Hola!! Aquí me hallo de nuevo con una nueva historia! Había leído una historia similar en inglés también en Fanfiction y me había gustado la trama. Tambien ansiaba escribir una historia más corta y sencilla que Falsas Esperanzas, y como no he tenido tiempo aún de terminar un capítulo nuevo de éste, publicaré éste en compensación, prometo actualizar Falsas Esperanzas en breve, lo juro! Besos y espero disfruten éste nuevo fic!
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Pretendiente? Sobre mi cadáver!!
Capítulo 1:
Un nuevo año, un nuevo curso y nuevas emociones. Claro, la secundaria PS 118 estaba siendo testigo de los acontecimientos de la dulce edad de los 15 años. Edad en la cual las hormonas revolotean a alta altura y los antiguos grupos de amigos pasan ahora a emparejarse de dos en dos, unidos por la atracción hacia su pareja. Muchas parejas se habían formado ya, Phoebe y Gerald, Curly y Rhonda, Harold y Patty, Stinky y Sheena entre tantas otras.
-Hey viejo!- saludó Gerald al rubio mientras llevaban a cabo su ya muy conocido y acostumbrado saludo con los dedos. -Cómo van las cosas con Lila? Aceptó la cita?-
-Pues no me dijo que no…- respondió haciendo crecer la esperanza en su amigo -…dijo que lo pensaría, ya es un avance.-
-Cielos Arnold, es una chica bastante dura, no?- preguntó recibiendo como respuesta tan solo un movimiento de hombros por parte del cabeza de balón.
-Eso creo.-
Gerald levantó una de sus cejas -Porqué me da la ligera sensación de que esto ya no te entusiasma tanto como antes?- a modo de desconcierto -Prácticamente tuve que empujarte para que te decidieras a hacer tu primer intento del año con ella! No creo que te hayas vuelto tímido de un día para otro.-
-Y no lo hice.- Afirmó despreocupadamente el rubio mientras sacaba algunos libros de su casillero. -Es solo que… no lo sé, quizás y Lila ya no me interesa del mismo modo que antes, eso es todo.-
-Eso es todo?- interrogó el moreno -Lo dices como si estos cinco años tras ella solo fueran cinco días.-
-Piénsalo de éste modo Gerald, Ruth me gustaba por su sonrisa, por sus miradas y su aparente madurez, pero ésa ilusión se desvaneció en cuanto descubrí cuan superficial podía ser. Luego di con Summer y parecía conocerla verdaderamente, era encantadora y logró engañarme diciéndome que éramos el uno para el otro cuando sólo intentó usarme para ganar un tonto concurso de castillos de arena. Y qué me dices de Cecile? Que realmente no lo era y me mintió, usurpó otra identidad!-
-Ok, cada una con su inestabilidad mental particular, que esperabas? A la niña perfecta? Porque Lila parece ser la indicada.-
-Si, pero ése es el problema!-
-Que es perfecta?-
-Exactamente!-
-Ahora creo que me perdí.-
-No te parece extraño que sea tan perfecta? Que no tenga ningún defecto?-
-Me he de suponer que tiene algún defecto que hemos pasado por desapercibido.-
-No se trata de eso Gerald…- prosiguió el rubio un tanto pensativo -…el que sea perfecta… ya no la hace tan especial, al menos no para mi. No quiero cometer el mismo error de nuevo, dejarme embelesar de buenas a primeras, para terminar desilusionado al realizar el siguiente paso.-
Gerald se lo quedó viendo sin apenas parpadear.
-Quiero encontrar a esa persona única, esa que es especial sólo para mi porque su personalidad logró encantarme, amarla no por ser bella sino porque es mía, porque la conozco verdaderamente, incluyendo sus defectos y errores, si me entiendes?- al ver que el moreno aún parecía no comprender prosiguió -Nadie es perfecto Gerald, todos somos simples mitades esperando por el ser que nos complete para hacernos perfectos.-
-Siendo así a tu primo Arnie le hace falta mucha Lila.- Sonrió con burla.
-Oh! Vamos Gerald!- lo animó el rubio retomando el tema -Acaso no te has sentido así con Phoebe?-
-Phoebe?- Se sonrojó mientras esbozaba una pequeña sonrisa al recordar su novia -Pues… definitivamente somos polos opuestos, ella tiene esa inteligencia y autosuficiencia que a mí muchas veces me falta. No me imagino que sería de mi vida sin ella.-
-Es exactamente a ello a lo que me refiero.- Sonrió Arnold satisfecho.
Gerald, nuevamente, se lo quedó viendo con una media sonrisa.
-Qué sucede?-
-Que realmente te has hecho fanático de los versos de la columna del diario escolar.- explicó sencillamente, recordando que unas palabras similares a las relatadas por su amigo las habían leído ya muy temprano en el periódico semanal de la P.S. 118.
