— ¡Bill! — Un llamativo pelirosa gritó (tal vez demasiado fuerte) desde una de las ventanas del tercer piso hacia abajo llamando la atención de algunos estudiantes que caminaban tranquilamente por el campus en contraste del rápido andar del rubio que por suerte logró pillar antes de que se le escapara, como siempre. El nombrado giró mirando hacia todos lados buscando a la persona que lo había llamado — ¡Acá arriba, Bill! — Volvió a gritar su amigo para al fin recibir la mirada del chico — ¡Espera ahí, voy a bajar! — Dijo a la par que se separaba de la ventana tomando su mochila con sus cosas y una carpeta con unos papeles.
Empezó a correr por el pasillo y seguido por las escaleras casi chocando con alguna que otra persona que subía. Con Bill todo debía hacerse de prisa sino el rubio se escapaba fácilmente con lo escurridizo que era. Para su suerte el chico lo había esperado tal como se lo había pedido.
—Tom, ¿Qué pasa? — Sonrió a pesar de que odiaba que lo retuvieran.
—Una fiesta… esta noche, chicas hermosas y chicos… — Dijo entrecortadamente intentando recobrar el aliento por lo rápido que había bajado.
—Olvídalo, tengo mejores cosas que hacer — Rió socarronamente y volteó para continuar su camino. Pero Tom no lo iba a dejar así sin más, se encaminó y pasó su brazo sobre los hombros de Bill quien no hizo nada para sacárselo porque de todos modos se iba a mantener firme en su negativa.
—Vamos, hermano, ¿Qué es mejor que irse de barcos y putas luego de los exámenes? — Seguía intentando convencerlo.
—Tengo que ir a trabajar a las seis. — Miró su reloj. Aún eran las 4:56, estaba a tiempo para hacer todo antes de tomar su turno. — Además tengo que hacer algunos planos para el viernes en la mañana, sino la señora esa de la profesora se larga a dar sermones de la responsabilidad y bla bla bla. Hoy no, Tom.
—Demonios… — Hizo un puchero, pero Bill ni lo miró apurando su paso — ¿Y para la próxima? ¡Prométeme que para la próxima irás!
—Sí, sí, ya, nos vemos — Dijo para sacárselo de encima y despedirse finalmente en la entrada de la universidad donde estudiaba. Volteó y apuró el paso.
Bill Cipher era el chico perfecto que cualquier chica de la universidad no le habría molestado para nada tener una cita o al menos un intercambio de palabras con él. Rubio, alto, con una sonrisa seductora y tal vez algo arrogante, pero nadie negaría que era un bombón. Sin embargo y lastimosamente al rubio siempre se le veía corriendo por los pasillos y el campus de la universidad, y para la mala suerte de la gente que quería hablar con él, siempre terminaba por desaparecer con lo escurridizo que era.
Pero que parezca el chico perfecto no significa que su vida sea perfecta y vaya viento en popa, no, no, no, señores.
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15 años es cuando los adolescentes empiezan a tener las primeras fiestas, esas en las que las cosas de descontrolan con alcohol, música a todo lo que da y un montón de jóvenes restregando sus cuerpos unos con otros al ritmo de esta. Cuando creen que su edad ya es la suficiente para fumar, drogarse y tener sexo y 'cuidarse' ellos mismos, si eso es a lo que llaman cuidarse, claro. Desde esa edad fue cuando Bill empezó a salir cada fin de semana que podía haciendo cada una de las cosas dichas anteriormente con BASTANTE frecuencia. Lástima que sólo le durara cortos 4 años que para fortuna de otros duran mucho más.
Vivía con su madre y su hermano 3 años menor. Él era todo el orgullo de la que alguna vez llamó madre, porque ahora sólo era la mujer que lo parió y que ahora lo detesta. Porque la simple razón de que era el más parecido a su padre.
Bill jamás lo entendió. Y jamás lo ha hecho hasta el día de hoy.
No era su culpa parecerse a su padre. No era su culpa que Will se pareciera más a ella. Y definitivamente no era su culpa que el hombre hubiera muerto dejando a la familia así sin más.
