Una pequeña historia, para un pequeño delirio.

Nota: Historia basada en los personajes de Naruto, propiedad de Kishimoto- sama.

-Nuestras vidas han sido un baile de mascaradas, Naruto. Deberías saberlo…

- Lo sé, Sasuke.

Y así, juntos como estaban, lograron por una primera y última vez, sonreír.

Cuando primera vez lo ví supe que dentro del hermoso mar que se reflejaba en sus orbes, había un abismo, profundo y mortal, doloroso y a la vez atrayente…

Lo vi en bailando, como solo él podía hacerlo, meneando su cuerpo con sutileza, versatilidad y agilidad, como solo un zorro podía hacerlo; tratando de ganar, a pasos ligeros, algo con que alimentar sus días, la aprobación del rey.

Y yo: pordiosero, pero temido. El más peligroso ladrón de Konoha, sentí que había encontrado la más preciosa joya del tesoro del rey. Joya que estaba dispuesto a guardar, bajo siete sellos, con tal de no perderla.

Yo sombra, el renegado de un clan maldito. Él sol, un rayo perdido entre la gente, pero con un resplandor único; estábamos perdidos, pero destinados a unirnos.

Cuando me di cuenta, ya era nuestro baile final. Sabíamos que el rey nos había atrapado. Y ahora con el fin de torturarme, lo hizo bailar, bajo los tambores que anunciaban mi decapitación, pero yo ya no estaba ahí.

Yo, al igual que Naruto, me encontraba en el puente, en un tiempo pasado, vivido y saboreado. Retozando luego de sentir nuestras pieles, de marcarlo con mis besos, sintiendo el ocaso venir.

Fue ahí cuando Naruto con voz suave me dijo:

Hasta que te vuelva a encontrar entre la multitud, asechándome, como la sombra que eres, bailaré y bailaré, para que me veas entre la multitud que nunca me vio. Para que, aún con mascara, sepas que soy yo.

Nuestras vidas han sido un baile de mascaradas, Naruto. Con o sin ella, sabré encontrarte, como el sediento encuentra al final de sus días al oasis, te encontraré.

Fue ahí, que me di cuenta de que con fin de encontrarlo de nuevo, volvería a tratar de asesinar al rey, volvería a robarle su más preciado tesoro. Estaría, de nuevo, dispuesto a morir.

Y con ese pensamiento en mente, Sasuke sintió el silbido de la navaja al caer, y Naruto, entre danzas indias, derramo una lágrima.