Disclaimer: Los personajes son totalmente de Hajime Isayama, no me pertenecen, yo solo los utilizo para cumplir mis fantasías de fujoshi..

N/T): Hola a todos chicos!,Ya sé que estoy atrasada en otras historias, (LO SÉ), pero moría de ganas de ya publicar este fan, fue una colaboración junto con mi pareja, ambos trabajamos mucho en las ideas y el desarrollo.

No les voy a mentir, este Fan me absorbió 3 meses de mi vida hahaha, lo escribía en mi celular cada que tenía oportunidad, tengo hechos 10 Capítulos!, PERO no los subiré de golpe, ¡Así que chiste!, los martes son los días que descanso de mi trabajo, así que cada martes estaré actualizando.

Ahora sí, a lo que se vino.

Cuando no haya más espacio en el infierno, los muertos caminarán sobre la tierra.

-El amanecer de los muertos vivientes-

Todas estas mierdas empiezan siempre por la ambición humana de querer mejorar algo, pero al final todo se sale de control, el año 2028 sería un año como cualquier otro, hasta qué a un maldito científico se le ocurrió la brillante idea de crear una vacuna que ayudase a que los humanos nos volviéramos 100% resistentes a cualquier enfermedad y claro no terminó bien.

La vacuna presentó efectos secundarios, primero la gente enfermo con fiebres altas, vómitos, comenzaban a delirar para finalmente morir, o eso fue lo que creímos, los cadáveres volvían a la vida, la vista perdida, cero rastro de que alguna vez existió inteligencia, lo peor de todo, ansiaban la carne humana.

Han pasado 10 años después de todo eso, la población mundial se vio reducida casi en su totalidad, existimos grupos de humanos que vivimos escondidos en fábricas, edificios y casas, nuestra estancia nunca es permanente, siempre terminábamos por acabarnos la comida y los recursos, moverse es sobrevivir.

El contagio solo se daba si existía intercambio de sangre, prácticamente si esos malditos te mordían y sobrevivías tenías dos opciones:

Uno: Te dabas un tiro en la cabeza evitando volverte un gris.

Dos: Dejabas que la transformación se completará y eras otro de los miles de grises que existían.

Te preguntaras ¿Por qué les llamamos grises?, fácil, el cuerpo de los infectados toma una tonalidad grisácea, encías negras que se retraían dejando ver los dientes pudriéndose, córneas totalmente grises o blancas, el término "zombie" es muy cliché y al principio la gente se aterrorizaba escuchado ese nombre, simplemente ahora ya no me importa, solo deseo sobrevivir.

...

La noche estaba por caer, Levi se estaba poniendo ansioso, sabía que él debía a ver salido con la mitad de su grupo, hace una hora que debieron haber vuelto, la noche se volvía más peligrosa, la poca visibilidad era una desventaja horrenda, las amenazas podían salir de cualquier lado.

—Levi, por favor tranquilízate, me estás poniendo nerviosa—. Hablaba Hanjí observando al hombre que camina de un lado al otro sin descanso.

—Están tardando más de lo normal, No puedo tranquilizarme—. Se pasó una mano por su cabello con ansiedad.

—Van a estar bien, son fuertes—. Intentó consolarlo.

Se dejó caer en una de las cajas que se encontraban a su alrededor, llevaban un mes viviendo en una librería en el centro de la ciudad, se turnaban en brigadas pequeñas para conseguir alimentos o explotar los alrededores marcando las zonas con más actividad.

Pasó otra hora tortuosa donde los carcomía la desesperación, Levi harto de esperar se levantó decidido a salir en su búsqueda, comenzó a equiparse cuando golpearon la puerta con desesperación, se pusieron alerta desenfundando sus armas apuntando hacia esta.

—Chicos por favor abran, somos nosotros—. Chilló con desesperación una voz.

—Levi es Petra—. Ambos intercambiaron miradas.

—Abre tú, yo te cubro—. Le indicó con el arma que se acercará a la puerta.

Hanjí se colocó a un costado preparada para dejar entrar, Levi con un cabeceo le dio luz verde para abrir, con un golpe seco entraron a gran velocidad sus compañeros, Hanjí cerró la puerta con fuerza al notar a sus amigos dentro.

Levi comenzó a contar a las personas que ya hacían jadeantes en el piso.

—¿Dónde está Erd?—. Interrogó ayudando a levantar a la pelinegro.

