Capítulo Uno:

Imposible

Era una mañana fría y gris cuando ella finalmente sucumbió ante la espada de mi hermano. No paraba de llover. Bastaron unos segundos para que la hoja afilada y fría penetrara su cuerpo y cayera inerte, ni siquiera tuvo tiempo de decir sus últimas palabras. Karai se desplomó ante los pies de Leonardo, su mano alcanzó a tocar los dedos de su pie cuando el último aliento de vida dejara su cuerpo.

Esto marcó el principio del final de la guerra más brutal y sangrienta que tuvimos con el Clan del Pie hasta ahora, y una serie de eventos que nos cambiaría a todos sin saberlo. Nunca nos había costado tanto trabajo como ahora, fue pelea a muerte para todos nosotros, muchas vidas cayeron cuando finalmente se terminó, y la muerte de Karai fue un impacto fuerte para el mayor de mis hermanos.

Fue una larga y dolorosa recuperación para todos nosotros, pero Leonardo fue el que pagó el precio mayor de los cuatro. Ser el líder representa el sacrificio máximo y de un modo en el cual Splinter me ha expresado que jamás podría comprenderlo. No soy estúpido, sé que no podré hacerlo pero no del modo en el que mi maestro piensa, soy demasiado obstinado, impaciente e impetuoso para poder conllevar la responsabilidad de un liderazgo pero puedo comprender perfectamente que es lo que se trata, termine de entenderlo al ver a Leonardo tan destruido tanto física como mentalmente acabo al final de la guerra.

Al ser el primero en recuperarme, decidí ayudar a Donatello cuidando de los otros, mis heridas fueron graves sin embargo siempre he sido el que trae el mayor aguante, mi enojo ante lo que paso ayuda que pueda seguir en pie de un modo en el que los otros tal vez no podrían, todos somos diferentes y cada quien se recupera de la forma particular como sabemos hacerlo de acuerdo a nuestras personalidades tanto física como mentalmente.

Últimamente, he demostrado mayor disposición para con llevarme de este modo. No es que no me importe mi familia pero siempre hago todo lo posible por mantenerlos alejados, siempre sucede cada vez que los siento cerca, no he decirle a nadie pero sentirme muy cercano a alguien me incomoda por alguna razón que no podría explicar pero creo que como todos nosotros, he madurado tal vez un poco. Ayudar o cooperar como lo he hecho en estos días se me da cada vez más fácil.

Han pasado muchos días y Leonardo muestra mejoría, se la pasa entre durmiendo, comiendo y actuando raro. Donatello tiene problemas para hacer que coma así que en esta ocasión decidí intentarlo yo. "Hola Leo, seré tu sexy enfermera del turno de la noche." Dije en un tono serio y un poco sarcástico, ya me sentía impaciente, el solo verlo sentado ahí con cara de mondrigo idiota y llorón me puso de malas, pero invoque toda la poca paciencia que tengo pues a Donnie le lleva horas, conmigo no iba a ser diferente.

Me ve de modo confuso y luego sonríe, al parecer le gusto mi broma. "No tienes el uniforme, Rafa. Ve a cambiarte y tal vez te la crea." Responde, bien. Al menos le saque una sonrisa.

Sentándome junto a él, le asiento la bandeja con comida en el regazo. "Come pues, y tal vez hasta me pongo medias cuando regrese de nuevo usando el sexy uniforme." Le dije, el solo miro la comida. El pendejo bien sabe lo que hace, decidí imponer mi posición en todo el asunto de una vez por todas. "No serias capaz, pero igual y no comeré para verte usarlas." Bromea de vuelta, maldito… Hago una mueca sarcástica, torciendo la comisura izquierda de mi labio.

"Come, y déjate de mariconadas."

Leonardo se ríe suavemente, tal vez podría reírse más fuerte pero todo le duele, supongo. Me siento frente a él con los brazos cruzados y le demuestro mi impaciencia, el voltea los ojos y decide cooperar pero solo le da un par de cucharadas a su sopa. "No esperes que te la de en la boca, maricón." Le insisto.

Se ríe de nuevo. "¿Igual y si lo haces, no?" Dice, muy divertido y sinvergüenza él. Lo miro con enojo, en esta ocasión al parecer mi enojo le divierte. Al darme cuenta de ello me permito calmarme un poco y le sonrió por un momento. Al parecer esto lo hace sentirse cómodo, retoma su comida y así sigue mientras hablamos ocasionalmente de cómo ha estado todo, al menos darle guerra le distrae… ¿Vaya, quién diría? Leonardo puede llegar a ser tan irritable como yo o más pero lo domina de un modo que pocos lo harían sin embargo siempre logro sacarle su lado peor, pero esta vez, le divierte esto de estar peleando. Bueno, como sea… Lo que sea con tal de que coma y se distraiga, hemos estado demasiado preocupados por él.

Especialmente yo… Eso tampoco lo admitiría, tal vez ni en mi lecho de muerte, pero de los tres, el que siempre me preocupa más de todos es Leonardo.

Transcurre una semana y entre broma y broma, enojo y enojo parece estar más contento, o al menos más cómodo. No me esfuerzo mucho por distraerlo, nuestros argumentos lo hacen por si solos, me divierte y enoja a la vez... Me enoja verlo así pero trato de no externarlo solo para fallar con demasiada obviedad. El sabe que me enoja todo esto y esta noche decidió preguntármelo.

