Capítulo 1: Diarios.
Diario de Chris:
Han pasado tres años desde que Wesker, por fin, ha dejado de molestarnos y ahora podemos respirar tranquilamente. Durante este tiempo, las cosas han cambiado, y bastante.
Dos meses después de acabar con Wesker, me declaré a Jill, le confesé mi amor, cuánto la quería y cuánto significaba para mí. Al cabo de unos meses, nos prometimos. Ahora llevamos felizmente casados dos años y tenemos un hijo de casi dos años… se podría decir que Jill se quedó embarazada durante la luna de miel. El niño se llama Andrew, por mi padre.
En cuanto al resto de nuestros compañeros… Leon está saliendo con una amiga suya que, si mal no recuerdo, se llama Ada. Barry cumplió su sueño, y ahora tiene una casa en el campo, con cinco grandes perros, tres gatos, y algunos animales más; más que una casa en el campo, parece una granja, pero a él se le ve feliz. En cuanto a Claire… cada vez está peor y ya no se cómo ayudarla. Desde los sucesos en la Antártida y lo que ocurrió con Steve, ha estado bastante triste, alicaída y apática, nadie sabe cómo animarla. Se me parte el corazón sólo de verla… pobre Claire. Ojalá pudiera ayudarla, dentro de poco se lo contare todo, y espero que no se enfade mucho conmigo por habérselo ocultado durante dos años y medio…
Diario de Claire:
Ya han pasado cinco años desde que estuve en aquella prisión de la isla Rockfort, donde conocí a Steve. ¡Cinco años! Aún no me creo que esté muerto, y aún no me explico cómo he logrado sobrevivir tantos años sin él, sin su sonrisa, sin el sonido de su voz… sin su contacto… Dios, lo echo tanto de menos… lo que más me duele es saber que estaba enamorada de él, que estoy enamorada de él y que no pude decírselo cuando tuve oportunidad y ya nunca se lo podré decir. Espero que me pueda perdonar por no haberme dado cuenta antes… Ojala estuviera vivo porque le diría todo lo que siento por él… sin trabas, sin esperar ni un solo segundo… se lo diría.
Diario de Steve:
¡Madre del cielo! ¡¡Dos años!! Llevo dos años encerrado en este hospital de la B.S.A.A. sin poder ver a Claire, manteniendo mi estado de impotencia con lo poco que me cuenta Chris de ella… si pudiera salir de aquí, iría a consolarla, a decirle: «Estoy vivo, Claire, no tienes que preocuparte de nada más».
Dos años han pasado desde que Chris me rescató (Dios sabe cómo me encontró) de aquel maldito lugar en el que Wesker me tenía encerrado. Él me trajo aquí, a este endemoniado hospital de la organización para la que trabaja, alegando que los médicos me podrían ayudar a recuperarme de todo lo que Wesker me hizo…
¡Dos años, maldita sea, dos años! Llevo esperando dos años para ver a Claire, he contado los días, las horas, minutos y segundos que han pasado desde que me trajeron aquí y no me ayuda en nada a la hora de intentar pensar en otra cosa que no sea en Claire, en la preciosa chica de la que me enamoré en Rockfort, que ahora no es más que una sombra de lo que fue, por lo que me ha contado Chris… Según él, ella me echa muchísimo de menos y eso me pone de los nervios porque, pudiendo consolarla y tranquilizarla, estoy aquí tirado, en una camilla, impotente… deseando que me den el alta de una santa vez…
Hace unos días, los médicos me dijeron que, por fin, han conseguido extraerme todo el virus que Alexia me inyectó. Ha sido un proceso muy, pero que muy doloroso pero, esta vez, pensar en Claire me ha ayudado a superarlo.
Ahora, cuento las horas, minutos y segundos que quedan para que me den el alta, si me la dan alguna vez, y así poder abrazar, aunque sea sólo una vez, a Claire.