Mikasa lo miró a los ojos con tristeza en ellos, negó con la cabeza desviando la vista.

—¡Maldita sea!—. Se jaló el cabello pateando una caja.

—Ya no hay alimento cercano a la zona, además la actividad de los grises está aumentando, no notamos su presencia cuando estábamos en el supermercado—. Mikasa habló con preocupación en su voz.

—Erd estaba distraído en un pasillo, no supimos de dónde salieron, nos escondimos buscando cómo huir—. Petra intentaba controlarse pero sus lágrimas no tardaron en salir, Auruo que iba con ellas la abrazó con fuerza intentando consolarla.

—Hermano, tenemos que movernos, ya perdimos a muchos en estos meses—. Mikasa miró a Levi con cierta preocupación.

—Mikasa tiene razón, con los víveres que tenemos alcanzan para tres días, una semana si los racionamos bien—. Hablo la mujer con gafas.

—¿Y cuál es el plan?—. Intervino Auruo.

—Tenemos que movernos a otra ciudad—. Hanjí caminó hacia una estantería sacando un enorme mapa.

—Nos estamos moviendo con más frecuencia, apenas y duramos un mes—.

Hanjí extendió el mapa sobre una mesa haciendo que los demás se reunieran a su alrededor.

—Los ángeles ya no es seguro para nosotros, perdimos a cinco compañeros en esta Ciudad, tenemos que avanzar hacia San Francisco, al ser una ciudad grande tenemos la oportunidad de conseguir alimento—. Señaló con un dedo su próximo destino.

—¿San Francisco?, son quince días de camino—. Se quejó Mikasa mirando a todos.

—Tenemos la Camioneta, todos esos quince días se reducen a diez horas en auto, si tenemos suerte podemos robar gasolina en algún punto—. Levi vio como posibilidad la opción de irse.

—Serán mejor movernos por la mañana, no es muy seguro en la noche, gastamos algunas municiones de regreso—. Decía Auruo desenfundando sus armas.

—Yo haré guardia esta noche así que pueden descansar—. Levi tomó una silla colocándola a un lado de la puerta.

Sus compañeros no dieron réplica, pues estaban cansados, observaba a las cuatro figuras que buscaban un buen lugar para dormir. Suspiró profundo, su viaje había empezado con veinte sobrevivientes, a lo largo de los años aumentaban o disminuían, pero jamás pensó que terminarían siendo solo cinco personas en su lucha por sobrevivir.

—¿Qué piensas?—. Su hermana lo sacó de sus pensamientos sobresaltándolo un poco.

—En Erd, estoy acostumbrado a perder compañeros, pero eso no hace que no me importen, ¿Sabes si murió o ahora es otro...—.

—¿Gris?—. Lo interrumpió. Levi solo asintió.—No, Petra sabía que él no querría eso, mientras estaban distraídos atacando a Erd, le dio un disparo certero en la cíen—.

—No sé qué más hacer para protegerlos, estoy cansado, ya son muchos años de estar huyendo—. Hundió su cara entre sus manos un tanto fastidiado.

—No te mártires así hermano, no es tu culpa, en nuestro próximo destino nos irá bien, tal vez y encontremos sobrevivientes—. Palmeó su hombro intentando consolarlo.

Ambos hermanos eran malos demostrándose cariño, en parte por la situación mundial y porque no sabían cómo, eran un poco brutos en eso, los dos tenían su manera de apoyarse para salir adelante.

—Deberías ir a dormir, será un día largo mañana—. Le indicó con un cabeceo que fuera a buscar un lugar donde pasar la noche.

Su hermana era de las personas que más ansiaba proteger, pues tuvo que cuidar de ella desde sus 7 años, como un adolece que era en esa época apenas con 17 años, aprendió el uso de armas, técnicas de supervivencia, todo eso acompañado con una pequeña niña que aprendía a la par que él, disparando su primer arma a sus 14 años, no era la infancia adorada que quería para ella, pero sabía que nunca podría darle esa normalidad a su vida.

No podía acobardarse dejándola sola en este mundo, pues muchas veces cruzó por su mente la idea de poner fin a su cansancio, metiendo una bala entre sus sesos. Esa idea egoísta lo perseguía por años haciéndolo sentir débil, pero aún tenía a Mikasa y no se permitiría abandonarla hasta el final.