Buscando salida a todo aquello en esa odiosa familia, Bill se refugió en las fiestas nublado por el alcohol, drogas e intentando llenar el vacío con sexo, no importaba si fuera mujer, no importaba si fuera hombre, con tal de sentirse amado y deseado estaba bien. Dándose cuenta de aquello, Will intentaba frenarlo cada noche en la que oía entre todo el silencio de la gran casa en la que vivían el chillido de la puerta del cuarto de su hermano abrirse, pero sin éxito y sin saber que cada vez que el hermano de en medio a penas cerraba la puerta principal de la casa susurraba un muy tenue 'lo siento'. Porque de entre todos en esa estúpida familia, su hermano menor era al que más quería. Sin embargo el simple hobbie de ir de fiesta en fiesta se había adueñado de él convirtiéndolo en una necesidad al verse atrapado en discusiones cada vez más fuertes con su madre que una que otra vez llegó a las cachetadas hacia aquel semejante rostro al de su difunto marido.
Pero no era como si ella nunca lo hubiera amado y pasaba peleando con él, no, por el contrario, se amaban mucho, pero la 'familia feliz' se vio rota cuando Philler Cipher, el cabecilla de la familia, murió de un repentino ataque al corazón un día cualquiera dejando a Amelia Cipher y sus dos hijos con un vacío que los niños pudieron aplacar dándose mutuo apoyo, pero que la mujer no, llenándose de rencor hacia el hombre por haberla dejado en una casa tan grande que antes sumida en risas y alegría hoy desde la penumbra se sumía en un deprimente silencio... Por dejar un hijo tan parecido a él físicamente con el cual desquitaba su rencor.
Recordaba muy nítidamente aquel día.
Se había graduado hace poco de preparatoria y estaba a sólo un mes de entrar a la universidad a estudiar arquitectura. Se encontraba jugando Xbox con Will aquella tarde cuando el timbre sonó. Le dijo a su hermano que lo esperara y bajó corriendo las amplias escaleras hasta llegar a la puerta, la abrió. Una señora castaña de más o menos la misma edad de su madre, supuso, tenía un bulto arropado en una manta color rosa pastel entre sus brazos. Venía acompañada de otro hombre mayor.
— ¿Se le ofrece algo? — Dijo captando la mirada de odio de la mujer y el hombre. Le tendió el bulto rozando su pecho. Bill la miró con los ojos un poco más abiertos confundido, dio un paso atrás separándose — Disculpe, creo que se equivocó de domicilio…
—Esta es la casa de los Cipher, ¿No? — Preguntó con voz fría la mujer y con veneno en cada una de sus palabras.
—Bueno, sí… ¿Se le ofrece algo? — Volvió a reiterar la pregunta.
—Sí. Hazte cargo — Dijo esta vez el hombre rompiendo el silencio en el cual se había mantenido — Nuestra hija murió por darlo a luz.
Quedó unos segundos en silencio. Era una jodida broma, ¿no? Que aquella pareja mencionara que su hija murió por dar a luz a un bebé que… Esta vez Bill sí que abrió mucho más los ojos, por su mente atravesó la total y completamente imposible idea de que a quien buscaran fuera a Will y no a él, pero la borró, Will era un santurrón con apenas 15 años. Dirigió la mirada al bulto del cual cayó en cuenta que era un bebé, no pudo pensar bien por el shock hasta que la bomba fue finalmente lanzada.
—Dejaste embarazada a nuestra hija
Decir que el mundo se le vino encima era poco. Incluso se derrumbó ahí mismo. Se había puesto a temblar y hubiese caído al suelo de no ser porque su madre había salido de la cocina intrigada por ver al mayor de sus hijos como una hoja de papel frente a dos desconocidos.
— ¿Sucede algo? — Se acercó hasta quedar al lado del rubio y echar un vistazo. La señora suspiró ya perdiendo la paciencia.
— ¿Usted es la madre de este jovencito? — La mujer asintió frunciendo un poco el ceño pensando en qué desastre había hecho Bill — Bien, su niñito — Lo apuntó como quien explica con manzanitas — Dejó embarazada a mi hija. Ella falleció hace unas semanas tras quedar débil por parir a esta criatura — La voz le tembló un poco al nombrar a su hija.
