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Digimon y sus personajes pertenecen a Toei Animation y Bandai. Solo soy una fan frustrada que usa a sus personajes sin intenciones de lucrarme con ellos.
Idea original basada en la serie estadounidense 'Friends'.
El Yamakari pertenece a Jacque-kari, precursora, embajadora y Yamakari por naturaleza, no yamakarista, ella es el Yamakari.
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¡Aléjate de mi hermana!
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Taichi siempre fue el hermano mayor protector; imagina tener ochos años y sacar a tu pequeña hermana enferma a jugar a la pelota y que por culpa de ello empeore su resfriado; esas cosas dejan una cicatriz visible. Fue lo que le pasó a Taichi, tras ver lo grave que fue desobedecer a su madre se prometió siempre, siempre, siempre cuidar de Hikari. Taichi era extremista, muy extremista, ¡demonios! Él era de los que hacía una cosa simple sumamente complicada, no porque fuera complicado, sino porque solía creer en sí mismo, en sus valores, sueños, en su propia pasión, tanto así que se olvidaba que sus acciones podían trear consecuencias a los demás; Taichi era apasionado, joder, sí que lo era, y si hubiera dudas de lo apasionado que podía ser, Sora podría resolver esas dudas en un tris (ya saben a lo que me refiero). En resumen: Taichi era sinónimo de terquedad y cuando un objetivo se le metía entre ceja y ceja no había nadie, ni su novia ni madre, que pudieran hacerle ver lo contrario, y allí era cuando complicaba todo. A veces el plan salía a la perfección, otras veces, como cuando se enteró de lo de su hermana y... bueno... lo mejor es que escuchen la historia completa.
Un día, tras la fiesta de graduación como profesional, Yagami Taichi pensó: ¿por qué no pedirle matrimonio a mi mejor amiga? No tenía anillo de compromiso o una joya que pudiera reemplazar la sortija, pero quería hacerlo, estaba preparado, quería casarse con Sora, vivir con ella, formar una familia, tenerla día a día a su lado; por lo que decidió que no tenía que tener una joya de diamantes u oro. Con que pudiera sellar su promesa y compromiso para con ella, cualquier objeto significativo contaría igual que un anillo de diamantes; ya había pensado en uno perfecto y tuvo que dejar el apartamento para ir a por él, lo que llevó a Sora a buscarlo por todos lados.
—¿Has visto a Taichi? —preguntó Sora a Mimi durante la celebración.
Mimi, que jugaba con la lista de reproducción en el equipo de sonido en casa de los Yagami, negó. Sora caminó a otro lugar, exactamente, hacia el sofá donde algunos de sus amigos platicaban a gusto, lejos de la música pop comercial de Mimi Tachikawa.
—¿Has visto a Taichi? —repitió la pregunta a Yamato, quien negó perezoso. Por lo que la redirigió a su amigo sentado al lado de Ishida—. ¿Y tú, Daisuke, lo has visto?
Daisuke repitió la mimica del primero pero este se delató con el parpadeo rápido de sus pestañas; mentía. Las horas que la pelirroja invirtió viendo "Lie to me" habían valido la pena, tenía un caso.
—¿Qué sucede? —cuestionó, enjarrando los brazos al nivel de las caderas.
—Nada, no sucede nada. —Las gotas de sudor escurrían por todo su cuerpo una tras otra, una imagen difícil de observar si eres de los que se asquea con el exceso de sudoración de un hombre, al menos ella estaba acostumbrada a verlo. Daisuke aceleró la lengua, hablaba muy rápido y costaba entender lo que decía—. ¿Por qué dices que sucede algo? Nada pasa, ya te dije. Y si sucediera algo yo no sé nada, pero no sucede nada, nada que yo sepa. Deliras, mujer, que yo no sé nada.