-No puedo evitarlo.- respondió con algo de timidez, tomando el recorte de diario que se hallaba en su bolsillo –Cada vez que las leo siento como si me leyeran el pensamiento para darme un consejo, como si estuvieran dirigidas especialmente hacia mi…-
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Desde pequeña supe que
la vida no tenía otro objeto que
la búsqueda de un ser que completara lo
que falta y que perfeccionase lo imperfecto; de
un ser con el que urdir estratagemas para olvidar la
muerte y el vacío que nos agobian, y para engañar la sed,
el hambre, el frío, la fatiga que cercan nuestra mísera existencia
con espejismos como la ternura, con fuegos fatuos como el del deseo.
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-Lindo sueño durante las ediciones de las dos primeras semanas viejo.- le dio alguna palmaditas en la espalda -Hasta que descubrimos a la autora…, Helga G. Pataki.- le recordó.
-Si, lo sé.- suspiró.
-Fue una gran sorpresa, he?- apareció Stinky junto a Sheena sumándose a la conversación.
-Jamás hubiese imaginado a Helga escribiendo versos tan bonitos.- Agregó Sheena.
-Jamás hubiese imaginado que Helga tuviera una corazón de donde sacarlas.- mencionó Gerald, aprovechando la ausencia de la mejor amiga de la susodicha y su propia novia.
-Vamos chicos!- los alentó Arnold –Todos tenemos alguna virtud y Helga es muy buena en esto.-
Por algún motivo, preocupante para sus amigos, Arnold no despegó sus ojos de la nota en los próximos dos minutos.
-Bueno, creo que éste año estará cargado de muchas sorpresas.-
Y así sería…
-Oh! Acaso no son tiernos?- una melosa, masculina y conocida vos seguida de unas risas burlonas se dejaron escuchar a sus espaldas.
-Oh no!- Alcanzó a mascullar por lo bajo Gerald antes de que unos fuertes brazos se colgaran de su cuello y de los de su amigo por atrás. –Jamie-oh qué quieres? –
Así es, a Jaime-oh, o más bien, a sus padres se les había ocurrido ingresar al adolescente conflictivo al último año de secundaria, luego de varios intentos fallidos porque pase de año, precisamente cuando el grupo había empezado a formar parte del nuevo ciclo, en la misma escuela. Aconteciendo una verdadera pesadilla para los niños… pues había mucha diferencia de edad.
-Nada en especial, sólo matar un poco el aburrimiento.- Respondió haciéndose dueño, rápidamente, del artículo en manos del cabeza de balón.
-Hey! Es mío!- quiso quejarse el rubio.
-Vamos Jaime- Oh, devuélveselo! Ya no fastidies!-
Su hermano también quiso ayudar pero la diferencia de estaturas, a pesar de haber crecido bastante en los últimos tiempos, seguía siendo significativa.
-La otra mitad?- carcajeó con ganas al ojear a penas un poco el pedazo de diario –Quién escribió estas tonterías? Son sólo patrañas!.-
No hubo tiempo para un intento más de recuperar el artículo cuando una estremecedora vos se hizo escuchar.
-Me hablas a mi? - se oyó a los lejos.
Inmediatamente el grupo de pre-adolescentes volteó a ver el dueño de la vos. Que más bien resultó ser dueña, para horror de Arnold, quién pasó saliva por su garganta al descubrir a Helga notablemente enfurecida. Y a una temerosa Phoebe tras ella.
-Helga tranquilízate por favor.- suplicó la niña oriental en vos bajita desde su lugar –Sólo se trata del hermano de Gerald, es muy común que siempre haga ese tipo de comentarios.-
Como casi todos los días, la susodicha se hallaba observando de lejos a su amado, deleitándose con ser, indirectamente, su tema de conversación. Y Phoebe la acompañaba. Hasta que la barbarie del sujeto rompió la magia del momento.
-No ésta vez Phoebe…- la mirada de la rubia era determinante -… no me llené de valentía y dejé mi orgullo de lado publicando poemas de mi autoría para que un patán ignorante se burle de mi trabajo.- y a paso firme acortó los pocos metros que la distanciaba del rebelde, muy a pesar de la preocupación de su amiga.
Jaime-oh tan sólo vio venir a la muchacha mirándola de pies a cabeza, era delgada y alta, sus largas piernas se veían a la perfección bajo esa falda de Jean y las demás curvas se apreciaban sin problema alguno bajo el sweater de algodón rosa.
-Wow… vaya… quisiera hablarte más seguido preciosa.- Se atrevió a murmurar con una sonrisa de medio lado.
