Disclaimer: Bungo stray dogs no pertenece, es propiedad de Kafka Asagiri.

Advertencias: Posibles errores ortográficos.

Notas de Autora: Vengo de un largo hiatus y me estoy saliendo de mi zona de confort(?. Tengo muchos fics por terminar, pero dado a que el hiatus me consume pero dos ideas luchaban por salir, aquí vine con una.


Not enough.

"Simplemente vivía su día a día en la penumbra usando como bastón una espada delgada y sin filo."

― Akutagawa Ryūnosuke.

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«Te has hecho fuerte.»

¿Acaso era broma? ¿O podía fiarse de la veracidad en las palabras de ese hombre? Había esperado un mísero gesto de aprobación de su parte durante tanto tiempo que esas palabras, las palabras que deberían darle cierre a su búsqueda y apaciguar sus anhelos, no se sienten reales.

Y eso no duele, claro que no; se convenció hace mucho de que esa emoción no es rentable. La mentira de Dazai enoja, alimenta la ira que al igual que Rashoumon, se ha vuelto insaciable.

El rojizo de las nubes atrae su atención al cielo y por una fracción de escasos segundos se permite admirar el atardecer. Curioso es sin embargo, que al mirarlo no logra ver más que una pincelada de sangre, como si los rayos del sol resquebrajaran los cielos y este se desangrara.

Una y otra vez.

El cielo sangra la traición del astro rey y se muere cada noche, renaciendo junto a su victimario cada mañana, a sabiendas de que lo volverá a traicionar pero junto a él igualmente. ¿No es por eso que los cielos lloran en días nublados? ¿Debido a que el sol no está?

Chasquea su lengua ante el romanticismo idiota de los versos que alguna vez leyó, y le hicieron evocar tan estúpida teoría.

¿Acaso así debió verse él alguna vez? ¿Patético y desesperado como el cielo de esa poesía absurda? ¿Fue por eso que Dazai lo reconoció? Acaso, ¿no lo hizo en realidad?

Ryunosuke soportó el sabor amargo de su propia sangre ante cada puñetazo que recibió, soportó las burlas, la soberbia de Osamu Dazai y agachó su cabeza como el perro que es, porque sí, incluso hoy necesita su aprobación al igual que una ridícula mascota. Y se odia por ello.

Aunque hoy, con aquellas palabras su deseo debería estar cumplido. ¿O no?

En el fondo, sabe que no. Porque no es suficiente, no con lo que lo ha esperado y con todo lo que se ha esforzado.

Aprieta sus dientes, ignora como el rojizo del cielo finalmente se marcha y las estrellas comienzan a hacer su llegada por sobre el manto oscuro de la noche, lo que no ignora, es a la luna.

«La bestia bajo la luna».

Y es entonces que lo recuerda, porqué no logra sentirse completo, porqué no puede apreciar aquellas palabras.

Atsushi, ese maldito chico.

¿Por qué con el tigre, él fue diferente?

No lo sabe, y admite que quizá ese es el origen de su odio. Pero no le importa ―o eso quiere creer―, de igual forma él lo matará.

Ya lo ha decidido, y así lo hará.

Y quizá matarlo, finalmente le otorgue algo de paz.

La paz que las palabras de aquel hombre, al final no lograron.

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―455―

―Gracias por leer―

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