Discleimer: Los personajes y los ambientes son propiedad de blond JK y sus amiguitos de Warner.
UNO
-Quiero hablar contigo, Black – Sirius sabía que para una de las pocas personas que "Black" no implicada un insulto, si no más bien un cumplido, era para su prima Bellatrix. Era la quinta vez desde que estaba en Azkaban que se le permitía salir de su celda para interactuar con los demás reos. Sirius agradecía el privilegio que se le otorgaba por ser un preso de "alta peligrosidad" que implicaba la privación casi total de libertad. Con suerte podía mear sin que un dementor lo estuviese vigilando, así que la socialización con otros presos era casi un mito. Sin contar con que Sirius Black había tenido ciertos altercados en dos oportunidades anteriores. En las dos había estado involucrado un Lestrange. Agradecía por lo tanto que las visitas fueran escasas.
Sirius se sentó en un banco junto a ella, que observaba los roqueríos golpeados por las olas, a unos cincuenta metros bajo ellos. Era imposible no percibir el olor salino y deducir lo congelada que estaría el agua. El moreno recordó unas vacaciones con su tío Alphard en alguna costa perdida del Reino Unido. Lo que recordaba con mayor nitidez era la sensación fría del agua. Debió haber tenido unos seis años. Su tío unos veintitantos. Algunas veces lo culpaba a él de haber sembrado en su cabeza las ideas revolucionarias que lo terminarían alejando de Slytherin, los principios de limpieza de sangre, su familia. De no haber sido por eso, hubiese tenido una vida bastante sencilla, amigos idénticos a él, un trabajo estable y bien remunerado, una mansión, una esposa con demasiado parentesco sanguíneo para su gusto e hijos con cola de chancho (que se extirpaba con una sencilla intervención mágica). Pero una vez que las ideas de igualdad y "mientras más mestizo, mejor" se habían implantado en su mente era casi imposible desarraigarlas. Y entonces estaban los cochinos sentimientos. Esos insectos de ocho patas que se adhieren a lo que crees que es lógico, pero ¿qué iba a saber él? Quizás sus padres tenían razón. Quizás era más sencillo no preocuparse del otro lado. Ellos eran los Alfa y los demás los subalternos ¿para qué revertir el orden?.¿Para qué atraer el caos? Pero es que Sirius simplemente sentía que no estaba bien. No podía explicarlo con la lógica porque no le alcanzaba. No podía hacerle entender a Lestrange que los hombres lobo podían ser increíbles amigos porque en su puta vida había hablado con uno. No podía hacerle entender que una chica hija de muggles podía ser la más dulce y la más inteligente porque tenía la OTRA idea implantada, y entonces Sirius tenía que hacérselo entender a golpes porque no había otra manera. Pero ya habían pasado cinco años y Sirius ya no sentía como antes. El primer año había planeado quince mil formas de escapar de ese cochino lugar. Ya no le importaba. Era mejor estarse ahí, oír el ruido del mar y acordarse del tío Alphard corriendo en ropa interior para que una ola no lo alcanzara.
-Perdí un bebé hace tres semanas – Sirius levantó la vista. Su prima continuaba mirando hacia los roqueríos. Ni siquiera pudo articular un "lo siento". Ya no sentía – Nos estamos extinguiendo – él le dio la razón. En sus buenos años se hubiese alegrado. Ahora sintió un dejo de nostalgia. No siempre había detestado a su familia. Hubo buenos tiempos, cuando había sentido que formaba parte de los Black. Era algo triste pensar que no habría descendencia que recorriera los pasillos de Hogwarts en medio siglo más.
-Aún quedan los Malfoy – Pensó en la hija de Andrómeda, pero no la nombró. Supuso que para su prima, no valdría.
-¡No me hagas reír! Entre nosotros, Sirius – dijo dándose la vuelta – Sabemos que los primogénitos somos los únicos que contamos. Regulus podría haber tenido descendencia, pero sus hijos hubiesen sido estúpidos. Las mujeres… pareciera que no valiéramos. Aunque mis hijos, serían Black, no Lestrange.
Sirius sabía que de hacerse realidad, no sería de otro modo.
-Aún tienes tiempo de sobra – Bellatrix lo miraba con ojos chispeantes – Si no puedo tener hijos, al menos quiero un sobrino Black. Un verdadero sobrino Black.
-Puedes tener un hijo Riddle, serían genes mejorados – Bellatrix reprimió un escalofrío ante aquel apellido.