Haciendo oído sordos, e ignorando las nauseas que éste último intento de cumplido le había causado, Helga paró frente a él inalterable, con el ceño fruncido y su vista clavada en el moreno. –Cuál es tu problema gorila?-
Primer ataque. Y la escuela pareció detenerse, absolutamente todos los alumnos de ambulantes por los pasillos rodearon al pequeño grupo por curiosidad.
-No te dejes Helga!- un anónimo y cobarde espectador pudo gritar sin dejarse ver. Pero ésa información fue suficiente para Jaime-oh.
-Con que Helga he?- dejó ver el papel arrugado por su mano –Tú escribiste ésta poesía barata? Pequeña?-
Golpe bajo. La multitud quedó en silencio y a la expectativa de la reacción femenina.
-Poesía barata?!- la rubia ya había levantado los puños e iba al encuentro con el rostro del fanfarrón cuando Arnold la detuvo en un casi abrazo por adelante.
-Helga espera!- la furia era grande, pues su amado cabeza de balón estaba teniendo una cercanía casi nula con ella y a Helga parecía no importarle. –Sólo ignóralo, no te metas en problemas!.-
-No te metas en esto Arnoldo!- forcejeó –Sé como cerrarle definitivamente la boca a éste bravucón!!-
-Así se habla Helga!!-
Arnold, como pudo, desvió su vista al buscador de violencia, dándose con la cara de su mejor amigo.
-Gerald!!- le reprochó –Ayúdame! quieres?!-
El moreno intentó alejar a su hermano de sus amigos, pero ante el primer tacto el mayor lo empujó lo suficientemente lejos como para que desistiera de volver a hacerlo. Haciendo viva muestra de su fuerza impactando y atemorizando a muchos.
-Bien, no pueden decir que no lo intenté.- Gerald se levantó del suelo para comenzar a sacudirse el polvo de su ropa. Phoebe corrió a su lado.
-Estas bien?-
-Ya estoy acostumbrado, quién me preocupa es Arnold, si Helga provoca a mi hermano quién saldrá perdiendo será él.-
-Y qué me dices de Helga?- su novia encolerizó colocando sus brazos sobre sus caderas.
-Nah, jamás le ha levantado la mano a una mujer…- observaron como el susodicho esquivó con burla una patada de la rubia, aún sostenida por Arnold. -… al menos no por el momento.-
-Te ves linda cuando te enfadas, ya te lo habían dicho?- sonrió Jamie-oh.
Arnold estuvo a punto de soltar a Helga para que le diera su merecido a ése creído, por algún motivo esos comentarios le caían tan bien como una patada al hígado.
-E-eres un cerdo machista!- gritaba la niña por encima del hombro del cabeza de balón. –Qué puedes saber tú sobre arte?-
-Oh! Vamos cariño, dame una oportunidad. Ésta no es forma de empezar a conocernos, no crees?- inmutable continuaba maravillado de cuan atractiva era su contrincante. –Sólo estoy siendo sincero en cuanto a que lo que escribes es basura, no querrás que te mienta, verdad?-
Arnold perdió toda gota de paciencia existente y es que ése insulto lo había sentido demasiado personal. –No es basura! Son palabras sabias y muy hermosas!! Tu gusto es el que apesta!!!-
Un uuuuuuu general se dejó escuchar en los pasillos.
La sangre del moreno mayor hirvió de humillación ante algunas risas. Mientras que Helga y Gerald quedaron atónitos ante el impulso del rubio. Eran sus imaginaciones? O Arnold estaba contra-atacando?
-Pequeña lacra…- masculló entre dientes Jaime-oh dispuesto a lanzar puño contra el cabeza de balón cuando Helga, aprovechando su repentina libertad, avanzó tres pasos colocándose entre su amado y el atacante, sin que Arnold lo supiera, para protegerlo.
-Qué sucedió monigote? Acaso te han pinchado el ego?- sonrió a escasos centímetros del rostro de enfrente. Sin que éste pudiera responder, mordiéndose su propia lengua. –Sabes qué? Arnold tiene razón…- el susodicho la observó sorprendido –Si es tu gusto el que apesta, no debería ni de molestarme, porque hay muchas personas mucho más cultas que tú que si saben apreciar mi literatura. Me importa poco contar con tu aprobación cuando ya me basta y me sobra con la de mis amigos.- Una sonrisa triunfante dio por finalizada la discusión. Siendo bien recibida por el resto del grupo quienes admiraron a Helga defenderse solo con palabras. Cielos, los había llamado, sus amigos.
Pero el que ríe al último, ríe mejor…
-Supongo que te debo una disculpa.- El grandulón se acercó un poco más a la rubia, demasiado para el gusto de Arnold quién quiso separarlos una vez más.
