Editado.

Sueños por compartir

Los personajes de CCS le pertenecen al maravilloso grupo de CLAMP, esta historia esta hecha sin fines de lucro, solamente por diversión.

Prólogo

Afortunadamente aquél martes en la mañana no tenía nada que hacer y se alegraba de ese suceso que ocurría por lo menos cada mil años luz... bueno, seamos sinceros, no eran tantos años; pero algo que realmente detestaba era el estrés que él trabajo le provocaba y por esa misma razón siempre se daba... como dirían algunos "ciertos privilegios" ―tomando en cuenta a las personas que se mataban en el trabajo―.

Por eso mismo, siempre le encantaba hacer acciones inesperadas todos los días y las cuáles provocaban dolores de cabeza a más de una persona. Pero no había duda de lo que había hecho ese día en la mañana era algo que aunque no fuera tan inesperado; porque estábamos hablando de él, era como dirían algunos alocado y arriesgado.

―Querido Eriol, veo que ya regresaste ¿No te arrepentiste verdad? ―preguntó la dama que atravesó la sala para saludar a su acompañante.

― Claro que no Sonomi, sabes que ya no hay marcha atrás, sobre todo después de todo lo que ya hicimos -reiteró sonriendo cautivadoramente.

―Me alegra escuchar eso, es bueno que los sobres ya estén en camino.

―Hasta el último, de eso me encargue personalmente ―afirmó moviendo la cabeza.

―Me hace tan feliz la idea, desde que me comentaste tu plan no dudé ni un momento en aceptar hacer algo como ésto ―comentó emocionada.

―Sin tu ayuda y tu aprobación no hubiera podido lograr nada de esto Sonomi y aunque estoy conciente de que es arriesgado, no dudo que todo saldrá bien, tengo fe en eso. Pero… lo que sí me inquieta es que muchas vidas cambiaran en el proceso —suspiró—, y no sé que tan malo o bueno sea eso…

Las palabras de Eriol contenían más de un significado y es que era verdadero el simple hecho de que más de una vida cambiaría, de una forma en el que no se podía contemplar un destino futuro, porque eso solo era cuestión de tiempo y de las acciones que esta provocara, adrede o inconscientemente, porque al fin y al cabo, quién hace el destino si no somos nosotros mismos.

°CAPITULO I°

El viento que atravesaba la ventana abierta, acariciaba los cabellos castaños de la persona que dormía apaciblemente y estremecía su cuerpo por el frío que emanaba, sus manos se movieron por toda la cama buscando un abrigo para todo su cuerpo, cuando sintió que era abrazada por la espalda. Unos brazos protectores le emanaban el calor que necesitaba y sólo eso necesito para sentirse tranquila y amada.

El hombre posó sus labios en sus cabellos y los besó tiernamente, mientras le susurraba palabras y promesas de amor. Cuando hubo terminado con sus cabellos se dirigió a la boca de la joven que lo tentaba a descubrir más de su dulzura.

―Te amo mucho ¿lo sabes verdad? ―le susurró en su oído―. Nunca me cansaré de hacerlo- aseguró.

―Lo sé y yo tampoco ―reiteró la joven.

Se posicionó sobre ella y un camino de besos recorrió el cuerpo de la joven, que se estremecía por el simple contacto de los labios del hombre a quien más amaba, regresó a su boca que era irresistible y le volvió a susurrar "Te amo" antes de sellar sus labios en un beso dulce, pero hambriento y apasionado.

Los rayos del sol matutino en la época de invierno invadieron tenuemente la habitación rosa pastel, las nubes cubrían en su mayoría a la estrella amarilla, dejándolo oculto tras algodones blancos y grisáceos, evitando que su luz llegará con fuerza como de costumbre y es que usualmente el intruso despertaba a la castaña de su ensoñación, pero en esa mañana del viernes, otra causa había provocado su levantar a tempranas horas.