¡Qué sospechoso! Sora lo miró fijo, entrecerraba los ojos y fruncía los labios. Taichi sucumbía ante esa poderosa mirada en un chasquido y Daisuke solía caer en ella también, Miyako no solo hubo heredado el poder del amor, sino también esa mirada de tigresa que ponía nervioso hasta al más controlado de Odaiba; Ken, quien se había postulado para ser policía, estaba teniendo clases intensivas con Miyako, pero a quién vamos a engañar, Ken nunca sería el policía de interrogación malo, y Miyako no era una buena profesora, a decir verdad, más era el tiempo que pasaban besándose que practicando "La mirada"... pero es mejor no profundizar en esas sesiones de besos, les evitaré el trauma que envió a terapias con el psicólogo a Daisuke. ¿Ya se lo están imaginando? ¿No? ¿Pero seguro ahora sí? Dejaré de romper la cuarta pared para poner imágenes mentales de Ken y Miyako co...giendo aire para respirar tras cada beso.
Volviendo a la historia secundaria que nos llevará a la historia central... Sora miraba con reproche a Daisuke mentiroso.
—Daisuke —Su tono firme y sosegado exigía que le dijera la verdad.
—¡No sé nada! —El condenado trigueño se resistía a hablar...
—Sé que mientes.
—No sé nada. —Se removió sobre el asiento fingiendo (y creyéndose al mismo tiempo) que estaba indignado.
—Daisuke —continuó con voz retadora.
—Sora-san. —¡Ju! ¿Por quién lo tomaba? Takenouchi, por los dioses, Daisuke era más divo que eso. Incluso se daba el tupé de mirarse la manicure de doscientos yenes que se hizo el día anterior con actitud victoriosa, ignorándola por completo; podía jugar a ese juego toda la tarde, se sentía en ventaja. No por nada Jun Motomiya era su hermana.
¡Por tu madre! La Sora que no se mostraba en público estalló de rabia, Daisuke la estaba estresando, pero Sora podía mantener la postura de sí misma y de otros a su alrededor..., bueno, menos con Yamato y Taichi que siempre se caían a piñas (a golpes, joder, que no sobrevivirían a una guerra de frutas de piña), podían disimulas ante los demás, siempre y cuando no se dejaran moratones, en cuanto a pulcritud y presentación, se verían excelentes: un caballero nunca desordena el peinado de otro, era su regla de oro.
¡Y otra vez me desvié de la trama secundaria! ¿En qué estaba? Ah, sí...
Yamato escuchó el palpitar de la vena en la frente de Sora, para aplacar los ánimos competitivos de Motomiya y Takenouchi, nuestro galán de ojos azules intervino en la conversación.
—No deberías presionarlo —Yamato dijo. Daisuke se sintió aliviado, hubiese llorado por haber sido defendido de no ser porque Yamato solía ser cruel después de decir algo dulce (aquí entre nos, se le salieron un par de lágrimas de felicidad que limpió con la manga de su suéter cuando Sora y Yamato hablaban distraídos). La sonrisa mordaz en Yamato delató el presentimiento de Daisuke—. Sabes que es el perro faldero de Taichi, si haces que confiese, lo dejarás mal delante de su senpai. Estás poniéndolo en una mala posición.
El aludido torció lo ojos, ¡lo sabía! No podías esperar que Yamato te defendiera sin que un comentario malsano prosiguiera el acto de buena fe. A veces pensaba que Yamato era de los que no podía dejar desamparado a cualquiera que lo necesitara, pero enseguida recordaba que tenía que aparentar ser el malo de la película; si bien, no el malo, pero sí el chico rudo con expresión poker face al que la vida le resbalaba por el cu...ello.
Daisuke también solía ocupar el uso del sarcasmo.
—Gracias por la ayuda, viejo.
—Necesito saber dónde está —Terció Sora—. Tiene que acompañarme al apartamento para buscar el resto de los pasapalos de la fiesta. Miyako comienza a impacientarse.
—Suele ponerse de mal humor cuando tiene hambre.
Yamato hizo caso omiso al comentario de Daisuke.
—¿Por qué no lo llamas al teléfono? —Propuso, haciendo parecer que la estrategia de Sora, la que consistía en preguntar a uno por uno de los invitados de la fiesta sobre el paradero de su novio, era estúpida.
—Porque lo tiene apagado —respondió impaciente. Yamato se encogió de hombros, Sora prefirió intentar convencer a Daisuke para que hablara—. Daisuke, ¿no hay manera de que digas dónde está?
—Ya-te-dije-que-no-sé-nada.
—Si Miyako comienza a quemar sostenes porque el hambre le hace volverse feminista radical, será tu culpa.
