Los personajes no me pertenecen, son de Stephenie Meyer, a excepción de algunos inventados.
La trama es enteramente mía.
Esta historia nace a partir de un sueño que tuve hace un par de noches. Totalmente loco y descabellado, espero que les guste.
¡COMENTEN!
LA SIN RAZÓN
1
Corrí y corrí, y seguí corriendo, hasta que las piernas me flaquearon. El sudor caía por mi frente sin filtro.
–¡Jacob! –grité con toda la fuerza que fui capaz. Las llamas no me dejaban ver por dónde iba. –¡Jacob! –volví a gritar.
–¡Marie! –escuché la voz de Jake por encima de todo el ruido. Me estaba acercando. –¿Dónde estás? –gritó.
Quería contestarle pero todo el humo me estaba asfixiando. Abrí la boca para hablar y volví a cerrarla al instante.
–¡A-aquí es-estoy! –le contesté como pude, también a los gritos.
A los pocos segundos divisé su silueta entre el espeso humo. Me acerqué a él con cuidado de no pisar en falso y caer. El piso se estaba desintegrando. Me tomó por la cintura pegándome a su cuerpo de forma protectora.
–¿Dónde está Renesmee? –en toda la huida no había divisado a mi pequeña hermana por ningún lado. La sola visión de ella aterrorizada me daba escalofríos.
–No lo sé, creí que estaba contigo –admitió con dificultad. El humo cada vez se hacía más denso.
Piensa Marie. Si fueras Renesmee, ¿dónde te esconderías? Mmm… ¡Bingo!
–Sé dónde puede estar –anuncié en voz alta. Él se me quedó mirando sin comprender. –¡Vamos tonto! Muévete –lo apresuré al tiempo que echaba a correr de nuevo.
La casa estaba irreconocible, consumida por el fuego. Fue difícil encontrar la habitación de Renesmee, pero al cabo de unos minutos ya nos encontrábamos allí. Jacob no perdió el tiempo y se aventuró a buscar debajo de la cama y en los rincones. Yo por mi parte me apresuré hacía el ropero. Renesmee solía esconderse ahí cuando tenía miedo. Si mal no la conocía, abriría las puertas y ella estaría allí, echa un ovillo. Y así fue. La pequeña estaba arrinconada en una esquina.
–¡Renesmee! –casi me eche a llorar de la emoción de saberla a salvo.
Ella levantó su pequeño rostro atemorizado y me miró. Tenía lágrimas en sus mejillas. El corazón se me apretujó en el pecho. Verla así dolía, pero me reconfortaba saber que estaba allí, intacta.
–¡Jacob la encontré! –grité, a sabiendas de que él seguía buscando como un maníaco. En dos segundos estuvo al lado nuestro.
Estiré una mano para alcanzar a Renesmee.
–Ven Rene, vamos. Todo estará bien, ya estamos acá –traté de consolarla.
Ella colocó su mano sobre la mía y yo tiré para poder sacarla de allí. La abracé fuerte contra mi cuerpo y eche a llorar. Nunca lloraba, pero el saber que podría haber perdido a mi hermana era una situación que me ponía al borde.
Una explosión se escuchó en alguna parte de la casa y parte del techo cayó.
–¡Deja de esconderte lobucho! Este es tu fin Black –rugió una voz a la distancia.
La adrenalina recorrió todo mi organismo, y no pude evitar estremecerme.
Era él. Aquel hombre pálido y de cabello como el oro que había iniciado el incendio. Aquel hombre del que mi padre nos dijo que debíamos huir.
–Vamos, tenemos que salir de aquí –dijo Jacob tirando de nosotras para echar a andar.
Corrimos, yo con Renesmee abrazada a mi cuerpo, por donde el piso seguía intacto. La casa se llenaba más y más de humo, y era casi imposible de ver.
–¡Te tengo! –una mano sujetó fuerte mi hombro impidiéndome avanzar. Ahogué un grito cuando me di cuenta de que esa mano estaba helada. –Vaya, son dos –comentó esa voz aguda.
