Disclaimer: Pokémon no me pertenece.
Nota: Bueno, he venido aquí con otro intento de Long fic, en el que he estado trabajando en conjunto con Misty Sunflower, desde hace muchos meses. Ambas hemos puesto todo de nuestra parte para que este proyecto sea un éxito y sea de su agrado. Muchas gracias, querida, por todo el tiempo que te has tomado en explicarme los asuntos complicados, resolver mis dudas y aconsejarme sobre los temas más insulsos hasta los más vitales, no solo respecto de esta historia, sino que de la vida en general, lo que dio pie a la idea de este fic.
Lugares comunes
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Misty bajó de su tarima de un salto y aterrizó con gracia junto a la piscina, que en ese instante hacía las veces de arena de batalla. Caminó con calma hasta el lado contrario, donde su adversario, un chico proveniente de Vermillion, al que le encantaban los pokémon eléctricos, recogía a su Elekid vencido.
El chico, Ethan, si mal no recordaba, parecía tener unos trece años y había empezado tarde su viaje pokémon. Había llegado sin previo aviso a su gimnasio, exigiendo un duelo contra el líder, creyendo que tendría una amplia ventaja si peleaba con un pokémon tipo eléctrico en un gimnasio de tipo agua.
Qué equivocado estaba.
La primera gran sorpresa se la llevó cuando, en lugar del temible líder de gimnasio de Ciudad Cerulean del que hablaban los rumores, se encontró con una sonriente chica pelirroja que no aparentaba tener más de veinte años. Intentó no mostrarse demasiado decepcionado pero, honestamente, cuando el profesor Oak le advirtió que tuviese cuidado con el defensor de Cerulean, se esperó de todo. Todo menos a ella.
La segunda sorpresa fue que no esperó, en absoluto, que su muy bien pensada y estudiada estrategia fallara estrepitosamente, y que la linda chica que estaba frente a él en el otro extremo de la arena acabara venciendo sin contemplaciones a su Bulbasaur inicial y a su poderoso Elekid, utilizando únicamente a un Psyduck que, a simple vista, se veía algo despistado y tener serios problemas para nadar.
─Diste una buena pelea─ le comentó la líder, inclinándose a su altura. El chico no pudo más que sonrojarse levemente por la cercanía y el cumplido─, pero que esto te sirva de lección; no puedes confiarte solo por la apariencia de tu oponente o su tipo. Y te lo digo con conocimiento de causa: este Psyduck es una cajita de sorpresas.
Ethan solo suspiró resignado antes de guardar a Elekid nuevamente en su pokébola, para luego agradecerle a la representante de la Liga por la oportunidad y los consejos, e irse de una vez al Centro Pokémon para que la enfermera Joy atendiera a sus compañeros heridos, no sin antes recibir la invitación a intentarlo nuevamente las veces que quisiera.
─Dalo por hecho─ sonrió el niño, entusiasmado por el desafío─: volveré aquí mañana, ¡y pasado mañana también, si es necesario!
─ ¡Vaya, me gusta tu entusiasmo!─ Volvió a sonreír Misty, guiñándole un ojo─ Me recuerdas a alguien a quien conocí cuando empecé mi viaje; definitivamente no sabía cuándo rendirse─ comentó más al aire, con una pequeña sonrisa nostálgica, que para que la oyera el chico frente a ella─. Sigue así y llegarás lejos.
─ ¡Sí!
─Pero lamento decirte que no me encontrarás aquí mañana, lo siento─ se disculpó con una sonrisa y una leve inclinación con la cabeza.
─ ¿Que no estará? ¿Pe-pero por qué?
Misty miró al chico. Se veía evidentemente decepcionado por la noticia, y se sintió en la necesidad de decirle algo para consolarlo.
─Estaré unos cuantos días en Ciudad Viridian a partir de mañana─ le puso una mano en el hombro a Ethan, quien era apenas un palmo más bajo que ella─. En mi ausencia, mis hermanas serán las cabecillas del gimnasio; siéntete libre de enfrentarlas cuando gustes. Créeme, no te la pondrán fácil.