La noche pasó como cualquier otra, algunos ajetreos que provenían de la calle pero nada por lo cual alarmarse, observó su reloj notando que pasaba de las seis de la mañana, sin perder más tiempo se levantó un tanto cansado y con las ojeras claramente visibles de su anterior guardia. Apresuró a los demás para ir guardando todo lo necesario, se equiparon con sus armas y protecciones listos para abandonar el lugar.

—Ok, La camioneta está a cinco cuadradas de distancia, tenemos que movernos rápido para llegar a ella eh irnos, ¿Entendido?—. Todos asintieron ante las órdenes de Levi.

Salió primero él empuñando su arma mirado a todos lados, la ciudad era un caos, destrozos por doquier, a simple vista no se observaba ningún gris en los alrededores. Comenzaron a avanzar despacio sin ninguno bajar la guardia, intentaban ser lo más silenciosos posibles, cualquier sonido podía alertar a los grises de su presencia poniéndolos en riesgo inminente a todos. Estaban cerca de llegar, recargados contra la pared de un edificio.

—¿Qué pasa?, ¿Por qué no avanzamos?—. Susurró Auruo.

Levi levantó el brazo con el puño cerrado indicando que guardarán silencio. Un estruendo se escuchó erizándole la piel al equipo, un gris caminaba golpeándose con los automóviles, claramente aún no se percataba de su presencia. Mikasa levantó su arma apuntando al ser que miraba a todas partes distraído, quitó el seguro buscando un buen ángulo para acabar con él. Levi la detuvo en el momento, colocando su mano sobre su arma bajándola con cuidado.

—Si disparas harás ruido, no sabemos si hay más escondidos—. Le susurró con una mirada de advertencia.

La chica bajo el arma colocando de nuevo el seguro, todos observaron con impaciencia cómo se alejaba de ellos el gris, cuando estaba a una distancia prudente, Levi indicó que siguieran adelanté, no tardaron en divisar la enorme camioneta blanca que habían dejado por cualquier emergencia, parecía ser otro de los autos abandonados evitando que llame la atención.

No solo debías cuidarte de los grises, en estos tiempos de desesperación, también existen grupos de personas que saqueaban a otras, no importándoles afectarlas, solo veían por el beneficio propio.

Montaron la camioneta dejando sus provisiones en la parte trasera. Hanjí encendió el motor, el ruido que hizo atrajo a unos 15 grises que salieron de entre las sombras, maniobro atropellando algunos en su camino, soltó una carcajada cuando utilizó los limpia parabrisas golpeando la cara desfigurada del gris que se aferraba al cofre, onduló la camioneta con fuerza intentado deshacerse de él.

En el interior todos estaban mirando con pánico la manera en la que conducía Hanjí, sosteniéndose con pavor, Petra y Auruo abrocharon su cinturón tomándose de las manos.

Tras unos minutos tortuoso de fuerte zigzagueó él gris cedió terminado debajo de la enorme llanta.

—Yo, yo opino que Mikasa debería manejar—. Le tembló la voz a Petra.

—Por favor, soy buena en esto—. Desvío la vista del camino para mirar a todos con una sonrisa.

—¡Hanjí!, ¡Pon atención al frente!—. Mikasa que iba de copiloto tomó el volante maniobrando esquivando un auto.

—Sí, sí, Ya relájense—. Se quejó enderezando la marcha.

Todos se miraron con horror, preferían ser comidos vivos que seguir otro minuto en el vehículo con la loca al volante.

—Nos detendremos en King City para buscar provisiones, son 4 horas hasta allá, tendremos dos horas para recolectar lo más posible y volver al camino, si tenemos suerte llegaremos a la ciudad de Salinas para pasar la noche, estaremos prácticamente a mitad de camino—. Habló Mikasa mientras sostenía el mapa trazado la ruta.

—Nos dividiremos como siempre al llegar, buscaremos alimento, gasolina y armas—. Todos estuvieron de acuerdo.

Durante el camino no hubo percances, solo lo de siempre, lugares destruidos, zonas abandonadas, grises intentando correr tras la camioneta sin éxito, así era su vida, así llevaba siendo por diez años y estaban seguros que seguiría así después de su muerte.

Una ciudad fantasma eso era prácticamente cada destino al que viajaban, King City no era la excepción, bajaron en lo que parecía ser el centro de la ciudad.

—Nos separaremos como ya lo dijimos, Petra y Auruo busquen alimento, Hanjí busca combustible, Mikasa y yo buscaremos armas y municiones—. Levi organizó a todos antes de bajar de la camioneta. —Cuídense todos y si están en problemas no duden en usar la pistola de bengalas—. Terminando de hablar bajaron a paso veloz.

