Golpeó con rabia el despertador que emitía aquel molesto sonido. Si hubiese estado completamente despierto habría sido capaz de romperlo.

Notó que iba tarde y se maldijo por haber salido de fiesta la noche anterior. O por no tener un despertador que sonara más fuerte, no, eso en realidad no sería conveniente, odiaba los despertadores, ¿por qué no lo había despertado Jarvis? Cierto, no estaba en su casa, ¿dónde estaba? Ah, pero Jarvis estaba también en su teléfono, ¿dónde lo había dejado? Lo cierto era que la había pasado realmente bien es esa fiesta, arrepentirse de ella no parecía lo correcto.

-Tarde el primer día, ¿eh? –dijo mientras se deshacía de las cobijas que cubrían su cuerpo y se estiraba- Creo que ya sé quién será el favorito del profesor.

¿Dónde estaba? En casa de alguno de sus amigos, ¿cierto? Estaba doce por ciento seguro de que así era.

Bajó las escaleras hasta su auto, su precioso auto, y se deslizó en el asiento delantero.

-Es bueno volver a verlo, señor. La temperatura de hoy son veinte grados, con nubosidad parcial y cero por ciento de probabilidad de lluvia. –dijo la británica voz dentro del vehículo.

-Jarv, ¿dónde estoy? -preguntó viéndose en el espejo retrovisor.

-En casa de la señorita Anders, me atrevería a decir, señor. –respondió.

-Hmm. ¿Es ella quien estaba a mi lado en la cama?

-Así parece, señor.

-Interesante saberlo.

Bueno, al menos sabía que no se había acostado con ella, al despertar tenía la mayor parte de su ropa puesta.

-Hey, Jarv, ¿sabes dónde dejé mi teléfono? –preguntó revisando bajo el asiento.

-El GPS indica que sigue dentro de la casa, señor.

-Bien, bien. Es bueno saber que no lo han robado. –comentó saliendo del auto, dirigiéndose hacia el maletero.

Lo que sería una pena, pensó, era único en su clase, lo había diseñado él mismo.

Sacó de la parte trasera de su auto un bolso con ropa limpia, por supuesto, él era Tony Stark y Tony Stark siempre estaba preparado; nada lo tomaba por sorpresa. Tampoco se iba a permitir llegar en su primer día apestando a alcohol y sudor. Bajó de su vehículo, entrando nuevamente a la casa y oh, ¡sorpresa! su teléfono estaba tirado encima de un sofá. Lo tomó y se dispuso a encontrar el cuarto de baño. Todas las casas tenían uno, ¿verdad?

Se dirigió hacia el baño con el propósito de darse una ducha, de todas formas ya iba tarde y tenía que sacarse el hedor a alcohol que lo rodeaba. Salió vestido con una polera de Black Sabbath y jeans, listo para tomar su auto e iniciar la marcha hacia la universidad que quedaba más cerca de lo que él creía, pues se demoró menos en llegar de lo que esperaba, eso o fue el hecho de no mirar el indicador de velocidad mientras conducía el que le hizo despreciar la distancia recorrida.

Al llegar notó que había gente merodeando por los alrededores despreocupadamente. Bendijo la ceremonia de apertura que acababa de recordar, la misma que supuestamente debía presenciar y se encaminó hacia el auditorio que le correspondía según el horario que le habían entregado. Abrió la puerta con la fuerza justa caminando dentro del salón mientras le dedicaba un vistazo rápido a los puestos, buscando uno que estuviese desocupado. Encontró uno en la penúltima fila, bueno, por lo menos no tendría que sentarse adelante. Se acercó de manera despreocupada y depositó sus pertenencias sentándose tranquilamente, agradeciendo que el profesor aún no había llegado. Dándole una ojeada a su celular, notó que en realidad no había llegado tan tarde, lo que significaba que quizás sí había exagerado con el acelerador esta vez, o que quizás se había levantado más temprano de lo que creía, o quizás había encontrado un agujero de gusano, lo cual sería extremadamente genial. Hizo un recordatorio para buscar información sobre los agujeros de gusano más tarde.