Ethan agachó el rostro, como si estuviera pensando en su propuesta, para finalmente alzar la mirada, determinado, y asentir con ímpetu.
─ ¡De acuerdo!─ Volvió a decir antes de encaminarse a la salida y dirigirse al Centro pokémon.
─ ¡Muy bien, ésa es la actitud!
Pero justo antes de marcharse definitivamente, una idea fugaz cruzó su mente, como si se tratara de inspiración divina. Se volteó sobre su propio eje, llamando la atención de la pelirroja, quien se había ido a despedir de él hasta la puerta vidriada del gimnasio de Ciudad Cerulean.
─ ¿Has olvidado algo?─le preguntó, viendo que se detenía en su andar.
─ Si no mal recuerdo, La Copa de los Maestros empieza a partir de pasado mañana en la Meseta Añil, ¿no es así?
Misty solo sonrió, haciendo un gesto de despedida con la mano y dejando la interrogante del chico en el aire.
Entró nuevamente en el edificio y caminó a paso lento hasta la piscina, donde se echó, agotada, sobre una de las colchonetas que flotaban el ras de la superficie que servían para que los pokémon no nadadores pudieran pelean en la arena sin mayores dificultades. ¡Estaba cansadísima! Desde que se expandió el rumor de que se iba a tomar un par de semanas de descanso de sus funciones como Líder, su gimnasio se había atestado de retadores que, deseosos de un buen desafío, acudían a Cerulean para enfrentarse al temible Líder de pokémon de tipo agua de Kanto, antes de que fuera subrogado.
Ethan había resultado ser el último de una larga seguidilla de retadores que tan solo ese día, la desafiaron a duelo.
Sonrió. Ciertamente, el chico sí le recordaba bastante a otro que conoció cuando era apenas una niña, y que había terminado convirtiéndose en uno de sus seres más cercanos. Él, definitivamente, no sabía cuándo rendirse; haría lo que fuera por conseguir lo que quería. Incluso, recordó con gracia, llegó al gimnasio exigiendo un encuentro con el cabecilla del gimnasio. En aquella ocasión perdió la batalla y tuvo que entregar la valiosísima medalla cascada, emblema del gimnasio de su familia, al ganador. Pero todo empezó a partir de ese día.
Sonrió y se sonrojó ante el solo recuerdo.
A estas alturas, él ya estaría de camino. Tenía que estarlo si quería llegar a tiempo para participar en el torneo que comenzaría pasado mañana y para el cual había recibido invitación. Estaba impaciente, no solo porque contaba los minutos para verlo después de casi dos meses de ausencia –porque, después de todo, habían prometido encontrarse ahí-, sino que porque estaba segura que le daría una grata sorpresa.
Gary estornudó una única vez e intentó con todas sus fuerzas que éste sonara lo menos fuerte posible y no molestar a la persona que iba a su lado, pero se dio cuenta de que fracasó totalmente en su intención, cuando oye su vocecita melodiosa:
─Salud─ Gary se sorprendió de ver que, a pesar de estar recién despertando, ella siempre sonara tan jovial.
─Gracias, Serena─ dijo causal, para luego bostezar largamente.
A su lado, la castaña se sonrió, como si estuviese pensando en una travesura en esos mismos instantes.
Gary la miró extrañado,
─Qué─ aunque era una pregunta, en su mente, aquello sonó más bien como a una exigencia. Hizo una mueca, hosco y avergonzado por sentirse el blanco de una burla de la que se estaba quedando al margen.
─Si estornudas una sola vez quiere decir que hay alguien que está pensando en ti─ y acto seguido, frunció el ceño en una mueca que él no supo exactamente cómo descifrar.
El ambiente se volvió tenso de un instante a otro, y Gary se sintió repentinamente nervioso ante el mutismo de la chica.
─Eh… eso sería difícil─ comentó, como quien no quiere la cosa─, ¿no crees?
