Disclaimer: Harry Potter le pertenece a J. K. Rowling.
Este capítulo participa en el minireto de Mayo "Doce meses, una historia" del foro Amor de Tercera Generación.
1
Hugo.
Lo más simple.
Cierto chico estaba caminando por las calles de Londres muggle, muy asustado, se acercaba el día de la madre ¡y no tenía un regalo para su mamá!. ¿Cómo se le pudo pasar por alto?, ni siquiera a la sabihonda de su hermana se le ocurrió algo pero naturalmente lo solucionó en seguida..., ah, si él fuera tan inteligente como Rose no estaría en esa situación.
No hallaba como resolverlo, de espantado pasó a nervioso. Faltaban horas, ¡horas!; cosa distinta que fuera que con varios días de anticipación... pero, ¡era inaudito!. Tan sumido estaba en sus pensamiento que no se dio cuenta que un rayo rojo se encaminó a la par suya y de detuvo enfrente de él, tomándolo por los hombros.
—¡Hugo Weasley! —gritó su padre, más aliviado que enfadado, a su hijo de diez años—, ¡no vuelvas a irte sin permiso, ¿tienes idea de lo que angustiado que me puse?!. Si tu madre lo hubiera visto —un escalofrío recorrió la espalda del mayor.
—Lo siento, papi —el chico de tez caucásico bajó la mirada, apenado.
Minutos después Ron preguntó—: ¿Por qué lo hiciste?.
En seguida Hugo le contó su "pequeño problema", Ronald pareció divertido con eso, cosa que le costó que un ¡Es enserio, papá! saliera de la boca de su retoño.
—Hijo, no te preocupes —el menor le miró como si le hubiera crecido una segunda cabeza—. A tu mamá no le importará que no le des un regalo.
—Pero, es que ella es la mejor del mundo.
—Lo sé. mas no digo que les un regalo muy elaborado sino que —y siendo tan sensible como una piedra, soltó—: con una felicitación bastará.
Hugo se entristeció más—: Rose le dará un bonito obsequio, y yo solamente un "Felicidades, mamá" —su voz era deprimente.
Inmediatamente Ronald habló—: Una carta, un dibujo, unas flores..., cualquier cosa le gustará a Hermione. Créeme, mientras lo hagas tú, no le interesará incluso si le das un ladrillo envuelto en cinta —bromeó, al terminar, para animar a su hijo, cosa que él sabía que no era muy bueno en esa área.
—¿Seguro, papi? —indagó con un brillo de emoción en sus ojos.
El hijo menor de Molly Prewett sonrió y contestó—: Soy su esposo, Hugo, la conozco mejor que tú —le revolvió el cabello al niño.
Desde ese momento el pequeño pelirrojo supo que le daría, sería muy hermoso. Por muy simple que fuera.
