"— ¡VAMOS! ¡VAMOS TORTUGA! ¡MIRA, AHÍ ESTÁN, CORRE!
— ¡Fénix! ¡Espérame!
— ¡Apresúrate! ¡Ya casi empieza!
El pequeño potro, de ocho años aproximadamente, seguía escalando la ladera con dificultad, intentando llegar hasta su amiga. Esta se encontraba en lo alto de la pequeña colina, completamente emocionada, mirando al cielo. Finalmente, después de unos segundos logró llegar a la cima, con dificultad y con ayuda de la potranca, logró ponerse en pie exhausto para mirar al mismo tiempo como miles de dragones alzaban vuelo frente a ellos. Dragones de todos los tamaños y colores, agitando sus alas con furia para poder surcar los aires y emprender su viaje al otro lado del mundo, huyendo del verano. Las furiosas corrientes de aire, provocadas por las alas de los animales voladores, comenzaron a agitar las melenas de los dos potros, que miraban asombrados el evento del siglo. La emigración de los dragones árticos.
— ¡Son dragones! ¡Son dragones! ¡NO LO PUEDO CREER!— gritaba la pequeña yegua emocionada
— Sabía que te gustaría Fénix — dijo el potro a su amiga, ésta al escucharlo se arrojó a su amigo para darle un abrazo
— ¡Ha sido el mejor regalo de cumpleaños! ¡Gracias, gracias, gracias, gracias! ¡Te quiero!
La pequeña potra rompió el abrazo para seguir apreciando a los dragones, al menos la mitad de estos ya estaban danzando en el aire. El potrillo por su parte miraba a otro lado mientras se cubría el rostro sonrojado al haber sido abrazado. Cosa de críos.
— ¿No es maravilloso? — volvió a hablar la yegua, hipnotizada en el aire
— Sí, los dragones son criaturas asombrosas… — contestó su amigo recobrando la calma
—No me refiero a eso — corrigió la potranca sin despegar los ojos del cielo
— Míralos volar… vivir con la libertad de ir a donde quieran cuando quieran, sentir que el cielo es suyo… Yo quiero sentirlo también… quisiera tener un par de alas y poder volar a donde el viento me llevara… — la potranca miraba ahora el cielo con anhelo, mientras hablaba recostó su cabeza en el hombro de su amigo provocando que este se pusiera nervioso una vez más — Tu siempre consigues sorprenderme… ¿crees que podrías hacerme volar?
— jaja — el potro rio creyendo que era una clase de broma, sin embargo jamás escuchó la risa de su amiga. Cuando volteó a verla miró sus ojos suplicantes y se dio cuenta de que eso era más que una simple petición — ¿Es en serio?
—Tu siempre has podido lograr lo imposible… tengo fe en que un día lo lograrás, no me cabe la menor duda
— Pero eso es imposi…
— sshh… no te des por vencido sin antes intentarlo. Yo sé que tú puedes hacerlo… siempre lo haces, sé que algún día podrás hacer que los ponis vuelen… y entonces remontaremos el aire e iremos a donde queramos… tu y yo… los primeros ponis voladores… prométemelo…
— Yo… — el potro miró a su amiga, sabía que lo que quería era imposible, pero tan solo ver sus ojos tristes le partían el corazón. Y entonces, siempre… por tan solo verla feliz, hacía lo que fuera… sabía que podía entonces, de alguna loca manera, hacer que volara… — lo prometo Fénix… — respondió con una sonrisa
La pequeña yegua sonrió y se acurrucó en su amigo para ver como el sol absorbía a los dragones ahora muy lejanos. Y antes de dejar pasar más tiempo dijo casi en un susurro…
— sé que lo harás… nunca me has decepcionado… Pegaso…"
Las palabras retumbaron fuertemente en la cabeza del semental provocando que abriera los ojos al instante. Al principio ese sueño siempre lo agitaba demasiado, pero después de miles de años había aprendido a vivir con él. Así que ahora, cuando esas molestas imágenes visitaban su mente, solamente los reprimía y ya.
Decidió que ya había dormido mucho tiempo, así que se levantó pesadamente mientras bostezaba y estiraba sus patas. El sol ya se encontraba a la mitad de su camino para llegar a su cenit, fue por esto que cuando el semental miró por su ventana calculó que serían entre las 9 y 10 de la mañana. Había sido una noche pesada para él.
Se propuso salir a pasear, para ello tuvo que cruzar la mitad de su mansión y apreciar sus recuerdos, pinturas, esculturas y otras reliquias que había obtenido con el paso del tiempo. Muchas de ellas le traían recuerdos que lo ponían melancólico, así que si podía evitar verlos los pasaba de largo, aun así no se atrevía a deshacerse de ellos. Finalmente llegó a su enorme puerta para salir al exterior y respirar el dulce aroma del aire fresco, pero cuando abrió el acceso, la luz lo deslumbró, provocando que su campo de visión se distorsionara unos segundos. Al recobrarse pudo ver el panorama de todos los días. Kilómetros y kilómetros de nubes que se expandían por el horizonte, creando un enorme llano por el cual podía caminar o atravesar con completa libertad, lo que se le antojara.
Una vez afuera estiró sus alas para despertarlas. Al hacerlo se podía apreciar su gran tamaño. El enorme pony en si era grande, pero al tener las alas abiertas daba la impresión de ser aún más inmenso. El color de su pelaje era completamente blanco, sin ninguna sola mancha, su larga melena y su cola eran del mismo color, pero al ser bañado de luz parecía emitir un brillo plateado. Esta melena, al igual que la de las princesas del sol y la luna, se meneaban por su propia cuenta. Parecía estar hecha de nubes.
Sus alas, como ya había dicho, eran muchísimo más largas y gruesas que las de los pegaso promedio, incluso más grandes que las de la princesa Celestia. Sus plumas, blancas también, daban la impresión de ser las más suaves y resistentes no solo de toda Equestria, sino de todo el mundo y todas las especies. La envergadura de sus alas era resistente como el hierro y cualquiera que las observara sabrían que jamás podría ni siquiera osar intentar arrancar o romper alguna de ellas.
El semental siguió estirando sus alas, generando crujidos de sus huesos y pequeños quejidos de placer y relajación. Una vez terminados sus estiramientos recobró su compostura y plegó sus alas en su lomo, las cuales recorrían desde sus hombros delanteros hasta su flanco, cubriendo su Cutiemark, un par de alas plateadas de contorno negro.
Así pues comenzó a caminar, dejando su pequeña y humilde (más bien enorme) mansión atrás, cruzando su jardín principal y caminando hasta llegar a donde terminaba el claro. Ahora solo había nubes frente a él, pero eso no le preocupaba en lo mínimo. Piso con su casco delantero la suave superficie de la nube y se encimó en ella para seguir caminando en línea recta sin rumbo alguno. Cuando estuvo ya muy lejos echó una mirada atrás para ver su palacio y su montaña erguirse majestuosamente por encima de las nubes.
Siguió caminando pensando en que ese viejo palacio era muy aburrido y solitario, quizá otro pequeño viaje a Equestria en su forma de mortal lo distraería un poco. Tras meditarlo un rato pensó que sería bueno para él salir de la rutina, así que sin pensarlo más atravesó las nubes debajo de él, como si de una pila enorme de agua se tratara, y en el siguiente segundo se hallaba descendiendo en picada a la superficie terrestre.
Mientras bajaba observó el Monte Haven alzarse hasta tocar el cielo y, obviamente atravesarlo hasta el punto más alto, donde se encontraba su palacio. El lugar perfecto para ocultarse de ponis mirones e indeseables. Ningún mortal era capaz de subir a esa altura sin perderse o ser devorado por las fieras, ningún unicornio era capaz de sobrevivir a más de 10 mil metros, ya que a esa altura su magia dejaba de surtir efecto; y por último ningún pegaso podía traspasar la cubierta de nubes que él mismo había encantado. De todas formas los pegasos mortales no tenían la capacidad de llegar a esa altura en condiciones normales sin cansarse o perder el conocimiento por falta de oxígeno. En resumen era la localización perfecta para él, lejos de todo.
Después de algunos segundos de descenso comenzó a planear para detener su picada y poder contemplar la extensión de tierra. Miró a todos lados intentando decidir a donde ir. Otra cosa que lo diferenciaba a él y lo volvía único era el alcance telescópico de su visión. Sus ojos dorados funcionaban similares a los de las águilas, dándole una increíble capacidad de ver a la distancia. No por nada se había ganado el título "El ojo que todo lo ve".
Como era su costumbre al bajar a la tierra, lo primero en que se fijó fue en Canterlot. Fijó su vista en la ciudad suspendida en la montaña para ver que todo estaba en orden. Después echó un ojo al palacio real de Celestia.
— Reluciente como siempre Cely… — se dijo a sí mismo para seguir recorriendo con la vista el palacio y los alrededores. Muchos ponis iban y venían acarreados, tirando carretas o levitando objetos pesados y coloridos con magia. Algo estaba pasando y lo único que se le ocurría era una celebración — Muchos arreglos… ¿Qué celebrarán?
El semental siguió echando un ojo por los alrededores buscando algún indicio para adivinar de qué iba todo eso. Puestos de comida, juegos y un escenario enorme; globos blancos, globos plateados y miles de aros y dianas flotantes por el espacio aéreo. Seguramente habría una presentación de pegasos. Siguió mirando y encontró una mesa para la inscripción de una carrera, estandartes del imperio de Equestria y un par de pegasos sosteniendo un enorme espectacular, intentando colocarla a la entrada del jardín del palacio. Mientras los ponis lo colocaban, el contenido del letrero estaba fuera de su visión, pero en cuanto hubieron acabado se apartaron descubriendo lo que había en ella. Un par de alas plateadas y con contorno negro muy familiar. No tardó ni una sola milésima de segundo en reconocer la figura, pues la veía todos los días en sus flancos, las puertas de su palacio y miles de lugares más. Era su Cutiemark.
