Pareja:UsUk, AlfredxArthur etc.
Disclaimer:Todavía no logró que Himaruya-Sama me seda los derechos de sus personajes, pero esperen (¿?)
Summari:~*~ ¿Lo has escuchado? Dicen que si estas solo en el último tren aparece. Dicen que lo asesinaron ahí. Dicen que se lanzó a las vías del tren. ¿Lo has visto? Cuando aparece todo se vuelve frío y escuchas sus lamentos. Una vez que lo miras a los ojos caes es su maldición. ~*~
Advertencia: Historias de fantasmas~ buuuu
Notas de inicio:
Esto sí sé de donde salió, resulta que hice un viaje con mi familia y nos subimos al primo hermano del tren, el metro, y pues resulta que yo iba imaginando tontería y media y entonces ¡bum! No, el metro no explotó ni se descarrilo, tuve una idea fantástica~ fue cuestión de desarrollarla un poco y aquí esta lo que salió~
No les voy a decir que es aterrador, en realidad no lo es, solo es humor sin sentido y alguno que otro misterio escondido (¿?) Aunque seguro que ustedes terminaran adivinándolo a la primera… pero recuerden, soy yo la escritora, todo puede pasar muajajajajajaja~
¡Feliz Halloween! Y como siempre no puede faltar mi ¿truco o travesura? Este año les daré travesura XD
One, Two, Three ¡Go!
~*~ El Fantasma del Tren ~*~
~*~ ¿Lo has escuchado?
Dicen que si estas solo en el último tren aparece.
Dicen que lo asesinaron ahí.
Dicen que se lanzó a las vías del tren.
¿Lo has visto?
Cuando aparece todo se vuelve frío y escuchas sus lamentos.
Una vez que lo miras a los ojos caes es su maldición ~*~
Rumores, simples rumores, de esos que comentan solo para asustar a la gente, claro que a él no lo asustaban, él era el "Hero" y no le temía a nada. Sin embargo odiaba los viernes en los que tenía practica de baseball porque salía tan tarde que si se atrasaba solo unos segundos le tocaría esperar el siguiente tren y por lo tanto el último de la noche, en el que supuestamente se aparecía el fantasma.
A él no lo asustaban las simples leyendas pero siempre evitaba el último tren por si las dudas.
— ¡Alfred, tienes que quedarte para estudiar! Dijiste que nos ayudarías— Alfred F. Jones no era un genio pero tampoco era el peor de la clase por eso, y por su buena disposición a ayudar a los demás, es que los chicos de su clase lo buscaban en situaciones como esas.
— ¡Por supuesto! Solo pensé que sería mejor ir a la biblioteca y por eso guardaba mis cosas— En realidad lo había olvidado por completo y ahora que lo recordaba se preguntaba por qué habría aceptado aquello, la respuesta era clara, sí, porque él era el Hero y ningún héroe rechazaba su ayuda cuando alguien la pedía.
—A claro, que buena idea, vayamos allá entonces— El pequeño grupo de cinco lo siguió con sus mochilas al hombro, todos bromeaban y se reían de cualquier tontería, aquello era propio de una juventud totalmente normal.
El estudio fue tedioso y un tanto horrible para Alfred, cuando el sol empezó a caer más allá de las montañas no podía parar de ver su reloj, la oscuridad lo ponía nervioso y lo hacía preguntarse constantemente por la hora.
—Creo que es mejor que lo dejemos aquí, ya se acerca la hora de cerrar la biblioteca— Aquello no era del todo una mentira pero tampoco era una verdad, faltaba más de una hora para que cerraran, el problema es que faltaban 40 minutos para que su tren pasara y si contaba el tiempo que tardaría en llegar a la estación contaba con solo 20 minutos o quizá 10 si corría, aunque no era una idea que le tentara demasiado.
—Oh vamos Al, ya casi terminamos y mañana es el examen, no nos puedes dejar a medias, el último tren sale a las 11:30, todavía hay tiempo de sobra…— Comentó uno de sus amigos con un tono tan aburrido como seguro que ya estaba.
—Sí, además recuerda que mañana no tenemos que llegar a la primera hora, podrás dormir lo suficiente— Concordó otro con tono despreocupado.
— ¿O qué, acaso le temes a la leyenda del último tren?~ — Se burló un tercero, Alfred se sintió un tanto incomodo con aquello.
