Capítulo 1

Una joven de unos 16 años, alta y delgada de cabello pelirrojo y ojos verdes destellantes se encontraba apoyada en el marco de la ventana de su dormitorio. Su mirada se encontraba fija en su escritorio donde habían más de una docena de cartas, y todas con un mismo destinatario: James Potter.

La joven odiaba a ese muchacho, tan egocéntrico e idiota, quien veía a las chichas sólo como un juego, otro trofeo por el cual ganar. Igual que su amigo: Sirius Black, pero Remus Lupin era una persona fantástica todo lo contrario a los otros dos idiotas (era con el cual se llevaba mucho mejor) y todos ellos más meter Pettigrew formaban parte del grupo más codiciado por las chicas del colegio y el más respetado y odiado por los hombres, "Los Merodeadores".

Pero hablando de Potter, ella conocía a varias chicas que habían caído a los pies de ese tal por cual que las usaba sin importarle sus sentimientos, y a los pocos días después ya estaba con otra. Y lo peor de todo es que justo ese joven tenía que estar tras de ella. Ni más ni menos que de Lilian Evans, la cual se había hecho una promesa, una promesa que trataría de cumplir. Odiar eternamente a ese James Potter y hacer como si no existiera, sin caer a sus pies como todas las otras chicas.

Un poco enojada observó el cielo, ya de noche iluminado sólo por la luz de las estrellas que brillaban con intensidad.

De pronto un ruido se escuchó por su espalda. Fijó su vista hacia la puerta donde ahora se encontraba una señora con cabello castaño y ojos pardos. Tenía una mirada tranquila y cálida, y una gran sonrisa.

- Lilian, hija, ya vamos a cenar – le dijo acercándose a la joven.

- Bajo enseguida, mamá.

- ¿Te encuentras bien? – le dijo la mujer apoyando su mano en el hombro de la pelirroja. Ésta la miró con una pequeña sonrisa.

- Sí, mamá, estoy bien. Ya bajaré, no te preocupes.

- Está bien, pero apresúrate que el novio de Petunia ya llegó, y también sus padres.

Lily hizo un gesto de asco al escuchar a su madre hablar del asqueroso y gordo novio de Petunia, su hermana quien estaba completamente en contra de que Lily fuera una bruja. Así es, Lilian Evans era una bruja, lo cual Petunia detestaba. El año en que Lily obtuvo su carta de aceptación en el colegio Howgarts, el más importante de Magia y Hechicería, su relación empeoró, pasando de juegos y bromas a insultos y peleas.

La señora la miró reprochablemente, antes de salir de la habitación y bajar las escaleras al primer piso donde se encontraban las visitas.

Lily se quedó en el mismo lugar, inmóvil. No quería bajar y tener que aguantar a Petunia y a Vernon Dursley, un quien era su cuñado.

Soltó un leve suspiro y se levantó de la ventana. Cogió un chaleco que estaba tendido sobre su cama y abrió el picaporte de su puerta, dejando ver un pasillo largo que terminaba en unas finas escaleras.

Caminó lentamente, tomándose su tiempo, hasta que llegó frente a la puerta que daba al comedor. Respiró hondo y entró a la habitación.

- ¡...que le había dicho Papa en vez de Papá! – una señora pasada de peso, con una mirada fuerte y penetrante se estaba riendo junto con un señor de la misma estatura y tamaño que la señora. Frente a ellos estaban dos jóvenes, vestidos formalmente. Eran Petunia y Vernon quienes se reían al compás con las risas de los dos adultos. Mientras que los padres de Lily los miraban con sonrisas nerviosas y se miraban constantemente. Lily entró un poco confundida y adolorida con los gritos que se hacían pasar por risas. De pronto todo quedó en un completo silencio y todas las miradas de los presentes se fijaron en Lily. Ésta se sentó al lado de su madre, quedando frente a Petunia quien la miraba con un asco terrible.

- ¡Ah! Lily, te acuerdas de los señores Dursley, ¿No? – le preguntó su padre, un señor de pelo ya gris y ojos verdes como los de Lily.

La joven asintió observando a los aludidos. Éstos la miraban con un sentimiento de asco profundo, ya con tan solo verla.

- Y... bueno, ¿Qué cenaremos? – preguntó Miriam Dursley.

-Bistec con ensalada – respondió el Señor Evans con una sonrisa, golpeando sus manos. Enseguida por la puerta que daba a la cocina, entró una señora de cara amistosa y con una sonrisa muy amigable, de estatura baja y de cara redonda.

- ¿Si, señor?

- Por favor Eloise, tráiganos la cena enseguida.

- Como Ud. Guste – dijo esbozando una sonrisa mucho más cálida que la anterior y desapareciendo tras la puerta. Los señores Dursley miraban a los dueños de casa con el entrecejo fruncido.

Luego de unos pocos minutos Eloise entró de vuelta al comedor con unas bandejas con los platos de comida que se veían exquisitos.

La cena comenzó, digamos que bien, para nuestra querida pelirroja pero luego del postre los padres de Vernon no dejaban de hablar de su preciado y hermoso hijo, y de cómo le iba a su compañía de productos para el cabello, cosa que disgustó mucho a Lily, al tener que escucharlos hablar toda la cena.

Al terminar ayudó a su madre a lavar los platos mientras que su padre con Petunia despedían a los Dursley.

Luego, Lily subió a su habitación rápidamente. Encendió la luz de su escritorio y botó todas las cartas al suelo. Buscó por todos lados una hoja y un lápiz, luego procuró de comprobar si es que su lechuza Lukh estaba en su jaula. Era una hermosa ave, de pelaje oscuro y ojos verdosos mucho más brillantes que los de su dueña.