No se inmutó ni un solo momento, conocía muy bien esa festividad. Sin embargo jamás la había visto celebrarse en Canterlot junto a los ponis terrestres o unicornios. Siempre se hacía en Cloudsdale, una fiesta exclusiva de los pegasos.
Estuvo tentado de ir a Canterlot a ver más de cerca. Sin embargo, por un presentimiento, giró su vista hacia las afueras de Manehattan para ver como un poni color azul cielo y melena blanca corría desesperada, huyendo de un par de ponis matones que la perseguían sin razón aparente.
El semental enfocó su objetivo y comenzó a volar hacia él. Entre el Monte Haven, al este del Imperio de Crystal y Manehattan, al norte de Canterlot había una distancia abismal, sin embargo para él no suponía el menor problema. Agitó sus alas adquiriendo una gran velocidad con solo hacerlo una vez, pero no conforme siguió agitando sus alas acelerando cada vez más. En unos segundos iba tan rápido que una pequeña capa transparente se formó frente y alrededor de él, empujándolo en sentido contrario para evitar que fuera más rápido. Pero era inútil, las potentes alas de aquel poni eran invencibles y en tan solo 2 segundos después de su arranque había logrado igualar la velocidad del sonido, para que en el segundo tres hubiera ya atravesado la barrera, provocando un tronido seguido de una explosión y un aro dorado enorme expandiéndose detrás de él, justo en el lugar donde había dado inicio a su Rainboom y dejando un rastro de partículas doradas por donde pasaba.
Su vuelo era aún más rápido a cada segundo que pasaba. El semental tenía su vista fija en esa poni que escapaba desesperada y necesitaba ayuda, esto lo obligaba a apretar más el paso y aumentar su carrera aún más. El ambiente, la gravedad y todo lo que pudiera ralentizar al poni alado dejaron de surtir efecto sobre él. Era como si el aire obedeciera los deseos del pegaso para ayudarle y abrirle paso, disminuyendo la resistencia y como si la atracción del suelo se desactivara para él, dándole la ventaja de que no tuviera que luchar contra la gravedad.
Su velocidad era digna de un dios (prácticamente lo que él era). Llegó el punto en el cual una nueva capa elástica se formó a su alrededor. Similar a la capa del sonido que había roto hace dos segundos. Sin embargo esta era diferente, era más importante y mucho más difícil de romper, era la barrera del tiempo y el espacio.
El pegaso blanco no lo dudó ni un segundo, seguro de sí mismo no desaceleró y continuó intentando romper esa nueva barrera. Cuando sintió que era el momento adecuado cerró los ojos y ordenó en su cabeza (ya que al viajar más rápido que él sonido era imposible emitir ruido alguno) "Ábrete". En ese instante, ese pequeño campo sufrió una alteración. El aire comenzó a temblar y las pequeñas fibras del universo comenzaron a vibrar, abriendo una brecha por el cual el poni pudo pasar.
Una pequeña, pero estruendosa explosión, se generó al mismo tiempo que el pegaso desaparecía en el aire, y como única prueba de aquel prodigio que el semental acababa de realizar, una anomalía de luz danzante quedó suspendido en el aire.
En el segundo siguiente, a las afueras de Manehattan, un destello de luz, seguido de un rainboom cegó momentáneamente a cualquier par de ojos en diez kilómetros a la redonda que estuvieran viendo el cielo en ese instante y llamando la atención de quienes miraban a otro lado.
Era un espectáculo magnifico. La gente de Manehattan no había visto nunca un rainboom en la vida real, solo había escuchado historias sobre como un elemento de la armonía había logrado ejecutar tal legendaria hazaña. Y ahora, alguien más había logrado lo mismo, pero no podía ser el mismo poni. Quien conocía la historia, sabía que el rainboom que se había visto en Cloudsdale y una segunda vez en la boda real en Canterlot, era de los colores del arcoíris, sin mencionar el rainboom purpura de la nueva princesa. Este rainboom era dorado y con una estela plateada y reluciente. Todos miraban maravillados preguntándose ¿Quién habría realizado tal belleza?
El fenómeno no fue solo visible desde Manehattan, sino en todos los pueblos y ciudades a los alrededores y por ende, podía llegar a ser perceptible por los ojos más avispados desde Canterlot.
La Princesa Celestia paseaba por el jardín, vigilando y valorando el progreso de los preparativos de las festividades cuando se percató de un pequeño grupo de ponis mirando fijamente un punto en la lejanía. Con curiosidad se acercó a ellos.
— Mis queridos ponis ¿qué los tiene tan distraídos? La celebración será mañana y ya falta poco para tener todo listo… el descanso podrá llegar después…
— Su majestad… mire — uno de sus guardias que también estaba ahí señaló un punto frente a ellos. La princesa giró su cabeza buscando el punto señalado.
La sorpresa para la monarca no se dejó esperar. Ella, al ser alicornio, gozaba también de unos ojos prodigiosos, aunque menos desarrollados que le otorgaban más visión que los ponis normales y podía apreciar bien a que se referían. Desde Canterlot, de manera muy dificultosa debido a la bruma, apenas era posible ver el destello dorado expandirse.
— ¿Qué es eso princesa? — preguntó un poni temeroso
— Es… es… un rainboom… como el del elemento de la armonía… pero este es diferente… más grande…. — esta vez habló una pegaso hembra. Todos escucharon e identificaron lo que decía
— ¿Cómo es posible que exista un rainboom más grande que el de la armonía?
— ¿En dónde ha sido?
— No lo sé… en esa dirección solo están… Fillydelphia… Baltimare… Manehattan… y las montañas del norte… Princesa Celestia… ¿princesa?
Celestia se alejó del lugar calmadamente y con una sonrisa en los labios, subió las escaleras hasta sus aposentos y se miró en el espejo.
— ¿Qué estás haciendo aquí viejo semental? — Celestia contemplo su rostro con satisfacción — Es curioso que eligieras esta fecha para bajar… justo tenía planeado visitarte pronto…
— ¿Celestia ya viste…?
Luna entro por la ventana y se recostó sobre el cojín de su hermana para observarla.
— ¿Al cabeza hueca?
— Sí… ya lo viste. Entonces… irás a verlo…
— Quizá... ¿Quieres venir Luna?
— uff no — dijo la princesa de la noche a mitad de un escalofrío — no quisiera tener que escucharlos a mitad de… — se sacudió de nuevo — Quizá otro día… el tipo tiene suerte de que lo vayas a visitar. Él debería ser quien te visite, se la pasa solo en su palacio sin desear en absoluto compañía… Es un cascarrabias solitario que prefiere pudrirse en lugar de estar con quienes lo quieren… — Terminó Luna mirando el suelo e inconforme
— Sabes por qué no puede vivir con nosotras… — dijo Celestia con la misma nostalgia para ponerse en pie y acurrucarse con su hermana — pero estoy segura de que si pudiera hacerlo, tu y yo lo haríamos volver a sonreír…
— Ni siquiera me vino a dar la bienvenida cuando volví de mi exilio en la Luna
— Estoy segura que no está enterado de tu regreso aún, pero cuando lo haga verás cómo viene a felicitarte y a darte un regalo… — Luna sonrió, pero su expresión cambió al darse cuenta de algo
— ¿Fuiste a verlos? ¿Durante mi exilio…? ¿A los tres?
— Si — respondió Celestia secamente — Tuve que hacerlo
Ambas guardaron silencio durante un largo rato. Pensando, recordando, extrañando. Después de sus reflexiones, Luna volvió a la tierra.
— Está en Manehattan… lo vi desde el observatorio… ¿irás a buscarlo?
— No, lo esperare en el Monte Haven
— Hu… habrá diversión esta noche. Mucha suerte Celestia. Le mandas mis saludos
Luna se levantó y salió de la habitación para regresar a su observatorio. Por su parte Celestia regreso a su espejo riendo.
En otro punto de Equestria, minutos antes, justo después de que el rainboom se produjera, el pegaso blanco volaba bajando su velocidad e inhibiendo sus habilidades para desplazar el aire y la gravedad. Miró atrás para cerciorarse que la brecha que había abierto para viajar de los reinos del norte hasta Manehattan en unos segundos se cerrara correctamente. Cuando el pequeño agujero en el espacio se cerró, el enorme pegaso blanco buscó a la poni azul que necesitaba socorro.
En ese momento, la poni azul corría a través de un campo despejado y libre. Sus perseguidores le empezaron a acortar la distancia aprovechando la potencia que sus patas de semental les ofrecían. Finalmente, después de unos segundos, uno de los potros logró darle alcance, y de un salto tacleó a la yegua, provocando que ambos rodaran por el suelo.
— La tengo Bull… — dijo el poni que tenía sometida a la yegua en el suelo
— Bien hecho Ying… esta yegua es rápida… — le contestó
— Vaya que si… pero no hay aún poni que pueda escapar de los hermanos Bull-Ying jajaja
— Muy bien desgraciada… pagarás por rechazarme ¡A mí! ¡El semental más codiciado de todo Manehattan! Nadie le dice que no a una cita con Bull…
Los ponis comenzaron a empujar y a golpear a la yegua sin piedad. Sus risas y burlas eran más lastimeros que el daño físico que le causaban. Las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos y su esperanza de escapar ilesa se había esfumado. Cuando su esperanza se alejaba vio una luz sobre ellos. Un destello dorado que los enceguecía y la sombra de la silueta de un enorme pegaso.
Los hermanos Bull-Ying se quedaron congelados ante tal panorama mientras finalmente la luz se fue atenuando.
— Se creen muy sementales maltratando a una yegua… — habló Pegaso con una voz apacible y suave.
Cuando bajó a tierra la luz se desvaneció y se pudo apreciar su ser con detalle. El par de ponis se quedó con la boca abierta al ver el enorme tamaño de aquel semental, cuando ellos siempre se habían considerado altos.
— ¿Quién eres tú? — preguntó un temeroso Ying
— Nadie importante — contestó acercándose a ellos
— No te tengo miedo — amenazó esta vez Bull
— Por tu bien deberías…
Bull se arrojó en contra del enorme semental, sin embargo este solo agitó su ala derecha para hacerlo retroceder con la fuerza del aire.
