Mikasa parpadeó un par de veces mientras miraba lo que quedaba de su arma, si era cierto que Eren había muerto ¿qué se suponía que debía hacer? Sin Eren nada tenía sentido ¿pero no había sentido lo mismo cuando murieron sus padres?

Respiró profundamente, irguió la cabeza y colocó su arma en posición de lucha. Si moría lo haría mordiendo, al fin y al cabo ella era la única que conocía a Eren tal y como había sido, si moría ella ¿quién le recordaría?

El viento le cortó la cara al roce con las lágrimas, que luchaban por resbalar por sus mejillas cuando corrió preparada para el ataque.

–¡Mikasa!

La chica se giró sobre sí misma al oír la voz.

–¿Estás bien? –Gritó Armin al mismo tiempo que recogía a la chica con su equipo para las maniobras tridimensionales y evitaba que el arma de Mikasa se le clavara en el cuello.

–Estoy bien –contestó exhausta.

Ambos cayeron fuertemente sobre uno de los tejados donde se encontraba Conny y se llevaron las manos a la cabeza.

Disgustada, Mikasa mantuvo el silencio aún con parte de su espada en la mano.

–¡Venga hay que moverse! –Exclamó Conny y a continuación añadió –¡Esto pinta mal! ¡Allí hay uno de quince metros!

–Sólo es uno –dijo Mikasa yendo en dirección hacia el titán, Armin le cortó el paso.

–¿Qué haces? El equipo se te ha quedado sin gas y no tienes armas ¿qué pretendes hacer?

–¿Te has quedado sin gas? ¿Y qué demonios hacemos sin ti? Necesitamos llegar al cuartel general, allí están todos.

Tras una larga discusión en la que Armin ofreció su equipo a su amiga y esta le indicó que no le abandonaría, todo continuó tal y como estaba escrito. Mikasa, Armin y Conny llegaron juntos al cuartel general, allí el plan de Armin funcionó a la perfección con la diferencia de que Eren ya no estaba. Y por ello había que correr a refugiarse tras el siguiente muro, mientras las muertes se multiplicaban.

Tras varias discusiones Armin, Mikasa y Jean fueron los más rezagados.

–¡Vamos Mikasa! ¡Tenemos que irnos!

Ella miró a su amigo Armin sin levantar la cabeza. Se sentía paralizada, inútil ¿cómo podía ser que se estuviera comportando como siempre había odiado ser?

–¡Tú me has dicho que no me abandonarías! ¡No hagas ahora esto!

¿Ella había dicho eso? ¿Cuándo? ¿De qué hablaba Armin?

–Nos da igual lo que decidas Mikasa, nos vamos a ir quieras o no –dijo Jean cogiéndola y poniéndose a correr con Armin a su lado.

Llevándola en brazos Jean temió no poder desplazarla demasiado por tener que cargarla con todo el equipo, sin embargo Mikasa no se revolvía ni se quejaba, era como una niña pequeña que se dejara guiar, como aquella vez que Hannes les cogió a ella y a Eren tras la muerte de la madre de éste.

Mientras Jean maniobraba en el aire intentando llegar lo más rápido posible al siguiente muro sin toparse con ningún titán, tomó un instante de tiempo para mirar de reojo a Mikasa, ésta resguardaba su cara dentro de la bufanda que siempre llevaba y respiraba profundamente en ella.

Ambos fueron los últimos de aquella zona que entraron en el muro antes de que se cerraran las puertas. Detrás los titanes avanzaban inexorablemente, consiguiendo una vez más cercar a los humanos.

La humanidad volvía a perder la batalla.

Continuará