Se deshizo de todas las sábanas que la cubrían lentamente y se inclinó para quedar sentada en el mullido colchón, su cuerpo dio un pequeño temblor por el repentino cambio de temperatura, y en parte por las sensaciones que todavía sentía en la piel y que había creído reales.

Cuando despiertas normalmente no recuerdas lo que soñaste, pero cuando sucede todo lo contrario y más cuando es incómodo para tu persona, deseas nunca haber dormido para soñar con "eso" e imploras olvidar ciertas cosas, aunque a veces resulte en vano.

Y eso es lo que le ocurría a Sakura, se interrogaba así misma ¿Por qué? ¿Qué había provocado que esos recuerdos regresaran a su mente?

Era cierto que ese sueño ya había pasado a ser parte de su vida diaria, pero desde hace unas semanas pensó que ya había cesado ese martirio y por eso maldecía el haber estado equivocada.

¡Tenía novio! Y se sentía estupida por soñar con otro hombre que no fuera él.

Secó algunas lágrimas de sus ojos y se levantó para ir a desayunar.

De todos modos hoy era un nuevo día y sólo en eso debía pensar.

Después de tomar un vaso de leche ―única cosa que se le antojó― se dedicó a cambiarse con una ropa adecuada para su trabajo y para la época invernal. Sólo faltaba una semana para las fiestas navideñas y el frío era de esperarse, no se quejaba por que siempre le había gustado esa época del año, una donde la nieve era su parte preferida. Se dirigió a su despacho y sacó con cuidado los escenarios en los que trabajaba desde hace unos meses y se alegraba inmensamente de que ya sólo le faltara uno por terminar, pero ese lo terminaría en su área de trabajo ubicado en el edificio donde trabajaba, por eso ese día llevaría los restantes para que les dieran el visto bueno, como a los anteriores.

Ella estudio en el extranjero y estaría ejerciendo en ese lugar en éstos momentos si no hubiera regresado; desde que volvió se dedicó a la elaboración de escenarios cinematográficos y pinturas de todo tipo. Ella había estudiado su carrera en París y su regreso de la ciudad francesa -de eso ya tres años atrás-, había sido una decisión ocasionada por algo que ya tenía planeado, no había dado explicación a nada, porque era algo que sus familiares no se esperaban o al menos no de la forma en la que sucedió. Solo lograba mencionar que extrañaba mucho a su país y familia, de que ya eran muchos años fuera y que quería ejercer su profesión en el lugar que la vio crecer. Y aunque le preguntaran sobre una relación que tenía ahí, solo mencionaba "se acabó el amor".

Eso bastó para que ninguna persona preguntara al respecto.

Aunque dudaran de la verdad.

Pero lo que la mayoría notó es que la chispa de felicidad que habían en sus ojos, se había apagado hasta dejar solo un pequeño destello que se iba apagando con el paso del tiempo y es que ha pesar de que sus ánimos nunca decayeran y de que nunca hubiera alguna muestra de dolor, ese sentimiento la envolvía por completo en ciertas ocasiones.

Y la única causa era solamente una persona y la palabra amor que iba unido a su nombre.

Acabó de subir los escenarios con algo de trabajo por el tamaño de estos y cuando solo le faltaba uno, cerró la puerta de su departamento. Por fin llegó a la entrada del edificio, pero en ella fue interceptada por un señor.

― Buenos días señorita Sakura, déjeme ayudarla con eso, ¿Por qué no me llamó para que la auxiliara? ―le reprochó sonriente mientras el objeto era tomado entre sus manos.

― No quería importunarlo señor Lao, supuse que debía estar descansando ya que no lo vi hace unos minutos –dijo apenada, mientras caminaba a lado del hombre de aproximadamente cuarenta años quien era el portero del edificio.

―Sabe que no sería una molestia para mí, siempre es un honor poder ayudarla, cuando hizo tanto por mí y mi familia ―sonrió amablemente.