Amelia no abrió los ojos, por el contrario, los cerró con fuerza y se tomó el ceño fruncido con fuerza entre sus delgados dedos con una mueca quedando unos segundos así en silencio. Levantó su rostro y miró a su hijo aún con la mirada perdida en el bebé entre los brazos de la mujer. Controlada por la rabia y el odio le dio la cachetada de su vida que incluso lo hizo caer al suelo reaccionando poco a poco ante la situación, Will había bajado por escuchar el sonido característico de una de las peleas entre él y su hermano.
— ¡Bill! — Corrió hacia él y lo ayudó a pararse.
—Chiquillo imbécil… — Escupió con rabia su madre. — Un examen de sangre — Dijo esta vez a la mujer — Un examen de sangre y acabaremos con esto de una vez…
Estuvieron de acuerdo, puesto que no tenían ya dudas de que el chico fuera el padre. Y así fue… Y en el momento en que los exámenes salieron… así fue… Tomó el papel con las manos temblorosas leyendo rápidamente el nombre de la madre, que para más, ni recordaba cuál de todas con las que se acostó era ella…
Recordaba cómo se la habían entregado con la excusa de que no querían tener a una niña que sólo les recordaba que había matado a su única hija, que no los volverían a ver más, que ahora era su responsabilidad. Ahora aquella excusa sólo le parecía estúpida, ¿Cómo se les ocurría decir algo tan cruel? Eran unos insensatos. Fue la decisión de su hija al querer tenerla sabiendo las consecuencias que podía sufrir su joven cuerpo, no era la culpa de la niña, era de la misma madre, había sido su propia decisión.
Vívidamente tenía el registro en su mente del sonido de las maletas contra el asfalto y el tremendo portazo que le dio Amelia en las narices con un Will suplicándole que no lo hiciera. Este le había dado dinero que estaba ahorrando para comprar un nuevo teclado a su computadora, pero que ahora le cedía a él con tal de que pudiera mantenerse por un tiempo.
A pesar de sus errores, se prometió jamás volver a poner un pie en aquella casa. Tomó el dinero que Will le había facilitado, era bastante para un chico que sólo tenía 15, pero recordó que su hermano trabajaba los veranos. Se fue a vivir al otro extremo de California, donde nadie conocido pudiera encontrarlo ni él encontrarlo a ellos.
Por un tiempo arrendó una habitación bastante decadente, mientras estudiaba y trabajaba con horas extras para más dinero. Dejaba en una sala cuna a Eider, como había decidido finalmente llamarla, debido a que los padres de la madre se lo dejaron a él. Con el tiempo logró ahorrar lo suficiente para salir de ahí y arrendar un departamento algo pequeño pero suficiente pare dos personas.
Tuvo que mantenerse corriendo los últimos 6 años y haciendo todo de prisa calculando horas y calzando tiempos para que no hubiera ningún inconveniente. Se esforzaba mucho, dormía poco, más cuando Eider era aún pequeña y se despertaba llorando en las noches, entonces Bill debía levantarse para atenderla como era debido. A veces ni dormía en su cama por hacerle compañía a la niña y se quedaba en vela o dormía apoyado en la orilla de la cama.
Empezó a comprar más cosas que empezaba a caer en cuenta que necesitaba, y fue cuando tuvo que mudarse de nuevo a otro departamento más grande con su hija de ahora 4 años. Había entrado al colegio por lo que los gastos fueron subiendo y lo hicieron llegar al trabajo que actualmente tiene ahora, en la pastelería del centro. Le iba bastante bien ahí, la paga era buena y su turno calzaba perfecto.
Y así se le habían ido los últimos 6 años con Eider. A pesar de los desvelos y las veces que se sintió caer por tanto peso y estrés encima, Bill agradecía que Eider hubiera entrado a su vida, lo hizo abrir los ojos, y caer en cuenta de que si seguía como estaba, hubiera acabo con quién sabe qué enfermedad de transmisión sexual, o fallando en la universidad, incluso pudo terminar muerto o como un vago en las calles borracho. Y lo peor, habría tenido que seguir aguantando las peleas con su madre que si bien nunca le levantó la mano, la idea había cruzado por su mente las veces que ella lo golpeaba teniendo que contenerse por el respeto que al fin y al cabo le tenía.
