Disclaimer:Los personajes mencionados en esta historia no me pertenecen, son propiedad del maestro Hideaki Anno y su equipo de Gainax. Pero la historia si es algo de esas cosas raras que suelen ocurrírseme. Disfrútenla...

Hojas en el viento

No se habría percatado del paso del tiempo si la brisa fría de la madrugada no le estuviese acariciando las piernas desnudas. Se acercó cautelosa hasta la ventana y, antes de cerrarla por completo se permitió admirar aquella hermosa luna llena que brillaba deslumbrante en lo alto, suspiró suavemente y giró su rostro cansado hacia el hombre que yacía ignorante en su sueño.

Como deseaba poder acercarse sin temores y acariciar la cabellera oscura, percibir la suavidad de la piel que se evidenciaba aunque las facciones varoniles resultaran tan toscas cuando la miraba. ¿Cuántas noches llevaba repitiendo aquel rito? Esperaba que la ciudadela entera durmiese para deslizarse entre las sombras hasta la habitación del moreno, donde se colaba tan solo a mirarle dormir, luego el paso de las horas la enviaba de regreso a su propia cama, que le resultaba fría, solitaria y completamente inútil.

En medio de otro suspiro estuvo presta a salir por última vez de aquel lugar cuando un par de ojos oscuros se encontraron con los suyos, permaneció inerte, en silencio, congelada, paralizada al saberse descubierta. Él la miraba desde las profundidades de su sueño y la contemplaba con admiración. No pudo evitar un sonrojo al recordar como iba vestida, sólo llevaba puesto aquel corto camisón que el tiempo había gastado.

Trataba de imaginar, de formular la mejor excusa a su estancia allí, pero ninguna le resultaba creíble. Entonces el joven, al parecer algo renuente, cerró los ojos y frunció el ceño, emitiendo un gruñido ronco que la estremeció, deslizando así una deliciosa sensación por su vientre.

Casi sin pensarlo, salió corriendo de la habitación y se refugió en la suya propia, con el corazón desbocado. Una vez en la cama mientras cerraba los ojos, una lágrima se deslizó por su pálida mejilla. –Adiós, querido mío. Adiós-.

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-"¿Qué es lo que quieres ahora?"- preguntó el castaño con aquella voz fuerte y ronca que le caracterizaba.

-"No tienes que comportarte así conmigo cuando sólo vengo a darte una buena noticia, estoy segura de que te agradará saberlo"- respondió la chica evidentemente molesta, pero si tenía que marcharse no le rogaría, no doblegaría su orgullo por una palabra esperanzadora, el tiempo de la espera había terminado, a pesar de que su alma gimiera por escucharlo pedirle que se quedara.

-"Suéltalo de una vez, no estoy de humor ni tengo tiempo para tus niñerías Asuka"- ni siquiera se dignaba a mirarla, seguía sumergido en su mar de papeles y responsabilidades sin tomarla en cuenta y ya estaba harta.

-"Está bien, como quieras"- explotó la pelirroja, más lo siguiente llegó en un susurro agónico. –"Me voy, ya todo está listo, salgo a las dos de la tarde, si necesitas que arregle algo antes de ese tiempo sólo avísame, después podrás olvidarte de mí, no pienso entorpecer más tu trabajo ni quitarte un solo segundo extra de tu tiempo. Adiós, Shinji"-.

No le dio espacio para respuesta, su paso firme y acelerado la habían sacado de la decadente oficina apenas a tiempo para no desfallecer, para no ahogarse en lágrimas frente a él, qué estúpida era, aún después de tantos años seguía llorando por él. Y él… y él…

Él, se ahogaba de furia, una furia contenida por años y años, quiso dejarla marcharse, que hiciera lo que quisiera, olvidarse de ella así tan fácil como ella lo decía, pero no podía, el corazón le ardía en ira y dolor. Se levantó precipitadamente de su asiento, tropezando con todo hasta que pudo asir el pomo de la puerta, caminó a lo largo de un pasillo y de otro, cuántos minutos habían pasado desde que ella saliera de la oficina, no podía ser que hubiera transcurrido tanto tiempo, no, allí estaba, una sedosa y llamativa cabellera roja se perdía al doblar en una esquina y él se encargaría de que no desapareciera nunca más de su vista.

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Nota: Sé que quedó algo corto, pero mi único interés era hacer una especie de prólogo o intro, como prefieran. Haré lo posible por actualizar pronto

Ja ne