Todos los personajes a excepción de Iris Blanchett, pertenecen a Masami Kurumada.
Iris Blanchett caminaba rumbo a su casa aquella noche lluviosa. Las lágrimas corrían por sus mejillas.
Nadie le prestaba atención a aquella chica de cabello azul teñido, había bebido demasiado alcohol y como cada noche se dirigía a su casa hecha un asco.
Solitaria, rota.
Iris se secó las lágrimas, limpió un poco del delineador negro corrido y entró a casa. Nadie notó su presencia; ni su madre, ni su hermano menor. La chica se tiró sobre su cama, cansada.
"Como puedo estar haciendo esto a los 17? Un día me van a violar"
Recordó los extraños hechos unas horas antes. Mientras se tambaleaba a causa de la borrachera, se detuvo en un callejón, sabía que un hombre llevaba rato siguiéndola. Iris tomo con cautela el gas pimienta que cargaba consigo y se volvió para enfrentar al hombre que la seguía. El extraño se acercó y le entregó una pequeña bolsa negra, aquel hombre que ni siquiera recordaba su rostro insistió en que la chica conservara el paquetito. Luego de eso huyó.
Iris buscó en su bolsillo de su chaqueta mojada. Qué diablos contenía esa bolsa? Iris ni siquiera pudo abrirla ya que quedo dormida casi al instante.
La luz de los rayos matutinos del sábado en la mañana invadieron la habitación de Iris. Resultaban molestos para sus ojos, era demasiado brillante.
"Mierda" Iris se pasó la mano por el cabello enredado y humedeció sus labios, sentía que podría beber un río entero. La chica se movió en la cama y un bulto le lastimó la espalda, quejándose buscó lo que estaba debajo de su cuerpo.
La bolsa negra.
"Que diablos es esto?" Se preguntó confundida mientras sacaba el contenido de la bolsa. En sus manos sostenía un troll de mirada inquietante, tenía un mechón de cabello rojo y una sonrisa aterradora. En la base de la figura se podía leer la frase:
"Pide un deseo"
Porque alguien le daría un estúpido troll con tanta urgencia? Iris sonrió burlona pensando algo bizarro para pedir, mirando a su alrededor. Fijó la vista en uno de los muchos posters en su pared.
"Un deseo...quiero vivir en un mundo donde existan los caballeros del zodiaco, vivir en la mansión Kido y no existir aquí... y..." Iris comenzó a reír mientras arrojaba el muñeco a la basura. Sentía mucho sueño así que volvería a dormir. No tenía nada que hacer de modo que cerró los ojos...
- Señorita Blanchett, despierte -
"Que diablos? Esa voz" Iris se estiró, porque estaba sentada?
- Señora Blanchett? - dijo la voz, preocupada. Iris abrió los ojos y entró en pánico total. Se encontraba en un auto bastante amplio conducido por nadamas que... Tastumi!? No podía ser posible, o si?
- Hemos llegado a la mansión Kido. Bajaré sus maletas y la guiaré a su habitación. Vera que el trabajo no será pesado. La señorita Kido es una persona muy agradable. - Iris contuvo el aliento. El maldito troll había cumplido su deseo. Y ahora que iba a hacer?.
- Tatsumi... esto sonará loco. Pero que trabajo? Que tengo que hacer?-
- Nervios? Oh, es muy sencillo. Serás la asistente de la señorita Kido. Únicamente debes llevar su agenda y revisar los correos -
Iris miró vacilante aquella mansión imponente y enorme. Abrió con cautela la puerta del auto y caminó hacia la puerta. Que se encontraría adentro? Tragó saliva, nerviosa. Tatsumi abrió las puertas para dejarla entrar.
Por dentro la mansión era hermosa, frente a ella se extendía un gran salón iluminado y con decoraciones modernas. En una de las paredes se encontraba un cuadro grande del señor Mitsumasa Kido. Las escaleras eran imponentes y se dividían en dos pasillos. Tatsumi guió a Iris por el camino de la izquierda.
- Por aquí señorita Blanchett. Al otro lado también hay más habitaciones. Vera que con el tiempo le será fácil conocer la mansión - Tatsumi llegó a la habitación del fondo y abrió la puerta dejando pasar a Iris.
- Le daré privacidad, señorita-
Una vez cerrada la puerta, Iris contempló la habitación. Tenía una cama grandísima con sabanas blancas. En la pared izquierda estaba la ventana que daba hacia una piscina y un invernadero. En el lado contrario estaba un librero vacio y dos puertas, una conducía al baño y la otra era un closet inmenso. En una esquina estaba un sofá de piel negra y enfrente había una televisión, un mueble con varios cajones y un enorme espejo. Iris se miró, aun llevaba la misma ropa sucia, su cabello enredado, los labios secos y una expresión desconcertada. Pálida como siempre. Que habría en sus maletas? Rápidamente las abrió y saco todo. Su ropa, shampoo, tinte azul y sus pertenencias. Más en el fondo estaba el troll, Iris lo tomó con cautela. Le había cumplido su deseo, aunque lo que pidió era una broma, estaba sucediendo. En una parte no le molestaba. Amaba a los caballeros del zodiaco. Pero, y ella? Su familia? Que sucedía con ellos? No importaba. La chica se recostó en su nueva y cómoda cama asimilando lo que estaba sucediendo.