— ¡Hey! ¡Nadie le hace eso a mi hermano!
Ying levantó a su hermano y juntos arremetieron una vez más contra el pegaso. Pero éste lejos de inmutarse solo saltó para quedar detrás de ellos y con sus fuertes patas traseras los pateó para arrojarlos a lo lejos.
Los hermanos Bull-Ying cayeron pesadamente sobre un poso de lodo. Ambos se pusieron de pie adoloridos y quejándose. El pegaso blanco se acercó a la yegua que ahora descansaba en suelo. Un pequeño hilo de sangre bajaba por su frente.
— ¿Estás bien? — La yegua asintió muda por la impresión — ¿Es por mi tamaño? — preguntó nuevamente al ver el asombro de la yegua. Esta asintió nuevamente.
El pegaso estiró el casco para ayudarla a levantarse, pero antes de que la yegua pudiera darle alguna palabra de gratitud la tierra comenzó a vibrar.
El lodo en el pozo donde los hermanos Bull-Ying habían ido a parar se meneaba y saltaba. Los hermanos asustados sintieron que algo se movía a sus pies, así que con toda la desesperación justificada salieron corriendo de ahí.
En el siguiente segundo un rugido enorme llenó el aire, llamando la atención de todos los ponis en las afueras de Manehattan. Una enorme hidra surgía del suelo. Los ponis cerca corrieron a la ciudad en busca de refugio. El semental blanco sabía lo que tenía que hacer, así que levantó a le yegua del suelo y le dijo:
— Vete
La poni hizo caso de inmediato y corrió junto a los demás. El pegaso corrió en dirección contraria para enfrentar a la hidra.
Desde la ciudad todos veían al pegaso blanco luchar fieramente contra la hidra y para sorpresa de todos, ver cómo lograba hacerla retroceder. Todos se preguntaban quién era ese pegaso, claro que a esa distancia su tamaño no se percibía.
La batalla no duró mucho realmente. El pegaso solo mordía o pateaba las cabezas de la hidra y sus patas para hacerla retroceder hasta que finalmente la condujo hasta la orilla de la ciudad. Obligándolo a caer al mar y alejarse del asentamiento. Cuando lo hubo hecho todos los ponis testigos gritaron y vitorearon ante el triunfo, pero esto duró poco. Un grito se produjo entre la multitud y pronto se apartaron todos los ponis dejando ver a los hermanos Bull-Ying tirados en el piso con un aspecto verdoso y emanando espuma por la boca.
El pegaso vio todo desde el aire con su visión mejorada y supo lo que pasaba. Las hidras eran venenosas, y en algún momento sin darse cuenta debieron inhalar el gas tóxico o ser mordidos por alguna cabeza.
No había nada que hacer, él lo sabía perfectamente. Los ponis alrededor de los desdichados temblaban de miedo y terror. Eran una raza pacífica y era demasiado raro ver esa clase de situaciones. No existía guerra ni conflictos ni ninguna otra circunstancia que produjera muertes, por lo que ver ese par de cuerpos inanimados causaba mucho revuelo.
El pegaso había acabado su tarea allí. Giró en el aire y voló en dirección a su castillo, completamente frustrado. No había podido salvar a todos, el par de bravucones había muerto y eso lo hacía sentir inservible. Su tarea no era realmente cuidar el orden y salvar ponis, pero él creía que si tenía la posibilidad, las habilidades y el poder de ayudar entonces tenía la obligación de hacerlo.
Completamente deprimido re-emprendió vuelo al norte, al Monte Haven, pero esta vez no tenía ánimos de usar sus habilidades para llegar al instante. Quería volar tranquilo y en soledad para lamentarse. Su día de paseo en la tierra no había durado ni una triste hora.
La mañana y la tarde transcurrieron con normalidad, llegó al pie de su montaña cuando el sol estaba cerca de guardarse. Aún sin ánimo subió a la cima ayudado de sus potentes alas para volver a ver su ya familiar palacio solitario y el llano de nubes alrededor que ocultaba su castillo.
Inició una lenta caminata a las enormes puertas y después a su habitación. En el camino no pudo evitar ver una reluciente armadura dorada en el vestíbulo. Se acercó para leer su inscripción. "Al Señor del cielo. El primer poni alado" Era la armadura estándar de un pegaso, solo que esta era más grande. Siguió su camino hasta sus aposentos y antes de entrar vio una vitrina más. Una muy especial que se encontraba en un pasillo contiguo que terminaba en ningún lado. Entró en el pasillo y llegó al final donde se guardaba, dentro de una cúpula de cristal, una pluma larga y roja. La pluma emitía un brillo incandescente propio, como si se estuviera quemando, y parecía no corroerse con el tiempo. Levitaba delicadamente unos centímetros sobre el pedestal y en medio de la cúpula de cristal. Pequeñas partículas de ceniza y chispas de fuego se desprendían y saltaban de la pluma para consumirse a si mismas en el aire. El pegaso miró la pluma con nostalgia y retorno a su habitación. En la inscripción de la cúpula se veía esta leyenda "El nacimiento del Ave Fénix".
Cuando llegó a la puerta de su habitación notó que esta estaba abierta, sin preocuparse mucho ingresó para buscar a su invitado sorpresa. Pero al principio no parecía haber nadie, paseó su mirada por todos lados hasta que finalmente encontró, en una pequeña mesa junto a la chimenea, una corona dorada. Al reconocerla su corazón se agitó.
— Creí que no llegarías hoy… — Escuchó una voz familiar desde su balcón. Comenzó a caminar en esa dirección para ver entre las cortinas a la monarca del sol mirando el horizonte.
— Celestia… no te esperaba aquí hasta dentro de… cien años quizá…
— Decidí adelantar un poco las cosas… — El cuerno de la princesa brillaba y el sol en el horizonte comenzaba a ocultarse
— Puntual como siempre… — comentó el pegaso al percatarse de lo que hacía
— El sol no debe estar fuera de su lugar más tiempo del que establecimos… puede desajustar las cosas… debo guardarlo a tiempo… — terminó diciendo mientras el sol desaparecía para darle paso a la noche y a las estrellas. Apagó su cuerno y se dio la vuelta para encarar al semental.
— ¿No va a sacar la luna, princesa?
— No, de eso se encarga mi hermana…
— Vaya, así que la princesa Luna ha regresado… — dijo el semental con auténtica sorpresa
— Sí, y está muy enojada de que no la hayas ido a visitar ya…
— Jaja lo haré muy pronto mi dama
— Tu dama ¿he?... — dijo Celestia acercándose al semental con una mirada pícara. El semental era más alto que la mismísima Celestia. Entre diez y veinte centímetros más, el cuerno de Celestia alcanzaba la frente del semental.
Celestia adoraba que al menos había alguien a quien pudiera ver hacia arriba. Pasaba tanto tiempo viendo a sus guardias, sus súbditos, su hermana y su sobrina hacia abajo que se acostumbraba a ser el poni más grande de Equestria. Pero eso no valía con él, mirarlo directamente a los ojos provocaba que se sintiera pequeña.
— No la he invitado a cenar aún… — dijo el poni alado bromeando
— Adelante, invítame…
— Celestia monarca del Sol ¿me haría el honor de ser mi invitada especial esta noche? —dijo haciendo una reverencia
— El honor será todo mío Pegaso… Señor de las criaturas aladas — Celestia imprimió cierto tono de respeto y orgullo. Pero el semental solo dibujo una extraña sonrisa, llena de nostalgia
— Quizá debería decir… Pegaso, Señor olvidado de los seres alados que ignoran a su monarca — había un deje de amargura en su tono, Celestia solo lanzó una pequeña risa divertida
— Parece que la soledad os ha amargado un poco ¿Qué tal si me dejas darle un poco de luz a tu vida? — dijo la yegua poniendo un casco sobre su mejilla
— Que va… ya hemos hablado de esto, yo siempre he sido un viejo amargado…
— No tan viejo… luces igual de joven que yo
— Quizá… pero tomando en cuenta que tengo varios siglos más que su majestad… Que me vea igual de joven que usted, no significa que lo sea… Recuerde que yo la vi nacer, incluso cuide de usted y de su hermana cuando eran potrancas…
— Nosotros ya no tenemos edad Pegaso — dijo Celestia fríamente mientras se alejaba del semental, dándole la espalda — Estamos atrapados en este eterno viaje con la estúpida bendición de ser inmortales... Dejaste de ser mayor que yo cuando dejaste de envejecer, ya no puedes decir que eres mucho más viejo que yo… No hay razón para que tú y yo no podamos…
— Argo — el semental se dirigió a una gran ave blanca que se encontraba en una esquina, interrumpiendo a Celestia. Ella sabía que lo hacía a propósito, así que solo resopló resignada. Siempre que estaba a punto de decirle aquello tan importante, él la evadía. — Por favor, se tan amable de preparar la cena para mi invitada especial, la Princesa Celestia y para mi
El ave extendió sus alas y voló hasta el suelo frente a Celestia. Después de eso hizo una reverencia y salió agitando sus alas por el balcón. Celestia sonrió, por la ventana se podía ver el cielo estrellado, la luna ya estaba en su viaje a través del firmamento.
— Debes enseñarme a entrenar a Filomina así — bromeó la princesa
— No los entreno — respondió — ellos solo entienden lo que les digo... y lo hacen majestad…
— Puedes dejar de llamarme majestad Pegaso…
— La veo una vez cada… algunos siglos… no deseo faltarle al respeto. No quisiera que se llevara una mala imagen de mí durante los próximos cien años, y que no pueda reparar mi error hasta entonces…
— Durante mucho tiempo estuve esperando tener cualquier excusa para poder hacerte una visita… por fin la tengo y no quiero desperdiciarla con formalidades y protocolos ¿A caso ya no somos amigos?
