Saint Seiya Pertenece a Masami Kurumada, a mi solo la historia.
Universo Alterno
Aclaro: Soy mala con las fechas y edades asi que las que aparezcan son las que yo deseo colocar.
Memorias Doradas
En la biblioteca, de una casa en las fría Siberia, se encontraba el caballero de Acuario, Camus, en esa misma casa se encontraba su discípulo 'adolescente' Hyoga, quien aspiraba a la armadura de bronce de la constelación del Cisne. Camus se encontraba leyendo muy cerca de la chimenea, o se creía que leía. En realidad su mente estaba en aquel tormentoso recuerdo.
-Camus, Camus - gritaba una mujer de cabellos dorados mientras el barco donde se encontraba estaba por hundirse. Camus como pudo se lanzo hacia aquel barco - Camus, Salga a Hyoga por favor - dicho esto aquella mujer le entrego a Camus su pequeño hijo de cinco años
-Mamá! - grito el niño, Camus lo tomo y logro saltar nuevamente del Barco, salto alto y lejos para dejar al niño en manos de unos guardias que ayudaban alli en la orilla de la embarcación. Camus se regreso nuevamente para ahora salvar a la joven de cabellos dorados. Corrio hasta poder alcanzar el barco, salto y cayo en el barco, se dejo deslizar cuando estuvo cerca de la mujer, se fijo que estaba atrapada en un orificio, y tenia algunas cosas pesadas que la hacían hundirse, ella intentaba mantenerse afuera del agua para respirar, luchaba contra la presión del agua y el peso de todo lo que tenia encima y alrededor de ella
-Te sacare - Camus alcanzo la mano y la pudo mirar a los ojos, esta tenia lagrimas en los ojos, apretó con fuerzas las manos de Camus que luchaba por salvarla
-Te encomiendo a Hyoga, Camus, se que seras bueno. No lo dejes solo. Recuerda le que lo amo, recuerda lo tu también. Los amo
-¡No! - exclamo Camus, para tener solo 18 años estaba sufriendo más que cuando entrenaba, el negaba con la cabeza, mientras aquella mujer asentía, le soltó la mano para Camus se le fue imposible seguir ayudándola, la parte del barco en la que ella estaba sostenida se termino de hundir, ella también se hundió. Camus se adentro al agua a nadar lo más rápido que podía para auxiliarla, pero el barco iba más rápido que el, por más que intento no pudo, nado hasta que las fuerzas no dieron más. Empezó a sentir como lo jalaban desde afuera con mayor fuerzas, salio y al fin pudo respirar. Los guardias lo llevaron hasta la orilla, Camus tosía y escupía agua, Hyoga se le acerco con los ojos llorosos. - Perdon - le dijo a Hyoga - intenta salvarla pero no pude, lo lamento - Hyoga comenzó a llorar en silencio, se lanzo hacia Camus para abrazarlo con muchas fuerzas, el niño solo le dijo entre tantas lagrimas: No me dejes
-Camus lo abrazo aun más fuerte, respondió: No lo hare
-Maestro - se le acerco muy temeroso Hyoga a Camus, quien intentaba leer en el sillón de su biblioteca, claro este, que este ya que tenía más de media hora con la misma hoja del libro y no pasaba. Levanto su mirada, Hyoga lo habia sacado de sus pensamientos y dolorosos recuerdos
-Que sucede Hyoga? -
-Quería saber… Si mañana, yo…-
-Hyoga. Te he dicho que no puedes querer ir todos los días a ver a tu mamá. Ahorita las corrientes marinas… -
¡USTED NO ENTIENDE! – Hyoga grito con lágrimas en los ojos, Hyoga estaba en una edad muy difícil, estaba en la época de la rebeldía, donde sus emociones lo dominaban. Camus bien lo sabía, y más en estas fechas era difícil para su discípulo aunque el mismo no lo supiera, para Camus también era bastante difícil.
-Tu crees… - se levantó Camus molesto de su silla, dejando su libro de un lado y pararse frente a Hyoga – Que no entiendo?