El investigador rio ante su propia ocurrencia, contagiando a la bonita chica que iba sentada a su lado, sin importar mucho si llegaban a molestar al resto de los pasajeros del vuelo comercial KK-620 desde la lejana región de Kalos, que estaba pronto a aterrizar en Kanto. Solo dejaron de reír cuando Serena, quien estaba sentada junto a la ventana, quedó sin habla ante la hermosa vista que se presentaba frente a ella.
A sus pies, la región de Kanto, de la cual provenía su novio, se coloreaba con alegres tonos de verde y dorado a medida que el sol comenzaba a hacer acto de presencia sobre las tierras de la costa este, iluminándola y llenándola de una nueva magia que no se veía en fotografías. La chica pegó las manos al vidrio, embelesada con el nuevo y hermoso paisaje.
─Es preciosa, ¿no te parece?─ habló el castaño a sus espaldas, enfocando sus ojos verdes, con orgullo, en algún punto del paisaje que traía tan maravillada a la –quizás- única chica que conocía realmente el significado de la belleza.
─Sí…
Gary solo sonrió de medio lado, con suficiencia. Él también estaba ansioso de llegar, al fin. Había estado demasiado tiempo fuera de su casa por una investigación y ya era tiempo de volver.
El amanecer comenzaba a ganar fuerza a medida que sentían que el avión comenzaba a descender, y no pasó mucho tiempo antes de que pudieran oír las instrucciones para el aterrizaje de parte de la aeromoza, que hablaba de forma clara y amigable, por los altavoces.
Rio sin querer. Sabía de cierta personita a la que le hacían falta ese tipo de ejemplos.
Desde las alturas, podía ver todo; las extensas llanuras de la reserva pokémon en Pueblo Paleta, la majestuosidad del edificio de la Meseta Añil y el Monte Plateado, donde Ash seguramente aún estaría entrenando para el torneo del día siguiente. A esas alturas, sin embargo, lo más probable era que ya estuviera camino por la falda de los cerros hasta el valle de Ciudad Plateada: más le valía si pretendía llegar a tiempo. ¡Ese Ash siempre estaba a las prisas!
Recordaba la última vez que se encontró con él de casualidad y se sentaron a conversar en lugar de la típica batalla amistosa que tenían cada vez que los planetas de alineaban y ellos coincidían en el mismo lugar del globo. La ocasión los reunió en un pequeño bar a las afueras de Ciudad Teja en Tesselia. Ambos se sentaron uno al lado del otro en la barra, con un vaso grande de cerveza en una mano y una sonrisa nostálgica en el rostro, al recordar viejos tiempos y ponerse al día con los nuevos.
─ ¡Hombre, cuanto tiempo sin verte!
─Cierto, ¿cuándo fue la última vez que nos vimos?
─Si no mal recuerdo, fue en Hoenn, a mediados del año pasado─ hizo memoria el castaño, para luego volver a mirar a su amigo─: te hice morder el polvo en esa ocasión─ rio.
─Sabes de sobra que eso no se quedará así y que te venceré en la siguiente─ replicó el moreno, pero con una sonrisa en los labios.
─Eso ya lo veremos.
Acto seguido, ambos alzaron sus jarras y las chocaron en el aire, pare luego darle un largo sorbo.
Así era siempre. Vez que se veían, vez que disputaban una batalla. Hace ya tiempo que Gary había dejado los torneos y las batallas para dedicarse a lo que era su sueño y verdadera vocación, que era la investigación pokémon. Sin embargo, nunca dejó de entrenar; a sus pokémon les hacía bien el ejercicio y los necesitaba fuertes y en óptimas condiciones para que le ayudaran con sus trabajos de campo. Además, siempre estaba la posibilidad de encontrarse con el pequeño Ash Ketchum en medio de alguno de sus viajes, y como era ya tradición; cada vez que se encontraban, tener un duelo. Para ponerse al corriente.
─ ¿Te has enterado?─ dijo repentinamente serio el castaño.
─ ¿De qué?
─De esto.