El semental sonrió. Se dio la vuelta y caminó hasta la mesa de noche, tomó la corona de Celestia con sus dientes, procurando no generar ni un solo rayón, y se dio vuelta. Contemplo a la yegua que estaba de pie a mitad de su habitación. Con su nebulosa melena suelta y libre de adornos, danzando con energía bajo la luz de las estrellas. Su fleco cubría su ojo izquierdo, pero la mirada en su otro ojo era penetrante, atractiva. No cualquiera tenía el valor de mirar a la monarca del sol directo a los ojos, pero él tenía ese privilegio. Al hacerlo descubría un mundo de sentimientos intocables, inalcanzables, pero a la vez tan cerca de él. Ella tenía al sol en su mirada.
Contemplarla ahí, firme e imponente, pero a la vez frágil y vulnerable era maravilloso. De forma inconsciente adoraba sus repentinas visitas. Hacían que esperar cientos de años valiera la pena.
Él no lo aceptaba, de lo contrario, se lo negaba a sí mismo. Pero en el fondo de su ser, estar junto a Celestia lo inundaba de paz. Su morada era tranquila pacifica, nunca tenía disgustos o percances. Vivía en una aparente utopía, pero la soledad siempre se cernía sobre él, y cuando ella aparecía, se llenaba un hueco enorme en su corazón, que había sido vaciado mucho tiempo atrás.
Era terrible la mañana siguiente, cuando ella tenía que partir forzadamente y él debía permanecer en su palacio o rondar Equestria como vagabundo, sin la posibilidad de visitar Canterlot y concretar una cita con la princesa monarca del sol. Levantaría sospechas además que no lo tenía permitido.
De cualquier forma, el tiempo que pasaban juntos era disfrutado al máximo, pero era solo eso. Tiempo juntos, una vez cada dos o tres siglos, jamás suficiente para ser nada, más que una ilusión y decepción, en un ciclo sin fin, repitiéndose una y otra vez. Disfrutando y sufriendo, una y otra vez.
El semental comenzó a caminar en dirección a Celestia. Esta estiró sus alas. A simple vista a cualquiera le podían parecer completamente blancas sus plumas y su pelaje, pero a aquellos que se les permitía estar lo suficiente mente cerca de la monarca descubrían que este era en realidad de un tono rosa, demasiado tenue que rosaba el blanco, creando esa perspectiva.
Siguió avanzando, ella sonriendo al frente, con su crin arcoíris y su curveada figura. Su belleza era una obra de arte, esculpida por los cascos más delicados de los dioses, digna de ser plasmada en un retrato. Pegaso llegó frente a ella, cruzando sus miradas la contempló como siempre lo había hecho.
No tenía ante él a la monarca del sol. A la gobernante de Equestria. No era la realeza ni la elite. No era la Princesa Celestia, alicornio, guerrera firme y frívola. Intocable y llena de sabiduría. Quien estaba ahí esa noche era simplemente Celestia, la yegua. Humilde, con sentimientos y delicadeza. Fina y femenina. Buscando a alguien que la quisiera y la tratara amablemente, alguien que fuera sincero y a la vez que ella pudiera ser sincera, como con su hermana. Su sobrina Cadance o su alumna Twilight, incluso con ellas, debía mantener cierto lineamiento. Ser la monarca ejemplo de todos, actuando como tal y cumpliendo sus deberes.
Con Pegaso eso no importaba. Podía ser la monarca responsable y a la vez podía ser ella misma sin el temor de ser reprochada. Una vez cada muchísimo tiempo podía olvidarse de sus amados súbditos y simplemente pensar en ella. Atreverse a soñar, desear cosas y anhelar otras más. Sentirse querida e importante no por el hecho de llevar una corona, si no solamente por ser ella. Sentir el calor de un cuerpo, poder sentirse pequeña ante un semental, sentir la necesidad de ser protegida y acogida entre el regazo de alguien porque, la poderosa monarca protegía miles de vidas de las amenaza pero ¿Quién la protegía a ella? No lo necesitaba, nadie era capaz de protegerla, solamente él.
Sus miradas seguían unidas, reforzando ese vínculo oculto. Tenían temor de quererse de aquella manera, así que ambos mantenían sus verdaderos sentimientos reprimidos, engañándose a ellos mismos. Celestia conocía su sentir, pero lo consideraba inapropiado. Pegaso ignoraba sus pulsiones, sus propios fantasmas le impedían darse cuenta de lo que sentía.
Era un vicio, un círculo que les daba esperanza y los ayudaba a seguir adelante. Pero a la vez era un tormento que los hacía sufrir el tiempo los días siguientes que se separaban. Después se acostumbraban a la ausencia del otro durante varios siglos hasta que llegaba la hora de volverse a encontrar y repetir el ciclo.
El semental cambió el agarre de la corona de su boca a su casco para poder hablar, sin embargo no pudo decir nada. Continuó deleitándose con la mirada violeta de la dama. Pero decidió no perder más el tiempo, a la mañana siguiente tendría que partir, a levantar el sol y cumplir sus deberes reales. Irse para no verla más en mucho, mucho tiempo.
— Tienes razón — logró articular las palabras — no importa cuánto tiempo pase, ni cuantas coronas uses — dijo poniendo la misma en su cabeza, recogiendo su cabello. Este había cambiado su forma, ya no danzaba ni se arremolinaba en vida propia. Ahora se encontraba firme y estático, como cualquier otra crin. Celestia podía hacer que su cabello cobrara vida o no cuando quisiera — supongo que nunca dejarás de quererme… ¿pero sabes? Tu para mí siempre serás mi bella dama… mi princesa. Celestia…
No pudo más. La yegua sujetó la nuca del semental con su casco y unió sus labios suavemente con los suyos en un delicado beso. Tranquilo y apacible, Pegaso no opuso resistencia y el beso fue creciendo en intensidad y pasión. Celestia ya casi había olvidado aquella sensación que le provocaba el corcel. La hacía sentir indefensa y estremecerse desde la punta de su cuerno hasta el último cabello de su cola.
Por su parte Pegaso no se resistía al dulce aroma de la yegua, lo embriagaba y lo sumía en una sensación de éxtasis. Hasta que Celestia rompió el beso, jadeante y acalorada. Un ligero rubor cubría sus mejillas, y podían sentir la temperatura subir en sus orejas.
— Al diablo — dijo Celestia divertida— esta noche no soy ninguna princesa… — quitándose la corona la arrojó lejos, sin despegar la vista del semental. Este solo sonrió, la yegua lo abrazó y se aferró a él, reanudando el beso, bailando una danza de amor, enciendo su pasión, una pasión que hacía mucho tiempo, se había quedado guardada…
Las horas habían pasado. Celestia había llegado al atardecer al palacio en el cielo, ahora era casi media noche. Ambos, la dama y el caballero, se encontraban ahora en un gran comedor. Celestia vestía un lindo pero sencillo vestido casi translucido, la tela era delgada y adornada con pequeñas figuras del sol, que brillaban como si fueran pequeños diamantes amarillos. Un girasol, sacado de quien sabe dónde, adornaba su cabello, dándole una apariencia fresca y relajada.
Pegaso vestía una capa azul rey, sin adornos o agregados extras y voluminosos. Nada, solo la túnica azul, lisa y brillante. De haber tenido estrellas y un sombrero exuberante con cascabeles, Celestia habría jurado que se parecía a Starswirl de joven.
Estaban sentados a ambos extremos de una mesa larga, con manteles blancos y un gran banquete disponible. Lleno de manjares de margaritas o pasteles de remolacha, estofados de heno y algunas que otras yerbas silvestres fritas, además de deliciosos cocteles de frutas y ensaladas. Una cena digna de la realeza.
— Dígame majestad ¿hay algo que quiera tratar conmigo esta noche? — dijo Pegaso recuperando su tono formal, solamente para indicarle a Celestia que si tenía algo serio de qué hablar, ese era el momento
— Bueno, ahora que lo mencionas si… tu legado empieza a debilitarse una vez más — Celestia encendió su cuerno. El semental fue inundado con una visión de un pegaso grande y musculoso de ojos rojos, pero a pesar de su complexión, sus alas no eran más grandes que las de un bebe. La visión terminó y Celestia miró a los ojos al semental — Su nombre es Bulk Biceps…
— Sé quién es… Casi no tiene alas… la siguiente generación nacerá sin ellas… — dijo el semental pensativo — quieres que vaya a renovar la línea de sangre…
— Sí. Es necesario… y pensé que esta sería una excelente fecha para hacerlo…
— ¿lo dices por El festival de las Alas Plateadas y el Torbellino de Fuego?
— Sí… he venido a invitarlo cordialmente mi señor…
— No sé si quiera ir a un evento así… — dijo el semental abandonando el tono formal
— ¿Una fiesta en tu honor? Se ve que a pesar de los años la humildad no te ha abandonado… — ambos rieron, pero después el semental guardó silencio con una expresión reflexiva.
— Todo en esa fiesta me recordará lo que paso…
— A veces es mejor olvidar, pero otras veces es mejor recordar qué es lo que te hace ser lo que eres… — pegaso bufó divertido ante el comentario.
Celestia, Luna y él se habían vuelto criaturas muy sabias debido al tiempo que habían vivido, pero ahora pareciera que su sabiduría lo hubiera abandonado y lo dejara ver como un potrillo infantil, a mitad de un puchero. Finalmente decidió acceder para no parecer inmaduro.
— Está bien Celestia… iré…
La princesa sonrió y le giño el ojo. La cena siguió con normalidad, hablando de las miles de cosas que habían hecho durante los siglos que no se habían visto. Celestia le contó sobre la nueva princesa, la armonía y los sucesos amenazantes. Pegaso escuchaba con terror, tantas cosas que pasaban abajo y él solo podía enterarse. Tenía prohibido interferir, y eso lo frustraba muchísimo. Cuantos problemas se hubieran evitado los ponis solamente con su ayuda.
— No podías hacer nada… o él hubiera aparecido…
Decía Celestia, tratando de tranquilizar al semental. La noche siguió en calma y disfrutaron cada segundo que tenían. A la mañana siguiente partirían ambos a Canterlot, marcando el final de su encuentro, porque aunque estarían juntos durante el festival, Celestia tendría que volver a ser la monarca del sol. Comportarse como tal y cumplir sus obligaciones, hablar con sus súbditos y no iba a tener tiempo de estar con él. Además de que eso levantaría rumores entre los ponis ¿Quién era aquel semental que paseaba con la princesa del sol?
