I

Ludwig tuvo que viajar por negocios, típico de un hombre tan responsable como él. Así que Italia en su melancolía, decide volver al ático y organizar todo lo que estuvo ahí guardado por años; tal vez con eso, la espera sería menos frustrante...

A pesar de no ubicarse entre sus pasatiempos, Austria le había enseñado que en situaciones como estas lo mejor que se puede hacer es organizar la mente; pero como era típico de Italia exagerar las cosas, lo tomó literal.

Al principio, su conciencia estaba ordenada pero eso no era suficiente, necesitaba algo más. Ya en el tercer piso, abrió la puerta del ático y subió por las escaleras.

El polvo en el lugar evidenciaba un completo abandono, viendo el trabajo que sería limpiar ese lugar, se puso una mascarilla y empezó por quitar el polvo y las telarañas.

Alrededor de quince minutos después encontró un viejo baúl, ahí estaba guardado su viejo uniforme, el que utilizaba antes de la gran guerra; una bandera blanca rota, sin embargo... no esperaba encontrar el vestido verde; aquel traje hizo que sus ojos se llenaran de lágrimas.

-SIR...-murmuró mientras abrazaba la tela verde.

Secó sus lágrimas con el antebrazo, guardó el atuendo femenino y corrió hasta la pila de libros viejos ubicada en la esquina de la habitación.

-No hay nada, es extraño-suspiró frustrado, todo rastro físico de aquel tiempo había desaparecido; pero tampoco podía ser parte de su imaginación porque lo recordaba muy bien.

Retrocedió un poco para examinar la habitación desde otra perspectiva, con la mano en la barbilla trataba de averiguar en donde podría estar lo que estaba buscando. De pronto, vió en uno de los libros el título "vacaciones sin el hermano mayor España"

-¿Vacaciones?-sustrajo el libro, por desgracia, este era el causante de la estabilidad de los demás, en consecuencia, los otros libros no pudieron mantener el equilibrio y cayeron bruscamente sobre él.

Cuando por fin pudo liberarse de la montaña de libros, accidentalmente pisó un cuadro y rompió el vidrio de este; con las pupilas contraídas, observó la foto que protegía el objeto... esa foto, era la prueba de que ESA persona había existido y no era obra de un sueño.

Entre lágrimas sostuvo el cuadro roto, su mente estaba en blanco; tanto así que pasaron varios segundos antes de darse cuenta que su dedo anular estaba sangrando.

Unas cuantas gotas cayeron al suelo y a su zapato derecho. Dejó el cuadro por un momento y limpió la sangre con un paño húmedo, fue entonces cuando sintió una presencia extraña, en estado de shock; observó con terror algo peor que un simple cuadro.

-No... puede... ser posible.

Continuará...