- Mamá, ¿Por favor, sí?- Preguntó mi hija por vigésima vez durante el desayuno.
- Pero cariño… Yo tengo doble turno en el hospital… ¿No lo habrás hecho con ese propósito, verdad Annie?- Pregunté mientras colocaba frente a ella un plato con dos panques y su malteada de fresa como a ella le gustaba.
- Claro que no, madre, me ofendes- Dijo sonriendo encantadoramente.
- Haremos una cosa… A mí no me miente señorita Swan, sé que quiere ir por ese chico- Me tome la barbilla fingiendo que pensaba su nombre- A sí, ya recuerdo Noah Goldman- Dije haciendo que mi pequeña castaña de preciosos ojos grises se sonrojará.- Vaya le atine no es así- Dije riendo.
- Mamá, por favor, me avergüenzas- Respondió sonrojada.
- Bien… podrás ir, pero te quiero en casa de tu tía Paige a las diez y media- Accedí rindiéndome, cuando ella me miraba era imposible decirle que no a cualquier cosa que me pidiera.- Pero como sé que Paige es una adolescente igual que tu… Las llamaré.
- Once- dijo llevando su plato al lavaplatos.
- Diez cuarenta y cinco.- Dije- Tómalo o déjalo- Dijo estirando mi mano.
- Hecho, mamá eres la mejor- Dijo antes de aventarse arriba de la barra que nos separaba y abrazarme y llenarme el rostro de besos.- Te amo, te amo, te amo- Decía entre besos.
- Y yo que creía que a los dieciséis todos odian a sus padres- Dije riendo alejándome de ella al ver la hora, apenas alcanzaría a llevarla a la preparatoria y llegar temprano para la operación.- Anda, cariño, toma tus cosas y vámonos dije tomando mis cosas.
- … Suerte en la operación te llamo ya que salga de la fiesta- Besó mi mejilla bajando del auto.
La mire con añoranza, ella era simplemente hermosa, su largo y lacio cabello castaño caiga hasta media espalda, y sus ojos grises siempre habían atraído a todos a admirarla, así como su sentido de humor, todos decían que Savannah Bonnette Swan, era un encanto, era popular y desde hace unos meses era la presidenta del alumnado gracias a su carisma y altas calificaciones, tal vez físicamente se pareciera a mí, pero por los poros le salía lo Cullen, porque sí, ella era hija de Edward Cullen, él único hombre al que he amado, pero como siempre me repetía este no era un cuento de hadas y no siempre termina todo con un final feliz, él desde que nos conocimos formalmente el tercer día de Universidad, él me habló, él me miro es verdad… pero no en la forma en la que quería, él me miraba como sólo y exclusivamente como su mejor amiga, aquella que estaba siempre que él lo necesitaba, fuera para pasarle tareas, ayudarle a estudia, ser su psicóloga a la hora que fuera, y estaba bien para mí, me repetía siempre antes de verlo, porque prefería sufrir yo en cada vez que lo veía coqueteando con una chica guapa de la universidad a decirle la verdad y que él se alejará de mí, prefería sentir su efímero amor, cuando me llamaba con frases como hermosa, o cuando me decía que era su ángel de la guardia, cada vez que me decía eso yo me cegaba, y mis ilusiones volvían a crecer, Ila, Alice, Aria y en especial Rose, me advertían que él sólo me haría sufrir pero nunca quise hacerles caso, no podía creer que él me hiciera daño a propósito… pero todo cambió esa noche, en la fiesta que celebró a causa de haber terminado nuestro primer semestre de medicina él como cada fiesta a la que asistía, cada semana, se había emborrachado solo que a diferencia de las demás se había acordado de Irina Dugès, su ex novia, con la cual había durado dos años y medio, volvió al parecer él se la había encontrado con su nueva pareja, Edward se puso muy mal, y tomo como según él no tomaba desde que había tomado desde que termino con Irina… entonces yo me ofrecí a ser su paño de lágrimas, yo me entregué a él por amor mientras él lo hizo por despecho… al amanecer creí que todo sería diferente… que él me vería de diferente forma, mi error fue creer en eso, sí fue diferente porque salí de mi burbuja, y la venda que tenía en los ojos se cayó... él entre sueños llamó a Irina… Y yo quede destrozada, fue ahí cuando tome una decisión… me iría de Forks, y aceptaría la beca que tenía en Chicago. Lo que no tome en cuenta ante esta decisión es que en mi vientre llevaba a mi hija. Nadie nunca supo a donde me fui, no quería que nadie supiera de lo ocurrido, era mejor así, para quien preguntará yo había tomado una beca, pero ni mis padres sabrían a donde lo cual era mentira. Duré los primeros cinco días esperando una llamada de Edward, un mensaje… pero no hubo ninguno, secretamente quería que llamará o me mandará un mensaje pidiéndome verme o por lo menos hablar, pero no fue así, incluso pude ver que en Facebook, había puesto un estado, "No puedo sacar de mi mente esos ojos azules" eso me había hecho abrir realmente los ojos y llena de furia tire mi teléfono y compre otro… Ojala fue así de fácil olvidarme de su recuerdo, me lamente.
Hola soy La creadora de ilusiones :3, está historia es cien por ciento original... Espero que sea de su agrado, espero sus comentarios(:
