Los personajes son de Stephenie Meyer y sólo este drabble me pertenece.
Dosis diaria de pensamientos.
1.
Cerró el libro y se permitió dirigir una rápida mirada a Edward Cullen. La primera vez que lo vio, supo que había algo diferente acerca de él, que la llamaba; sin embargo, calmada y tímida (como siempre), nunca manifestó su interés —hasta el punto de negárselo ella misma y jamás pensar en ello—, como si en realidad no existiera tal cosa.
Los ojos dorados se desviaron un segundo en su dirección y ella rápidamente cambió el peligroso rumbo de sus recuerdos a Jessica (como si esos sentimientos que se formaban en su interior fuera de Jessica y no suyos). Edward Cullen parecía poseer esa extraña capacidad de mirar al interior de todo y descifrarlo.
(Leerlo).
Y eso le encantaba, al mismo grado que la aterrorizaba.
2.
Volvió la mirada hacia Alice y se encogió de hombros. «¿No te has dado cuenta de que le prestas demasiada atención? Pareces un león acechando, pero temeroso de acercarse; es patético», pensó la duendecilla.
Edward jugó con la manzana entre sus dedos y suspiró. Desde que se había mudado a Forks, estaba deseando que Ángela Weber pensara en él, aunque sea un momento, para algo que no tuviera que ver con Jessica Stanley. Era estúpido, pero deseaba ocupar su mente aunque fuera un segundo.
La única vez que escuchó un pensamiento de ella que estuviera relacionado a él, también tenía que ver con sus hermanos: «Los Cullen parecen estar malditos con el don de la belleza indescriptible».
Se sintió un poco presumido en ese momento, debe aceptar. Algo en esa chica era especial y eso hacía que sus pensamientos valieran muchísimo más que los del promedio.
(Hasta el punto que Edward Cullen buscaba cada día su dosis diaria de pensamientos de Ángela Weber).
3.
«Me pregunto en qué pensará Edward Cullen…no es como si pensara en mí» rió para sus adentros. En realidad tenía una gran curiosidad acerca de lo que podía cruzar la cabeza de ese chico, siempre tan enigmático y callado.
A cinco mesas de distancia, Edward escuchó claramente el pensamiento y sonrió antes de estirarse en la silla, Ángela Weber era sencillamente adorable… tanto que incluso podrían ser amigos.
