroja estaba atónita, pero poco a poco se dejó llevar por el cálido contacto que sentía. El movimiento de ambas era torpe, pero no por ello Mikoto se abstuvo a adentrar su lengua en la cavidad ajena.

Cuando el aire les hizo falta se separaron con notorio sonrojo en las mejillas. Kushina desvió la mirada y Mikoto se sintió decepcionada al no recibir ningún comentario, pues aunque sabía lo que ella sentía por el rubio, esperaba poder tener alguna oportunidad.

—Ahora búscalo y haz lo mismo que acabo de hacer yo —habló la azabache.

Kushina sentía su corazón a mil por hora, pues alguna vez ella deseó que aquello ocurriera, pero creyó que jamás sería correspondida, razón por la cual había centrado su atención en Namikaze. Se levantó del pasto y sonrió ampliamente a su amiga.

—Gracias. Eso haré.

La de ojos color humo se inclinó hacia la de ojos oscuros dando un nuevo beso a los delgados labios.

Quizá la historia debería cambiar.

FIN