El hombre subió con cuidado el escenario que tenía en la camioneta de Sakura y la cerró.

― ¡No lo diga de esa forma! Lo hice de corazón y le dejé claro que no necesitaba pago alguno, ni siquiera con actos amables.

―Sí lo se, pero no por obligación lo hago, también a mi me nace ayudarla y lo hacía mucho antes de que usted me brindará su apoyo. Es bueno saber que una joven tan bella, tenga un corazón de oro, son pocas las personas que tienen esas cualidades ―acomodó su chaqueta y se frotó los brazos―. Hace mucho frío esta mañana y será mejor no demorarla más de la cuenta, con la nieve que cayó en la noche es mejor irse temprano para no agarrar el tráfico.

―No es para tanto, me apena que me digan eso ―se sonrojó levemente refiriéndose al cumplido. Y es que Takeshi Lao no se equivocaba al decir que era muy hermosa, su padre le decía que era "la imagen perfeccionada de su madre" y no se equivocaba en lo absoluto, poseía unos ojos de un bellos color esmeralda, adornados con considerables pestañas, una pequeña nariz respingada y un cabello castaño claro con pequeños bucles en las puntas hasta debajo de los hombros y un cuerpo esbelto a la perfección, la única diferencia era la cabellera heredada de su padre―. Muchas gracias por sus palabras y por la sugerencia… Y sí es mejor que me vaya ―miró al cielo por un rato y con lo mismo regresó su mirada a su acompañante―. Que tenga un lindo día.

―Igualmente, hasta la noche.

El hombre se alejó y con lo mismo Sakura abordó su camioneta Mercedes color blanco, puso la calefacción a trabajar, encendió el transporte y se puso en marcha para salir del estacionamiento del edificio. Paró súbitamente, porque al parecer alguien la estaba llamando y pudo notar que era el señor Lao cuando se asomó en la ventana. Bajó el cristal para ver que deseaba.

― ¿Qué ocurre? ―preguntó.

―Lo siento señorita Sakura, pero se me olvidó darle una carta que le llegó ayer en la tarde, no había podido dársela porque ayer mi hijo mayor estaba a cargo y se le olvidó entregársela ―se excusó y le extendió un sobre grande, usualmente usado para entregas de otros países.

― Me imagino que debe de ser importante ―mencionó mientras ponía el sobre en el asiento del copiloto ―, lo revisaré en el trabajo, le agradezco mucho.

―Así es, porque me dejaron encargado que se lo dé lo más pronto posible. Ya no la sigo atrasando mucho más ―rió―, vaya con cuidado señorita.

…:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:…

Tic tack, tic, tic tack, tic tack...

El sonido del reloj era lo único que se escuchaba en esa habitación de cuatro paredes, eso y el tránsito que caracterizaba a la ciudad de Tokio, ya eran las 6 de la tarde y aun no había podido concluir el escenario que le faltaba. Miró a su compañera de cuarto; dígase el reloj, y se percató de las horas transcurridas desde que empezó su trabajo, sólo se había tomado unos minutos para almorzar ―sí es que una sopa instantánea era considerado un buen almuerzo―, y fue lo único que la había distraído. Volvió a concentrarse en su trabajo, ultimó detalles y después de unos minutos dio por terminado lo encargado desde ya hace cuatro meses.

Se reclinó sobre la silla y cerró los ojos para "descansar la vista", pero su próxima sesión de sueño fue interrumpido por unos toques a la puerta.

―Puede pasar ―dijo resignada.

Su siesta quedaría pendiente por mucho más tiempo, pero al parecer se olvidó de eso cuando vio a la persona que cruzaba el umbral de la puerta.

― ¡Yukito! –exclamó emocionada.

Se levantó de la silla y lo abrazó efusivamente.

