Disclaimer: Este fic participa en el ritual de iniciación de Noragami del foro "Mar de Joyas Escondidas"
Los personajes no me pertenecen, son en completa autoría de su mangaka.
Le gustan: Las guerras
Sus mejillas se hunden, forman la sonrisa discreta en los labios y cierra los ojos. Ama ver esa clase de escenas, donde la sangre es la protagonista y él, Yaboku, está en el centro del cuadro.
Está contenta, porque esa clase de acontecimientos son los que más le gustan a él, a su creador. Es una felicidad tremenda para los tres, pese a que su Dios no lo admita. Son un dúo imparable. Ellos, Hiiro y Yaboku, jamás se van a separar, lo tiene sabe tan certero como el que ha hecho bien en convertirse en un Nora.
— Hiiro. — Y adora ese nombre cantado en labios de su maestro. Ella alza la vista y regala la sonrisa que de niña la hace tan inocente. Se levanta de la tierra fangosa y corre entre el campo de cadáveres que han hecho de nuevo. — Es hora de irnos.
— ¡Yato! — Ella empieza a correr, porque está feliz de tenerlo ahí con ella. Se acerca y toma de la mano al que considera tan especial como un hermano. — ¡Padre nos felicitará! — Su premura no se hace esperar, la risa se hace presente y casi quiere ir dando saltos por aquí y allá, pero no lo hace, porque la sangre que ha brotado de los cuerpos tendidos podrían manchar más la ropa de ambos.
— ¿Yato? — Es la primera vez que lo llama dos veces, la primera que después de una pelea, el aludido no se mueve.
Quiere llorar, porque de repente el escenario cambia y está en medio de la oscuridad. — ¡Yaboku! — Está desesperada, porque pronto se queda en medio del escenario. Su pecho empieza a doler, demasiado. Cuando ve su mano en busca del nombre, su mueca se distorsiona, lagrimas empiezan a caer por sus mejillas, antes del enojo se siente triste. Su nombre ya no está ahí. Ella ya no es Hiiro.
Sus ojos se abren, de nuevo. Agitada por sueños que pensó dejar atrás. — ¿Padre? — Se da cuenta de la soledad. De que él ya no está ahí y no sabe dónde hallarlo.
— ¡Padre! — Grita, porque entre la oscuridad y el silencio se está volviendo loca. Sus manos se mueven nerviosas, su mirada pierde serenidad y recuerda. Siempre es la misma imagen: cuando ella levanta la vista y lo ve en el centro de un hermoso cuadro, rodeado de soldados que a la guerra marcharon y él aceptó quitarles la vida. Se aferra a esa luz, a esos días en los que era libre y la guerra era motivo de su felicidad.
Y trata de mentalizarse para no recordar que ha sido atrapada por los cielos en una pequeña caja.
— "¿Cuándo me rescatará...?" —Su única esperanza, antes de ser consumida.
Solo... se me ocurrió y dejo por aquí este primer capítulo (?)
