Disclaimer: Los personajes de Shingeki no Kyojin les pertenecen a sus respectivos autores, editoriales y productoras. Es una historia destinada sólo al entretenimiento y sin fines de lucro.
Portada de RAMA (pixiv).
Es mi primer fic de SNK, y me inspiré en una película llamada Les Combattants. Espero que les guste!
Un año.
Se había cumplido un año desde la muerte de su padre, y para Petra era como si hubiese sucedido el día anterior. Todavía sentía ese vacío que al mismo tiempo parecía saturarla, ahogarla. Aun cuando desde hacía un tiempo ya se había preparado para su partida, se dio cuenta de que nunca estuvo preparada. La larga enfermedad que había padecido finalmente se lo había llevado, y ella sólo pudo ver la escena final de manera impotente. Aun cuando Eren y Carla habían sido más que pilares en su nueva vida, se sentía en ruinas.
Mientras contemplaba la tumba de su padre, pensó en ellos con una pequeña sonrisa.
Grisha Jäger y Petrus Ral habían sido amigos desde niños. No había travesura en la cual los nombres de ambos chicos no estuvieran involucrados, y pasaban juntos la mayor parte del tiempo; compartían sueños, ambiciones, ideas y siempre se incluían en sus planes a futuro: Grisha quería ser médico mientras que Pete (como lo llamaban) prefería la repostería. Siempre bromeaban diciendo que pondrían una confitería que a la vez hiciera de enfermería.
Incluso se llegaron a jurar que ni siquiera el amor por una mujer los separaría. Nada ni nadie arruinaría su amistad. Nunca imaginaron que algo así los uniría aún más.
Ya siendo unos muchachos, tomaban tranquilamente en un nuevo bar de su barrio en Lübeck, cuando conocieron a dos hermanas que trabajaban allí como camareras: Carla y Clara. Pete cayó de inmediato ante los encantos de Clara, mientras que Grisha, quien en esos años era practicante, formalizó con Carla cuando esta había ido a hacer una visita al hospital donde trabajaba. Con el tiempo cada pareja unió su vida y ambos hombres reían con el cuadro que habían creado: los dos amigos con las hermanas.
Los nacimientos de Eren y Petra, muy seguidos, habían llenado de dicha a las dos parejas, y como eran hijos únicos, ambos niños crecieron juntos como hermanos.
Pero lo bueno nunca dura mucho, y la cadena de desgracias comenzó con Clara, quien falleció producto de un accidente de tráfico, cuando Petra contaba con sólo seis años. Un par de años después, le siguió Grisha, quien debido al cansancio de su profesión, sucumbió a un paro cardíaco. Tanto Carla como Pete habían caído en un pozo depresivo, pero decidieron salir adelante por sus hijos.
Un día, Pete había decidido dejar el restaurante donde trabajaba para incursionar en una cafetería propia. Le propuso a Carla ser su socia y así invertir los ahorros de ambos. Con la muerte nunca se sabía y tenían que por lo menos dejarles seguro un patrimonio a los chicos. Desde ese entonces, ambos cuñados trabajaron incansablemente en su negocio y el pequeño local floreció y tuvo mucho éxito, en parte por el exquisito café que hacía Carla, en parte por las exquisiteces de Pete. No pasó mucho tiempo para que incorporaran servicio de catering.
Los adolescentes Eren y Petra los ayudaban cuando no tenían mucho trabajo en el colegio y en vacaciones. Mientras Eren, con su simpatía natural, se dedicaba a tomar los pedidos, Petra prefería ayudar a Carla con el café o a su padre con los dulces; se volvió muy diestra en el arte de la preparación de postres y bebidas calientes, pero su especialidad eran los distintos tipos de té. Algo que la tenía muy satisfecha, no sabía por qué.
Lamentablemente, una enfermedad terminal había anunciado el fin de tantos años de tranquilidad, y después de varios meses de tortura, Pete partió dejando a una desconsolada Petra sumida en la tristeza más absoluta. Después de tan terrible pérdida, Carla y Eren decidieron llevarla a vivir con ellos; eran la única familia que le quedaba, y la joven aceptó sin protestar, no quería quedarse sola en esa casa llena de fantasmas. Trataron de que sus vidas siguieran con normalidad, volcándose de lleno a la cafetería.
Petra suspiró largamente, antes de incorporarse y dejar el cementerio junto a los Jäger. Tenían mucho trabajo por delante.
Una noche, cuando terminaban de acomodar el local cerrado, Carla aprovechó para hablar un momento con Petra. Aunque poco a poco volvía a ser la misma de antes, seguía muy apagada. Y le preocupaba que estuviera con ellos por obligación y se privara de querer hacer otras cosas.
-Petra, me dijo Zöe que no quieres ir con ellos a pasar el día en la playa. – empezó.
-Prefiero quedarme aquí a ayudarte. – respondió su sobrina acomodando las mesas.
