Notas del autor:

Ésta es la primera historia que escribo que está dividida en varios capítulos. A las personas que la lean, les pido por favor que escriban una reseña, ya que soy un escritor principiante y leer las opiniones acerca de mis historias me ayudaría muchísimo a darme cuenta de mis errores y a mejorar como escritor. A quienes les guste la historia, les pido que por favor tengan paciencia. Trataré de subir los capítulos de manera más o menos regular, pero como no soy la persona con más tiempo libre del mundo, es inevitable que vayan a haber retrasos.


"¡Esto es una mierda!, ¿Por qué los otros no están castigados como yo?"

"Naruto, por si no te diste cuenta, hace unas horas todos tus compañeros estaban secando el piso contigo."

"No me refiero a eso, digo, ¿Por qué todos los otros se quedaron sólo tres horas? ¡Son tan responsables de la broma como yo!"

"No, no lo son. Tú planeaste toda esta operación, tú fuiste el que le dio las instrucciones, tu hiciste que todos tus compañeros…"

"¡Yo no obligué a nadie a ayudarme, de veras! Cada uno de ellos tomó la decisión libremente. Si los hubiera amenazado o algo, lo más probable es que me habrían sacado la mierda."

Levantó el trapo y lo estrujó contra el balde. La oficina del Hokage estaba muchísimo más seca y limpia de lo que estaba hace unas cuatro horas. Considerando que hace unas cuatro horas la oficina estaba inundada por diez centímetros de agua y restitos de goma multicolores, eso no era decir mucho.

"Además, si es por la planificación, Shikamaru tiene tanta culpa como yo. Cuando le conté a todos mi plan, él dijo que muchas partes no tenían sentido, así que las corrigió y me ayudó a determinar quién hacía que cosa. Si no hubiera sido por él, el plan no habría funcionado. ¡Pero aún así a todos los otros les dieron sólo tres horas de castigo, mientras que a mí me ordenaron seguir acá hasta que esté completamente limpio!"

"Pero tú eres el que vino con la idea, Naruto. Tú habrías llevado a cabo el plan sin Shikamaru, pero Shikamaru no lo habría llevado a cabo sin ti."

"Eso ni siquiera lo sabes, Iruka-sensei."

Iruka no rebatió sus palabras. Naruto ya había recogido la mayoría de los restos de goma junto a sus compañeros, cuando ellos aún estaban limpiando junto a él. Ahora le quedaba poco para terminar.

"¿Cómo lo hiciste?"

"¿Ah?"

"¿Cómo ocurrió toda esta broma? Yo llegué cuando los niños ya estaban lanzando los globos a la ventana, ¿cómo organizaste todo esto?"

Naruto levantó su cabeza y miró a su sensei a los ojos. Sonriendo, sentado cómodamente en una silla puesta en el rincón de la oficina y con un brillo particular en sus ojos, no parecía como si estuviera enojado con Naruto. Se veía genuinamente interesado en lo que Naruto fuera a decir.

"¿Por qué quieres saber, Iruka-sensei?"

Iruka creyó sentir cierta ironía un tanto agresiva en la manera que Naruto se refirió a él. Su tono era el de una pregunta, pero cargado, como si su pregunta hubiera sido "¿Y a ti qué te importa?".

"¿Te ha pasado algo malo últimamente, Naruto? ¿Por qué estás tan enojado?"

Naruto encogió los hombros.

"No sé."

Se generó un pequeño momento de silencio. Iruka no insistió en su pregunta.

"Pero en serio, ¿Por qué quieres saber?"

"Porque fue brillante."

"Si, claro"

"Lo digo en serio. Todos están hablando acerca de ti. En una sola mañana lograste organizar un grupo de nueve ninjas aún no salidos de la academia, lograste burlar varios de sus sistemas de seguridad y profesores y también a sus alumnos."

Naruto trapeaba el piso, aparentemente desinteresado en lo que su sensei le decía.

"Hasta el Hokage estaba de acuerdo en que tu broma fue impresionante."

Seguía trapeando.

"Naruto, escúchame, el Hokage dijo que la única razón por la cual no te deberían dar el título de genin de la aldea de las hojas inmediatamente era porque la gente pensaría que está premiando el vandalismo. Si tu broma hubiese sido una operación militar de alguna aldea enemiga, o más probable es que el Hokage estaría muerto en este momento."