Sin encontrar nada mejor que hacer, le dirigió una ojeada al chico que se encontraba sentado en el banco a su derecha, quien estaba concentrado haciendo algún tipo de boceto en su cuaderno.

-Hey. –le dedicó un saludo casual.

-Hola. –respondió sin levantar la mirada de su cuaderno. Tony lo encontró muy descortés de su parte, aunque, vamos, él tampoco era la persona más educada del mundo. Además, su descontento era más que nada porque era la primera vez que alguien lo ignoraba. ¡Por el amor al dios en el que no creía! Él era Tony Stark, el Tony Stark. ¿Quién se creía ese pelinegro para actuar como si no lo conociera? Bueno, quizás no lo hacía. Pero eso solo servía para herir más su ego.

Decidió dejar al chico tranquilo, muy concentrado debía estar para ignorarlo. ¿Cómo es que eso era posible? Quizás había tenido un mal día, quizás había llegado muy temprano y estaba molesto porque la bendecida excusa de ceremonia aún no iniciaba, lo que tendría sentido porque el chico miraba cada cinco minutos el reloj en su muñeca izquierda, o quizás estaba desesperado por ir al baño o… bueno, la razón no importaba realmente, no era su asunto. Volvió a sacar su celular y se puso a perder el tiempo con juegos sin sentido hasta que llegó el profesor, o lo que Tony asumía como profesor.

-Lo que sea que hayan aprendido en la escuela no sirve de nada. Buenos días, soy Nicholas Fury, su director y espero que no tenga que verlos más del tiempo necesario. –dijo antes de sentarse en su escritorio.

-Muy alentador. –murmuró Tony para sí mismo mientras bloqueaba su celular para guardarlo en su bolsillo, de todas formas le quedaba poca batería.

-Cuando diga su nombre vendrán a buscar su horario, ¿de acuerdo?

Fury, haciéndole todo el honor a su nombre, apellido, comenzó a llamar por orden alfabético, empezando por la 'Z', Tony se preguntó qué pasaría por su mente al hacerle tomar esa decisión y notó que el chico a su lado aún no despegaba la mirada de su cuaderno.

Nombres iban y venían, alumnos iban desde y hacia su asiento. Tony se aburría. Quizás todo habría sido mejor si hubiese llegado más tarde. De todos modos era su culpa por no haber revisado la hora antes de irse. Además, ¿por qué era necesaria una ceremonia? Ah, esas cosas pasaban cuando obtenías uno de los mejores resultados en el examen de ingreso, si es que no el mejor. Sin embargo, hubiese preferido haber pasado a beber un delicioso café, oh, acababa de recordar que no había tomado ninguno antes de irse de la casa de Andrews ¿Cómo pudo haber salido en la mañana sin haberse preparado un café? ¡No iba a soportarlo! En cuanto se fuese de este aburrido lugar se encargaría de satisfacer su déficit de cafeína.

-Anthony Stark.

Su monólogo interno fue interrumpido por una voz grave que se dirigía desde la parte frontal del auditorio. Le tomó un milisegundo darse cuenta de que era Fury quien le hablaba.

-Tony. –corrigió. Nadie, nadie lo llamaba 'Anthony'.

Se levantó y comenzó a caminar hacia el escritorio mientras cuestionaba la eficiencia del método para entregar los horarios de esta manera, era una grandísima pérdida de tiempo y estuvo a punto de decírselo, pero el parche plasmado en su cara lo hizo replanteárselo, no porque tuviese miedo, por supuesto que no sentía miedo; sino que no le parecía conveniente empezar por el pie izquierdo u ojo, con el director. Tomó el horario antes de que Fury pudiese pasárselo, porque no le gustaba que gente y volvió a su puesto mientras Fury decía otro nombre a sus espaldas.

