Advertencia: todos los personajes son propiedad intelectual de Cassandra Clare.

Este relato es el premio para Kath's cats, como ganadora del reto "Philia" del foro [Cazadores de Sombras].

Sé que no es exactamente lo que pediste, y que no es muy bueno; aún así esperamos que te guste. ¡Enhorabuena!

Erase

La había visto crecer.

Su cabello rojizo la delataba, podría reconocerla con los ojos del revés. Había sido una de las pocas constantes en su vida; había modificado su vida por completo, borrando recuerdos, haciéndola olvidar, alterando la realidad que veía. Su madre había pagado el precio y él había creado el hechizo que le había obligado a verla crecer. Él nunca lo hubiera hecho, pero no era su decisión, no tenía ningún derecho; él no juzgaba a sus clientes.

Había sido una bolita pelirroja gateando por su suelo, asustando a sus mascotas, sonriéndole enterrada entre los brazos de su madre, un jolgorio de grititos escapando mientras intentaba atrapar las luces que escapaban de sus dedos. Había sido un estallido de colores y ojos verdes mientras esperaba olvidar las sombras que bailaban en lo que ella creía que eran sólo sueños. Había sido una adolescente tranquila, un torbellino de pintura en las manos que ninguno de sus hechizos conseguía diluir. Había sido una pequeña constante en su vida, pero para ella, él era un secreto recién descubierto.

Para Clarissa Fray el mundo se estaba abriendo, extendiendo sus misterios ante sus ojos, la verdad que su madre le había ocultado durante todo ese tiempo, la sangre que la proclamaba como uno de ellos. Había recurrido a él porque había firmado sus recuerdos, había dejado su huella en su interior, demasiado orgulloso de su trabajo, vanagloriándose de su talento. No había esperado que llegaría el momento en que él le tendría que contar la verdad, que esa pequeña a la que le borraba asiduamente los recuerdos llamaría a su puerta para traerle más problemas. Jocelyn no le pagaba suficiente para ello, desde luego. Pero se lo debía, sentía que le había arrebatado su vida, que la había estado ocultando de la realidad. Había sido decisión de su madre, desde luego, pero él se habría podido negar; pero no lo había hecho. Simpatía. Tessa Gray también había influido. Querían protegerla, esconderla de Valentine; el miedo que Jocelyn sentía era algo que él podía comprender, que él mismo había sentido y experimentado. No podía dejar a esa pequeña a merced de un psicópata, por mucho que éste fuera su padre; Clary merecía un futuro mejor, uno mundano donde nadie pudiera encontrarla y hacerle daño. Por ello había aceptado.

Y ahora su vida se había enredado a la de ella, de una manera que jamás lograría entender. Sus problemas llegaban hasta su puerta y no podía decir que no. Porque Clarissa era ese bebé que se había convertido en una hermosa jovencita, valiente, decidida, sin temor. Porque le necesitaba más que nunca, porque sentía que estaba obligado, que era lo menos que podía hacer (después de todo si su vida se había convertido en un caos era por culpa suya, por haberle arrebatado la oportunidad de crecer como el resto de sus amigos nefilims, cazando problemas y acechando el peligro). Él la había vuelto mundana y ahora necesitaba su poder. Quizás lo necesitara demasiado, pero aún así, no se podía negar. Y el hecho de que unos ojos azules la acompañaran en algunas ocasiones tampoco ayudaba, la verdad.

Pero la había visto cambiar y crecer, la había visto luchar, adaptarse, ser mejor, pelear por recuperar a su madre, su legado, sus recuerdos borrados. Y la admiraba por ello. Y por ello siempre iba a ayudarla.