Seguía trapeando. Iruka soltó un largo suspiro, entendiendo que Naruto simplemente no quería hablar con él.

"¿Por qué a veces siento como si reprimieras tu talento a propósito, Naruto?"

"¿Qué quieres decir?"

Naruto alzó su cabeza para mirar a su sensei. Su sensei lo miraba de vuelta.

"Eres uno de los mejores ninjas de la mejor generación a punto de salir de la academia en décadas. Te veo en clases y haces todos los ejercicios casi sin esforzarte. Siempre que participas en las peleas de práctica, ganas, excepto algunas veces que te toca pelear contra Sasuke."

"¿Entonces cuál es mi problema, exactamente?"

"Tus notas. Siempre pasas con el mínimo requerido para aprobar el curso, Naruto."

Naruto volvió su mirada al suelo otra vez. Iruka notó que Naruto parecía decepcionado por lo que dijo.

"Y no sólo eso, sino que tu manera de aprobar es siempre la misma. Te sacas una excelente nota en la primera prueba y luego no haces nada en la segunda. Es obvio que no le pones todo tu esfuerzo."

"Pero aún así termino aprobando igual, Iruka-sensei. ¿Qué importa la nota?"

"¿Cómo esperas convertirte en un gran ninja de esa forma? ¿Cómo piensas cumplir tu deber con el resto de la aldea?"

"Por supuesto. ¿Cómo puede ser que durante un segundo piense en algo más que en sacrificarme por toda esta gente de mierda?"

Iruka se quedó callado. Estaba desconcertado.

"Voy por las calles de la aldea, y veo como la gente se aparta de mí como si fuera un leproso. Puede ir cualquier persona, cualquier anciano, cualquier niño caminando con la calle y la gente no tratará de alejarse de ellos como de mí. ¡Y cuando paso cerca de ellos me siguen el paso con la mirada, como si me fuera a dar vuelta y atacarlos por la espalda!"

Dejó de trapear y sacó unos restos de goma que luego juntó y echó a la basura. Eran los últimos que quedaban en el piso de la oficina y el piso ya estaba seco, por lo que Naruto podía irse.

"Si hubiera matado a alguien, o si alguna vez le hubiera hecho algo terrible a la gente de la aldea, quizás entendería que me traten tan mal, pero yo nunca le he hecho ningún daño a nadie, y si existe alguna razón para todo esto, entonces no la conozco."

Iruka no sabía que decir. Hasta ahora no tenía idea de que Naruto sintiera tanto dolor en su interior. Tenía que contarle acerca de la noche en que…

"Simplemente no lo entiendo…"

"Naruto, lo siento muchísimo, no tenía idea de que te sintieras así de mal."

Cuando Naruto miró a Iruka a los ojos, Iruka pudo ver que los ojos de Naruto brillaban un poco.

"Gracias, sensei, pero también a veces puedo ver que me miras con la mirada de desprecio que el resto, aún cuando tratas de ser amable conmigo."

Iruka bajó la cabeza. Naruto tenía razón, pero como no podía sentir desprecio contra él siendo que había sido él el que…, no, la verdad no había sido él, pero…

"¿Sabes que otra cosa me molesta? Que acabas de decir "No tenía idea de que te sintieras de esa manera", sin tratar de desmentir que todo el resto de la aldea me odiara por alguna razón."

Mierda. Iruka debió haber elegido mejor sus palabras.

"Es obvio que hay una razón por la que la aldea y tú me odian. Es obvio también que me estás diciendo lo del Hokage y todo sólo para que te diga como planeé la broma. Ojalá supiera porqué."

Iruka se sentía como un estúpido ahora.

"Naruto, te juro que sólo quería saber porque de verdad me pareció ingenioso. Yo no quiero hacerte daño en verdad."

Si Naruto escuchó lo que Iruka había dicho, no lo mostró. Habiendo terminado su labor, salió por la puerta de la oficina y se dirigió a la salida. Iruka se quedó en la oficina en la misma posición en la que había estado ya más de media hora, pensando. Cuando Naruto debió estar en la puerta principal, Iruka pudo escucharlo gritar:

"¡Yo no le debo nada a esta aldea!"


34

Un día, llegó al pequeño pueblo el Sannin de los cien años. Se dirigió a la plaza del pueblo y gritó con todas sus fuerzas, para que todo el universo lo oyera:

"¡Óiganme bien aldeanos, que he de dictarle yo sus nuevas leyes! Ustedes han hecho ley las más japonesas de las virtudes. Los crímenes más grandes los han convertido en virtud, mientras que las virtudes más grandes las han convertido en crimen. Yo estoy acá para cometer el primer gran crimen."

