Prologo.
Caminaba en silencio y con la cabeza baja a un lado de mi prometido, sentía a nuestro alrededor pequeños murmullos, al parecer éramos una nueva novedad entre aquella pequeña asociación, apreté un poco mis manos sintiendo los nervios apoderarse de mi cuerpo.
Al fin podría dar un paso hacia mi sueño, algo que espere durante muchos años luego de que mis estudios terminaran y me haya convertido en una mujer comprometida.
Comencé a sentir la mano de Jacob sujetando la mía y dándole un pequeño apretón, alce mi rostro para poder admirarlo, en el se podía apreciar una deslumbrante sonrisa, que solo me hizo recordar que esto fue gracias a él.
El se había convertido en mi tutor de música hacia ya unos cuantos años atrás, y luego de un tiempo mis padres arreglaron un matrimonio con él, no pude negarme siempre fui sumisa ante ellos, siempre me mantuve en silencio obedeciendo todas sus ordenes bajando la cabeza a todo lo que me molestaba, el sentido de la libertad para mi era nulo, algo que no todos podían disfrutar, ya que habían limitaciones, eso era lo que me había echo desistir de mi sueño, de mi deseo de convertirme en maestra, pero gracias a Jacob, con quien en un par de meses me casaría, podría realizarlo por unas semanas…con ellos me bastaba, incluso agradecía que dentro de mi jaula que ellos diseñaron desde que era pequeña, pudiera darme un gustito así.
-recuerda, es solo un muchacho, intenta solo enseñarle, no quiero que te relaciones más de lo debido con él.-me decía entre susurros cuando ya casi habíamos llegado al salón, en el cual encontraría a aquel muchacho.
-si Jacob.-le respondí obediente a sus pedidos, manteniéndome con el rostro calmado, sin expresar ninguna emoción, algo que pareció satisfacerlo ya que beso mi mejilla como despedida para luego dejarme frente a la puerta del salón.
Lo mire alejarse de mi lugar, para luego introducirme dentro de la clase, en su interior se podían apreciar un enorme piano negro que resaltaba ante los demás instrumentos musicales, sin embargo fuera de ello, me percate que el salón estaba vacío.
Al parecer mi estudiante aun no llegaba, debía de tener algún retraso, pensé de buena forma intentando no pensar demasiado en su historial de vida y sacar conclusiones que me colocarían aun mas nerviosa...
Me senté en el banco del piano y comencé a tocar una pequeña melodía…necesitaba relajarme y una de las mejores maneras era aquella.
Jacob siempre me recalcaba, con la concentración puedes olvidarte de todo el mundo, simplemente tienes que seguir los principios y veras el olvido de todo lo demás.
Me mantuve sumergida en la concentración de aquella pieza, oyendo el suave sonido que podrucian las teclas del elegante instrumento, me deje llevar y no preste atención a nada mas, incluso perdí la preocupación y el nerviosismo que llevaba hace unos minutos atrás, hasta que comencé a oler un suave aroma a cigarrillo, me detuve de golpe y me percate que el aroma se intensificaba hasta tener mas intenso frente a mi, alce mi mirada y lo pude ver.
Frente a mí apoyado en aquel elegante piano, se encontraba un muchacho de no más de 17 años que mantenía entre sus labios un cigarro, su expresión era despreocupada.
-en este lugar esta prohibido fumar.-le dije algo molesta al verlo con aquella actitud tan altanera.
El expulso todo el humo de cigarro que había ingerido, soltándolo frente a mi, para luego apagar su cigarro en el piano, abrí mis ojos de par en par, no podía creer lo que acababa de hacer aquel niño, entonces mi mirada se volvió roja, la furia me domino.
-como te atreves.-exclame levantándome de mi lugar, el se sorprendió por mi actitud para después soltar una suave carcajada y mirarme fijamente a los ojos, penetrándome con ellos descaradamente. Me di cuenta de que me había exaltado cosa que no hacia jamás, me avergoncé de mi misma y mis mejillas comenzaron a arderme.
-debes ser Isabella Swan…-lo mire algo confundida para luego dar con una idea en mi cabeza-me llamo Edward Masen, tu nuevo alumno…-continuo comprobando mi teoría, era justamente lo que me esperaba.
Un muchacho recién salido de un reformatorio y que sus padres, dueños de la gran fortuna Masen, habían pedido introducir a su hijo en clases de música para que de esta manera pudiera descargar su odio por la sociedad de una manera sana y artística y no quemando autos o destruyendo edificios.
-espero que nos llevemos bien, señorita.-dijo luego con una suave voz aterciopelada que me provoco un escalofrío, mi cuerpo ya experimentaba reacciones que ninguna otra persona habían causado en mi, eso comenzó a asustarme, pero de alguna otra forma, me provocaba a seguir adelante…
-también lo espero.-le respondí luego desviando mi mirada de sus penetrantes ojos verdosos.