Yukito Tsukishiro era el novio de Sakura desde ya hace año y medio. Portaba unas gafas y un aire de un japonés galante, siempre con una sonrisa en sus labios y amable con todas las personas. Ella lo consideraba como un hombre muy especial, porque además de ser su novio, también se comportaba como el mejor amigo y caballero, se consideraba afortunada de tenerlo. Compartía un rango de cuatro años de diferencia con Sakura quien tenía 24, por lo que él contaba con cierta madurez; empezó a cortejarla desde que regresó de Paris, pero no fue hasta mediados de ese año que tanta insistencia dio sus frutos.

―Sakura, te he extrañado mucho ―le susurró aún estrechándola entre sus brazos

―Yo también Yukito y te tengo una excelente noticia ―se separó por un momento del agarre para mirarlo a los ojos―, ¡he terminado!

―No sabes como me alegra mucho saber eso, éstos meses casi no nos hemos visto y por fin podremos recuperar el tiempo perdido ¿No lo crees así? ―preguntó con un beso corto.

―Claro que sí, me hacía falta un poco de compañía y me alegra saber que por fin estarás a mi lado.

―Igual tú me hacías mucha falta, tenemos muchas cosas que platicar.

―Muchas Yuki, ponte cómodo ―le ofreció señalándole el mueble que se ubicaba en su oficina.

―Pero no aquí, vamos a dar una vuelta por la ciudad ―sugirió―, no creo que Yamazaki se moleste si te robo un momento, después de todo haz trabajado todo el día y me gustaría llevarte a cenar, así descansas un momento.

―Me parece una excelente idea, aparte de que ya me estaba dando hambre― le dijo con una mueca algo graciosa.

Empezaron a caminar por el centro de Tokio e iban abrazados para traspasarse algo de calor a sus cuerpos, no les importó que la nieve ya hubiera empezado a caer, solo querían estar un momento a solas.

―Sakura ―la llamó.

― ¿Qué pasa? ― se detuvo al ver que él hacía lo mismo.

―Éstos meses de alejamiento me pusieron a pensar muchas cosas… sobre todo de ti ―dijo repentinamente.

―Me estás asustando Yuki ¿sucede algo malo? ―preguntó con algo de temor.

―No te asustes Sakura, no es nada malo, es sólo que creo que ya es el momento preciso para que te diga algo ―suspiró―. Te extrañe mucho estos días y tomé una decisión antes de algo más allá del trabajo nos separe… porque noté cierto distanciamiento entre nosotros, pero sólo fueron conclusiones sin sentido. Pero de lo que si estoy seguro es que te amo y que quiero pasar el resto de mi vida contigo ―guardó silencio un momento―. ¿Te gustaría casarte conmigo?

Hubo un silencio algo prolongado, Sakura aún no había salido de la impresión, pero cuando se dio cuenta de que Yukito diría algo, lo tomó desprevenido y le dio un beso en sus labios.

―Sí Yukito, si me quiero casar contigo ―contestó sonriente y a escasos centímetros de su boca. Él la volvió a besar.

―No sabes que feliz me haces Sakura, por un momento pensé que me rechazarías, pero ahora me haz hecho el hombre más afortunado del planeta. Disculpa si no te di un anillo como usualmente se debe hacer, pero fue una decisión espontánea dada en un par de minutos, pero te recompesaré. Lo prometo.

―El anillo es lo menos que me interesa, que tu me hayas pedido eso, es lo que realmente importa.

Eso es lo que realmente importa.

Soñó toda su vida con formar una familia y una boda como el de las princesas con las creció y a las cuales veía en cuentos y películas de amor. Al parecer su vida recobraría un poco de su felicidad perdida.

Pero ¿Qué tan segura estaba de poder hacer una vida con el hombre que "amaba"? Cuando realmente su pasado era más fuerte que su presente y posible futuro.

…:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:…

La cena que habían tenido ella y Yukito había sido de lo más acogedora, hablaron sobre su futuro, los hijos que querían tener, como querían la boda y todo lo relacionado.