Esperaba despertar de algún sueño o quizás otra borrachera. Y es que aquello no tenía lógica, ahora comprendía porque aquel hombre había querido deshacerse del troll. Quizás su poder había asustado tanto al hombre que aprovecho para regalarlo a alguien como ella. Alguien que no estaba en sus cinco sentidos como para reclamar o siquiera preguntar. Iris suspiro pesadamente. Que haría ahora? No sabía si angustiarse o alegrarse, y es que iba a conocer a sus ídolos; Seiya, Shiryu, Ikki, a este moría por conocerlo y saber si era tan rudo como lo había visto antes. Hyoga, Saori y... Shun. Los pensamientos de Iris se detuvieron en el chico peliverde. Recordó los largos momentos en los que había pensado en él, en cuánto le gustaba. En que ya no sería una loca enamorada de un personaje ficticio. Iris sonrió a la nada aun viajando en sus pasamientos cuando unos toquidos suaves en la puerta la interrumpieron. Ella contuvo el aliento, preguntándose quien llamaría a su puerta? Tragó saliva y escondió toda la ropa fuera de la maleta bajo la cama y se aclaró la garganta mientras intentaba acomodar su cabello torpemente.
- Adelante - susurró la peliazul.
La puerta se abrió silenciosamente y aquella persona entró, dejando a Iris sin aliento.
Era Saori Kido.
Era guapísima, su rostro tenia las facciones finas y era de piel blanca. Su cabellera larga y color lila era envidiable, sedosa y brillaba. Usaba un vestido blanco (para variar) de fiesta, corto y elegante. Iris se sintió avergonzada de lo mal y trasnochada que seguramente lucia ante Saori. Haciendo la típica reverencia japonesa, habló.
- Oh, disculpe señorita Kido, yo... me estaba instalando en la habitación, enseguida comenzaré mi trabajo - Saori sonrió dulcemente y meneó la cabeza.
- Descuida Iris, vengo a darte la bienvenida. Podrás comenzar dentro de una semana tu trabajo. No hay demasiado que hacer así que Tatsumi se puede encargar de ello. Te sientes cómoda con tu habitación? Puedes decorarla como gustes, quiero que la pases aquí lo mejor posible. -
- Claro, es demasiado hermosa esta habitación. Yo... yo... -
- Deberías arreglarte - susurró Saori amablemente - Prepare una fiesta de bienvenida para ti. - dijo ella guiñando un ojo. Iris aun seguía en shock. A qué hora deportaría o le dirían que era una broma pesada? Donde estaban las cámaras ocultas?.
- Gracias señorita Kido, es muy amable...
- Llámame Saori. Te dejare cambiarte. La sala de estar se encuentra en el pasillo a la derecha de la planta baja. Los demás ya deben estar ahí. - Una vez dicho esto, Saori salió de la habitación cerrando la puerta tras de sí. Iris tomo sus cosas de baño y entro a la regadera, girando las perillas del agua sin saber cuál era la fría y cual la caliente. Nerviosa se lavo lo mejor que pudo y salió a toda prisa para secarse el cabello y buscar entre su ropa algún vestido o algo decente para usar. Con dificultad encontró lo que buscaba; sus leggins con murciélagos y un vestido negro con estampado de esqueleto. Amaba ese vestido, brillaba en la oscuridad. "Donde diablos deje las botas?" Pensó Iris buscando sus botas preferidas. Camino torpemente hacia el espejo. Ahora lucia mucho mejor, solo faltaba agregar un poco de delineador negro. Rebuscó entre sus cosas desesperadamente pero no encontró nada, su cosmetiquera tampoco estaba ahí. Iris gimió angustiada. No podía bajar a una fiesta donde conocería a sus mayores ídolos sin una pizca de delineador.
- Mátenme por favor. - lloriqueo Iris. Bien, ya no quedaba más por hacer así que salió corriendo de la habitación y corrió por el blanco y largo pasillo. Cuando llegó a las escaleras se detuvo bruscamente. Bajó cada escalón con cautela, intentando escuchar algo pero todo era silencio. Iris respiraba con dificultad a causa de sus nervios, conforme se acercaba al pasillo. Se detuvo al escuchar la música dubstep del pasillo.
Como haría para no lanzarse sobre sus héroes de la emoción? Bueno, ya era hora, Iris tomo aire de manera profunda y camino de manera natural a la sala de estar.