"¿Y cuál sería ese crimen, o sannin, gran perpetrador?", preguntó un aldeano con tono burlón.

El sannin, quien ya había soportado las burlas de más de cien mil hombres, alzó sus manos hacia el cielo y exclamó:

"Declaro que el crimen más grande que un mortal ha de perpetrar es la obediencia. Ahora que me escuchan, no podrán ignorar la nueva ley: desde ahora, la obediencia ha de ser castigada con la horca del oeste, no ensalzada en las casas de esta aldea."

Mucha gente decidió seguir la ley que el sannin había predicado sin más. Al día siguiente aparecieron todos ellos colgados del cuello en sus casas. El anciano de la aldea, tenido en la aldea como un hombre que había llevado una vida extremadamente virtuosa, fue lleno de rabia donde el sannin y le dijo:

"¡Lleva tu maldad lejos de la aldea, sannin, criminal entre criminales! Mucho ha sufrido esta aldea gracias a tu doctrina, tu nueva ley."

El sannin sin inmutarse le dijo al anciano:

"No es mi ley la que causó las muertes, sino la absoluta verdad de mi ley. Hay intención de mentira en mi ley, pero también es la mentira lo que la hace una regla. En toda mi verdad encontrarás un poco de mentira. Yo te protejo de los que muestran sólo un poco de verdad en toda su mentira."

El anciano trataba de descifrar las palabras del sannin. El sannin decidió ayudarlo:

"Toda verdad es simple, ¿Acaso no es eso doblemente una mentira?"

El anciano entendió lo que el sannin le trataba de decir y aprendió a discernir la verdad entre la mentira y la mentira entre la verdad. Desde ese día en la aldea se ahorcó a la gente que fuera encontrada culpable de obediencia, pero la gente decidió no ahorcarse nunca a así mismos por obedecer al sannin en su mandato.

Naruto usó un papel para marcar la hoja de su copia de "El sannin de las montañas" y dejó el libro sobre la mesa de noche. Era hora de dormir, pero en vez de meterse a la cama a dormir, se sentó encima de ella en la posición del loto. Había decidido realizar unos últimos ejercicios de meditación.

Cuando Naruto se sentaba en aquella posición, habiendo vaciado su mente de pensamientos, sentía como si alcanzara la paz interior. El presente es un concepto inestable, una línea que se mueve hacia delante constantemente y con aceleración variable. Es por esto que la gente es incapaz de conocerse a misma completamente sin la meditación: sus mentes llenas de ruido mental elaboran pensamientos que se tienen que referir a un presente que se mueve constantemente, forzándolos a hablar de las cosas que ya hicieron o que van a hacer. Si uno lograba disciplinar la mente, lograba vaciarla, lo que ocurría dentro de ella no se formaba como pensamientos, sino como percepciones. En aquellos momentos, Naruto se volvía completamente consciente de sí mismo, de sus fuerzas y debilidades, de la gran energía que corría dentro de él, del mundo que lo rodeaba…

"¿Por qué sigues tratando de hacer esto?"

Era la pequeña voz que siempre le hablaba cuando lograba callar todas las otras voces de dentro de su cerebro. Era una voz grave y horrible, como el sonido de una roca al ser arrastrada por el cemento.

"Tratas de dominar tu mente aún cuando sabes que es imposible para ti, aún cuando sabes que puedes escucharme."

Cada sílaba de cada una de esas palabras iba cargada con un odio sobrehumano. Naruto podía sentir ese odio como algo físico, como una corriente eléctrica que proviniera de lo más profundo de su ser.

"Tú no sabes quien soy."

No.

"Tú no podrás ser amo de ti mismo nunca. Yo te domino. Yo vivo en lo más profundo de ti, Naruto."

A Naruto no le importaba lo que la voz le estuviera diciendo.

"¡No te hagas el imbécil! Yo soy la razón por la cual tú nunca podrás ser como los demás, Naruto."

"Todos te odian. Tú lo sabes y no puedes hacer nada contra eso. Y el problema no son ellos. Estás echado a perder. Malo por dentro."