Y sin decir otra palabra, se metió la mano al bolsillo delantero del pantalón y de ahí extrajo estuche negro y abrió la tapa. Era una insignia circular que ambos reconocieron como la representación de una pokébola ordinaria, salvo por el hecho de que en lugar de rojo, ésta era de color índigo y en el centro, un brillante que hacía que la pequeña chapa de metal luciera, a todas luces, como una pieza de joyería fina. Él la dejó sobre la mesa, como si se tratara de un objeto que necesitara mayor observación y esperó a que su acompañante hiciera algún movimiento.
Hubo silencio por un segundo.
─Jo, amigo─ la voz de Ash sonó casi como si estuviera aceptando un desafío. Gary no puedo más que tomarlo como una buena señal─, me ofende la duda.
Entonces, el moreno tomó la solapa de su chaqueta y le enseñó a su amigo el interior. Oak no pudo evitar sonreír de medio lado, satisfecho. Ahí, justo en el centro de la prenda, solitaria y altiva, evocando la imagen que tenía de tiempos pasados, estaba la misma insignia que él le había enseñado segundo atrás, prueba irrefutable y suficiente de que era un participante del próximo torneo que se realizaría en Kanto, para el cual únicamente se podría ser parte con una invitación. Invitación que ambos tenían en sus manos en forma de insignia color índigo.
Este era un torneo especial organizado por la Liga Pokémon de Kanto, y existía el rumor de que solo aquellos entrenadores destacados y reconocidos por la Liga, recibirían dicta invitación.
Y al parecer, ambos lo eran. Los dos chicos se miraron antes de sonreírse con complicidad, como si tuvieran en mente el mismo jocoso recuerdo.
─Entonces es un hecho─ comentó uno─; te patearé el trasero.
─Ni en tus sueños, fanfarrón─ rio el otro.
Porque, como buenos amigos y rivales que eran, siempre había una excusa para retarse y verificar cuánto habían mejorado en todo el tiempo que llevaran sin verse.
Hicieron falta otras dos jarras por cabeza para que alguno de los dos comenzara a sentir los efectos del alcohol y para que la charla –más bien insulsa- sobre cuáles de las golosinas típicas de las distintos sitios a donde habían viajado, era mejor; si los repollitos rellenos con crema de bayas ácidas de Sinnoh, en opinión de Gary, o los bombones de Baya Meloc, en la de Ash, para que ésta tomara un giro inesperado en algún punto que ninguno de los dos percibió y en el que ni el uno ni el otro recuerda exactamente qué fue lo que dijo, pero que acabó con ambos viejos amigos mirando la barra y sujetando su jarra como ésta fuera a evitar que cayeran del asiento.
Hubo un silencio total por un minuto entero.
─Ash, hay algo sobre lo que quiero hablarte─ comenzó Gary, cuando el minuto hubo pasado y él pudo tomar aire para sacar la voz.
─Hombre, ¿qué puede ser tan grave como para que pongas esa cara?─ rio nerviosamente el otro, intentando distender el ambiente un poco.
─Tienes razón─ se alivianó un poco con una pequeña risilla─, es que realmente quería desahogarme.
─Bueno, tú dirás.
─Ash, yo…
El aludido se sintió genuinamente nervioso son esa pausa. Era como si en cualquier momento su mejor amigo fuese a confesarle que se dedicaba a molestarlo cuando eran niños porque, en el fondo, siempre había estado enamorado de él, como cuando los críos le jalan las trenzas a la niña que les gusta. Tuvo que sacudir la cabeza varias veces para quitarse esa idea de la cabeza porque –oh, vamos- Gary Oak simplemente no podía tener ese tipo de inclinaciones. A su juicio, nadie que tuviera ese tipo de éxito entre las mujeres, podía tenerlas, ¿o sí? Es decir, Gary siempre tuvo una mente abierta y ningún tipo de reparos a la hora de mencionar cuáles eran sus preferencias –en un sentido amplio de la palabra, claro está-, pero esto ya era demasiado.
─Hay una chica…es importante para mí.
