Las luces de neón iluminaban el lugar, sonaba de fondo Titanium de David Guetta, el agitaba su vaso con el líquido ámbar en su interior. Desde donde él se encontraba sentado tenía la vista perfecta del lugar.
—¡Bro! —la voz de Elliot apenas era audible. Giro su rostro hacía él, y observó a la rubia pegada a su cadera.
No esperó decir algo para lo que estaba deduciendo a simple vista.
Lelliot follaría hasta el amanecer.
Levantó una mano para despedirlo irritado, no tenía ni quince minutos que habían llegado al reservado VIP.
Señal que ésta noche «cazaría» solo.
Dio un sorbo a su vaso, y cerró sus ojos al sentir el ardor que le provocaba al deslizarse por su garganta. Al abrirlos dirigió su mirada a la pista, y pudo ver algo.
Algo fuera de su rutina.
Algo que lo hizo detenerse a mirar por más de cinco segundos.
«Eso podría ponerse interesante»
Cruzó una pierna y se recargó en el respaldo del sillón de cuero, mientras jugaba distraído con el resto de su bebida, y con una mano sostenía su barbilla, el dedo índice aprisionaba su labios.
Una mujer castaña bailando en medio de la pista dentro de un conjunto sexy de cuero pegado a su cuerpo como una segunda piel, y ahora empezaba a sonar Chandelierde Siay empezó a moverse al sonar las primeras notas, y articulaba cada letra de la canción al mismo tiempo.
Sus largas piernas habían llamado su atención, la forma de sus curvas y en lo sensual que bailaba al levantar sus brazos y sus manos como se deslizaban por su cuerpo...
Sin duda perfecta, y...tenía que tenerla en su cama al precio que fuera.
Dejó el vaso en la mesa, se levantó sin dejar de mirarla. Los rayos verdes de neón, la iluminaban de vez en cuando, sacando su rostro de la obscuridad.
Bajó las escaleras, y al estar al final para cruzar hacía la pista, sus miradas se encontraron.
Ella sonrió mientras se mordía el labio inferior.
El no pudo evitar arrugar su entrecejo al sentir como su piel se erizaba a tal gesto.
El cabello empezó a cubrir su rostro en cuanto ella movía su cuerpo al ritmo de la música.
«Mierda, es tan sensual que tengo una maldita erección»
Cada paso que daba, ella retrocedía.
Y él se detuvo. No entendía el juego.
Ella sonrió de una manera...qué él pudo entender.
«Ella no sería una presa fácil»
—Algo refrescante. —murmuró para sí, sin dejar su mirada mientras la recorría de pies a cabeza. Ella seguía bailando tan jodidamente sensual, que el juraba que podría terminar en sus pantalones.
Era caliente.
Sexy.
Y eso lo estaba empezando volver loco.
Ladeo su rostro y le sonrió.
Pero antes de que parpadeara y finalizara la canción...
Ella había desaparecido entre la multitud.