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Sacó las llaves de su auto y tiró sus cosas en los asientos traseros. Manejó hasta una escuela que estaba a 10 minutos de su universidad, había varia gente esparciéndose y saliendo con sus hijos de la mano camino a casa. Estacionó y bajó encaminándose a la entrada encontrando a la niña indicada con otras niñitas de su misma edad jugando a saltar la cuerda, cuando lo vio se despidió de sus amigas, tomó su mochila y se acercó corriendo con una inmensa sonrisa.
Bill amaba la felicidad que la niña desprendía.
— ¡Papi! — Dijo saltando a abrazarlo con alegría. El rubio correspondió y la tomó en brazos caminando nuevamente a su auto.
— ¿Qué tal tu día, campeona? — Dijo con dulzura el apodo que le tenía a su hija. La niña le besó la mejilla.
— ¡Bien! Las profesoras nos hicieron hacer animales de papel, ¡Yo hice cerditos y gatitos! — Chilló con emoción. Los cerditos y los gatos eran sus animales favoritos.
Entraron al auto, la niña se subió atrás mientras le contaba todo lo que había hecho a su papá con emoción mientras este la escuchaba atentamente.
Eider Cipher. Tenía 6 años y era muy parecida a él físicamente. Sus cabellos eran rubios y un poco ondulados, caían hasta la mitad de su espalda, grandes y brillantes ojos cafés, pecosa como su padre, una nariz pequeña y una implacable sonrisa en su rostro característica de ella. Algunos gestos suponía que eran los de su madre, puesto que él no los poseía.
Pero cuando la rubia se enojaba al no conseguir algo y le preguntaban si lo estaba, ésta ponía una cínica sonrisa. "No estoy enojada" decía socarrona, y en ese momento era la copia perfecta de su padre.
— ¿Hoy pasaré la tarde con Emily? — Preguntó cuando tomaba su mochila y saltaba hacia afuera para entrar al portal y luego directo al departamento.
—Sí, debe estar por llegar
Bill al verse en la obligación de trabajar, estudiar y mantener a su hija debía trabajar de lunes a sábados por lo cual tenía que dejar a Eider con una niñera, en este caso, Emily, ella había estado cuidando de la hija del rubio hace ya más o menos 4 meses y al ser de confianza dejaba trabajar tranquilo al mayor sabiendo que su hija estaba en buenas manos hasta su llegada. Su turno era de 2 a 6PM en una pastelería cerca del edificio.
Cuando Emily había ingresado al departamento Bill se despidió de Eider acariciando su cabeza con un "Adiós campeona" pronunciado rápidamente, pero justo antes de salir se vio detenido por la chica mayor.
— ¡Señor Cipher! — Volteó e hizo un gesto para que siguiera hablando —Bueno, quería anunciarle que pronto me mudaré y dejaré la ciudad, por lo que tendré que dejar el empleo de cuidar a Eider… — El rubio hizo una mueca — Su hija es una niña grandiosa, y es una lástima renunciar, pero sólo podré cuidarla hasta el viernes… — Bill se detuvo a pensar unos segundos.
—Está bien… Gracias por avisarme, Emily. Luego arreglamos esto, ¿ya? Voy apurado, nos vemos — Volteó y escuchó el 'adiós' de la chica tras cerrar la puerta.
Joder, ¿Dónde encontraría a una niñera tan de confianza como Emily? Se le iba a hacer un lío encontrar otra tan buena como ella. Todo el recorrido fue sumergido en aquel tema. Tal vez si se lo pedía a alguien de su facultad… no, ni pensarlo, ellos no sabían que tenía una hija y no quería que supieran. Por alguna extraña razón no le gustaba hablar de su vida privada con alguien más y además no tenían por qué saberlo.
— ¡Hola Bill! — Lo saludó la chica con la que trabajaba.
—Mabel — Le sonrió — Hola.
— ¿Cómo estás? ¡Espero que preparado para créditos extra! — Dijo con emoción. A ambos les pagaban de más si la jefa veía que vendían de más hablando y convenciendo a los clientes con su encanto. Ambos eran buenos en eso por lo que la paga no era para nada mala.
Una chica se había acercado a mirar los postres y Bill vio la oportunidad de coquetearle para que comprara.