A la mañana siguiente, Celestia despertó temprano. Se sorprendió de no ver junto a ella en la cama a aquel corcel de pelaje reluciente. En cambio, este estaba en el balcón, mirando cómo la luna se escondía por el horizonte.
La princesa se levantó, caminó hacia él y lo abrazó. Encendió su cuerno y comenzó su ardua tarea de levantar el sol.
— Estas pensando en ella… — dijo Celestia con pesar
— Yo... — su voz sonó fragil. Celestia sintió temor durante un instante, no quería verlo triste — ...No suelo hacerlo ya desde hace algunos siglos. Pero este sitio es muy solitario — Celestia no soltó al semental. Al contrario lo abrazó más fuerte — si no me ocupo en algo empiezo a recordar todo... Y no son recuerdos bonitos... No sólo pienso en ella. Pienso en todo. En que mis errores merecen algo peor que solo esta horrible soledad...
— No digas eso, nadie merece vivir de esta forma...
— No merezco amar de nuevo... Y no merezco ser amado — una solitaria lágrima resbalaba por el rostro del pegaso — Me persigue implacable la sombra del pasado ¡Y no se como liberarlo! — el semental piso con fuerza. Su voz llena de frustración.
— Shh... — Celestia acarició al pegaso durante un largo rato mientras terminaba de subir el sol — sentir dolor esta bien... Un corazón que duele, es un corazón que esta vivo...
— Es horrible Celestia...
— Pero ahora yo estoy aquí...
— ¿Por cuanto tiempo? Las horribles memorias no pararán de venir...
—Quisiera poder aliviar tú dolor, pero solamente tú pudes hacerlo...
Pegaso ya no respondió. A Celestia le dolía verlo así. Después de un largo rato de observar el orizonte en silencio juntos, Celestia inició una conversación.
— ¿Estás listo?
— Sí, creo que lo estoy…
— Solo hay un detalle
— Ya lo sé Celestia… soy una leyenda… no puedo simplemente aparecer así de la nada…
— No sé cómo reaccionarían mis ponis al ver un enorme pegaso pasear por ahí… sería mejor que te vieran como un pegaso cualquiera…
Pegaso entendió lo que Celestia le quería decir. Con un gesto le indicó que retrocediera y estiró sus enormes alas en su totalidad.
— He aquí Celestia… la prueba de que no se necesita un cuerno para hacer magia…
— Eso quedó demostrado anoche en la cama... — dijo la yegua sonriendo
El pegaso le guiñó el ojo mientras su cuerpo se cubría en un destello, pequeñas plumas de luz se desprendían de su cuerpo y se desintegraban en el aire. Celestia sonrió ante tal comentario. Poco a poco el tamaño del pegaso fue disminuyendo hasta adquirir el tamaño promedio de un poni normal.
— ¿Qué tal?
— Me gustabas más cuando eras alto… pero está muy bien. Eres tú, pero a la vez no… me gusta. Ahora solo hay que solucionar este problemita — dijo golpeando el trasero del pegaso
— ¿La Cutiemark? No creo que nadie se fije en eso…
— Despertaría muchas sospechas ver un pegaso con una Cutiemark igual a la insignia del festival
— ¿Y qué sugieres? No hay manera de alterar una Cutiemark
La princesa Celestia miró al poni con una sonrisa burlona.
— Tengo alguien que te podrá ayudar…
— Genial… estaba pensando… ¿Qué tal si nos tomamos otro día libre? — dijo Pegaso, volviendo a su forma original y acariciando la mejilla de Celestia
— El festival no será hasta mañana... — pensó Celestia — ¿Por qué no?
Luna vigilaba la noche con su telescopio. Todo era paz y tranquilidad, los ponis en el jardín comenzaban a retirarse. Todo estaba listo para el festival. Luna en parte estaba emocionada y en parte no, no era que le gustaran las festividades mucho, pero esa en especial (después de la Nightmare Night) le gustaba mucho. Siguió concentrada en vigilar su noche y mover las estrellas para hacer nuevas constelaciones, hasta que llegó la hora de guardar la luna. Vio a lo lejos como el sol empezaba a escalar en el cielo, con un fulgor que solo aparecía cuando Celestia se encontraba de muy buen humor.
— Parece que tuviste una noche divertida hermanita…
La princesa Celestia no había aparecido en todo el día. Eso era poco usual, pero Luna la encubrió muy bien diciendo "la princesa Celestia tuvo un viaje diplomático urgente. Estará aquí para el festival" Todos parecieron conformes, nadie se atrevió a preguntar más.
Sin embargo, el día comenzaba a terminar y ella no daba signos de querer aparecer. El sol empezó a descender a tiempo, lo que significaba que ella estaba bien. Luna cumplió su tarea y se dirigió al observatorio, a hacer lo que más adoraba.
Fue interceptaba a mitad del camino por un guardia que traía la notica del regreso de la princesa del sol. Aliviada continuó su camino, ya hablaría con ella más tarde. Ahora quería preparar el firmamento para el festival de mañana. Deseaba mostrar un cielo hermoso e infinito, lleno de constelaciones y maravillas nocturnas.
Inició su labor observando el cielo e imaginándose cómo se vería mejor, qué nuevas figuras formar y cuales remover. Con su magia había empezado a jugar con ellas.
— ¿vas a desintegrar al viejo Orión? — La princesa escuchó una voz a sus espaldas.
Cuando se giró a revisar quién era vio a un pegaso en el extremo opuesto de la terraza. Vestía un uniforme de los Wonderbolts y miraba el cielo entretenido.
— ¿Quién eres tú?
— Lo siento su majestad — respondió con una reverencia — debe ser el uniforme...
El pegaso comenzó a caminar hacia la princesa al mismo tiempo que su cuerpo se inundó de luz y su tamaño crecía. Pequeñas plumas hechas de luz se desprendían como partículas danzante en el aire para desintegrarse segundos después. Luna sintió un poco de miedo, pero en un segundo, el potro flacucho se había transformado en un enorme semental con alas.
— ¡Pegaso! ¡Eres tú!
La princesa se lanzó en un abrazo enérgico hacia el potro alado, cosa que era muy raro en ella, sin embargo había pocos ponis con los que pudiera ser afectuosa. Pegaso correspondió el afecto abrazándola con sus alas también.
— Me enteré que volviste Luna… eres una mala amiga… no me fuiste a visitar
— Pero si eres tú el que se olvidó de mí… yo no sé cómo llegar a tu palacio escondido
— jajaja lo sé, lo siento Luna… debería pasearme por aquí más seguido… pero mírate, te ves igual de seria que siempre… diviértete más
— Lo intento… pero a veces nuestros deberes son muchos…
— Me imagino — respondió el pegaso volviéndose a transformar en un potro de estatura promedio
— ¿Qué es ese atuendo, Pegaso? — preguntó la princesa cuando el uniforme de los acróbatas reapareció sobre él
— Celestia me convenció de asistir al festival. Y no podían ver mi Cutiemark o mi grandeza… así que este es mi disfraz para pasar desapercibido…
— ¿Desapercibido? ¿Cómo Wonderbolt? Hubiese sido mejor que vinieras como tú mismo… tenías más oportunidad de ser no visto…
— Jajajaja… tenía que elegir entre un Wonderbolt o un traje de gala… y odio los trajes de gala… además, es solo el uniforme de recluta, nadie querrá saber nada de mí
— Tienes razón en eso… Bueno, podremos disfrutar del festival juntos…
— Sí, aunque la mayoría del tiempo estaré al cuidado de una tal Twilight Sparkle…
— La nueva princesa… Bueno, esperemos que todo salga bien.
Luna y Pegaso se despidieron después de una gran charla y cada uno se retiró a su respectiva alcoba. Pegaso se quedó en un cuarto especial para él en el palacio, aunque claro, había levantado la curiosidad de la guardia y la servidumbre. Y durante la noche, lejos de la vista y sospecha de todos, se había escabullido por la ventana hasta los aposentos de la Princesa del sol. Quien lo esperaba con ilusión. La fénix de la Princesa había saludado al semental con afecto cuando este apareció volando por el balcón.
Al día siguiente todos se levantaron muy temprano para terminar los preparativos. Por su parte la princesa Celestia había citado a todas las princesas y a los elementos para presentarle al invitado de honor.
Twilight Sparkle y sus amigas se dirigían al trono para recibir a este famoso pegaso súper importante. En el camino hablaban sobre todas las cosas divertidas que harían en el festival. Sin embargo Rainbow Dash tenía una cara de pocos amigos.
— Rainbow… ¿Qué tienes? ¿Sigues molesta por el rumor del nuevo pegaso que logró el rainboom?
— ¿O es acaso porque este año no se celebró el festival en Cloudsdale? — preguntaban las yeguas a su molesta amiga
— Vamos Rainbow, no seas egoísta ¿No te alegra que nosotros, los ponis que no somos pegaso podamos asistir para aprender sobre sus fiestas y tradiciones?
— No es eso, claro que me alegra que ustedes puedan celebrar con Fluttershy y yo… pero por otra parte, este festival se celebra en honor de Pegaso… nuestro ancestro… El primer poni alado que surcó los cielos. Es una celebración que no tiene nada que ver con los ponis terrestres ni los unicornios…
— Bueno… — dijo Twilight — según la leyenda de Pegaso, el poni alado, tu raza Rainbow, nació al mismo tiempo que la de los unicornios y de la misma manera… por lo tanto es una festividad que concierne tanto a los pegasos como a los unicornios. Es por eso que este año la princesa Celestia decidió hacer el festival en Canterlot, para que los unicornios también conozcan la historia y sepan de sus raíces.
— Yo no tengo problema de celebrarlo en Canterlot — comentó Fluttershy ganándose una mirada de desapruebo de la poni arcoíris.