—¿Crees que en esta ciudad esté llena de grises?—. La pelinegro avanzaba detrás de su hermano volteando a todas direcciones.

—No creo, ciudades pequeñas fueron arrasadas y los grises se movieron en búsqueda de carne, pero no bajes la guardia ni un segundo—. Dirigió una mirada seria a su hermana y siguieron adelante.

Pasaron varias tiendas, diferentes artículos se mostraban en los aparadores, Levi tenía la corazonada de poder encontrarse con una tienda de armas, no estuvo tan equivocado cuando Mikasa lo jalo del brazo señalándole una tienda del lado contrario de la calle, "BULLETERY", se leía en un gran cartel, cruzaron acercándose a la puerta del establecimiento, Levi intentó abrir la puerta notando que tenía seguro, le dio buena espina esperando que todo dentro estuviera intacto.

Se alejó unos centímetros y con una patada hizo que el seguro cediera, ambos empuñaron sus armas ingresando al local, un fuerte aroma a cadáver los invadió haciéndolos arrugar la nariz. Dieron una mirada rápida al rededor viendo que, a pesar del desorden tenía suficientes armas y cajas con munición.

—Toma todo lo que nos pueda ser útil, veré si por detrás está despejando—. Mikasa asintió guardando su arma.

Levi cruzó el mostrador entrando a lo que parecía ser un almacén pequeño, cruzó un estante alto y un bulto en el piso lo sorprendió, ya hacía un cadáver casi en los huesos, desprendía un asqueroso aroma, lo observó con detenimiento, parecía ser el dueño de la tienda, o eso pensó; por el arma que estaba tirada a un lado dedujo que el pobre hombre se pegó un tiro acabando con su sufrimiento.

En la pequeña trastienda había más armas almacenadas, tomó una de las bolsas que usaban para guardarlas y comenzó a llenarla con todo lo que encontraba, abrió uno de los cajones metálicos quedando atónito ante lo que encontró, metió ambas manos al cajón tomando el contenido como si de oro se tratase, acarició los dos empaques con los dedos, sin pensarlo dos veces los guardo en sus bolsillos, con la bolsa a su máxima capacidad salió de la trastienda, Mikasa al igual que él tenía dos bolsas más en el piso.

—¿Cómo es que nadie a saqueado este lugar?— Sonreía levantando una de las grandes bolsas.

—Son ciudades muy pequeñas y nadie quiere perder el tiempo en ellas, Hanjí y yo descubrimos que son las mejores para encontrar provisiones, mientras que todos huyen a las grandes ciudades—.Se acercó recogiendo la segunda bolsa que tenía su hermana, se colocó ambas en ambos hombros.

—¿Por qué no nos establecemos en estas ciudades?—. Preguntó saliendo detrás de su hermano.

—En la ciudad existen más sitios seguros y más lugares para buscar provisiones—. Le dedicó una media sonrisa.

Emprendieron el regreso con velocidad, el tiempo lo era todo, y necesitaba dejar esta ciudad para acercarse a Salinas, buscarían en los suburbios una casa donde pasar la noche.

—Como lo pensé, junté suficiente gasolina para cualquier improvisto—. Hanjí hablaba con Auruo y Petra fuera del vehículo.

—Las tiendas no estaban tan vacías, tenemos bastante comida para un mes—. Petra abrazaba feliz a Auruo.

—Solo espero que Levi y Mikasa encontraran armas—. El hombre apretó más el cuerpo de su pareja.

No tardaron en divisar a los hermanos que se acercaban a paso veloz, Auruo fue en su ayuda al ver el tamaño de las bolsas que cargaban.

—La ciudad está prácticamente intacta, si seguimos moviéndonos entre estas tendremos suficientes provisiones hasta para medio año—. Levi entregó una bolsa a su amigo.

—¿No sería mejor quedarnos por un tiempo aquí?—. Auruo se colocó la bolsa al hombro.

—No, en las ciudades grandes tenemos más lugares donde ocultarnos sin que existan improvistos, ¿Recuerdas lo qué pasó donde encontramos a Petra?, perdimos medio grupo siendo perseguidos en campos muy abiertos—. Auruo bajo la vista recordado la masacre que sufrió su equipo años atrás por una emboscada, donde casi perdió a la mujer que robó su corazón.