–¡Jacob! –grité al tiempo que fui empujada hacía atrás.
Me aseguré bien de que Renesmee cayera sobre mi cuerpo y no se hiciera ningún daño.
–Tu hermanito no podrá ayudarte cariño –la voz estaba ahí, en frente mío, pero no lograba vislumbrar al portador de ella. –De hecho, nadie podrá hacerlo.
Cerré mis ojos con fuerza y apreté aún más a Renesmee contra mí, sabiendo, sintiendo, que el final estaba cerca.
Uno. Dos. Tres. Nada.
Cuatro. Cinco. Seis. Nada de nuevo.
Ni siquiera se escuchaba un sonido, sólo la respiración de Renesmee y la mía. Me atreví a abrir los ojos y allí, a la distancia, pude ver la enorme silueta de un lobo luchando contra la de un hombre.
–Jake –su nombre se escapó de mis labios al mismo tiempo que una lágrima traicionera bajaba por mi mejilla.
Él se había expuesto por nosotras. Nos estaba defendiendo.
Y como si hubiera adivinado mis pensamientos, nos miró. Y supe que estaba queriendo decirnos. Teníamos que escapar. Escapar mientras él entretenía a aquel monstruo. Me estaba pidiendo escapar a costa de su vida.
–¡No! –grité decidida. No podía irme sin mi hermano.
Él gran lobo marrón emitió un sonoro quejido en respuesta. Su atacante aprovechó la distracción para propinarle un golpe en el costado izquierdo. Un sollozo lastimero salió del animal.
Volvió a mirarme con intención y supe que no quedaba otra salida.
Apreté fuerte a Renesmee contra mí y salí de aquel lugar en llamas. Ahora no sólo el humo entorpecía mi visión, sino también las lágrimas no derramadas que se agolpaban en mis ojos.
Cuando logré adentrarme lo suficiente en el bosque como para no correr peligro, bajé a Renesmee y me acurruqué contra un árbol. Estaba al borde de un colapso nervioso. La pequeña se me quedó mirando, paralizada en su lugar.
–Ven aquí –le dije abriendo mis brazos.
Ella no dudó en acomodarse contra mí. Y al instante nos quedamos dormidas.
La suave brisa de la mañana me despertó meciendo mis cabellos rubios. Renesmee seguía dormida entre mis brazos. El peso de todo lo acontecido la noche anterior me golpeó de repente haciéndome jadear. Traté de mantener la calma contando las respiraciones de Renesmee, y aun así no lograba estar tranquila del todo.
¿Dónde estaría Jacob? ¿Y mis padres?
Un leve chasquido se escuchó a lo lejos. Yo me envaré. ¿Y si aquel hombre pálido volvía por nosotras?
Un enorme lobo de pelaje cobrizo salió de entre la maleza. Se le notaba herido y cansado.
–¡Jake! –susurré en voz baja. Era un alivio verlo allí.
Él asintió en mi dirección y se echó en el lugar. A los pocos segundos pude escuchar sus suaves ronquidos. Se había quedado dormido.
Sólo quedábamos nosotros tres. Éramos nosotros los únicos sobrevivientes de la familia Black. No hacía falta preguntarle a Jake dónde estaban mis padres, ya sabía la respuesta.
Toda nuestra vida, mi padre, Billy, nos había advertido de este tipo de amenaza. Nos había contado sobre ellos, sobre los fríos. Sobre como esos monstruos cazaban a los de nuestra especie. Por eso debíamos mantener un perfil bajo y no hablar sobre nuestra naturaleza con nadie. No podíamos confiar en nadie.
Y mucho menos ahora. No ahora, que sólo éramos nosotros tres contra el mundo.
Bueno aquí les va una historia nueva que creé a partir de un sueño que tuve hace un par de noches. Es todo medio improvisado, así que espero que les haya gustado este primer capítulo.
(Serán así, capítulos cortitos que trataré de subir a menudo.)
Ahora me tengo que ir a la facultad, así que las dejo chicas/os!
Si te gustó déjame tu review!
Mademoiselle Michelle.