Se sentó en su escritorio y comenzó a escribir una carta, para su mejor amiga, Nhyla Rae, pero como Lily le decía: Nhy. Era hija de magos pero sus abuelos de parte materna eran Muggles, cosa que unía más a las dos amigas, siendo Lily hija de Muggles.

Se habían conocido en el expreso de Howgarts en su primer año. Las dos quedaron en Griffindor y se convirtieron en las mejores amigas. Nhy era una chica encantadora y muy calmada. Hacía sentir a uno tan cómodo con sólo verle. Era alta y delgada, tenía el cabello color castaño oscuro pero al sol se le veía de un tono rubio. Sus ojos eran marrones con unos toques azules y su cara era delgada. Con Lily tenían muchas cosas en común y algunas veces eran inseparables, no dejaban de bromear y reír, pero en tiempos de estudio eran come-libros, pocas veces se les veía fuera de la biblioteca.

A Nhy le gustaba volar pero no era tan fanática. Le gustaba ver el Quidditch y jugarlo, sólo a veces, cuando no está tan ocupada escribiendo en su libro, el cual ya estaba llegando a su final. Le encanta escribir y se sentía muy relajada haciéndolo.

Al acabar de escribir la carta, Lily la guardó en un sobre guardado en el primer cajón del escritorio y escribió los datos de su amiga en la parte delantera. Luego abrió la jaula de Lukh y llevó al ave hacia la ventana.

- Llévale esto a Nhy, se buena – Lukh le picoteó la mano en señal de afirmación, cogió la carta entre sus garras y salió volando del segundo piso de la casa. Lily observó como su silueta se desaparecía en mitad de la noche.

Se recostó luego en su cama, quedando boca arriba así pudiendo observar el techo que casi ni se veía por todos los posters de sus famosos favoritos.

De pronto escuchó a su madre hablar tras su puerta, que luego se abrió dejando verla con un teléfono en su mano.

- Hija una tal Brenda Brenaman te llama – Lily se levantó de su cama y cogió el teléfono que antes su madre sostenía en sus manos.

- Gracias Mamá... – su madre le dedicó una sonrisa y salió de la habitación. Lily cerró la puerta y se sentó a los pies de su cama.

- ¿Aló?

- ¿Lils? ¡Hola!

- Hola

Ahora Lily traía una gran sonrisa en su rostro. Ya no le importaba haber pasado una cena de lo más horrible con los asquerosos Dursley, ahora le importaba más hablar con su amiga, una chica muy guapa y simpática, hija de madre Muggle y padre mago. Siempre haciendo bromas y riéndose. Pertenecía a Hufelpuff y se conocieron luego del banquete de Primer Año, junto con Nhy. Ahora de unos 16 años, eran grandes amigas, pero pocas veces se veían en el colegio, sólo en clases dobles entre Gryffindor y Hufelpuff o si no en los almuerzos, cenas y desayunos.

- ¿Cómo has estado?

- Ehm... bien – respondió con un tono cansado en la voz.

- ¿Estás bien? Lily, ¿Petunia hizo algo otra vez? – Lily sonrió al escuchar la pregunta de su amiga. La conocía tan bien con solo escuchar su voz.

- Es que acabo de cenar con la estúpida familia de su estúpido novio y tuve que soportarlos hablar de estupideces y además mi querida hermanita tiene que molestarme – Brenda soltó un suspiro y rió por unos segundos.

- Ay Lily, nunca entenderás, ¿No?

- ¿Qué si nunca entenderé qué? – preguntó la pelirroja extrañada.

- Que Petunia solo te molesta para hacerte sentir mal.

- Y lo está logrando – dijo Lily respirando hondo.

- Por eso tienes que demostrarle que no te importa lo que te diga. Eres fuerte y todo lo que ella te dice no es verdad, Lils.

- Creo que tienes razón – murmuró triste la pelirroja.

- ¿Qué dijiste?

- ¡Que tienes razón! – las dos chicas rieron. A Lily le encantaba conversar con Brenda, ella siempre dando consejos, palabras, que a uno le hacen sentir mejor - ¿Y qué cuentas, Brenda?

- ¡Lils, no me creerás lo que te contaré!

- ¿Qué cosa?

- Conocí a un muchacho, hace una semana, demasiado guapo y encantador, y simpático y ¿dije ya demasiado guapo? – Lily sonrió unos momentos – Nos conocimos en un partido de Quidditch, le encanta, ¡Igual que a mi!

- ¡Te felicito, Brenda! ¿Y cómo se llama?

- Derek Nuns, tiene 18 y trabaja en una tienda famosa de Quidditch y que fabrica escobas.

- ¡¡¿TIENE 18!

- Sí Lils, cálmate, no es para tanto. Además es muy caballero. En resumen, es perfecto, Lily, ¡PERFECTO!

- ¿Y lo seguirás viendo en verano?

- Sí, iré a dar una vuelta por su tienda que está en el Callejón Diagon, por eso te llamaba para saber si te gustaría ir conmigo.

- ¡Oh, sería grandioso! Poder salir de aquí y no ver a Petunia sería sensacional. Pero, ¿nos acompañaría Nhy?

- Obvio, pero no creo que tenga teléfono y yo no tengo lechuza para poder avisarle – dijo Brenda con tono apenado en su voz.

- Yo le acabo de mandar una carta para saber cómo estaba, si quieres le mando otra para avisarle.

- ¡Perfecto! ¿Cuándo sería entonces?

- ¿Por qué no mañana?

- Genial. No te olvides de avisarle a Nhy, espero verlas.

- Está bien, cuídate – Brenda se despidió y cortó. Lily se recostó en su cama quedando en la misma posición de antes, boca arriba, observando el techo. Vería a sus amigas, que no las veía desde que salieron de vacaciones. Su verano estaba mejorando.