—Levi tiene razón cariño, escondernos en estos pequeños pueblos después de un tiempo podría atraer a muchos grises y estaríamos rodeados, tal vez encontremos esa comunidad amurallada en el camino—. Petra intentó animar a su pareja.

Al escuchar sobre esa "comunidad amurallada" Levi chasco la lengua torciendo el gesto, en los 10 años que llevaban recorriendo el país jamás encontró dicha ciudad, los primeros 5 años estaba esperanzado en su búsqueda, pero al no haber una localización exacta y todas las que les llegaban a dar solo daban a ciudades fantasma o campos de refugiados abandonados, perdió toda esperanza, enfocándose ya no en su búsqueda si no en sobrevivir, sobrevivir por su hermana, hasta donde la vida se lo permitiese.

—Deja de pensar en esas fantasía Petra, dudo mucho que un grupo de personas creara una ciudad amurallada—. Levi dejó las bolsas en la camioneta con brusquedad.

—No creo sean ficticias, muchos saben de ellas—. Se defendió la mujer.

—Tanto así que en diez años nadie que conozca a dado con ellas—. Levi la miró sin emoción.

—Chicos, basta, no volvamos a pelear por lo mismo—. Hanjí intervino intentado apaciguar las cosas.

—Mejor retómenos camino a Salinas, tenemos bastante luz de sol para llegar a buscar un refugio—. Mikasa tomó por el hombro a Petra dedicándole una sonrisa.

Sin más conversaciones incómodas de por medio y con un poco de miedo por qué Hanjí volvía a tomar el volante, retomaron camino a su siguiente parada.

Qué solo se sentía el mundo ahora, no ver autos andando por la carretera, verlos abandonados, accidentados, eso era la vista que obtenían por donde pasaban. Salinas City quedaba a dos horas de camino, cruzaron la abandonada ciudad buscando los suburbios, de entre todas las casas escogieron la más grande, bajando Auruo y Levi con arma en mano para inspeccionar el lugar, entrando a la casa se dividieron, Levi inspeccionaría el segundo piso, por con siguiente Auruo el primero.

—Libre arriba—. Grito Levi asomándose por la barandilla de las escaleras.

—Abajo está libre también, iré a llamarles—. Auruo miró a Levi quien solo le asintió con la cabeza.

Más tranquilo enfundó su arma descendiendo las escaleras observando las fotografías que había colgadas en la pared, se quedó a medio camino mirando un pequeño cuadro de dos niños abrazándose mientras jugaban.

...

"Después de años de investigación lo logramos, la vacuna que nos hará inmune a cualquier enfermedad está lista, no será nada barata por lo que solo algunos podrán contar con este beneficio, pero imagínense todo lo que se ahorrarán de por vida en medicamentos, las primeras dosis ya fueron aplicadas y al parecer todo va a la perfección". La voz de una conductora animada resonaba en la sala.

Levi jugaba con su pequeña hermana en el piso en medio del salón, observando la pantalla del televisor al igual que sus padres quienes estaban sentados en el sillón.

Es maravilloso lo que él ser humano puede crear ¿verdad?, deberíamos ir todos como familia por nuestra vacuna—. Kuchel miró a su esposo con emoción.

Siempre quieren jugar a ser Dios, nosotros no entraremos en ese juego sucio del consumismo cariño—. Kenny miró a la mujer con seriedad.

Ve por nuestros hijos, ellos tendrán un buen futuro, serán completamente sanos—. Kuchel miró con adoración a sus dos hijos que jugaban juntos.

Que ellos lo decidan cuando sean más grandes, tú no los obligarás a nada Kuchel—. Sentenció no queriendo más réplicas.

El hijo mayor se quedó perdido en la conversación de sus padres, a él tampoco le daba buena espina eso de la vacuna milagrosa.

Levi tienes que tomar tu té—. Le reclamaba la pequeña niña que notó su falta de atención.

Perdóname pequeña, lo beberé todo—. Tomó la pequeña taza fingiendo que esta contenía un delicioso té.

Mikasa río sirviéndole otro poco de ese delicioso e imaginario té.

...

—Hermano. ¿Estás bien?—. Levi parpadeo varias veces para girar la vista a su hermana quién estaba al pie de la escalera mirándolo con preocupación.

—Sí, sí, solo, observaba cómo era esta familia—. Le sonrió evitando preocuparla.