Después de abandonar el restaurante, él la acompañó a su oficina para recoger sus cosas y su automóvil, se despidieron con una gran felicidad reflejada en sus rostros y ambos tomaron rumbos distintos.

Condujo más despacio que de costumbre, debido a que la nieve había subido varios centímetros y eso la había atrasado considerablemente, fue un trayecto largo pero eso no la molestó en absoluto. Y es que la felicidad de hace unos minutos había permanecido presente de una forma que la envolvía con una calidez que no sentía desde hace mucho y lo más que quería lograr es que eso no acabara nunca.

Nunca.

Se sentía dichosa de por fin haber llegado a su departamento, era mucho mejor disfrutar de la calidez acogedora de su segundo hogar al frío abrasador de las calles de Tokio en los inviernos que eran mortales. Revisó los papeles que trajo consigo y notó que el sobre que había recibido en la mañana y que el señor Lao había catalogado como "importante" aún no lo había revisado, por lo que se apresuró a abrirlo.

Quitó el sobre cuidadosamente, pero cuando se percató del lugar de origen, sólo pudo sentir una punzada en el pecho y su labor se detuvo por un instante.

Buscando fuerza de voluntad de alguna parte, terminó de abrir el sobre mandado desde París y sacó de ella otro más pequeño. Lo observó y le dio un repentino miedo por verificar de quién era esa carta. Sus ánimos se calmaron cuando el remitente resultó ser de su mejor amiga y prima Tomoyo.

¿Cómo se le ocurrió que podía ser de él?

¿Tan loca estaba para siquiera pensar que el se atrevería a escribirle? Cuando lo único que escribiría eran palabras que solo nauseas y mareos le daban pensarlo.

Leyó cuidadosamente y se alegró mucho al saber que era una invitación de boda. Tenía presente que Tomoyo estaba comprometida, según lo que conversaron en su última llamada por teléfono, pero no sabía que sería de aquí a unos meses.

Tomoyo y ella eran las mejores amigas, reforzado por un lazo de sangre. Se conocían desde que estaban en pañales y siempre se confiaron todo, vivieron su primera decepción amorosa, aunque nunca el primer novio, siendo Tomoyo la que lo vivió y no Sakura, ella siempre se negaba a tener ese tipo de relación adjudicando su actitud a que nunca sentía esa conexión especial con ninguna persona.

Se apoyaron en los peores momentos y conocían todo de cada una, si a una le pasaba algo, la otra rápidamente lo notaba y viceversa. Les encantaba tener esa relación.

Pensaron que eso acabaría cuando Tomoyo se mudó a Francia para tener unos mejores estudios a petición de su madre, pero eso sólo provocó que se reforzará aun más; cartas, llamadas, visitas de vez en cuando no faltaron ni un solo día. De todas formas se volverían a encontrar años después cuando Sakura decidió estudiar su carrera en el país de Residencia de su amiga.

Releyó el mensaje y notó que sería para el inicio de primavera, una de las fechas que le habían comentado que consideraba una de las más románticas.

-Tenemos el gran honor de invitarla al enlace ceremonial

entre la diseñadora Tomoyo Daidouji y el empresario Eriol Hiragizawa,

que se llevara acabo el día 21 de marzo del año 2008.

La misa será ofrecida en la Catedral de Notre Dame a las 7:00 PM

Y la recepción en la mansión Hiragizawa.

Será un gran honor poder contar con su presencia.

Y Eriol, como olvidar a su inglés preferido, a su amigo incondicional, porque aun de llevar poco tiempo conociéndolo, tomando de referencia a Tomoyo, se había convertido en alguien incondicional, siempre con esa sonrisa que a veces escondía secretos que resultaban siendo algo inesperado y que siempre se convertía en víctima de sus pasatiempos que cambiaban día con día, pero eso no importó para que lo quisiera mucho, es uno de sus pedestales en su vida. Tenía mucho en común con su amiga, no le extrañaba que terminaran juntos y le agradaba esa idea, eran una pareja muy hermosa.