—¡No puedes echarme la culpa porque alguien que ya está echada a perder haga ridiculeces! No es mi... —Daisuke se calló, miraba detrás del cuerpo de Sora..
La pelirroja contempló la reacción de Daisuke, esperaba poder descifrar el abrupto cambio en su comportamiento.
—¿Qué sucede? —Sora dio media vuelta por acto reflejo, encontrándose con la visión de su guapo novio (sí en esta historia todos los chicos son guapos) modelando sobre su frente los goggles de cuando estuvo en el Digimundo la primera vez.
Parpadeó confundida, lo veía venir y a la vez no sabía qué sucedería, pero de algo estaba segura: Taichi haría una de las suyas, su corazón se agitó e hizo retumbar toda su cavidad torácica.
¡Aquí viene la propuesta! Pero ella no lo sabía.
—¡Atención, atención! —llamó la atención de todos sus amigos y familia—. Tengo un anuncio muy importante para darles.
Las miradas se pusieron sobre Sora que respondía con una expresión insondable, dejaba claro que era una más del montón de los que no sabía qué pasaba.
—No es un secreto que amo a esta mujer —Sí, ahí venía el primer sonrojo en el rostro de la aludida. Había sido señalada y Daisuke la empujaba por la espalda para que llegara al centro de la sala del apartamento Yagami. Traidor, por supuesto que sí sabía qué hacía su novio—. Era mi mejor amiga y ahora lo sigue siendo, pero con un poco más de derecho... —Cejas, cejas, arriba y abajo; la sonrisa sugerente apareció en sus labios, (sé que te lo imaginas y... sí, puedes babear, que su cara coqueta derrite corazones).
Mientras tú babeabas, esto ocurría dentro de la cabeza de Sora: ¡Oh Dios, qué ridículo! Iba a reírse como tonta. Su novio se veía tan adorable queriendo ser sugerente. Aguantó la respiración. Tranquilizate, Sora, ¡no te rías como ardilla!
—Taichi —le frunció el ceño en su lugar, no era más que su manera de ocultar el sonrojo.
Cuando Taichi hacía esas travesuras, Sora se sentía expuesta como si estuviera en medio de una carpa de circo siendo la mujer rara y barbuda de turno; estaba siendo la mujer barbuda de turno, todos la miraban como si fuera un mono de zoológico que, esperaban, hiciera un movimiento adorable.
—Eres mi compañera de vida, no recuerdo un solo día en mi vida que no estuvieras tú a mi lado ayudándome a no tropezar; sé que al caer me ayudarás a levantarme, y confío en que sabes que estaré ahí para ti, porque sería el último en desearte algún mal. Quiero que seas mi impulso y que despiertes a mi lado todos los días.
—¡Oh, kami! —bramó Yuuko, apretando la mano de su esposo; iba a llorar por la emoción—. Hikari, toma una fotografía. Trae tú cámara. Está pasando, está pasando.
La hija menor ya estaba preparada para capturar el momento del sí (alerta de spoiler: ella es la verdadera protagonista de esta historia).
Sora cubría su rostro con las dos manos, evitaba las lágrimas; Taichi se ponía de rodillas, con su traje negro de graduación y sonrisa resplandeciente.
—Sora..., cásate conmigo —pidió, Taichi y Eugine (de Enredados) usaban la misma arma secreta para conseguir lo que deseaban: su caritas de encanto.[*]
Miyako y Mimi gimieron emocionadas. Daisuke asentía, deseando que Sora (que se hubo quedado muda) imitara su movimiento de cabeza. Los segundos que morían eran demasiados, y el aprendiz perdía la paciencia, si Sora no respondía, corría el riesgo de que él lo hiciera por ella.
—El anillo —susurró Susumo a su hijo—. Muéstrale el anillo. —Ni discreción, ni sutilidad.
Pueden imaginarse de qué lado de la familia sacó lo inoportuno Taichi Yagami. La verdad, Taichi era el vivo ejemplo de su madre; Susumo, el lado sensato de la relación... ¡Já! Sí, claro, todos los Yagami tenían ese gen entrometido. Susumo continuaba mostrándole el dedo del compromiso a su hijo.
Taichi lo ignoró, esperó la respuesta de su novia.
—Sí —Sora aceptó, estaba roja hasta la raíz del cabello, pero feliz.