-En el contexto actual eso requiere de mucho compromiso.
Petra dejó lo que estaba haciendo y la miró extrañada.
-¿Crees que no me comprometo lo suficiente? – preguntó.
-No me malinterpretes. – respondió Carla dulcemente - Pero entenderemos si quieres ir a otro sitio y tomarte un respiro de todo esto y hacer otras cosas. Lo importante es proyectarse.
-No me quiero proyectar, quiero trabajar aquí. – replicó la joven y se arrojó en los brazos de su tía, quien respiró más tranquila - La cafetería, tú y Eren son lo único que me queda.
-Además no podrás. – intervino Eren desde la caja y la computadora. Se le daba bien el rol de administrador - Últimamente estamos recibiendo muchos pedidos y consultas de clientes nuevos.
-¿Ves? No voy a dejar que trabajes sola con la comida. – le dijo Petra a Carla riendo.
-Por lo pronto, programé una visita a casa de los Ackerman. – prosiguió Eren - Están organizando un cumpleaños y quieren hablar del catering, la torta, los bocadillos y todo eso.
Petra reconoció el apellido.
-¿Serán parientes de Mikasa Ackerman? – pensó en voz alta, y luego les explicó - Es una chica que conocí hace poco.
-No lo sé, no la conozco.
-Pero ella siempre viene aquí. – protestó la chica a su primo con un puchero. Había conocido a la joven Mikasa Ackerman hacía unas semanas y era asidua a la cafetería. Mucho sospechaba Petra que era a causa de su primo, quien con sus ojos verdes, su piel algo bronceada y su porte y altura, tenía a todo el barrio de harem.
Eren simplemente se encogió de hombros y procedió a cerrar la tienda para marchar a casa. Petra suspiró y se sintió mal por Mikasa mientras los tres volvían al hogar.
A la mañana siguiente, Petra se había levantado más relajada. Era sábado y su día libre, por lo que pudo darse el gusto de dormir hasta un poco más tarde. Le había estado dando vueltas a esa pequeña conversación con su tía Carla y comprendió que de seguir así, su luto la arrastraría a una infelicidad difícil de sortear. Uno no supera la muerte de los padres, pero era la ley de la vida. Además, Petra sabía que su padre podría estar regañándola desde el más allá por dejarse abatir.
Sus pensamientos fueron interrumpidos por una pedrada que casi rompe su ventana.
-¡Enana! ¡Ahora sí que no te escapas de nosotros y vamos a la playa!
Petra se asomó para ver a su grupo de amigos: Auruo, Erd y Gunther, encabezados por Zöe Hange, la mejor amiga de Petra. La jovencita sonrió: esa runfla no cambiaba; habían estado con ella en los momentos difíciles y los adoraba tanto como a su familia. Pero seguían pareciendo unos niños necesitados de mano dura.
Tomó un desayuno rápido antes de despedirse de su primo y su tía. Apenas puso un pie fuera de su casa, Zöe se abalanzó sobre ella haciéndola caer. Era alta y de cabello castaño recogido en una cola de caballo, de anteojos y un buen humor nato. Había quienes no entendían cómo dos chicas tan distintas pudieran ser grandes amigas.
-¡Enana! ¡En la playa están los del Ejército! – exclamó con un brillo en sus lentes.
-¿Y eso qué? – preguntó Petra, mientras les repartía masitas secas.
-Se trata de unas pruebas para ingresar a la milicia. – explicó Erd – Hacen una especie de torneo de lucha cuerpo a cuerpo para evaluar a los potenciales ingresantes. Después, si siguen convencidos, los jóvenes pueden inscribirse a un campamento militar por 10 días totalmente gratis.
-Y con eso se puede optar oficialmente por las distintas ramas de las fuerzas armadas. – añadió Gunther.
-Y ustedes se anotaron para estas pruebas. – dijo Petra. No era una pregunta.
-¡Claro que sí! ¡Quiero impresionarte! – bramó Auruo decidido.
-Queremos que vayas a distraerte un poco. – le dijo Zöe revolviendo sus cabellos – Has estado muy encerrada y trabajando sin cesar. Mira a estos cuatro payasos que tienes de amigos hacer el ridículo y diviértete.
Petra asintió y fue con ellos. No percibía las miradas de malicia de sus amigos.
Llegaron a la playa y rápidamente divisaron a una multitud de jóvenes aglomerada en un círculo. Estaban en plena actividad y quien evaluaba era un tal Hannes, si bien podían leer en su placa. Chicos y chicas se enfrentaban cuerpo a cuerpo demostrando sus habilidades, la mayoría muy buenos; altos, atléticos, sin duda sabían lo que hacían. Los demás estaban alrededor observando atentamente y leyendo los movimientos para utilizarlos o esquivarlos al llegar su turno. Sus amigos pasaron sus pruebas adoloridos y magullados y Petra ahogaba una risita. Lo que sucedió a continuación no se lo esperaba por nada del mundo.