Mientras caminaba hacia su asiento, notó cómo el chico que hasta hace unos segundos había estado dibujando levantaba la vista hacia su dirección, repitiendo el nombre en un susurro, como si le trajera recuerdos de antaño. Entrecerró los ojos con una expresión difícil de leer que Tony decidió etiquetar como confusión.

Se preguntó si alguna vez había visto esos ojos verdes que le observaban en ese momento, pero cuando se desviaron en dirección a quien decía su nombre y Tony se sentaba, decidió que no lo había visto jamás y que quizás su propio nombre le recordaba a otra persona. O quizás se había dado cuenta de quién era y la grandiosa oportunidad que había perdido al ignorarlo. Tony sintió pena por él, quizás le diera otra oportunidad para que el chico pudiese tener el privilegio de hablarle. Era una buena persona, después de todo.

El chico, al devolverse hacia su asiento, no le dirigió la mirada, estaba concentrado en mirar su colorido papel. Tony quiso saber si compartirían alguna clase.

-Loki Friggason… -repitió para sus adentros.

-Bienvenidos al Instituto de Tecnología de Massachuttes, señoritas y caballeros. Desde el día de hoy todos ustedes estarán trabajando para el bien de la nación. Para convertirla, en sus respectivas áreas, mejor y más avanzada que el resto del mundo. Desde el día de hoy pueden decir orgullosamente que son estudiantes de MIT y que si están aquí, es porque son de los mejores, eso puede ser confirmado gracias a sus resultados obtenidos en el examen de ingreso. Desde el día de hoy…

Tony supuso que el director Fury era un ex militar por la manera en la que daba su discurso. Su atención se desvió -qué novedad- hacia el chico que estaba evitando todo contacto visual. Tony sabía que el chico se había percatado de la mirada sobre él, pero que había decidido ignorarla, como si no fuera importante tener a Tony Stark observándolo. Tony pudo sentir cómo el pelinegro volvía a herir su ego, pero su curiosidad aumentó.

-Pueden retirarse.

Bajando de la luna, Tony cayó en la realidad de que la campana había sonado y que era el momento de cubrir su necesidad de café. Al levantarse de su asiento, notó que el chico, Loki, ya había desaparecido.

No le dio ni la menor importancia y salió del auditorio, fue recibido por un sinfín de áreas verdes y viento. Mucho viento. Comenzó a caminar sin cuidado alguno preguntándose si el lugar podía ser considerado una ciudad.

Probablemente.

-Hey, Jarv. –tomó su Starkphone y lo llevó a su oreja, como si estuviese realizando una llamada. Tampoco quería que la gente se llevara la impresión de que estaba hablando solo, era algo que ellos no necesitan saber.

-¿Señor? –respondió.

-Cuéntame sobre agujeros de gusano.

-Un agujero de gusano es un túnel que conecta dos puntos del espacio-tiempo, o dos Universos paralelos. El túnel está en el hiperespacio, una dimensión producida por una distorsión del tiempo y la gravedad—

-¿Alguna vez se ha demostrado su existencia?

-Me temo que no, señor.

-Entonces, ¿no hay posibilidad de que me haya topado con uno esta mañana? –preguntó decepcionado.

-Me atrevería a decir que no, señor. Sin embargo, le sugiero que le eche un vistazo al velocímetro de vez en cuando.

-Sí, sí. –dijo despreocupadamente. Era una pena no haberse encontrado con un agujero de gusano. ¿Qué tan genial habría sido eso? Oh, pero ¿qué tan genial sería poder viajar en el tiempo? ¿Y de una dimensión a otra? ¿Universos paralelos? Demonios, las posibilidades eran infinitas y Tony deseaba ser capaz de explorarlas todas.

-Oh, Dios, ¿eso es un Starbucks? –dijo deteniéndose a medio camino, contemplando el logo que tan bien conocía.

-Así parece, señor.

-¡Dios bendiga el capitalismo! –dirigió sus manos al cielo mientras exclamaba exageradamente y se dirigía al lugar, aunque no era tan sorprendente; de todas formas solía haber un Starbucks en cada esquina. -Esto sí debería considerarse una ciudad.