— Quizá tengas razón Twilight… Los unicornios tienen mucho que ver con la leyenda, pero aun así… nos están arrebatando nuestras costumbres… ¿Qué sigue después, Ponis terrestres haciendo copos de nieve o moviendo nubes?
— ¡Eso sería muy divertido! — gritó alegre Pinkie
— Espero que al menos sepan apreciar las festividades como nosotros los pegasos lo hacemos— dijo Rainbow rendida
Las chicas asintieron y rieron hasta que por fin llegaron a la puerta de la sala del trono. En ese instante, Rainbow que había estado volando durante todo el trayecto se detuvo en seco. Sus alas azules dejaron de aletear al instante y regreso al suelo para quedarse pasmada mirando al frente.
Las chicas la miraron raro, pero después se percataron que Fluttershy se había quedado paralizada de forma similar a la de Rainbow a la misma distancia de la puerta.
— ¿chicas están bien? — preguntó la vaquera
— Es… es hermoso… — dijo Fluttershy mientras una lagrima recorría su mejilla
— ¿Qué es hermoso? — preguntó la yegua rosada mientras miraba a todos lados
— De pronto me siento muy feliz y fuerte… — dijo Rainbow esta vez con una sonrisa autentica
— Es… es como si acabara de levantarme y tomado un relajante baño de aromas… — Fluttershy comentó con alegría
Las chicas miraron aún más consternadas a sus amigas ¿Qué les habría picado?
— ¿Saben chicas? Ahora que lo pienso… es realmente 20% más genial las festividades ahora que todas estaremos juntas…
— Estoy segura que la princesa nos espera ¿entramos?
El par de pegasos alzaron vuelo y con una sonrisa perturbadora en el rostro empujaron la puerta para ingresar. Las cuatro restantes las siguieron sin comprender que pasaba.
En la sala del trono ya eran esperadas por la princesa Luna, Celestia, Cadance, Shining Armor y un pequeño pegaso desconocido. Todos admiraban un ave blanca, parecida a un fénix que estaba en el casco del desconocido. Las chicas cruzaron el salón hasta llegar ante las princesas e hicieron una reverencia que fue contestada. Después de los saludos emotivos y los abrazos la princesa Celestia tomó la palabra.
— Mis queridos ponis, Princesa Twilight, Princesa Cadance, Princesa Luna y Príncipe Shining Armor. Los he citado aquí para una cuestión de alta confidencialidad. Es imperativo que lo que conocerán en este instante no salga de esta sala.
— Con cerrojo o si no arrojo un pastelillo a mi ojo — se apresuró Pinkie a hacer su juramento. Las demás repitieron con risitas. Nadie aún prestaba mucha atención al pegaso vestido de Wonderbolt
—Bien. Como ya sabrán, dentro de poco darán inicio las festividades del día de las Alas de Plata y el Torbellino de Fuego, pero antes quisiera presentarles a un amigo muy especial…
Pegaso finalmente se puso en pie y dio unos pasos al frente para llamar la atención de todos. El ave alzó vuelo y se posó lejos sobre una columna.
— Hola — dijo con un saludo y una voz muy inocente
— ¿Este enclenque quién es? — Rainbow Dash había hecho su aparición enfrente del potro, examinándolo y cuando vio el uniforme de los Wonderbolts se indignó — ¿por qué trae el uniforme oficial de los Wonderbolts?
— ¡Rainbow!… no sabes la sorpresa que me llevé al saber que tú eras la lealtad… pero no me sorprende, eres una ejemplar rápida — comentó Pegaso interesado en la yegua cian
— ¿ejemplar? — repitió Twilight confundida
— Yo soy la pegaso más rápida de toda Equestria… — Rainbow cruzó sus patas delanteras mientras giraba su rostro en indignación
— ¿La más rápida? Lo dudo… — Pegaso sujetó la pata de Rainbow y la jaló para atraerla hacia él. Una vez en sus brazos la cargó como cuando un novio carga a su esposa recién casados — Wow… eres liviana, eso te debe ayudar mucho
Rainbow se ruborizó un poco al ver la posición donde se encontraba. Ningún macho había nunca hecho algo así, además… había algo que la hacía sentir bien. Sus amigas miraron sorprendidas.
— Y tus alas… — Pegaso sentó a Rainbow en el suelo como si de un muñeco de papel se tratara para sujetar su ala derecha y estirarla
— ¿Qué crees que haces? — dijo esta confundida, como si estuviera embriagada
—Bueno… tus alas son casi perfectas, sí… tus padres te hicieron con amor jeje. Sin embargo, tus rémiges secundarias son muy largas. Si fueran más cortas obtendrías más agilidad. Además tu álula parece muy frágil… — Pegaso hablaba con términos de ornitólogo que nadie más que él entendía — supongo que te has fracturado las alas un par de veces… Incluso las alas de Fluttershy que puedo ver por allá son más resistentes que las tuyas ahora— la poni color crema se ocultó detrás de Applejack sonrojada, curiosamente ella también se encontraba en el mismo estado de Rainbow — Debes tener más cuidado de aquí en adelante, cada vez que te dañas las alas se te resta velocidad máxima… así que no, estás lejos de ser la pegaso más veloz de Equestria…
— ¿Quién te crees? ¿un experto en alas? —
Rainbow le arrebató sus alas al semental un poco molesta y se alejó de él enfurruñada, pero ruborizada. Todas sus amigas rieron entretenidas.
— Ten más piedad con ella… — rio la princesa Celestia entretenida — Bueno, déjame presentarte a todos. Ellas son los elementos de la armonía; Rainbow Dash, Pinkie Pie, Rarity, Applejack, Fluttershy y la reciente princesa Twilight Sparkle. A Luna ya la conoces, y a Cadance también, el semental a su lado es Shining Armor, su marido y hermano de Twilight
— Un gusto conocerlos a todos — dijo Pegaso intentando esbozar la mejor sonrisa que pudo. Lo cual resultó aterrador, de todas formas todos agitaron su casco en señal de saludo — Bueno, yo soy Pegaso…
— Oh… si, eso es deducible al ver tus alas — comentó Applejack haciendo que todos miraran las alas del potro — son muy bonitas, pero dinos cómo te llamas dulzura…
— Emm no… soy Pegaso — repitió un poco desconcertado
— ah… si, lo sabemos, pero dinos tu nombre…
— eh… si, ya les dije, es Pegaso
— Sí, ya nos dimos cuenta Darling… pero… ejem… moi no puede dirigirse a alguien llamándolo por su raza, no sería educado — aclaró su garganta — Dime tu nombre para que pueda dialogar contigo como hacen los ponis civilizados — habló la sofisticada Rarity
— Pegaso… — repitió una vez más aburrido
— jujuju Creo que ese tipo está retrasado… — susurró una muy alegre Rainbow
— Sí, no lo pillo — respondió Fluttershy mientras Pinkie se aceleraba hacia el frente
— ¡Oh! ¡Hola Pegaso! ¡Soy Pinkie Pie! El elemento de la risa, un gusto enorme conocerte. Adoro conocer ponis nuevos y hacerles ¡Fiestas! Y además me encanta tu nombre, es tan común pero a la vez único. Es decir, escucho la palabra pegaso todos los días ¡pero jamás había oído de alguien que se llamara así!
— Un momento… ¿Tu nombre es… "Pegaso"? — preguntó Applejack acercándose
— Que nombre tan poco usual y creativo… — comentó Shining Armor — Tus padres debieron quedarse sin inspiración al nombrarte
— jajaja Claro que no príncipe Armor… mi nombre era único antes de que se le llamará así a la casta de los ponis alados…
Todos se quedaron mudos ante tal comentario. Nadie decía nada y nadie entendía nada. Rainbow y Fluttershy reían sin parar detrás de todos, nadie comprendía que estaba pasando.
— ¿Cómo que antes de que la casta se llamara así? ¡Los pegasos siempre han sido llamado pegasos! — dijo Twilight
— jajajajaja — Rainbow y Fluttershy reían preocupando cada vez más a sus amigas
— Esa declaración no es totalmente correcta princesa Sparkle… es verdad que los pegasos fueron llamados así desde sus orígenes… pero nadie usaba el termino pegaso en ellos cuando aún no existían…
Las cosas se ponían cada vez más raras para todos.
— ¡Jajajaja! — Las yeguas color crema y cian seguían revolcándose en el suelo muriendo de risa. Una risa injustificada
— ¡Pegaso! ¿Qué les estás haciendo? — preguntó Celestia severamente mientras señalaba al par de risueñas
— La risa se les pasará, es el efecto secundario del Aura de Colmes…
— Detente Pegaso… — rogó la princesa severa
— Están rotas Celestia… las estoy arreglando… — respondió alzando la voz y con un tono frio. Todos se quedaron helados. Nadie osaba hablarle así a la soberana del sol.
— ¿Qué les haces a mis amigas? — Twilight le hizo frente al pegaso al mismo tiempo que encendía su cuerno y amenazaba con un ataque
— Twilight, detente… — Luna se interpuso entre la alicornio lavanda y el potro alado
— Jajajajajaja — Pinkie Pie se unió a la risa de las pegasos. Aunque ella lo hizo por simple simpatía.
— ¡Shining Armor ¿Qué haces?! — la voz de Cadance se escucho
— ¡Protejo a la Armonía!
El unicornio aprovechó que todos estaban distraídos y que el pegaso estaba mirando a otro lado para arremeter contra él. Sin embargo el pegaso blanco lo tomó por sorpresa con un movimiento rápido y lo sometió en el suelo haciendo gritar de dolor al príncipe. El ave blanca se agitó, alzó vuelo y comenzó a graznar mientras daba vueltas en el salón.
— ¡Shining! — La princesa del amor asustada al ver la escena perdió la cabeza y atacó al pegaso quien usó a Shining Armor para cubrirse del ataque. El unicornio salió despedido hacia una columna. Al ver lo que había hecho un par de lágrimas brotaron de sus ojos
— Vaya que tu Cutiemark fue acertada — dijo Pegaso con un tono burlón — eres un excelente escudo
— Jajajajaja — Las risas se oían en el fondo
— Basta ¡se acabó!