Taichi se puso de pie y la abrazó. El flash no paraba de dispararse desde la cámara de la menor de los Yagami, hubo aplausos y ojos de corazones en los rostros de Yuuko y Miyako, la toma magnifica e inmortalizada de su cuñada y hermano mostrándose cariño en un beso de piquito.
—Sé que es repentino —Se alejó, quitándose los goggles de la cabeza—. Eso lo hace mejor, ¿no crees?
Sora bajó un poco la cabeza entendiendo el gesto; Taichi puso el par de anteojos de aviador sobre la frente de su ya prometida como símbolo de su compromiso sellado.
—Debí haberlo previsto. —Sora se echó a reír, las lágrimas de felicidad descendían por sus mejillas—. Sí, lo hace mejor. Eres un loco, Taicho.
Desde un rincón Mimi rodaba los ojos, una propuesta de matrimonio sin anillo era como ir a la playa sin traje de baño, como comer sushi sin salsa de soja, como pintarse las uñas sin... uñas. Aunque debía de aceptar que fue muy romántico que le pidiera casamiento entregándole sus gafas del valor, pero habían situaciones ideales para cada tipo de persona, y ella supo desde los seis años que su destino debía tener una enorme roca brillante adornando su dedo. Sorprendentemente, le causaba regocijo todo el espectáculo; fue la primera en correr para felicitarlos.
—¡Felicidades a los novios! —exclamó Jou seguido de Mimi.
Uno a uno se fueron sumando a los abrazos.
—Senpai... es un... hombre muy... romántico —Daisuke no podía hablar, lloraba a moco suelto.
—No puedo creer que estés llorando —Yamato lo miraba con una mezcla entre escepticismo y prejuicio.
—No estoy llorando, es el sol que irrita mis ojos.
—Estamos de noche —replicó—. Deben ser tus hormonas lo que los irrita. ¿Quieres chocolate y la película de The Notebook para pasar el rato?
—No tienes por qué reirte de mi, Yamato-senpai. ¡Soy sensible! Lo admito, pero soy todo un macho.
—... al que le hace falta un pañuelo, o una caja, estás empañando el lente de mi cámara —agregó Hikari, divertida.
Yamato no logró disimular (ni quiso) la gracia que le causó la intervención de Hikari.
—¿Estás riendote de mí, Hikari-chan?
—Lo siento mucho, Daisuke, pero lo pones fácil.
—Apuesto a que Daisuke estaría feliz de estar en el puesto de Sora el día de hoy.
Hikari se río como si no pudiera evitarlo. Yamato la miró por encima del hombro, una rápida mirada, suficiente para sentirse contagiado por la otra.
—¡Senpai!
—Te llevaremos a comer un helado, ayuda para los males del amor.
—El único Yagami que me gusta eres tú, y lo sabes. Así que si quieres invítame el helado, lo comeré, pero debes saber que cuenta como cita.
La muchacha miró por inercia a Yamato, Yamato bebió de su cerveza y se encogió de hombros; Daisuke había ganado. Hikari blanqueó la vista y se fue vencida, tenía que darle el enhorabuena a su hermano y cuñada.
Y mientras se marchaba, Daisuke y Yamato la vieron caminar, el vestido que llevaba puesto se alejaba del estilo aniñado y tierno que en el pasado evitó remarcaran sus curvas, la falda de tubo y la camisa ceñida sin mangas la situaba en una categoría mayor. Hikari se convirtió en el ejemplo perfecto del patito feo que se volvía cisne, la contra diferencia de la historia para niños era que nunca fue un patito feo; a Daisuke le gustó desde siempre y Yamato comenzaba a notarla, no de forma consciente, pero la notaba como un hombre nota las sombras de los pétalos de cerezos que caen como copos de nieve cada cinco centímetro por segundo.
¡Felicidades!
Jacque, sé que es tarde, que no fue el fic que te había mencionado, pero sabes si sabes como soy... :')
En fin! Te deseo todo lo mejor del mundo. Gran escritora, gran amiga, gran ser humano. Mereces más que esto, pero bueno, ya sabes, doy lo que puedo.
Mis mejores éxitos para ti. Muchas bendiciones. Y que tengas bastantes momentos felices en este nuevo año que te regala la vida.
ñ.ñ