Camino hasta él tranquilamente y esperó a que tomaran su pedido. La reacción del barista ante su nombre e imagen fue casi inmediata. Así es como la gente debería estar cuando él aparecía. Al menos ahora sí estaba seguro de que seguía en la tierra y ningún agujero de gusano lo había arrojado a una dimensión donde su nombre no producía impacto. Gracias al cielo. Ordenó un Dark Roast Grande y esperó apoyado en la barra, divagando nuevamente sobre los agujeros. Sintió una voz llamando su nombre, recibió su café y le dio un sorbo, agradeciéndole a todo lo bueno poder cubrir su necesidad de cafeína.

Recorriendo con la vista el pequeño local, se topó con una cabellera negra que pudo fácilmente reconocer, era la misma que lo había estado ignorando hace unos momentos en el auditorio y, siendo la persona que era, se acercó caminando como si fuera dueño del maldito lugar, y depositó su trasero en el asiento frente a él.

Loki no levantó la mirada ni cuando sintió que movían el asiento frente a él ni cuando escuchó crujir la silla bajo el peso que se depositaba sobre ella, haciendo que el orgullo de Tony sufriera una vez más.

¿Quién se cree que es?

Si ese chico creía que ignorar a Tony Stark era una buena idea, estaba realmente equivocado. Y Tony no iba a aceptarlo, así que habló.

-Tú eres Loki, ¿no?

La frase provocó una reacción en Loki, haciendo que éste levantara la mirada del libro que tan concentrado lo había mantenido y se la dirigiera a Tony. Una mirada confundida, como si hablarle fuera lo más imperdonable del mundo.

Antes de que pudiese saborear el triunfo de haber conseguido una interacción de su parte, Loki se apresuró a cerrar el libro de un golpe -que quizás tenía más fuerza de la necesaria-, llevándoselo al pecho mientras levantaba su café con la mano contraria, para luego ponerse de pie y comenzar a alejarse rápidamente del lugar. Claro, con esas piernas debía ser casi imposible caminar lento.

-¿Qué demonios fue eso?

Decir que Tony estaba atónito era poco. Podía entender que la primera vez aquel chico se hubiese opuesto a saludarlo porque quizás se había puesto nervioso al verlo, ésa era una reacción bastante normal. Es lo que pasa cuando tu apellido está escrito en tantos lugares. Pero que cuando él mismo se le había acercado y Loki se había ido completamente indignado al haber tenido que compartir un pequeño espacio con Tony como si éste tuviese algún tipo de enfermedad viral o como si fuera el ser más desagradable del mundo –cosa que no era cierta- era algo imperdonable. En serio, ¿quién se creía que era ese tal 'Loki'? Además, Tony ni siquiera lo recordaba. ¡Quizás ni siquiera se conocían! Y no era como si Tony fuese un experto en recordar rostros, o nombres, o personas en general, pero si él no recordaba a alguien, ese alguien generalmente no tenía ningún problema en volver a presentarse. Y si él no lo recordaba, ese alguien no tenía ningún derecho a actuar como si le hubiese hecho algo, porque si no lo recordaba no podían reclamárselo. Fin de la historia.

-Señor, creo que su siguiente clase está a punto de comenzar. -fue interrumpido por una voz en su mano.

-Claro. Guíame, Jarv. –dijo bebiendo el último sorbo de café que le quedaba, no estaba realmente seguro de cuándo había empezado a beberlo.

oOo

-Buenas tardes, señores, señoritas. Me llaman Phillip Coulson, ustedes pueden llamarme 'Profesor Coulson' y los estaré acompañando este semestre y los que siguen en Cálculo. Tenemos bastante que ver, así que comenzaremos desde ahora mismo.