─Ash dejó escapar una risa nerviosa al darse cuenta de la enorme diferencia entre la realidad y el rumbo que habían tomado sus pensamientos. Definitivamente había sido demasiado alcohol por esa noche. Sin embargo, tuvo que volver a frenar el hilo de su conciencia para reparar en lo que sí había dicho su amigo, que era casi tan inesperado como que, en realidad, Gary hubiese declarado su homosexualidad: ¿Había oído bien? ¿Gary-soy-todo-un-rompecorazones-sin-remedio-Oak con novia?
Ash sintió que el mundo estaba girando demasiado rápido, de pronto.
El eterno proyecto de futuro maestro pokémon no pudo evitar dejar escapar –sin las verdaderas intenciones de hacerlo, por supuesto- una estruendosa carcajada que, además de sonar excesivamente burlesca, llamó la atención tanto del bartender como de los clientes cercanos a la barra. Gary se sintió enrojecer de la rabia y la vergüenza de convertirse en el centro de atención por causas tan poco dignas.
─ ¿De qué te ríes tú, imbécil?─ le espetó en un murmullo que seguía sonando más avergonzado que enfadado. Eso hizo reír más al chico.
─Oh, lo siento─ dijo cuando, al fin, pudo parar de reír como un desquiciado al tiempo que se limpiaba un par de lágrimas que se le acumularon en los ojos. Había hasta llorado de la risa─: no pude evitarlo.
─ ¿Y qué es tan gracioso, como para que te pusieras así, si puede saberse?
─Lo siento─ repitió, aún con las mejillas ardiendo por el esfuerzo─, es que no me esperaba, en absoluto, que me salieras con eso─ lo que, en realidad, no era mentira. Gary resopló─. Por otro lado, no deja de ser mentira que sí que me sorprendiste. Yo pensé que no ibas en serio con las chicas.
La acotación del entrenador dio en el blanco. Era cierto que por más chicas que hubiese tenido con él, no se le conocían novias. Ninguna había logrado hacer mella en él lo suficiente como para que él la creyera digna de ese calificativo. Ese éxito con las mujeres se remontaba a tiempos inmemoriales, en que aún viajaba con la intención de convertirse en maestro, y las cosas, ciertamente, no habían cambiado al respecto, aun cuando su vocación mutó a la de investigador, sino que, lejos de ahuyentar a sus admiradoras, éstas aumentaron en razón de lo bien que le había venido la madurez al castaño, sumado a su inteligencia aparentemente superior: en resumidas cuentas, Gary era guapo e inteligente, no había forma en que no tuviera hordas de féminas pidiendo por él a cada hora del día.
Pero para él no era tan fácil, no. Porque Gary no era –jamás lo había sido- una persona fácil de complacer. Y así como el camino de Maestro no le satisfizo, tampoco lo hacían ninguna de las chicas que –con buenas o malas intenciones- acababan por colgar de su brazo.
Hasta que llegó ella, claro.
─Bueno, ella es… diferente. Me gusta.
Y eso era todo. No había más explicaciones para dar.
Ash lo miró por un largo segundo con la barbilla apoyada sobre la palma de su mano, mientras que su amigo parecía reventar las burbujas que se formaban en la superficie de su cerveza con los ojos. Entonces, percibió algo que le sonó familiar de alguna manera, que sentía cada vez que tomaba una buena decisión, cada vez que le enseñaba a su madre una de sus medallas, y cada vez que lograba superar la adversidad de la situación y seguir adelante. Era algo que pudo nombrar como orgullo. Pero no del orgullo que se siente por los logros de los demás, sino que por el que se siente por uno mismo. Uno propio; fuerte, poderoso y muy sincero.
Se sentía orgulloso por Gary como si fuera él mismo. Y sonrió.
─Entonces estaré ansioso por conocerla.
─Me alegra oír eso, hermano. Aunque, para ser honesto, ya la conoces. La conocí gracias a ti, de hecho. Sí, debo agradecerte por eso.
─ ¿Sí? Vaya, ¿quién será?─ trató de hacer memoria, haciendo un gesto gracioso que a su amigo sí le causó gracia.
─Olvídalo, no tienes idea─ lo interrumpió en su intento por averiguar cuál, de todas las chicas que conocía, en todas la regiones, sería la novia de Gary-soy-demasiado-bueno-para-ti-Oak─. Entonces la conocerás para el torneo; prometió que iría a alentarme.