Un momento… si había leído bien, la boda sería ofrecida en París.

Ella prometió nunca más ir a ese país, pero Tomoyo nunca le perdonaría semejante acto ¿qué excusa podría darle cuando ella no sabía la verdad?

Nunca le dijo a Tomoyo su razón de marcharse rápidamente de ahí ¡Ni siquiera a ella! Que era en quien más confiaba. ¿Qué hacer?

No supo porque no le mencionó al momento su problema.

¿Contárselo ahora? Lo ha tenido guardado desde hace mucho tiempo y no volvería a rememorarlo, ella no debía preocuparse por sus problemas teniendo en puerta un episodio tan bonito en su vida. No podía hacerle eso.

Caminó por todo su despacho buscando una solución, pero nada llegaba a su mente, la desesperación la estaba asfixiando cuando de pronto tomó una decisión.

Agarró el teléfono ubicado en la mesa de su escritorio con el propósito de hablar con Tomoyo y disculparse por no poder ir a su boda, le diría cualquier cosa al momento ¿Pero era lo correcto? Empezó a marcar el número, allí en Tokio eran las 12 AM del sábado ¿Tanto tiempo le había tomado pensar? Por lo que en París serían las cuatro de la tarde del viernes.

Puso el auricular en su oído y espero a que le contestaran.

―Bonjuour Shaoran Li ―contestó al otro lado del teléfono.

No había que aclarar que casi le da un paro respiratorio a Sakura.

¿Cómo pudo equivocarse de número y a ese número? Iba a hablar con Tomoyo no con otra persona.

¡Si que estaba mal como para que hasta sus pensamientos pasados influyan en sus manos a la hora de marcar por teléfono!

Quería gritar y llorar a más no poder, el ácido que le corría por las venas era símbolo que estaba muriendo por dentro. Hizo lo más conveniente y colgó con algo de brusquedad el teléfono.

No podía ir a Paris, porque el pasado que quería dejar enterrado en lo más hondo de su corazón, saldría a flote y no iba a poder a hacer nada para evitarlo, por que era ilógico no poder pensar en él. Después de todo había sido su primer amor, pero tenía muy claro que también era la persona a quien juró odiar sin importar que le costara; y lo que más odiaba de sí misma, es que aun después de los años transcurridos no lo había podido lograr como ella quisiera.

Respiro dos veces y trató de enfocarse en Yukito, el que la amaba mucho y del cuál era seguro que lo amaba, de eso no tenía dudad ¿Verdad? Porque Shaoran Li pertenecía al pasado y era ahí donde debía pertenecer, dejando de lado su recuerdo que se presentaba de vez en cuando, pero con una fuerza que la abatía totalmente, pero al fin y al cabo era solo un recuerdo.

Pero si ir a París solo iba a lograr que el sufrimiento guardado, en su mayoría, por todo este tiempo se disparara por los cielos, definitivamente tendría que renunciar a la boda de sus mejores amigos, más que nada por su bienestar emocional.

¡Era algo decidido y no había marcha atrás!

.

.

.

"Nada nos separará…"

Algunas palabras que formaban parte del dolor que Shaoran Li había formado en ella.

Pero ¿Era correcta la decisión ya tomada?

Continuará...


Notas de la autora:

Muchas gracias por el apoyo de todas las personas que han leído este fic hecho con mucho cariño. Cómo prometí aquí esta todo el capítulo editado y ojála les agrade. Así también gracias a todos los que apenas están empezando a leer, es algo que me llena de una gran felicidad, ya que todo comentario al respecto de cualquier capítulo es bien aceptado, siempre y cuando me ayuden para mejorar :)

¡Disfruten!

Nos vemos en los demás capítulos.