TIATS
Summary: Ellas son todo lo que ellos deseaban: seguridad, atrevimiento, dominación y buen sexo. Ellos son todo lo que ellas no andaban buscando: buenos compañeros, cariñosos, sumisos y en busca del amor verdadero.
Advertencia: El nombre de los personajes le pertenecen a Stephanie Meyer y la historia es completamente mía. Contiene lenguaje vulgar y escenas sexuales. Solo para mayores de edad.
— ¡oh Dios, eres tan dulce! — le dice mientras le da beso tras beso en la oreja, el cuello y las mejillas, pero nunca en los labios.
Cuando era cuestión de solo sexo, no habían besos en la boca; lo habían dejado bien claro desde la primera vez que se encontraron.
Así como también no tener celos si se topaban y estaban con alguien más.
— ¿e-eso cre-crees? — titubea, demostrándole que su autoestima no podía estar más baja.
Por lo general se consideraba una persona no fea pero cuando estaba ante semejante espécimen, se consideraba el patito más feo de todos.
— sí, sí. Ahora levanta las caderas, quiero sentirte... ¡Oh Dios, si así!
Ella cierra los ojos y se entrega al placer que Xavier le proporciona.
— ¡Oh, dios creo que...! ¡Más rápido!... ¡Dios... Aaaaaaaah! — Grita Isabella, estremeciéndose al llegar al clímax; después de meses, por fin había logrado llegar al orgasmo sin fingirlo.
Xavier tenía los ojos igualmente cerrados, jadeando como sí hubiese corrido una maratón y sudando como si de verdad lo hubiese hecho, haciendo que el cuarto oliese a hombre y a sexo.
-"huele rico; al menos tiene eso a su favor" - se dijo Isabella mientras se quita de encima de él.
— ¿ya te vas? Aún no he terminado contigo chiquita. — el tono para nada seductor ni ronroneante de su voz hace que los dos se avergonzarán, ella por haberlo escogido como amante y él por ser tan idiota.
— Tengo trabajo que hacer chiquito — dice ella para burlarse un poco y para romper con el silencio incomodo; él sonríe como ella esperaba. — pero la casa está a tu disposición, hay comida en el refrigerador y agua caliente en la regadera. No me esperes, no sé a qué hora llegue — le dice antes de meterse al baño.
Mientras estaba debajo del chorro caliente y relajante del agua, Isabella no puede evitar sonreír de satisfacción, no solo por haber tenido un orgasmo sino porque su vida no podía ser más perfecta.
Ella, hija de padres adinerados, dueños de la cadena hotelera Higginbotham Resort, heredera de más de veinte hoteles cinco estrellas, además dueña y presidenta de las empresas Swan tenía todo el mundo a sus pies. Ella era lo que toda chica de Nueva York deseaba y hasta más.
En la plenitud de sus veintiocho años ella no pensaba en ataduras ni en agrandar a la familia.
Todo lo relacionado con bodas, matrimonios, posteriores divorcios y cambios de pañales le atraía en lo más mínimo.
-"¿A qué mujer le agradaría pensar en bebés y en matrimonios a esta edad?" - se cuestiona mientras se pasa el jabón por las piernas, suavemente, hasta llegar a su sexo, lavándolo con cuidado y borrando los restos inexistentes del semen de Xavier. -"nunca está de más"- siempre se decía.
Y siempre se lavaba, no importa si se acostaba con su novio, con Xavier, con Garrett, Con Paul o con Emmett, siempre se lavaba, porque no quería un hijo, de ninguno de ellos. Además, no quería darles la oportunidad de venirle con excusas tontas de paternidades aseguradas ni pruebas dolorosas para obligarla a que se casaran.
-"oh, no. Claro que no"- pensó mientras se lavaba sus pechos. -"nada de darles la oportunidad de casarse conmigo. Ni ahora ni nunca".
Y es que en un mundo como el de Isabella, en donde los hombres solo venían a la Tierra para dejar embarazadas a las mujeres y hacer que se casarán con ellos, ya que se ponían de mártires y lloraban por el bebé ¡qué porque ellos no se perdonarían que el bebé naciera sin una figura paterna!... Tonterías.
Para Isabella, como para el ochenta y seis por ciento de la población femenina, un hombre solo servía para dos cosas, para coger de lo rico y para quedarse en casa a cuidar de los hijos y hacer los deberes del hogar.