─Entonces será una cita doble─ sonrió, como si quisiera distraer la atención de lo que dijo con su sonrisa.
Pero claro, no iba a tener tanta suerte.
─ ¿Acaso dijiste… "cita doble"?─ Gary pareció perplejo. Ni siquiera repetirlo él mismo hacía que sonara más creíble.
Por su parte, Ash siguió sonriendo.
─Entonces… por fin te has dado cuenta, ¿eh? ¡Vaya! Tengo que darle la enorabuena a esa pobre chica, ¿sabes? Lleva mucho tiempo esperando a que espabiles.
─Sí, bueno, tú sabes que esas cosas a mí no se me dan bien─ arguyó con una mueca, restándole importancia.
─Yo creo, estimado pequeño Ash, que decir que eso no se te da bien es la corona de los eufemismos─ volvió el investigador al ataque, sin darle tregua─ ¿Debo recordarte cuánto tiempo lleva la pobre esperando a que le prestes atención? ¡Es un homenaje a la paciencia y al trabajo duro!─ rio sin contemplaciones─ Yo, en su lugar, me habría dado por vencido hace años, no le habrán faltado pretendientes, eso seguro.
Ash frunció el ceño al recordar que, efectivamente, a su actual novia nunca le faltaron atenciones por parte del género opuesto.
─Considérate afortunado─ fue el último comentario del investigador, mirad en broma, mitad en serio, antes de darle un sorbo a su jarra.
Ciertamente, su viejo amigo tenía razón –como casi siempre, sobraba decir-.
Desde el inicio de los tiempos, Ketchum había tenifo únicamente su meta de convertirse en Maestro pokémon en el horizonte, dejando de lado casi todo lo demás, incluso sus relaciones humanas, hasta el punto de ser tildado por todo el mundo como el necio Ash Ketchum. Porque, honestamente, no había otra forma de nombrar a lo suyo. No era cosa de vanidad –que sí la tenía, pero no en ese aspecto, precisamente, sino que la demostraba cuando se llamaba a sí mismo el mejor entrenador pokémon sobre la faz de la Tierra- sino que simplemente su meta estaba tan por encima del horizonte, que perdía de vista todo lo demás, incluso lo que estaba sucediendo justo frente a sus narices, a vista y paciencia de todos.
No obstante a todo ello, alguna luz divina iluminó a la indicada y el resto era historia. Ni siquiera Ash podía ser tan necio como para ignorarlo por siempre.
Gary se alegró por eso genuinamente. No solo por él, porque al fin había pisado bien la tierra bajo sus pies, sino que por ella. Sí, porque nadie merecía esperar tanto por una causa imposible.
─Entonces es una cita─ repitió el castaño, al fin.
─Claro.
Y sellaron el trato con otro choque de sus copas para llevárselas a la boca y acabar de un solo trago con el resto del contenido ambarino.
El resto de la noche transcurrió sin más novedades. Conversando de sus aventuras y sobre lugares dignos de cuento. Todo entre bromas, golpes y carcajadas, como los buenos amigos y rivales que eran y siempre serían.
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*El lugar común es una palabra, frase o idea considerada como un vicio del lenguaje por ser demasiado sabido o por su uso excesivo o gastado.
En este capítulo vemos cómo nuestros protagonistas parecen estar teniendo una vida ocupada, todos cada cual en lo suyo, pero, oh, sorpresa, todos viajando a un lugar en específico para una fecha específica; un torneo especial. Ya veremos qué es lo que sucederá en el camino.
Uff, Bueno, qué he de decir. Este es el primer capítulo de una serie que aún no tiene un final fijo (es la primera vez que me aventuro a subir un long fic o, en realidad, cualquier cosa, sin que tenga un final ya escrito o pensado). Así que, realmente estoy haciendo un salto de fe con él; tiene tanto esfuerzo y dedicación de parte de estas dos personas, que creo que merece el intento de salir a la luz, aún antes de tener un final estricto.
Desde ya, les doy las gracias por leer.