-¡USTED NO ME ENTIENDE. LA EXTRAÑO, EXTRAÑO VERLA Y NO PODER HABLARLE! – Gritaba Agitado Hyoga - ¡USTED NO SABE PORQUE NO HA…! -
¡CLARO QUE LO SE! – Interrumpió gritando Camus, Hyoga dio un paso atrás al ver la mirada de Camus.-
-Me reprochaste, muchas veces, del porque te alejaban de mí, cuando fuiste enviado a la Fundación del señor Kido, que si yo también te iba a abandonar. Para tu información no fue así, era lo mejor que salieras por algunos meses de este ambiente tan trágico que se vivía, y al final regresarías aquí…
-Maestro – intento disculparse Hyoga pero era tarde, las lágrimas ya estaban en el rostro de su Maestro y sus puños apretaban con muchas fuerzas –
-Tu crees que no lo se, que no te entiendo? – le pregunto Camus irónico - Claro que lo se Hyoga, te conozco mejor que cualquier otra persona, te he cuidado, alimentado y enseñando desde que tienes cinco años, ahora que tienes 13 años se muy bien lo que te gusta, lo que te molesta y en estas fechas te sientes más vulnerables que otros días, porque Hyoga yo sé cómo te sientes, a lo mejor no de la misma magnitud que sientes tú, esa nostalgia ese dolor, pero si lo sé. – Hyoga no dejaba de mirar a su maestro, estaba asombrado
– Yo hubiera sido otro Hyoga y hubiera dejado que te mandaran a entrenar a otro lugar, pero no. Eres un hijo para mi Hyoga - Hyoga vio cómo su maestro salió de la biblioteca, este lo siguió a ver a donde iba, estaba agarrando un abrigo -Hyoga, en dos casi tres años, estarás listo para obtener la armadura de Cisnes, yo regresare a Grecia para ese entonces – Comento Camus, terminándose de acomodar el abrigo, cuando se dispuso a irse Hyoga le hablo
-A dónde va? – pregunto Temeroso Hyoga –
-Hyoga – Camus se giró a mirar a su discípulo – Aquel día, cuando el barco que iba rumbo a Japón, Naufrago, el día en que murió tu madre – La respiración de Hyoga comenzó a agitarse, ese día, ese recuerdo le dolía en el alma, pero no quería llorar frente a su maestro, el hombre que aquel día, lo había salvado – Tu madre Hyoga, me había pedido, antes de embarcar, si aquel hombre, aquel que se decía ser tu padre, te negaba y te trataba mal, que yo te acogería como un hijo, que te cuidara y protegiera. Ella tenía todas esperanzas en ti. ¿Tú crees que la muerte de Natassia solo te afecta a ti? Te equivocas – La voz de Camus ya era más blanda, más tranquila y sonreía con nostalgia al mencionar el nombre de la mamá de Hyoga – Hyoga, tu no eres el único que siente dolor en estas fechas. Aquel día del naufragio, yo fui al rescate de ambos, cuando escuche la gente gritar y exclamar por ayuda. Temi por ella. Temi por ti Hyoga –
La mirada triste de Camus se postro sobre la de Hyoga quien escuchaba con detenimiento aquellas palabras – Se cómo te sientes, porque Hyoga, yo aquel día, yo perdí a una amiga, a una compañera. Hyoga aquel día tu no solo perdiste a tu madre, tu todo. – Hyoga vio como unas cuantas lagrimas salieron del rostro de su maestro – Aquel día Hyoga, yo perdí a la persona que pudo ver mis verdaderos sentimientos y emociones, la única persona a la que me permití querer más que una amiga- Camus cerró al puerta y se marchó.
Necesitaba estar solo. Hyoga por otro lado se sentía la peor persona de la humanidad, no sabía realmente los sentimientos y emociones de su maestro, porque este era una persona muy frívola, muy inexpresiva, inclusive cuando venía su amigo Milo de Grecia era así. Hyoga jamás había entendido porque Camus era tan exigente con el, y a la vez tan cuidadoso, Hyoga siempre noto que cuando hacía algo bien Camus sonreía. Pero este día, Hyoga habia conocido otra parte de su maestro.
Se atrevio a juzgar mal a su maestro, creyendo que él no sabía cómo se sentía. Pero estaba equivocado. Camus decidió caminar lejos de aquel lugar, le había expuesto a Hyoga todos sus sentimientos, todo lo que se había reprimido, ese día se lo expuso a su discípulo, fue juzgado muy mal, y eso le había dado en su orgullo. Encontró en las montañas un lugar donde sentarse y asi ver las inmensas aguas gélidas, aquel lugar donde vio por última vez, a la persona a quien habia entregado lo mejor de el. Suspiro ante ver la inmensidad de su tierra, y asi permitirse viajar en el pasado y sumergirse en sus mejores recuerdos.