Twilight vio la oportunidad perfecta y sin que nadie se percatase ni se lo impidiese, lanzó un proyectil purpura al pegaso, que esta vez no puedo evadir. El impacto fue tal que el semental quedó incrustado en una de las columnas de la sala.
Twilight miraba con satisfacción mientras que las princesas del sol y la luna miraban horrorizadas. Luna y Celestia corrieron a socorrer a su invitado mientras Cadance iba con su marido.
— Pegaso… por favor… lamentamos el mal entendido… — Luna se disculpaba apenada
— ¡Twilight Sparkle! — La voz de la princesa Celestia retumbó en la sala. Twilight jamás la había oído usar la voz real de Canterlot a menos que estuviera molesta.
— Yo… — contestó bajando las orejas — Yo solo protegía a mis amigas…
La princesa vio a su querida ex–alumna. Sabía que tenía razón y aunque lo que había hecho era terrible lo había hecho por una buena causa. La sala quedó en silencio total, incluso las pegasos habían dejado de reír.
— Esta bien Celestia — Pegaso comenzó a moverse y a desprenderse de la columna como si no hubiera pasado nada — fue mi culpa, debí esperar a que les explicaras todo antes de actuar… pero no pude evitarlo… No soporto ver en ese estado a mis queridos pegasos…
Todos miraron la escena. De alguna forma todo comenzó a tener sentido. El nombre del sujeto desconocido, la fiesta que se celebraba ese día, Rainbow y Fluttershy, las únicas pegasos, comportándose extraño…
— Si me permites Celestia… Yo me presentaré a partir de ahora
La regente del sol asintió con una expresión seria y dio unos pasos hacia atrás junto a su hermana. Las demás ponis se reunieron frente al semental esperando una explicación.
— Verán… Durante muchos años han celebrado el festival de las Alas de Plata para conmemorar la tradición. Este festival tiene como propósito celebrar la fundación de Cloudsdale como la capital y primera ciudad en las nubes de los pegasos. Para esto usan a una figura mítica… un personaje de leyenda al cual nombran… "El padre de los pegasos", el pegaso original, el Señor de los cielos y de mil formas más — el semental comenzó a quitarse el uniforme de los Wonderbolts frente a la audiencia — una historia hermosa que da una explicación al nacimiento de la sociedad de los ponis alados… una historia que hoy se transformó en leyenda y en un cuento infantil… una leyenda que, resulta ser la historia de mi vida…
El poni terminó de desvestirse para dejar al descubierto su Cutiemark. El mismo símbolo de la festividad. Todos miraron confundidos y algunas escépticas.
— ¿Esperas que creamos que eres Pegaso, El gran poni alado? ¿el primero en volar y pisar una nube? ¿Pegaso el de la leyenda? Por favor ¡Es solo un mito! — dijo Rainbow, pero algo dentro de ella le decía que era verdad.
Pegaso solo sonrió y arrojó su atuendo al suelo. Después extendió sus largas alas para empezar a elevarse y emitir un brillo dorado. Una lluvia de plumas luminosas baño el suelo alrededor del poni que a su vez parecía estar rodeado de nubes. El tamaño del destello aumentaba cada vez más y las plumas de luz se desvanecían al tocar el suelo. Todos en la sala miraron boquiabiertos. Rainbow Dash no lo creía, su héroe de leyenda era real. Después de unos segundos presenciaron cómo ese pegaso comenzaba a aumentar su tamaño hasta que finalmente se detuvo y la luz, junto a las plumas y las nubes, desaparecieron. La regente del sol sonrió divertida. Esa transformación había sido más elegante e impactante de lo esperado, Pegaso se había lucido.
En donde antes había un pequeño y enclenque pegaso ahora había un enorme e imponente semental, fuerte y musculoso, de pelaje blanco y crin plateada, la cual se ondeaba como si el aire la estuviera moviendo. Cuando bajó al suelo todos se dieron cuenta de que era aún más alto que Celestia
— Rainbow Dash… — la pegaso cian miró el suelo — ¿crees ahora que existo?
No contestó, no podía creer que fuera real.
— Bueno… ¿ahora que saben quién soy me dejarán trabajar? — dijo Pegaso con una mirada seria a Celestia, esta solo asintió — bien… Rainbow Dash… ven aquí
La yegua no supo que hacer, no se atrevía a dar un paso al frente. Sus amigas tuvieron que empujarla.
— eh… jeje hola señor Pegaso… lamento lo de hace un segundo, pero déjeme decirle que creo que usted es maravilloso. Y muchas gracias por crear a los pegasos, de verdad, adoro volar y sé que no tendría alas de no ser por usted jejeje…
— Me alegra saber que te gusta volar y déjame decirte que me sorprenden tus hazañas increíbles… mira que hacer un rainboom a los 12 años y repetirlo después. Solo una pegaso de calidad podría ser capaz de algo así… Y mira que yo sé de pegasos de calidad…
Rainbow se sonrojó un poco. Recibía cumplidos y halagos todos los días de parte de sus admiradores, pero jamás de un ser mitológico de leyenda.
— jeje gracias eh… señor…
— Sin embargo Rainbow tengo malas noticias para ti… — la pegaso cambió su cara de alegría a una de confusión — Temo mucho que los huesos de tus alas se han debilitado mucho pequeña, has sufrido muchas lesiones y fracturas en ellas…
— ¿Qué? No han sido muchas… — se excusó la pegaso con una sonrisa — además… ¿Cómo podría usted saberlo?
Pegaso miró con una cara de tristeza a la yegua cian.
— Okey… déjame recordar… a los seis meses de nacida te caíste de la cuna sobre tu ala izquierda. El golpe desvió tu Álula, como eras un bebe y no podías volar aún, nadie notó que tu llanto era debido al dolor de tu ala. Nadie hizo nada y tu hueso sello mal. Después, a los 7 años, intentaste volar por primera vez cosa que claramente era imposible debido a tu edad. Fracturaste tus dos húmeros, gracias a tus gritos de dolor tus padres te llevaron al médico. Más tarde, a los 12 años, elevaste vuelo por primera vez. A tu ala izquierda le pusiste por nombre "Audaz" y a la derecha "Veloz" — la pegaso se sonrojó al oír como uno de sus más grandes secretos se desvelaba — Las cosas iban bien para tu primer vuelo, pero tu imprudencia te llevó a intentar tu primera acrobacia ¿El resultado? una ala derecha destrozada, los médicos no te dieron esperanza pero tuviste suerte y volviste a remontar en el aire. Tres años después cerraste accidentalmente la puerta de tu casa sobre tu ala derecha perdiendo muchas plumas. Y recientemente volviste a fracturar tu ala derecha probando más acrobacias y la izquierda intentando cruzar el cañón de la muerte por una tonta competencia de mascotas, da gracias que esa tortuga te salvó… Eso mi querida Rainbow, no es poco…
Todos se quedaron con la boca abierta. La mandíbula de Rainbow Dash casi tocaba el suelo ante la sorpresa ¿Cómo era posible saber todo eso con exactitud? Ni siquiera ella misma sabía que había dañado sus alas cuando era bebe.
— ¿Cómo sabe todo eso? — preguntó Fluttershy
— Porque debo saberlo. Sé todo lo que preciso saber sobre mis pegasos… Cuanto tiempo han volado, el estado de sus alas y se podría decir que casi toda su historia de vida. Ni un solo pegaso pierde una pluma sin que yo me entere…
— ¿Estaré bien señor pegaso? — preguntó Rainbow asustada
— Bueno… en circunstancias normales no… a tu paso dejarás las acrobacias en dos años... Y si insistes en lastimarte, no podras volar más en cinco...
— ¡¿Qué?! — gritó alterada — ¡No puedo dejar de volar! ¡Tengo un futuro! ¡¿Qué pasa con mi sueño?! ¿No podré ser un Wonderbolt?
La fortaleza de Rainbow parecía esfumarse. El llanto era irremediable y eso que era difícil verla llorar. Ni siquiera sus amigas podían creer lo que Pegaso les decía, se sintieron de una forma terrible al ver a su amiga así que ni una sola palabra de consuelo se les ocurría.
— Lamento mucho tener que ser portador de malas noticias señorita Dash
— Es el peor día de mi vida — dijo sollozando
Fluttershy no soportaba ver a su amiga en ese estado. Armándose de valor dio un paso al frente, decidida a hacer algo por ella.
— he… disculpe… señor… eh… Pegaso…
— Si Fluttershy, dime…
— yo… quería saber… si no hay nada que usted pueda hacer por mi amiga, es decir… ¿no podría usted con su magia y su poder curar las alas de mi amiga? Digo… si usted quiere…
— Claro que quiero Fluttershy… — todos sintieron esperanza al escucharlo — Pero… ¿para qué? ¿De que servirá reconstruir sus alas si seguirá haciéndose daño?
Fluttershy no supo que decir ante eso, realmente ella consideraba que Rainbow siempre se lastimaba innecesariamente por tonterías. Lo curioso era que cada vez que lo hacía se debía a un capricho. Estuvo a punto de hablar, pero no tuvo ningún argumento.
— Ella… no puede dejar de volar su majestad — Rarity tomó la palabra — Ella no merece un futuro así de cruel, tiene un sueño que cumplir…
— Sí, ella quiere ser un Wonderbolt — Pinkie pie hizo eco en la sala
— yo también tengo un sueño Pinkie Pie… es ver a todos mis pegasos vivir felices y volar a mi lado, pero a veces hay cosas que impiden que los realicemos…
— ¡Eso es mentira! ¡Si nunca nos damos por vencidos podemos realizar nuestros sueños! ¡Nuestras amigas lucharan para que lo consigmos!— Twilight alzó la voz
— Por favor Señor Pegaso, debe haber algo que usted pueda hacer — Fluttershy miraba el suelo pensando
— su majestad ¿Qué se necesita para que le de unas alas nuevas a mi amiga? ¿Quiere mi cuerno? Tómelo… tómelo y dele una nueva oportunidad a mi amiga… ¿o quiere una de mis patas? ¡Tómela! Lo que sea, pero se lo ruego
El enorme semental miró conmovido a Rarity. Renunciar a su cuerno era el acto más grande de generosidad que había visto nunca.