-No sé por qué pierdo el tiempo contándote esto – ella se levantó – de seguro te acostarías con una muggle cualquiera.
Sirius pensó entonces en su prima. Estaba en los huesos y tenía los nervios hechos un lío. Su prima aún sentía, los dementores la afectaban. Una mujer tremendamente apasionada que sucumbía a la locura. Se parecían. Odiaba admitirlo. Tenían el sentimiento arraigado a ideas opuestas, esa era la gran diferencia. Ambos hubiesen perdido estrepitosamente el tiempo intentando convencer al otro de lo contrario. Ambos se hubiesen arrancado los ojos a favor de su ideal. Estúpidos, ingenuos idealistas. Dos polos opuestos que terminaban convergiendo en ese loquero en medio del océano. Era como si vivir apasionadamente les hubiese succionado demasiado rápido la felicidad.
-Tengo la impresión de que somos estériles – comentó él con sorna – Me resulta curioso que nunca haya embarazado a ninguna. Dale las gracias a la endogámica herencia Black.
-No es culpa de los Black que no hayas podido embarazar a un licántropo – Sirius rió con una mezcla de lástima. No reía de otra forma hacía años. Notó que sus carceleros se acercaban para llevarlo a la celda que lo mantenía alejado de los demás reos. Se puso de pie.
-Lo siento, prima. Todo parece indicar que seré el último de la estirpe – y se alejó pensando que aún le quedaban pequeñas formas de contribuir a un mundo mejor.
-¡Espera! – Sirius se volvió – Tienes razón con eso de la endogamia Black. A veces creo que Rodolphus ni siquiera es un pariente cercano.
-Es la idea – volvió a darle la espalda.
-Por eso no puedo concebir un hijo suyo – Sirius se detuvo – Los Black procreamos entre nosotros.
-¡Estás enferma! – El moreno se volvió resueltamente hacia ella y la tomó de un brazo para sacudirla - ¡Loca como una cabra! Entiende una cosa, mujer. No me interesa si te haces un hechizo duplicador o si vas en busca de los restos de esperma de la tumba de mi hermano, pero no conseguirás que yo te toque un pelo…
-Te da miedo ¿eh? – Bellatrix se relamió los labios – Sabes que bastaría con una vez para que…
-¡Merlín santísimo! – Sirius se tapó la boca con las manos. No sabía si reír o llorar. Su prima estaba escandalosamente loca si podía llegar a concebir semejante idea – No sé si entiendes razones, pero uno, soy estéril; dos, estoy feliz de ser el último Black y tres, me das asco ¡no sé cómo se te puede pasar por la mente! – él volvía a sacudirla.
Los dementores comenzaban a inquietarse. Black tenía bastante historial de violencia dentro de Azkaban. Así que se dirigieron resueltamente hacia la pareja para llevárselo.
-Tranquilo, primo – dijo ella con voz infantil, mientras con agilidad bajaba su mano hacia la entrepierna de él – Guarda toda esa energía para cuando sea el momento.
Sirius iba a escupirla, pero los dementores fueron más rápidos. Volvió a su celda y notó más interés de los carceleros por él. Claro, había pasado del hastío y la apatía a la rabia. Bellatrix volvía a hacerlo sentir vivo, trayendo toda esa ira contenida, de vuelta.
Fue en su primer año nuevo fuera de Grimmauld Place. Se habían ido a celebrar con James por el Londres muggle. Sirius amaba con locura a esos condenados muggles que habían fundado y construido la ciudad. Amaba esa nueva libertad recién adquirida al dejar su familia atrás. Amaba ser joven y conducir una moto sin edad y licencia para hacerlo. Amaba a James.
-Este año será increíble. Sin precedentes, hermanito – llevaba cinco cervezas encima – Lily se convertirá en tu novia, se acabarán los estudios…
-Para ti, querrás decir – James apuró su vaso.
-¿Qué quieres decir? Desde cuándo los unineuronales jugadores de quidditch han tomado un libro en sus manos. Jugando para las ligas, ni siquiera necesitarás saber leer.
-Son mis padres – comentó James con pesar – Sé que no permitirán que juegue para ningún equipo.
-Eres mayor de edad, Jimmy. Puedes hacer lo que te dé la gana. Además ¿qué pretenden los honorables señores Potter que hagas? Deberían reconocer que no sirves para nada más – el moreno le dirigió una sonrisa.
