Problemática. Esa es la palabra que usaría para describir mi vida. Problemática...

Baje la vista hacía la libreta de direcciones que reposaba sobre el escritorio y suspiré. En ella hice una lista de nombres con casillas de verificación para ver cuántos de los residentes de Storybrooke ya habían sufrido mi adicción. Para mi consternación, era casi todo el mundo que tenía más de 18 años que estaba consciente. Los únicos concientes de ella que no habían puesto un pie en mi dormitorio eran John Doe, los 6 enanos restantes y Blancanieves, pero eso era una cuestión de principios. Nunca me rebajaría tanto como para acudir a ella en busca de ayuda.

Lancé la libreta al otro lado de la habitación y gemí, dejando que mi cabeza cayera en mis brazos sobre el escritorio. Me retorcí en mi asiento, sintiendo el hambre persistente, como a mí me gustaba llamarlo, extendiéndose a través de mi cuerpo. Un anhelo profundamente sembrado que necesitaba ser saciado.

"Graham ..." Abrí los ojos y me levanté.

Él podría solucionar mi problema. Todavía lo tenía bajo mi control, y no sería la primera ni la última vez que usaría eso para mi ventaja. En cierto modo, él era mi esclavo sexual personal. Era más fácil meterse en la cama con el sin tener que preocuparme en sacarlo a la mañana borracho para que no recordara, como lo hice con los demás.