—Hola, ¿qué deseas? — Se apoyó en el mostrador con una sonrisa. La joven levantó la vista y sonrió.
—Ehm, ¿Qué me recomiendas? — Preguntó acercándose más y remover un mechón de su cabello tras su oreja.
El rubio empezó a mostrarles pasteles y algunos dulces que estaban de muestra alabándolos de sobremanera y describiendo su sabor a veces mordiéndose el labio inferior y mirando directo a la chica que se empezaba a poner más roja. Años de experiencia seduciendo al menos ahora le servían.
—Con sólo comer uno no quedarás satisfecha, vas a querer desear más y más hasta quedar realmente llena. — Hablaba con un sutil doble sentido captado por la chica quien finalmente se llevó 8 pasteles de esos mismos. Al salir Bill no pudo evitar soltar su risa mientras Mabel hacía lo mismo con otro cliente, sólo que ella lo hacía con diversión y ternura contrastada a la seducción y lascivia de Bill.
Cuando se desocuparon el celular de la castaña empezó a vibrar bajo el mesón donde dejaban sus cosas, rápidamente lo buscó entre sus cosas, lo contestó sin ver el nombre de la persona que la estaba llamando. La campanilla que avisaba que alguien había ingresado a la tienda sonó y Bill tuvo que hacerse cargo del cliente. Sin querer escuchó cómo Mabel parecía discutir en voz baja por el celular.
— ¡¿Qué?!... ¡agh! No, no iré… oye, espera, ¿tú vas a ir?... ¡Pero si ya fuiste esta semana! No puedes ir y dejarme sin la llave del departamento y-… ¿Aló? ¿Bro? ¿Aló? — Se separó del aparato observando la pantalla — Me cortó — Dijo entre dientes algo irritada. Al terminar de atender al chico, Bill se volteó hacia Mabel.
— ¿Problemas en el paraíso? Acaso… ¿Tu novio? — Preguntó burlón.
—Ja-ja — Fingió una risa — Sabes que no tengo novio, Bill — La castaña era buena conquistando pero mala manteniendo una relación, por lo que no tenía novio. Y eso Bill lo sabía. La chica suspiró algo triste — Es mi hermano… yo… s-sólo, no sé lo que pasa por su cabeza — hizo un gesto como para querer expresarse con las manos sin poder hacerlo. Se apoyó en el mesón con cara cansada.
Bill no era el mejor dando consejos puesto que era un orgulloso, casi nada empático, tal vez algo sádico y nunca había sabido bien qué decir exactamente para animar a una persona, sólo para lastimarla. Pero Mabel era una buena colega y siempre lo animaba cuando lo veía cansado, así que quiso decirle al menos algunas palabras de aliento a la chica, hacer el intento.
—Hey — Le puso una mano en el hombro — No sé muy bien lo que pasa con tu hermano, pero seguramente es por un tiempo, ya se le pasará. — La niña lo miró y tras un suspiro sonrió dando un salto.
— ¡Sí! Debe ser la edad… ¡Se le pasará! — Se echó ánimos y buenas vibras y siguió atendiendo junto al rubio a los clientes que acababan de ingresar.
Lo que Bill no sabía, era que la situación del hermano de Mabel era algo más complicada de lo que él creía.
Muy parecida a su yo adolescente…
¿Qué tal? 'u'
Aclaraciones de esta nueva historia: Como dice la descripción, es AU (Universo Alternativo), nada que ver con la línea de la historia original. Uhm, repetir lo mismo de la descripción; podrían tocarse temas que tal vez no sean del agrado de todo el público, agregué algunos personajes como Tom (Star v/s las fuerzas del mal) y también agregaré a Marco por ahí porque me será de ayuda para avanzar esta historia, al igual que más adelante aparecerá Wirt (Más allá del jardín). No quise poner esta historia como crossover debido a que si bien los personajes nombrados anteriormente me ayudarán a unir algunos hilos en esta historia y avanzarla, no son los principales a modo contrario con los personajes de Gravity Falls (Bill, Dipper, Mabel...) y el OC que cumplirá un rol importante, en este caso la hija de Bill (Eider).
Well~ se les quiere un montonazo, review, fav, follow, se agradecen y bueno ouo eso! ajshdf ¡Abrazos de oso! c:
Gracias por leer!