— Una oferta muy generosa Lady Rarity… pero un cuerno no es igual a un par de alas
— Mis alas están en buen estado su majestad, yo no las quiero… por favor, tome las mías y déselas a Rainbow — Fluttershy tomó la palabra rápido
— Las mías también están disponibles su majestad — esta vez habló Twilight — son nuevas, viví sin ellas toda mi vida, no importa si las pierdo…
— Nosotras no tenemos alas o cuernos — Applejack y Pinkie Pie hicieron presencia — pero estamos dispuestas a lo que sea con tal de ver a nuestra amiga Rainbow cumplir su sueño.
Pegaso se encontraba satisfecho al ver la reacción de sus amigas. Rainbow Dash por su parte se sentía conmovida ante la ayuda brindada. Pegaso miró con una sonrisa a Celestia y esta le regresó la sonrisa complacida.
— ¡Jaja! — Pegaso lanzó una sonora carcajada acompañada de un relincho — ¡Cuan maravillosa es la armonía! ¿De verdad estarían dispuestas a todo eso solo por ella? — Todas asintieron — Si llegara a darle lo que desean ¿ustedes se comprometerían a cuidar de ella y evitar que se hiciera daño?
— Lo prometemos su majestad — Pegaso las miró fijamente. Encontrando convicción en cada una de ellas
— … Que así sea… Rainbow Dash… ven ante mí — la pegaso cian avanzó limpiando sus lágrimas de alegría — Cumplir tus sueños es una tarea ardua y difícil que depende de la fuerza de tu voluntad… pero debes aprender que uno sólo jamás llegará lo suficientemente lejos para obtener sus metas. Rainbow Dash, la fe y confianza de tus amigas en ti, hoy te dan el regalo más grande de todos. No son un nuevo par de alas, sino la certeza de que jamás estarás sola y que un día, ellas cumplirán a tu lado, tu destino. Es debido a la fe y a la confianza de tus amigas que hoy recibes una nueva oportunidad…
Rainbow Dash comenzó a elevarse en el aire envuelta en lo que parecía una tenue niebla blanca. Sus alas comenzaron a brillar y a dar la impresión de que sus plumas comenzaban a caer convertidas en luz para volver a brotar. Todos miraban sombrados.
— Pero entiende Rainbow Dash, que el don que hoy recibes se hace conforme a la voluntad de ellas, no conforme la mía, ni a la tuya. Tus alas de ahora en adelante no serán las mismas con las que llegaste al mundo, sino las que tus amigas desearon para ti.
Rainbow regresó al suelo y sus amigas fueron a su encuentro para admirar su nuevo par de alas. Que realmente ahora lucían diferente. Las plumas eran más largas y daba la impresión que la longitud de las alas había aumentado.
— Cuídalas bien Rainbow Dash, son un regalo que tus amigas te han hecho hoy… y si me permites decírtelo… ahora quizá si puedas ser la más veloz de Equestria… después de mi claro… — terminó diciéndole en un susurro y guiñándole el ojo
— ¡Gracias, gracias señor Pegaso!
— Agradéceles a ellas Rainbow Dash
La pegaso abrazó a sus amigas mientras les agradecía y vertían lágrimas de felicidad. El enorme semental blanco se levantó y caminó hacia Celestia mientras le decía a Fluttershy:
— Fluttershy… arregle el problema de tus alas también… ya puedes volar sin miedo a sentir dolor o fatiga…
La única que entendió esas palabras era Fluttershy, sin embargo sus amigas no preguntaron. Siguieron abrazándose y charlando mientras Pegaso y Celestia arreglaban otros asuntos.
— ¿También le hiciste algo a Fluttershy?
— Sí, la pobre nació con alas muy frágiles, le hace honor a su nombre… es por eso que esa pegaso prefiere caminar siempre que puede. Cada vez que vuela durante más de 10 minutos sus alas empiezan a resentir el esfuerzo provocándole un gran dolor… es una tortura diaria. Así que solamente reforcé sus huesos y repare algunas pequeñas fisuras, nada grave…
— El buen Pegaso… siempre tan generoso, a pesar de los años no has cambiado. Recuerdo cuando nos traías dulces y golosinas a Luna y a mí cuando nuestro padre te pedía que nos cuidaras…
— ¡Ja! No me hagas recordar mis días de niñero, cuantas travesuras no me hicieron pasar… Me da gusto ver que han crecido y que ahora son quizá más sabias que yo
— Lo intentamos
— Hacen buen trabajo Celestia, ahora… si no mal recuerdo me prometiste un festival… Debo suponer que ni tu ni Luna podrán acompañarme, así que si no te molesta me gustaría elegir a mi propio acompañante…
— Adelante — dijo Celestia
Pegaso miró a todos los presentes y pensó en quien podría ser su guía y acompañante para el festival. No podía ir él solo por si llegaba a haber alguna complicación. Su primera opción había sido la armonía, pero por los recientes hechos pensó que preferiría dejar al grupo de amigas disfrutar el día en paz. Después se fijó en el príncipe Armor, pero él tenía esposa, sería un desgraciado si les arrebataba la oportunidad de estar juntos en la celebración… ah que más daba…
— Quisiera que el príncipe del Imperio de Crystal me acompañara
El mencionado se quedó mudo. Había planeado todo un día fantástico para pasar junto a su esposa, un día romántico totalmente preparado para terminar en una habitación apartada del castillo llena de velas aromáticas y una botella de champagne.
— Pero… pero… — comenzó a decir Shining Armor cuando su esposa Cadance lo golpeó sutilmente y lo miraba con desaprobación — Pero cielo yo…
— No se preocupe príncipe Armor… entiendo que quiera pasar el día con su yegua — comenzó a decir pegaso
— ¡Para nada majestad! — Cadance dibujó una sonrisa forzada mientras pisaba a su marido — Él no tiene ningún inconveniente en ser su acompañante, de hecho es un honor para él haber sido elegido para ir con usted. Mírelo, ni siquiera cabe de la alegría — El pobre Shining Armor se mordía los labios para evitar lanzar un grito de dolor.
— No se diga más — Celestia tomó la palabra — príncipe Armor, ya que Pegaso irá con usted quizá podría darle un uniforme para cubrir su Cutiemark. Es hora de partir, nos reuniremos después.
— Muy bien, vamos príncipe Armor, ya me pondré a su altura en un momento
Todos comenzaron a caminar a la salida aún con muchas preguntas que hacerle a Pegaso, sin embargo nadie se había atrevido a hacerlas. Shining Armor caminaba detrás de su encargo frustrado y adolorido mientras Cadance se unía a su cuñada y sus amigas. Todos entusiasmados por iniciar el Festival de las Alas de Platas.
Hola, si llegaste hasta aquí... ¡Muchas gracias! Espero no haberte decepcionado con este primer capitulo. De la misma forma espero que la trama se te haga interesante aun si apenas es muy temprano para hacerse alguna opinión. Escribo esta historia que ha sido inspirada por el hueco argumental que hay sobre el origen de todo en la serie. Esta es mi propia idea de como se pudieron dar los sucesos. He leído algunas otras maravillosas historias que hablan sobre la fundación de Equestria y de donde vienen las princesas, etc. Pero yo me centro en otras cosas. Me gustaría que, si decides leer conmigo, pudiéramos ir discutiendo en los comentarios cómo esta historia puede o no encajar con el canon y exponer nuestras propias teorías sobre lo que pudo haber pasado. Eso sí, el fic ya esta establecido y ya sé como va a terminar y cómo se va a desarrollar, por lo que pueden estar seguros que sus comentarios y opiniones no tendrán influencia en el desarrollo de la historia. Por ultimo quiero aclarar que Pegaso no es un personaje Gary Stu, por mucho que lo parezca. Espero que en el desarrollo de la historia entiendan a que me refiero.
Les pido tengan paciencia, el principio puede parecer un poco flojito, pero espero poder hacerlo ameno y comprensible para ustedes. Dudas y cualquier pregunta la responderé siempre y cuando no les tire ningún spoiler jaja. Los capítulos estarán escritos en este mismo formato que ya han leído y su extensión será siempre la misma; entre 12,000 y 14,000 palabras sin excepción. Si les parece muy largo pueden decirme en los comentarios. Pero esperen los siguientes capítulos ¡Seguro les gustan!
Si eres seguidor de mi otro relato "Heart Revolution" te pido leas lo siguiente, de lo contrario, si gustas, puedes saltarte al siguiente capitulo :). Tal vez te preguntes ¿por qué inicias otro fic?... bueno... les pido una atenta disculpa. Cuando empecé ese fic hace mucho tiempo, lo hice al "ahí se va" buscando una melosa historia romántica, pero creo que me pasé de romance jeje. Sin estructura, sin gramática... vaya, con poco cuidado. Por eso llegó un momento en el que me estanqué, ya que no sabía como quería continuar la historia o cómo debía darle fin. No se si la terminaré, por lo que les pido una infinita disculpa a todos. Pero no desecho el fic! lo dejaré pendiente porque me parece que era muy bueno (no porque lo haya hecho yo) tengo planes para darle una nueva estructura y más coherencia, ya que me lo leí de inicio a fin y hay cosas un poco tontas y sin sentido que son típicas de un principiante (tampoco es que ahora sea el Master Escritor). Mi propósito no es abandonar la historia, si no hacerla de nuevo. Darle más coherencia y estructura y arreglar el desarrollo. Un sincero agradecimiento a mi amigo Johnny el Red que me ayudó muchísimo. Johnny si ves esto ¡GRACIAS! ¡Terminaremos la historia, ya verás!
Desde que inicie ese fic hasta el día de hoy puedo decir que he madurado mucho. Mis gustos cambiaron, mis intereses, mis amistades. He conocido gente maravillosa en este lugar.
A todo el que me lea ¡GRACIAS!