-Es complicado, Sirius. Mis padres están viejos. Mi madre ha estado muy enferma y lo sabes. A veces creo que… creo que no pasará de…
-¡Ah, ah, ah! – Sirius lo hizo callar – Ni una palabra en contra de la encantadora señora Potter.
James dio un suspiro.
-Sólo quiero que esté satisfecha mientras está con nosotros. Se sentirían inseguros si acepto la oferta de las ligas.
-Evidentemente no tienen idea de la pasta que corre en la asociación de quiddicth ¿qué quieren?.¿que entres a la academia de aurores? Eso sí es una burrada. Ganarás una miseria y trabajarás el doble.
-Pero tendré un puesto seguro. No me botarán al cumplir los treinta.
-No vivirás hasta los treinta, Potter. La pelirroja te matará antes. Además tío Sirius te puede acoger una vez seas dispensable para la liga.
-No puedes esperar que esa herencia de tu tío te dure por siempre. Deberás buscar un trabajo eventualmente – James se sentía molesto en ciertas ocasiones por esa aparente indiferencia de Sirius hacia el dinero. El muy perro siempre obtenía dinero de las partes más insospechadas justo cuando parecía se que convertiría en un 'rolling stone' Se fue de su casa y justamente recibió una herencia de un tío muerto – Deberías ir a la academia conmigo.
-No sueñes. Los aurores son idiotas. Quizás me haga astronauta – dijo con un nuevo brillo en los ojos.
-Sirius, luego no admitiré que dije esto, pero eres condenadamente inteligente. No te desperdicies. Estudia algo a la altura de tus habilidades.
El moreno terminó su vaso.
-Eso no existe, Jimmy. Y eso que dijiste sonó tétricamente igual a mi madre ¿Nos colamos a algún concierto?
Sirius recordaba ese momento como la primera vez que tocaba el tema de su incierto futuro. Nunca le había preocupado. No le gustaba eso de hacer planes, pero las cosas comenzaban a cambiar y había que tomar decisiones. El tema terminó por hacérsele insoportable durante su último año en Hogwarts. Sus amigos estaban distintos. Remus comenzó a apasionarse realmente por la Defensa. Peter se volvió introvertido, sumamente introvertido. James comenzó a hablar de matrimonio durante el último trimestre ¡Matrimonio! Él se quedó atrás. No quería avanzar. No sabía cómo. Entonces vino la guerra a ayudarlo. Los blancos volvieron ser los slytherins y ya no su propio futuro. Pero todo ocurrió demasiado rápido. La Orden, las muertes. No había tiempo ni de funerales. Y las pérdidas. Estaban perdiendo. Estaban perdiendo tan abiertamente que nadie se atrevía a mencionarlo. Era como si la Orden tuviera todo el peso de ser la resistencia sobre sus hombros. Nadie más los ayudaba. Mataban a diez mortífagos y surgían veinte. Ellos perdían y perdían. Y en medio de todo
-Saluda a tu ahijado, Sirius – despertaba del horror de la guerra para que Lily le entregara un bebé envuelto en mantas. Pensó que se encariñaría con él de forma paulatina. En cierto sentido aquel bebé venía a marcar una diferencia entre él y James. Cortaba la línea imaginaria que hacía de James y él personas indivisibles. Ahora James era alguien aparte, independiente. Tenía un hijo. Pero no fue así. Se enamoró de Harry apenas lo tomó entre sus brazos. Comprendió que el cariño no tenía un cupo limitado de cuatro integrantes. Se volvió loco por Harry. Se gastó media herencia en accesorios para bebés que Lily, tímidamente, le hizo devolver. Aprovechaba cualquier ocasión para estar con él. Lo alimentaba, lo mudaba, lo bañaba, le leía cuentos. Se quedaba en Godric's Hollow tiempos prolongados, hasta cuando sentía que abusaba de la hospitalidad de los Potter. Pero los Potter hubiesen tenido que admitir (a regañadientes por parte de James) que Sirius era de gran ayuda. Luego de los seis meses de nacido Harry, Lily no recordaba haberse levantado en mitad de la noche a ver al bebé. Sirius lo atendía. Sirius, el insomne por excelencia, no tenía problema en resolver esas situaciones, más bien las disfrutaba.
