Este fic participa para el reto especial de la Batalla del foro La Noble y Ancestral Casa de los Black.

Disclaimer: Nada del potterverso me pertenece, todo es de J.K Rowling.


COMBATIMOS POR COSAS DISTINTAS


El olor de la sangre llega a tu nariz. Olfateas el aire deshaciéndote del cuerpo en el que habías estado trabajando. Sonreíste sardónicamente cuando viste a una joven con sangre fresca fluyendo por su pierna. Allí, una herida reciente dejaba salir el olor metálico del fluido.

Al mirar a tu alrededor pudiste ver a los demás luchando con ese estúpido palito, tú solo necesitabas de tus manos para matar a alguien o dejarlo fuera de combate. Tus manos y tus dientes. Nada más. No necesitabas depender de algo tan insulso como la magia, algo que provocaba estas guerras. Sonreíste de nuevo al pensar que tú solo estabas allí por diversión; era eso o participar en una partida de cartas entre tus amigos que, a veces, terminaba con la muerte de alguno de ellos. ¿Qué era más divertido? ¿Las cartas o la sangre chorreando de los cuerpos inertes? Estaba claro cuál era la respuesta acertada.

Te dirigiste lentamente hacia la joven que no se fijó en ti debido a que se encontraba muy enfocada en esquivar los hechizos. Te abalanzaste sobre ella, pero solo lograste rozarle la pierna con los dientes antes de que algo impactara en tu cabeza. Te giraste furioso y descubriste a una vieja con otra bola de cristal en la mano. Sus ojos, ampliados por las gafas de culo de botella, te miraban fijamente.

Resoplaste por la interrupción y te dirigiste a ella. Justo en ese momento viste como un rayo rojo se dirigía hacia ti.


Tus huesos sufría con el esfuerzo que la batalla requería, sin embargo, saber que luchabas contra los que mataron a tu hijo te daba la fuerza y la energía para seguir en pie. Era el momento de vengar a tu familia; el momento clave para acabar, de una vez por todas, con todo aquello que amenazaba tu felicidad y la de tu nieto.

Cuando supiste que Neville, el temeroso Neville, estaba luchando en la batalla sonreíste con ternura sabiendo que el fiero y valiente león que había escondido en su interior por fin se había desatado con un rugido. Te recordaba tanto a tu hijo, tan valiente y justo, de buen corazón. Era algo que te emocionaba y, por eso, no dejabas de lanzar hechizos a diestro y siniestro sin que un solo pelo se saliera de tu perfecto moño. Faltaría más, esa misma mañana habías ido a la peluquería y no ibas a echar a perder el peinado, que su dinero había costado.

Te colocaste el mantón de nuevo sobre los hombros y te giraste para enfrentar al mortífago que se encontraba en el suelo intentando alcanzar la varita que habías lanzado lejos.

—Ay, hijo mío. Si hubieras elegido el bando correcto no tendría que hacer esto. Pero, sintiéndolo mucho, donde las dan las toman —susurraste y le lanzaste un hechizo aturdidor que le dejó fuera de combate.

Con un suspiro y sacudiéndote el barro de los pies, saliste al exterior para seguir combatiendo contra la oscuridad.


FIN