"Toda la gente de esta aldea vive sus vidas tranquilamente, hablando sobre sus vidas, comprando en las tiendas, yendo a los bares a tomar sake cuando terminan de trabajar por el día. Tú nunca podrás ser como esa gente, Naruto. Ellos no te dejarán."

Cállate, por favor.

"Yo soy esa voz que te dice lo obvio, lo que te llama a hacer lo que de verdad quieres hacer. El mundo te odia y siempre te odiará. Tu no tienes porqué ser de otra manera con ellos."

¡Eres un idiota, hacer eso no le servirá de nada a nadie!

"Déjate llevar, Naruto. Desata tu ira. ¡Libérame y te daré el poder que necesitas para vengarte de todos, como bien sabes que se lo merecen!"

"¡Cállate de una vez!"

Abrió los ojos para encontrarse de vuelta en su pieza. Había gritado fuerte, por la ventana podía ver que alguien en otra casa prendía la luz. Estaba sudando y el ritmo de sus latidos se había acelerado. Le había pasado exactamente lo mismo que le había pasado todas las otras veces y no había logrado nada. Ahora estaba cansado, enrabiado y sentía como si su cabeza pesara toneladas, por lo que decidió irse a la cama de una buena vez. Se cambió a su pijama, apagó la luz y se metió a la cama.

Naruto hundió la cabeza en la almohada y, aunque trato de aguantar las lágrimas, lentamente se puso a llorar. La gente lo odiaría, sin importar lo que hiciera. No servía y no podía ser arreglado. No había ningún futuro para él.


"Oye, ¿Tú crees que esté dormido?"

"Deben ser como las cuatro de la mañana. Si el chico es tan buen alumno como dicen, se habrá ido a dormir hace rato."

"Tú no conoces al chico. Hay gente que me ha dicho que sus dientes son como los colmillos de un zorro, y que bajo la ropa tiene pelo naranja creciéndole copiosamente, como el pelaje de un animal. Quizás el espíritu del Kyuubi lo ha transformado, y él duerma sólo cuatro horas al día."

Los otros se quedaron pensando sin decir nada. Estaban reunidos sobre el techo de uno de los edificios de la aldea. Mediante un poco de investigación, habían averiguado que en una de las piezas de aquél edificio vivía el niño llamado Naruto Uzumaki.

"¿Tú que piensas, Mizuki?"

El hombre de pelo blanco y con chaqueta militar le dio una profunda calada al cigarrillo que tenía entre sus dedos y exhaló el humo antes de contestarle.

"Yo pienso..", y luego tomó una pequeña pausa, "Yo pienso que es obvio que no has visto al chico en tu vida, Hiraki."

El hombre que le había hecho la pregunta parecía avergonzado.

"Bueno, yo no lo he visto, pero eso no significa que no me pueda disgustar, en especial ahora que le faltó el respeto de esa forma al Hokage."

"Sí, ¿Quién mierda se cree que es ese crío? En la aldea lo acogemos, lo protegemos, le damos un hogar, un propósito dentro de nuestra sociedad. Deberíamos haberlo expulsado de la aldea desde un principio."

Los otros asintieron. Se produjo otra pequeña pausa, en la que Mizuki se llevó nuevamente el cigarrillo a los labios. El que había preguntado la hora habló de nuevo:

"Bueno, ya estamos aquí, y no creo que el chico siga despierto, así que procedamos con el plan."

El resto asintió.

"¿Hay alguien que pueda vernos en este momento?

El próximo en hablar fue Mizuki.

"Como chuunin de la aldea escondida entre las hojas, tengo cierto acceso a la información militar de la aldea. Lo suficiente como para saber que no hay guardias rondando acá a esta hora."

El resto tomó las palabras de Mizuki como la confirmación definitiva para dar inicio al plan, así que sacaron sus kunais y se movieron rápidamente, llegando a estar los cuatro en cuclillas sobre una rama gruesa del árbol que daba a la ventana de Naruto en menos de un parpadeo, y haciendo menos ruido que en uno.

De los cuatro ninjas que miraban a través de la ventana, los tres que no lo conocían estaban sorprendidos por como se veía Naruto: de piel rosada, rubio, y en buena forma para ser un niño de doce años. Mizuki no necesitaba ver al resto siquiera para adivinar lo que estaban pensando los otros al ver la cara del niño: aquella no era el rostro de un monstruo.