Tony podría haber dicho que la clase era aburrida, pero no era suficiente. ¿Por qué tenía que volver a ver cosas que ya sabía? Lo único que deseaba era poder salir del salón y comenzar a jugar en los laboratorios y talleres. La vida ya no era divertida desde que Howard había decidido que Tony no debía entrar más al taller que estaba en casa, suerte para él que el dueño de las empresas Stark no sabía de la existencia de Jarvis, eso sería a lo menos problemático. De todas formas puso su mejor cara de concentración mientras fingía tomar notas, ¿qué tan malo sería disgustarle a los profesores desde el primer día? Podría suponerse que bastante, así que optó por no hacerlo.

El resto de las clases fueron iguales y Tony se encontró a sí mismo en su auto rogándole a quien fuera que se le presentara un desafío mental pronto, ah, y que le dejaran meter su nariz dentro de los laboratorios, podía prometer no hacer explotar nada. O al menos intentarlo. O prometer que lo intentaría.

Antes de iniciar la marcha, vio a lo lejos a una figura esbelta y alta hablando con una chica rubia al menos veinte centímetros más baja que él y bufó para sí mismo.

-Hablando de desafíos mentales.

Inició la marcha dejando el establecimiento atrás, sabiendo que tendría que volver mañana, y el día siguiente, y el que venía después de, no, después de eso era sábado y no tenía que ir los sábados. A menos que quisiera intentar colarse dentro de algún laboratorio, pero estaba doce por ciento seguro de que eso sólo le traería problemas. Condujo sin ver el velocímetro muy para el descontento de Jarvis, espera, ¿Jarvis era capaz de sentir descontento? ¿O alegría? ¿Era Jarvis capaz de sentir lo que sea? Bueno, eso no era realmente importante, ¿o sí? Sean como sean los sentimientos de Jarvis, o la falta de ellos, luego de un rato llegó a la casa que no era realmente su casa, pero tenía que vivir ahí porque su casa estaba en Nueva York y, duh, estaba muy lejos de MIT. Casa lejos significa tener que levantarse temprano y no, no le gustaba la idea. Y tampoco estaba de humor para subirse a un avión cada día. Estacionó el lujoso vehículo en el garaje y se dirigió a la puerta principal.

-Jarvis, papá está de vuelta.

Porque no importaba que Jarvis estuviese siempre con él, parecía necesario saludarlo cada vez que entraba. Él mismo se había encargado de instalar el programa de J.A.R.V.I.S en toda la casa, dándole la facultad de controlarlo todo, tal como hubiese deseado en la antigua, al menos así no era tan solitario.

-Es grato volver a verlo, señor.

Tony fue directamente hacia su refrigerador y sacó de él una soda, bebió un sorbo mientras se encaminaba hacia donde se encontraba una de sus computadoras junto con un par de lápices o, como él lo llamaba, su oficina. Se sentó en la cómoda silla, dejó la lata sobre el escritorio y encendió la computadora.

-Jarv, busca información sobre Loki Friggason.

-En seguida, señor.

Segundos después, su estéreo comenzó a sonar con la música que él tanto adoraba. Recostó la espalda sobre el respaldo de la silla, mirando hacia el techo pensando en cuánto tiempo podría durar el secreto que Jarvis era hasta que la británica voz le interrumpió:

-Señor, me temo que he de informarle que no se encuentran registros sobre Loki Friggason.

-¿Qué quieres decir con eso? –comentó, incorporándose para quedar nuevamente sentado en la silla, observando fijamente la pantalla.

-Lo que acaba de oír, señor. La única información a la que puedo acceder es su ficha de matrícula en MIT y a su dirección actual.

-¿Probaste con husmear en el registro nacional? –se dirigió a una cámara situada a su izquierda.

-La señorita Potts me lo prohibió luego del último incidente, señor.

-Era de esperarse. –suspiró.- De todas formas, muéstrame esa ficha.

Se estiró y se puso de pie mientras el archivo se descargaba en su computadora. Apoyó las manos en el escritorio, quedando frente a la pantalla con las rodillas flexionadas y la espalda levemente arqueada. El monitor mostró la hoja de matrícula de Loki en el instituto y Tony se dirigió hacia la foto cuando habló, con una sonrisa divertida.

-Esto será interesante.