-Lamento mucho…- se atrevió a colocar la palma de su mano sobre la mejilla de Helga -… que tu cursilería me asquee de éste modo.-
La mirada de la destinataria se apretó con fuerza al momento en que con su rodilla ejercía una fuerza aún mayor en la entrepierna del emisor.
-…Ouch…- susurraron Gerald, Stinky y Arnold ante la imagen.
El golpe seco fue seguido por el aullido a penas contenido de Jaime-oh, quien se agachó y dejó caer sobre el suelo intentando apaciguar el dolor de su punto débil.
-Zopenco.- Finalizó Helga retirándose del lugar aún con la furia patente en la sien.
-Buen golpe Helga.- sonrió el moreno menor no creyendo tener una imagen más reconfortante sobre su hermano en un futuro próximo.
-Gerald!- volvió a reprochar Arnold, quién al fin y al cabo sonrió. Y siguió al grupo encabezado por la rubia justiciera.
-E-esto no… se va a… quedar así.- dejó, Jaime-oh, colgando su advertencia en el aire.
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-Jajajajajaja!!!-
-Gerald, ya basta, es tu hermano!- replicó Arnold mientras ambos se sentaban con sus bandejas a almorzar.
-Je! Lo sé, lo sé, debería de sentirme mal por él y haberme quedado a compartir su dolor. Pero es que no puedo evitarlo. Ha sido el mejor espectáculo que haya visto, mira a los muchachos, están eufóricos!!- al parecer gran parte del grupo se habían hecho admiradores de Helga.
-La violencia no es buena. Sólo trae más problemas, no los soluciona.- Afirmó seriamente el rubio llevándose un poco de comida a la boca.
-Lamento decirlo viejo, pero fue tu mordaz lengua quien llamó a la violencia. Lo insultaste.-
-Bueno, yo…- removió intranquilo su cuchara sobre la extraña sustancia que le dieron de comer. -…el que lo haya hecho no quiere decir que esté bien.-
-Sólo sé…- continuó el moreno -… que no sueles darte el lujo de dejar salir un impulso a menos que sea por una buena razón…-
-Gerald…-
-Lo hiciste para defender a Helga…- lo interrumpió -… ó a su trabajo, al menos.-
Un halo rosa intentó cubrir las mejillas del rubio. –No merecía ése trato, ella ha intentado cambiar realmente, pero ése tipo de bromas hace que regrese a ser la vieja Helga.-
-Bueno, Jaime-oh tiene la habilidad de sacar lo peor de uno. Pero… Helga admitió que nos considera sus amigos, en otras circunstancias dudo que haya confesado algo así.-
Gerald estaba hablando bien de Helga y Arnold no pudo evitar sentirse orgulloso de ella. Su carácter y sinceridad la hacían auténtica y, a pesar de todos esos arrebatos, pocos delicados y muy comunes en ella, el rubio se hallaba, inconscientemente, fascinado. Y a la vez desconcertado por sentirse de ésa forma.
-Arnoldo…- El susodicho se exaltó. Helga se hallaba a su lado tendiéndole algo con su mano -…ten.-
–Qué es?- Arnold lo tomó, aún algo incómodo y con la incógnita rondándole en la cabeza sobre si habría escuchado su conversación. -El poema!-
-El último publicado.- Aclaró.
-Pero… no es un recorte de diario.-
-Claro que no,…- respondió -… éste es el original, hecho por mi puño.-
Arnold se desconcertó por tal gesto. Jamás creyó que Helga se le acercara más que para reprocharle por haberse entrometido en su pleito.
-Supe que los coleccionas, y que el gorila ése arruinó el que tenías.- el rubio observó con reproche a un dizque-distraído Gerald. –Es mi forma de agradecerte por lo de hoy…- Helga desvió azorada su mirada hacia el suelo. -…supongo.-
Arnold finalmente sonrió agradecido –Cielos, muchas gracias Helga.-
La susodicha lo observó prendada de su mirada por unos segundos y sin sonreírle ni despedirse se retiró a su mesa, donde Phoebe la esperaba. El acostumbrado "No te acostumbres…o lo lamentarás" no se hizo presente.
-Estoy muy orgullosa de ti Helga.- la recibió con una sonrisa.
-No deberías. Aproveché todo éste asunto para regalarle ése poema a mantecado porque, aunque él no lo sepa…- sonrió observándolo feliz como a un niño que le han regalado una golosina-…están dirigidos únicamente a él.-
"Tú eres ésa otra mitad que estoy buscando Arnold,
ojala y yo también fuera la tuya algún día."
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Y? Que tal? Que piensan? Espero sus reviews y de nuevo disculpas por no actualizar Falsas Esperanzas aún. Besos!