El ninja que había preguntado la hora fue el primero en moverse: en un corto y magistralmente equilibrado salto llegó al marco de la venana de la pieza de Naruto, quedando perfectamente equilibrado en él y con su kunai en mano. Con sus manos empezó a realizar, muy torpemente, los sellos que Mizuki pudo identificar como los necesarios para el jutsu de abrir cerraduras.

"¡Hiraki! ¡Revisa si no ha puesto medidas de seguridad primero!"

El Ninja que estaba en la ventana miró a Mizuki con los ojos entrecerrados.

"Mizuki, entiendo que el niño es considerado un genio y todo eso, pero ningún chico de su edad es tan listo."

"¡Hazme caso idiota! ¡Iruka me di-"

Cualquier cosa que haya dicho Mizuki quedó ahogada en una cacofonía de ruidos y luces. El ninja de la ventana se cayó de la sorpresa. Los otros ninjas arrancaron a toda velocidad antes de tocara el suelo siquiera.


"Naruto, ¿A dónde diablos se fueron?"

La noche era un caos. Casi todos los vecinos de la localidad se habían despertado por el alboroto de los sistemas de seguridad de la casa de Naruto y habían salido armados con kunais a los techos de sus casas. Casi todas las luces estaban encendidas y todos estaban hablando los unos a otros, tratando de averiguar lo que estaba ocurriendo. Todos estaban tremendamente nerviosos y había una versión de la historia que corría en la boca de todos: habían tratado de asesinar a Naruto.

Iruka estaba dentro de la casa de Naruto. Todo estaba relativamente normal ahora, a excepción del humo que aún quedaba de los fuegos artificiales. Vio a Naruto desorientado y con los ojos llenos de miedo y se acordó de sí mismo, despertando en aquella terrible noche hace doce años. Aún se acordaba de los temblores, de los gritos, del dolor, de sus padres yendo a pelear mientras a él lo llevaban llorando...

"Naruto, se que estás asustado en este momento, pero necesito que me digas a dónde se fueron los ninjas que trataron de entrar ahora,"

Naruto fue hacía la ventana y apuntó con el dedo hacia la dirección en que vio alejarse a sus atacantes.

Iruka se dio vuelta, listo para dar caza. Antes de que pudiera salir, Naruto le gritó:

"¡Sensei, déjame ir contigo!"

"¡De ninguna manera!¡Naruto, si tratas de seguirme, los otros aldeanos te detendrán!¡Aún no has salido de la academia, así que ni siquiera lo intentes!"

Naruto había desactivado sus pergaminos de seguridad, así que Iruka no tuvo problema en salir de la pieza por la ventana. Se dirigió en la dirección que Naruto le había dado, en largos saltos a toda velocidad, tan rápido que su posición sólo se podía adivinar cuando movía las hojas de los árboles o cuando levantaba el polvo en la tierra o el cemento.

Iruka se perdió en el bosque que rodeaba a la aldea en cosa de segundos. Cuando le quedó claro que él no podría sentirlo ni mirarlo desde dónde este, Naruto desactivó el jutsu de transformación, y el Naruto que se quedó esperando a su sensei en su pieza se convirtió primero en una nube de humo y después en un pequeño muñeco de felpa.

A un par de kilómetros y moviéndose cada vez más rápido a través del bosque que rodeaba la aldea, se encontraba el verdadero Naruto Uzumaki. Con cada salto que realizaba y con cada arañazo que las ramas del bosque le realizaban al hundirse en su cara creía estar más cerca de alcanzar a quien quiera que haya tratado de atacarlo mientras dormía. Avanzaba con toda la rapidez con la que podía, que era mucha. Sus piernas le pedían que parara, que las dejara descansar. De no haber tenido tanta adrenalina corriendo por sus venas, Naruto habría tenido miedo de causarse un desgarro. En su mano izquierda, apretado con la fuerza con que una boa mata a su presa, había un pequeño trozo de pergamino. Confiado en que ya debía estar cerca de alcanzarlos, abrió el pergamino.

En el pequeño pergamino había simplemente el kanji de "distancia". Estaba brillando, pero mucho más tenuemente que la última vez que lo vio, hace unos diez minutos. Naruto iba a toda la velocidad que podía, pero aún no era suficiente.

Maldijo por lo bajo, aún cuando nadie pudiera escucharlo. Se maldijo a sí mismo, por no poder alcanzar a quienes lo habían atacado. Maldijo a los imbéciles que trataron de matarlo, y con ello, a todo el resto de la aldea también.