James comenzó a inquietarse. No era normal tener a un tipo de veinte años metido día y noche en tu casa cuidando de tu hijo. Lily estaba encantada. Claro, ese maldito encanto Black había logrado convencerla. Pero justo cuando James consideraba que era necesario hablar con Sirius, éste desaparecía. Se dejaba ver sólo en las sesiones de la Orden. Entonces surgieron los rumores de la famosa profecía que vinculaba a los Potter con Voldemort. Las discusiones se hicieron continuas. No había día en que Remus y Sirius no discutieran sobre temas de lealtad. A veces las peleas alcanzaban a James, que intentaba intervenir para calmar los ánimos, en especial los de Sirius.
-Yo que tú, me preocuparía más de mi familia.
-Es mi familia ¿estamos? Yo veré cuánto es necesario preocuparme por ellos.
Sirius se dejaba caer mucho menos por Godric's Hollow, cuando James no estaba. Lily siempre lo recibía con los brazos abiertos. Después de casi diez años, había aprendido a comprender la rebeldía del 'descarriado Black'. En Hogwarts le pareció siempre el rebelde sin causa. Pero con el tiempo descubrió que tenía motivos y detrás de toda esa fachada del insufrible rompecorazones, Lily encontró algo que le gustó. Supuso que James siempre había estado ante la presencia de ese algo.
-Cuando seas grande, Harry, serás un merodeador. Irás a gryffindor y harás salir canas verdes a Peeves y Filch. Te regalaré la mejor escoba que exista y entonces serás la envidia de los slytherin malolientes del equipo. Porque de seguro estarás en el equipo. Luego, a los quince, te prestaré mi moto, o te enseñaré a reparar una. Y podrás llevar a chicas en ella… o chicos. Seré un tío flexible. Te permitiré hacer todo lo que tus padres te prohíban – el bebé Harry le dirigió una sonrisa – Pero no les hagas pasar muy malos ratos ¿de acuerdo? Tus padres son increíbles. Si hubiesen sido mis padres, hubiese sido el mejor hijo del mundo. Sobre todo tu padre. Nunca debes decirle que se compre una peineta, lo hace enfurecer – Lily que había estado escuchando, se sonrió – Nunca le digas que se preocupe de sus asuntos, porque ya habrá resuelto uno por uno sus problemas, sólo para que no tengas argumentos para discutirle. Nunca intentes ofenderlo, porque su bondad te rebotará encima y te hará sentir como el peor criminal del mundo, el muy cabrón.
Lily le acarició los hombros y Sirius se volvió.
-Ya se le pasará – le dijo – Todos estamos preocupados, Sirius. Hay que intentar que eso no sea motivo para pelearnos entre nosotros. Deberías hablar con él. Venir cuando James esté en casa.
-Cierto. No queremos que los vecinos comenten que te traes escondido a un guapo moreno cuando el dueño de casa no está – Sirius tomó su chaqueta para irse. Lily se había acercado a Harry para comprobar que estaba recién mudado.
-Serías un gran padre, Sirius.
-Niñera, querrás decir – se acercó para besarla en la mejilla.
-No te hagas el tonto. Luego de la guerra quiero un primo para mi hijo. El primero de los Black en ir sin miedo a gryffindor.
-Ese fui yo, pelirroja. El primero y el último.
-¡Aún así serías un gran padre! – alcanzó a gritarle ella al moreno que bajaba rápidamente las escaleras.
En azkaban esas palabras reverberaban en su mente. Sería un gran padre. Cambiar pañales no implicaba ser un buen padre. Recordaba la primera vez que sujetó a Harry ¿Cómo sería sostener a su propio hijo?.¿A un Black? Tuvo sueños recurrentes con eso luego de la conversación con Bellatrix. Encontraba una cuna dorada al fondo de su celda. Se acercaba dilatando el encuentro con ese ser que emitía balbuceos desde la cuna. Era un bebé. No distinguía sus rasgos. Lo tomaba en brazos y era frío. Muy frío. Como levantar un bloque de hielo. Se despertaba con escalofríos y la sensación de que el sueño ocultaba algo más. Algo oscuro y siniestro que no alcanzaba a descifrar.
waaaaaa
años sin actualizar, literalmente. Igual la ñoñez me supera y en esos momentos en que no tengo nada que hacer no puedo evitar tomar un lapiz e intentar escribir algo de mi imaginacion, pero finalmente le robo a Rowling. No sé cuantos chaps durará la historia, espero que no mas de diez. Aunque mas o menos todo se resume a que Bella se quiere llevar a Sirius a dar un paseo por su celda (como tantas otras)
PD: por si no lo notaron, en este chap todos le tienen ganas a Sirius.. incluido los dementores, Harry, Lily, James, Remus, Lestrange y por supuesto, Bellatrix :O!