— ¡Claro que no le temo! Esos son solo rumores, yo he viajado miles de veces en el último tren y jamás he visto nada — Argumentó Alfred no muy convencido, jamás había tomado el último tren y a juzgar por lo tarde que pasaba se imaginaba que no había ni un alma esperándolo.
— ¡Bien! Entonces no hay de qué preocuparse, la biblioteca cierra a las 11 en punto, tendremos tiempo de sobra para ir a la estación— Declaró de nuevo uno de sus amigos y hasta ahí quedó el asunto, Alfred sabía que se iba a arrepentir de eso más tarde, pero prefirió darse valor y no pensar en eso.
Se alegró un poco cuando al fin los estudios al fin terminaron, aunque solo un poco ya que tenía en la cabeza la idea del último tren, y no ayudaba en nada que sus amigos le estuvieran recordando las leyendas una y otra vez mientras caminaban a la estación, algunos se quedaron atrás para ir a sus respectivas casas y solo siguió con uno de ellos, Matías, que también iba en tren a casa, pero a diferencia de Alfred él solo debía recorrer tres estaciones y las de Alfred eran 11.
Su casa estaba muy lejos de la escuela, cosa que jamás le había recriminado a sus padres porque era una bonita escuela y le gustaba viajar, pero el tren solo tenía 12 estaciones por lo que se vaciaba en el camino rápidamente y si así era por la tarde no quería imaginarse como sería a esa hora, seguro que se quedaba solo en aquel tren por lo menos un buen rato.
Una vez en la estación las manos empezaron a sudarle y el latido de su corazón solo fue en aumento, no podía tomar un taxi porque perdería el dinero de toda la semana en ese solo viaje y su amigo lo vería como un cobarde de primera, no quería ninguna de esas cosas por lo que se resignó a hacer aquello, no sería un héroe de verdad si no se enfrentaba a cualquier peligro.
—Alfred, te estas poniendo pálido— Avisó su amigo de pronto, había dejado de seguir la conversación desde que llegaron frente a las vías del tren, habían unas cuantas personas esperando, Alfred las contó, eran unas treinta personas, deseó con todas sus fuerzas que al menos una de ellas fuera hasta la estación doce, lo deseó en serio. — ¿Al, me escuchas, oyeee~?— Su amigo lo sacó de sus cálculos mentales y volvió a la realidad.
—Estoy escuchando, solo que tantas matemáticas e historia me dieron dolor de cabeza— Contestó Alfred fingiendo bien el tono despreocupado que solía utilizar siempre, su amigo pareció no sospechar lo contrario y siguió la plática por ahí.
A las 11:30 en punto llegó el tren con un rechinido espantoso que le puso a Alfred los bellos de punta, las vías se agitaron y el ambiente se llenó de un aire que golpeaba su rostro demostrando la rapidez del objeto, él no supo si notó esos detalles por lo nervioso que estaba o lo alucinaba, se dijo mentalmente que al día siguiente comprobaría si el tren llegaba de esa forma brusca y aterradora siempre o si solo era su imaginación en ese momento.
Las luces parpadearon un poco y las puertas se abrieron para dejar subir a los pasajeros, su amigo escogió el penúltimo vagón, más por costumbre que por otra cosa, por las tardes el tren se llenaba a tope por lo que siempre era más cómodo viajar en los últimos vagones, la gente se concentraba más en los vagones del medio.
Todo fue bien hasta la tercera estación en la que su amigo lo abandonó con una breve despedida, Alfred se quedó solo en el penúltimo vagón, escuchaba los rumores de las personas en los vagones vecinos por lo que se quedó dónde estaba, sintiéndose seguro.
De un momento a otro notó un silencio que no era nada bueno, apenas iban en la estación seis y ya no se escuchaba a más personas hablando, los nervios volvieron a invadirlo, se trató de convencer de que la gente estaba dormitando, toda al mismo tiempo.
Eso es demasiado absurdo
Pensó sintiéndose como un tonto, en ese momento el tren llegó a la estación siete y las luces volvieron a parpadear, los segundos que se quedaba apagada la lámpara le parecieron eternos, su corazón volvió a inquietarse.