Nunca había tratado de hacerle daño a ninguna persona, pero el odio siempre le llegaba a él igual. Ese había decidido responder con la misma moneda. Había tratado de enfurecer a la aldea realizando el tipo de broma mostraría el poco respeto que sentía por el Hokage y por el resto de instituciones de la aldea. Pero el resto de la aldea hizo exactamente lo que él no esperaba: lo alabaron por su habilidad militar (si era eso verdad siquiera). Aún ese tipo de situación fue convertida en un triunfo para ellos: ahora Naruto tenía un valor como instrumento.

Estaba cansado se todo esto, ya desde varios años. Y tal como terminaba pasando todas las otras cosas que se decidía a hacer algo, comprendía que no había nada que hacer. La rabia que lo había consumido se transformó lentamente en impotencia.

Pero entonces se le ocurrió una idea para lograr atrapar a sus atacantes. Era una idea estúpida, lo suficientemente estúpida para funcionar, y no estaba completamente seguro de cómo seguirla tras el primer paso, pero de solamente realizar este primer paso…

Naruto se decidió y abrió el pequeño bolso de su pierna para sacar una pequeña bola de color negro. Respiró profundamente y lanzó la bolita hacia los aires. Un fuerte destello de luz consumió la bomba con un rugido atronador, sacudiendo los árboles del bosque.


"¿Qué fue eso?"

Mizuki también se hizo la pregunta de su compañero. Tras unos diez segundos de pensar y no decir nada, no había llegado a ninguna respuesta. Su compañero, un Ninja notablemente más tonto que él, lo miraba a la cara esperando su respuesta.

Y entonces ocurrió otra vez, a menos de trescientos metros de donde ellos se encontraban en ese preciso momento, saltando de rama en rama a toda velocidad.

No era una explosión aislada entonces. Mizuki comprendió lo que estaba ocurriendo.

"¿Qué mierda fue eso? ¿Qué está pasando?"

"¡Cállate, idiota! Alguien nos está siguiendo."

Su compañero no parecía comprender lo que Mizuki le estaba diciendo, lo que lo impacientó aún más.

"Esas explosiones. Alguien nos está siguiendo y está usando sus bombas para alertar a los aldeanos de nuestra posición."

"¡Mierda!"

La cara del tipo cambió muy rápidamente a una de profunda desesperación. Mizuki se sentía como un estúpido en ese momento. ¿Cómo mierda pudo traer al grupo a un tipo tan tonto y tan cobarde?

"¡Mierda! ¡Mizuki, yo no me metí para esto! ¡Tengo una mujer! ¡No quiero ir a la cárcel!"

"¡Si no vas a decir nada útil, entonces cállate!"

El otro Ninja se calló. Mizuki también se quedó callado por unos pocos segundos. Estaba pensando.

"Si alguien nos está siguiendo y está detonando bombas para alertar al resto de la aldea, significa que no se siente lo suficientemente seguro como para darnos caza. Si no, no nos alertaría de que nos está siguiendo y nos perseguiría hasta que nos cansemos para atacarnos. Nos perseguirían."

El otro Ninja notó el énfasis que Mizuki hizo en la n de "perseguirían". No mucho más tranquilo, preguntó:

"¿Tú crees que sea sólo uno?"

"Nosotros salimos tan pronto nos dimos cuenta de que habíamos caído en una trampa. No creo que ninguno de los aldeanos se haya despertado tan rápido como para captar lo que estaba ocurriendo y empezar a perseguirnos. Además, no habían guardias cerca en ese momento".

Mizuki esbozó una pequeña sonrisa. Su compañero lo notó.

"Creo que es sólo uno. Y que quién nos está persiguiendo es la única persona que pudo haberse dado cuenta de la situación a tiempo para perseguirnos. La única que estaba lo suficientemente cerca."

A medida que el otro Ninja entendió lo que Mizuki quería decir, una larga sonrisa fue apareciendo en su rostro. Mientras ambos seguían saltado de rama en rama, una tercera bomba explotó iluminando los cielos.

"A la cuenta de tres.", Mizuki se dirigió a su compañero, "Uno. Dos. ¡TRES!"

Ambos Ninjas se detuvieron en la rama sobre la cual recién habían caído y tomaron impulso para dirigirse en la dirección de la que venían. El plan había ido de manera horrible y ahora eran fugitivos de la aldea entre las hojas, pero ahora por lo menos podrían llevar a cabo la tarea para la que se habían preparado.