-¡Petra Ral! – llamó Hannes.
Petra se quedó estática mientras Zöe reía por lo bajo.
-¡¿Acaso me anotaron sin consultarme?! – siseó ella enojada. Sus amigos ponían cara de inocentes.
-¿Acaso no está Petra Ral? – insistió Hannes.
Gunther se situó detrás de ella y la empujó hacia el centro del círculo delimitado por espectadores. La joven iba a protestar pero Hannes no le dio tiempo.
-¡Levi Ackerman! – llamó.
¿Ackerman? ¿Tendría algo que ver con Mikasa? Esas preguntas se hacía Petra para distraerse y cobrar valor ante el posible Hulk Hogan que se presentaría ante ella para luchar. Pero en lugar de eso, salió a su encuentro un chico casi de su misma altura y con cara de pocos amigos.
Aunque pequeño, su mirada intimidaba, así que Petra se dirigió a Hannes.
-Yo no peleo. – dijo.
-Aquí nadie se pelea. – replicó Hannes – Se trata de protección defensiva. No te van a golpear, así que no hay nada que temer. No tengas miedo, hija.
-No es una cuestión de miedo…
-¡Ah, enana! – le cortó Zöe - ¡Ve a pelear!
Petra le dirigió una mirada que decía "ya me las van a pagar" y seguidamente encaró a su oponente.
Lo estudió con la mirada y se posicionó. A ver si servía de algo todo lo que veía en esos programas de lucha libre.
En un extremo del improvisado ring se encontraba Petra Ral, de Lübeck. Peso: 55 kg. Altura: 1,55 m. 18 años y futura pastelera. Delgada, pelirroja y de ojos ambarinos. Sin ninguna idea mínima de técnicas de defensa personal, salvo programas y películas de acción.
Del otro lado, su oponente, Levi Ackerman, al parecer también de Lübeck. Peso: 65 kg. Altura: 1,60 m. 20 años y con aspiraciones tales como ser el soldado más fuerte de la humanidad. Atlético, cabellos negros y ojos azules. Especialista en Jiu-jitsu, Aikido y artes marciales mixtas en general.
Especialidades de las que Petra obviamente no estaba al tanto.
Para ella lucía como el Pitufo Gruñón.
-Salúdense – ordenó Hannes. Ambos se estrecharon las manos con seriedad.
Petra sintió una corriente eléctrica al sentir su fuerte agarre. Él no le quitaba la vista de encima, como queriéndola matar con la mirada.
Hannes hizo sonar su silbato y la lucha dio lugar.
Sin saber lo que estaba haciendo, Petra sólo atinó a lanzarse de lleno sobre Levi. Este la esquivó fácilmente y conectó un gancho a sus costillas que le hizo perder el aliento, y de paso cualquier órgano que estuviera allí. Pero no cayó, a duras penas se enderezó y pensó en ejecutar un movimiento que había visto en la televisión, así que le hizo una lanza que lo tiró al suelo. Pero para el joven, a pesar de la caída, fue como si una pluma se le hubiera echado encima. Aprovechó que ambos estaban en el suelo y, tomándola desprevenida y boca abajo, apoyó fuertemente su rodilla contra la espalda de la chica para poder hacerle una llave de rendición rodeando su cabeza con los brazos.
Petra no se quería rendir. Ya se había rendido suficiente en la vida, no estaba dispuesta esta vez a dar palmadas contra el suelo dando fin a la lucha. La vida le había quitado muchos momentos importantes, ahora sería ella quien le robaría a la vida un momento de destaque. Así que sin más y sin que nadie se diera cuenta, hizo algo desesperado, antes de perder la conciencia.
Lo mordió en la muñeca.
-¡Tsk! - El joven siseó y la soltó de inmediato, furioso y con cuidado de no ser evidente, ya que nadie se había dado cuenta del exabrupto. Además, sería una vergüenza que supieran que alguien lo mordió para librarse de su llave. Mientras cavilaba todo eso, Petra aprovechó su fugaz distracción y conectó una patada en su estómago que lo hizo doblarse y caer a la arena. Quedó tendido por un rato boqueando hasta que Hannes dio por terminada la lucha.
La ganadora de la contienda: Petra Ral.
-Bravo, jovencita. – la felicitó Hannes. La actividad del día había terminado.
-¡Bien, enana! – festejaba Erd mientras todos se dispersaban - ¡Le has dado duro!
-¿Le has mordido o qué? – quiso saber Auruo, sospechando.
-No. – mintió Petra – He puesto un punto de presión en su muñeca. – luego recordó - ¡Y ustedes me las van a pagar!
Antes de salir corriendo detrás de sus amigos, quienes se escapaban alegremente por la orilla, Petra se volvió por última vez para encontrarse con la mirada venenosa de Levi Ackerman.
Lübeck es una ciudad al norte de Alemania, a orillas del Mar Báltico.