Solo 4 estaciones más Al, puedes hacerlo
Por más que se animara mentalmente era inútil, el cuerpo se le entumeció y el pánico ya rozaba su mente, se levantó de su asiento y comenzó a caminar vagón por vagón acercándose más al inició del tren, tal vez sabiendo que estaba cerca del conductor lo ayudara a calmarse.
Cada vagón que pasaba estaba más vacío que el anterior, y con eso quería decir que sí, no había ni una sola persona en el tren, al menos no en lo que llevaba recorrido, llegó a la estación ocho y de ahí recordó un detalle que lo tentó a bajarse de aquel tren y conseguir un taxi afuera, después de la estación número ocho iban a entrar a un túnel que de día estaba oscuro, de noche no quería ni pensarlo.
Apuró más el paso pasando los vagones que faltaban acercándose más al primero, tan cerca de la cabina de control como podía estarlo, apenas había llegado al cuarto vagón cuando vio la entrada al túnel y el tren fue engullido por la oscuridad absoluta, solo había luces débiles pegadas en la pared que indicaban el camino, Alfred se quedó quieto donde estaba y se arrepintió enormemente de no haberse bajado cuando tuvo la oportunidad.
Se concentró en su respiración para calmarse y contó los segundos para mantener su mente ocupada en algo útil que no fueran las historias de aquel fantasma.
La luz regresó a los 15 segundos y el alivio cayó en su corazón al no ver ni oír nada extraño, siguió andando lo que le faltaba del vagón cuatro y llegó al tres, en donde había alguien sentado, la impresión lo hizo gritar como una niña hasta que el chico le dirigió la mirada.
Sus ojos eran de un verde enigmático y hermoso, iba vestido con un anticuado uniforme y un suéter de lana que le recordaron a algo salido del closet de su abuelo.
El chico tenía un libro algo viejo pero bien conservado entre sus manos, pareció analizarlo un poco de pies a cabeza y luego volvió a su lectura como si Alfred no le hubiera causado ningún interés relevante.
Por otro lado Alfred estaba fascinado, no porque aquel joven le llamara la atención, en realidad tenía toda la pinta de ser el tipo más aburrido sobre la tierra, pero una compañía era una compañía y eso era lo que él más necesitaba en ese momento por lo que no dudo ni un segundo en hablarle.
— ¡Hey dude! ¿Puedo sentarme a tu lado? — Preguntó Alfred con sus miedos completamente olvidados, volvía a ser el Hero que siempre había sido.
—No tengo ningún inconveniente, adelante— Murmuró el chico dándole una leve mirada entre curiosa e indiferente, Alfred sintió una alivio aplastante cuando se sentó junto al chico, su corazón acelerado poco a poco volvía a la normalidad. —Ya sé lo que te paso allá atrás— Comentó de pronto el chico cerrando su libro y dejándolo sobre su mochila para señalar hacía los vagones que seguían más allá.
— ¿Qué? — Preguntó Alfred sin captar lo que decía el chico, aquel chico esbozó una sonrisa maliciosa.
—Se te apareció el fantasma del tren— Declaró con un tono de voz tan lúgubre como burlón, Alfred se quedó atónito con aquellas palabras y el miedo amenazó con volver.
¿Es cierta la leyenda?
Se tuvo que preguntar con algo de temor, no podía creerlo, no quería creerlo ¿Aquel chico ya lo había visto? No, no podía ser porque se suponía que si lo veías una maldición caía sobre ti y morías trágicamente a los pocos días ¿O no era así?
Alfred no estaba seguro del final de la historia, todas las versiones eran distintas, unas aseguraban que la maldición te obligaba a saltar a las vías del tren, otras que el fantasma te perseguía hasta tu casa y ahí encontraba la oportunidad perfecta para matarte, otras tantas aseguraban que te llevaba al más allá en el preciso momento en el que tus ojos se cruzaban con los del supuesto fantasma y no dejaba ni rastro de ti, todas las versiones eran distintas y tenían algo de absurdo, pero igualmente Alfred odiaba los fantasmas y más los que tenían fama de asesinos, aunque si de verdad existiera tal leyenda las muertes en aquel tren se escucharían con más frecuencia y Alfred no había escuchado ninguna hasta la fecha en realidad.
El chico a su lado se echó a reír un poco, fue hasta entonces que Alfred captó la broma, se rió también para no quedar como un tonto.