—¡INCREÍBLE!—. Se escuchó un grito por parte de Hanjí. —Está casa aún tiene agua corriente—. Canturreó la mujer haciendo reír a todos.

—Creo que aprovecharé esta oportunidad, necesito un buen baño—. Mikasa sonrió ante los gritos de emoción.

—Esta casa tiene suficientes habitaciones podrás dormir tranquila—. Levi bajo y con un gesto revolvió el cabello de su hermana.

—Deberías darte un baño también, apestas—. Bromeó apartando la mano de su cabellera negra.

Se acomodaron en la amplia casa preparando un poco de alimento para la cena, intentaron llevar un poco de normalidad a su vida aseándose, sintiendo el agua, aunque estaba fría, recorrerles el cuerpo sintiéndose renovados. Sentándose todos juntos a la mesa, platicando de sus vidas antes de la tragedia, Mikasa los observaba intentando imaginar todo, pues ella era una niña cuando la catástrofe se desató, no recordaba mucho de su infancia ni de esa normalidad que tenía su vida, lo único que recordaba era: las huidas, las peleas, los disparos, todo su mundo era como los seres que ahora lo reclamaban. Gris.

Auruo y Petra se instalaron en la habitación más grande, querían estar juntos como una pareja normal en su casa, Mikasa tomó la habitación que parecía ser de dos hermanos, la recorrió con un cierto de nostalgia, se sentó sobre la cama mirando los peluches desordenados que estaban sobre esta.

—Intenta descansar, todo estará bien, Hanjí hará guardia hoy y yo dormiré en la sala para estar cerca por si necesita algo—. Habló su hermano desde la puerta sobresaltándola un poco.

—Tengo vagos recuerdos de cómo era mi habitación cuando era niña—. Comentó tomando un pequeño oso de felpa entre sus manos. —Sé que tenía muchos como este—. Sonrió con tristeza acariciando con delicadeza al animal.

—Oi mocosa, tengo algo para ti—. Levi se acercó a su hermana colocándose de cuclillas frente a ella.

Mikasa lo miró sin entender el gesto que este tenía hacía ella, espero paciente por lo prometido, Levi esculcó entre su bolsillo sacando con cuidado un empaque metálico colocándoselo sobre el animal de felpa, la chica lo miró con los ojos abiertos como platos atónita ante su regalo.

—De donde, ¿De dónde lo sacaste?—. Tomó el empaque acercándolo más a su cara asegurándose de que no se tratara de una broma o una fantasía.

—En la tienda de armas, es completamente tuyo, solo asegúrate de comerlo cuando en verdad lo necesites—. Se levantó y depositó un beso en la coronilla de su hermana.

—Creí que el chocolate había desaparecido por completo—. Mikasa levantó la vista con los ojos llorosos de emoción.

—Al parecer aún puedes comer un poco, descansa, te veo por la mañana—. Se despidió para después salir por la puerta.

Descendió las escaleras con un poco de cansancio, llevaba consigo almohadas y sabanas que tomó de una de las habitaciones, las acomodaría en el sillón para poder dormir más tranquilo.

—Puedes ir a dormir a una de las habitaciones, no necesitas quedarte aquí—. Comentó Hanjí al verlo entrar en la sala con sus manos llenas.

—No te preocupes, este sillón es mejor que el suelo en el cual eh dormido por meses—. Depositó todo sobre este comenzando acomodarlo.

—¿Nunca nos volveremos a confiar verdad?—. Sonrió con tristeza.

—Nunca—. Reafirmó.

La primera y única vez que se permitieron dormir todos sin hacer una guardia un conjunto de grises los emboscó en la madrugada, se confiaron de estar en una ciudad fantasma donde no parecía haber actividad, que equivocados estaban.

—Estaré aquí alerta por si algo llegase a ocurrir—. Hanjí se despidió con un ademán para comenzar a caminar alrededor de la casa buscando visitantes no deseados, sería una noche en vela para ella.

Levi se acomodó gustoso en el mullido sillón, no tenía la menor idea de lo cansado que estaba hasta que fue vencido por el sueño casi de inmediato cerro los ojos.

...

N/T): Espero esta nueva historia les guste, tengo un fanatismo por los Zombis y no me resistí a crear un fan con ellos de segundo plano.

Gracias por apoyar las historias, tú lector que estas detrás de una pantalla leyendo esto, eres hermoso y te agradezco de corazón que este leyendo esto.

Que el universo este de tú lado.