—Soy Arthur ¿Y tú? — Preguntó el chico con una voz alegre y tranquilizadora.
—Alfred— Contestó de inmediato sintiendo su cuerpo más ligero. —Está helando aquí ¿No crees? — Comentó Alfred para seguir la plática, no era mentira el clima se sentía demasiado helado para ser el principio del otoño, incluso los cristales del tren se notaban un tanto empañados.
—Sí, parece que este año se va a adelantar el invierno— Respondió Arthur con un suspiro cansino.
— ¿A qué estación vas? — Preguntó Alfred notando por fin que se acercaban a la estación 10, faltaba muy poco para bajarse y se sintió orgulloso de haber sobrevivido al viaje del último tren.
—A la última— Contestó Arthur con simpleza, seguro que ya estaba bien acostumbrado a viajar solo. — ¿Y tú? —
—Me bajo en la que sigue— Alfred se sintió un poco mal por tener que dejar al chico solo el recorrido de una estación entera. —Tendrás que quedarte solo, lo siento— Aquellas palabras brotaron de su boca sin que él lo pensara mucho, Arthur sonrió de una forma amable pero se notaba la soledad en aquella mirada.
—Descuida, todas las noches voy solo, me sorprendió verte, pensé que ya no habría nadie en los vagones— Comentó Arthur con esa voz llena de tranquilidad y paciencia, una bonita voz si le preguntabas a Alfred.
La estación se acercaba cada vez más y Alfred lamentó tener que bajarse pero no era como que quisiera quedarse ahí tampoco.
—Bueno, fue un gusto hacerte compañía— El tren se detuvo con aquel chirrido espantoso, Alfred no sintió nada esta vez más que un grande alivio.
—Lo mismo digo, cuidado al volver a casa Alfred, que tengas buenas noches— Se despidió Arthur de una manera tan educada que a Alfred le pareció un tanto ensayada.
—Cuidado también, nos veremos después Arthur— Alfred salió del tren y se dio el lujo de quedarse hasta que el tren avanzó de nuevo para despedirse por última vez de Arthur agitando su mano, notó que Arthur le correspondió el saludo y el tren se fue tan rápido que aquel adiós solo duró dos segundos.
Alfred camino a su hogar igual de tranquilo que siempre y hasta un tanto feliz por su extraño encuentro en el tren, deseó que Arthur llegara bien a su hogar también.
— ¡Yahooo! — Gritó al viento, lo había logrado, había logrado hacer ese viaje y salir ileso, hazaña digna de un héroe.
~*~*~*~*~*~*~*~*~*~ El Fantasma del Tren ~*~*~*~*~*~*~*~*~*~
La vida iba tranquila y sin cambios de rutina, hasta la última semana de octubre, el invierno ya estaba tan cerca que casi podían oler la nieve que se avecinaba y no era lo único que estaba cerca, estaban también cerca las competencias de invierno, entre ellas las de baseball por supuesto, Alfred lo sabía y estaba ansioso por demostrar la fuerza de su equipo ese año.
Alfred no era el único emocionado, su entrenador les llegó aquel viernes con un anuncio de lo más importante, empezaban las prácticas para la copa de invierno, el programa tenía entrenamiento toda la semana, además de que aumentaban media hora más al día, aquello era un exceso pero Alfred no se quejó, eso no era nada nuevo en su entrenador, no por nada eran los mejores y planeaban mantener su reputación intacta.
Al leer el programa de entrenamiento detenidamente no pudo evitar pensar en el último tren al ver la hora de salida, 10:50 pm. No sintió mucho miedo esta vez, sentía un poco de curiosidad con respecto a encontrarse con Arthur otra vez, según le había dicho siempre iba solo en el último tren.
Ya no más, el Hero te hará compañía
Pensó con cierto placer, aunque seguro que terminaba siendo al revés, Arthur sería el que le haría compañía a él, aunque aquel pensamiento lo emocionó un poco.
El primer lunes de entrenamiento Alfred apenas y podía moverse, su cuerpo estaba todo engarrotado por el ejercicio, había una ligera posibilidad de que hubiera subido de peso y sumándole el hecho de no estar acostumbrado todavía a un entrenamiento tan exigente le fue fatal, era una suerte que tuviera tiempo de sobra para caminar a la estación, habría sido fatal tener que correr más de lo que ya había corrido.
Una vez que llegó a la estación decidió esperar a la altura de donde quedarían los primeros vagones, aquella vez Arthur había ido en el tercero por lo que seguro que prefería los primeros vagones, miró a la gente mientras caminaba siempre alerta por si lo veía, sin embargo no lo encontró entre la gente, no era nada grave, seguro que se subía más adelante.
En las primeras cinco paradas no vio ni rastro de Arthur, tampoco era que lo hubiera buscado en los demás vagones pero en cuanto llegaban a una nueva estación se asomaba a la ventana para ver a los pasajeros que subían y bajaban, decidió que haría un recorrido por todo el tren hasta que se hubiera vaciado por completo, en la estación siete el silencio reinó, fue entonces que empezó a buscar.
Primero se dedicó al vagón uno y al dos, en cuanto llegó de vuelta al tercero lo vio ahí sentado con aquel libro entre las piernas, como si hubiese estado ahí todo el tiempo.
— ¡Hey! Te estaba buscando~— Arthur lo miró y le dio una sonrisa ladeada llena de esa paciencia y tranquilidad propia de él.
—Alfred, no esperaba verte de nuevo… Desapareciste de pronto— Comentó Arthur dejando su libro de lado, Alfred de inmediato se fue a sentar a su lado.
—Y tú apareciste de pronto… ¿En qué estación te subiste? —
—Hace cuatro estaciones…— Contestó Arthur con un ligero suspiro.
—No te vi, estuve alerta en las ventanas… es muy extraño— Alfred trató de hacer memoria pero no lograba pensar si en la estación tres habían subido muchas personas, decidió que tal vez sí y por ello no había reconocido a Arthur.
—No fuiste tan buen observador entonces— Declaró Arthur con tono triunfal. — ¿Por qué se te hizo tarde hoy? —
Con aquella pregunta Alfred le explicó a Arthur detalladamente su nueva rutina de entrenamiento, Arthur lo escuchó en silencio casi todo el recorrido.
—Así que te veré mañana también~— Declaró Alfred con entusiasmo, Arthur le dio una sonrisa complacida y asintió.
—Es bueno saber que ya no viajaré tan solo—
—Sí, nos haremos compañía, así evitaremos que se nos aparezca ese fantasma del que tanto habla la gente~— Arthur se echó a reír un poco con la broma.
—No sé, aunque quizá se canse y decida asustarnos a ambos ¿no crees? — Ya habían pasado la estación diez hasta ese punto y Alfred lamentó tener que irse pero así eran las cosas.
—No lo digas ni de broma, los fantasmas no son lo mío— Murmuró Alfred entre broma y seriedad, de verdad no quería vérselas con ningún fantasma.
— ¿Acaso tienes miedo? Eres un niño— Se burló Arthur con cierto toque cruel, sin embargo Alfred no se molestó ni un poco con eso, sabía que solo era una broma.
— ¡No me asusta nada, soy un héroe después de todo! — Argumentó con energía dejando bien en claro su punto, el tren se detuvo en la estación de Alfred.
— ¿Seguro? — Preguntó Arthur con una sonrisa maliciosa y una ceja arqueada, Alfred contestó un definitivo "sí" mientras se bajaba del tren. —Ten cuidado, los fantasmas sí existen… yo soy uno— Dijo Arthur con voz lúgubre y con aquello las puertas se cerraron y el tren partió dejando a Alfred con un nudo en el estómago y el cuerpo totalmente helado.
¿Aquello era cierto?
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Continuara…
Ya sé lo que van a decirme~ que soy un fraude, sí, ya lo sé, se supone que esto iba a ser un one-shot pero bah, sinceramente no tengo el tiempo para escribir así que decidí cortar hasta ahí para al menos traerles algo en esta noche tan hermosa de Halloween~ no pueden culparme, aquí está, en tiempo y forma…
Por otro lado, espero que hayan disfrutado su Halloween, yo sí lo hice y mucho~
Recuerden no comer muchos dulces porque sacan caries y recuerden también dejar su comentario porque sacan sonrisas de felicidad XD
Las amo de todo corazón publico hermoso, nos veremos pronto, más pronto de lo que creen~
PD: ¿Apoco el final tan dramático que le di no vale la pena? U. U Ojala que sí~