No supe explicar porque, siempre ha sido difícil para mi externar con palabras lo que pienso, digo o siento… "¿Eso qué, Leo? Come ya o come mierda," fue mi respuesta, Leonardo me miró enojado y esta vez pude ver que mi enojo le causó irritación, bueno al menos es una reacción que ya conocía, prefiero eso a que ande pensando en Karai y no sé en qué otras cosas más que solo él sabe y en realidad ni quiero saberlo. Prefiero eso en vez de que esté ausente y su mente en otro lado, divagando en estupideces y cursilerías.

"Enojándote más no vas a poder pensar en el origen de tu molestia?

"Ah…. ¿Y? Sólo me enoja, me caga todo el asunto, ya se me pasará."

"¿Qué asunto?"

De pronto caigo en cuenta, el origen de mi enojo radica obviamente en el estado en el que está, en el que están todos, en cómo pasaron las cosas pero también recordar todo el asunto de Karai me enoja… Realmente no quería llegar a eso, maldito Leo. "Pues el tuyo... Este... Digo no me gusta verte así, ya?" Logro finalmente contestarle.

"¡LEOOOO!"

Ah gracias por los momentos Mikey, en esta ocasión nos interrumpe en el momento justo. Más agradecido no puedo estar. Finjo enojarme para disimular mi alivio, realmente no quería hablar con Leonardo del asunto, me está hartando y no sé por qué. Mikey como siempre acapara la atención y al mismo tiempo, distrae a Leo y lo hace reír, bueno... Me voy por el momento esperando a que al otro se le olvide cuestionarme, flojera con él.

Tres semanas después.

Era ya tarde, casi las doce de la noche y seguían todos fuera, todos excepto Leo y yo. Fueron a visitar a April y a buscar unos encargos que le pidieron, compras que son tanto necesarias como de entretenimiento, Splinter fue con ellos esta vez y yo aquí, haciendo que mi hermano camine alrededor del Dojo, Donnie dice que debemos de hacerlo caminar más seguido, hasta que se canse, no forzarlo a hacer mas pero si poco a poco acostumbrarlo a mas actividades físicas.

"No Rafa, no más." La voz de Leonardo tiene un tono de cansancio y hartazgo a la vez, lo miro por un momento. Sus ojos grises me miran exhaustivamente, pidiendo piedad. ".. Solo hemos dado cuatro vueltas." Le contesto, "Caminas más que esto, ándale.. Sé que has caminado duro toda la semana pero puedes mas, no seas marica." Le agrego un pequeño insulto al final, para no oírme muy lindamente motivador.

Suspirando, Leonardo se deja caer suavemente en el piso del Dojo, me paro frente a él y lo miro enojado pero él no devuelve la mirada, solo se queda sentado ahí, viendo el piso. Después de unos momentos, me siento junto a él, para ver que mierdas le pasa. "No jodas Leo." Finalmente me mira, se le nota harto.

"No entiendes, no es la caminata ni nada de esto, me FRUSTRA estar en este estado." Finalmente dice, enojado... Me pongo serio y lo miro, "vaya pues sácalo pues, ya que putas madres nunca hablas y dices como te sientes, es momento que demuestres tu enojo," le digo y Leonardo me mira con odio.

"¡Déjame en paz!" Gruñe, intenta levantarse pero no puede... Esta demasiado cansado, La frustración es demasiada, la expresa gruñendo de nuevo, fuertemente y golpea el piso, me empuja y se levanta finalmente. "¡NO ENTIENDES! ¿Qué no ves que soy un inútil ahora? ¡Ni siquiera puedo caminar como antes! ¡Mierda!"

No digo nada, solo lo veo con cara de fastidio. No te hagas a la víctima, Leo. Sé que este momento que tiene, escoge tenerlo frente a mi, el jamás mostraría sus momentos de debilidad frente a Mikey o Donnie, y con Splinter, solo lo hablaría de un modo estrictamente controlado y solo si Splinter le pregunta o más bien se lo saca, esa rata tiene sus modos de hacernos confesar mejores que cualquier terrorista del medio oriente.

Sin embargo, que no se haga a la víctima. Yo no voy a darle palmaditas en la espalda ni a darle pañuelos para sus lagrimitas.

"No jodas." Le digo unos momentos después de que lo dejo tener su momento victimoso. "Deja de tenerte lastima, espero que este momento patético sea solo ahorita pues nadie aquí va a tolerar esas mariconadas." Mi mirada es dura y directa, me mira del mismo modo y se sienta en el borde del Dojo, esta avergonzado.

Me siento de espaldas a él, sé que no quiere mirarme pero no voy a dejarlo solo. Es el mejor modo en el que puedo demostrarle que entiendo pero que tampoco voy a hacerle segundas. Pasamos un buen tiempo así, sin decir nada uno al otro, "Rafa..." Lo miro sobre mi hombro, Leo se está retomando. Su momento de tenerse lastima ha pasado. Cambio de posición y ahora estoy sentado a su lado, le doy un par de palmadas, unas sobre la cabeza, otras en su brazo.

Forzando una sonrisa, me mira pero puedo darme cuenta que está muy triste. Ahora se auto castiga por haberse mostrado débil lo conozco demasiado bien... Pero, esto es lo más triste que he visto a mi hermano, hemos pasado por unos momentos muy duros e íntimos, de confesiones y de admisiones, de verdades y de entendimientos que nadie más sabe y he visto sus mayores tristezas con crudeza solo que ahora, esto parece ser mayor a todo lo que he visto antes. Se estará acordando de Karai? El día que murió, su tristeza era calculadamente disimulada pero muy profunda.

Quisiera poder decirle algo para hacerlo sentirse mejor, pero mi humor acido y mis insultos motivadores no son suficientes, me siento tonto. Donatello es mucho mejor para las palabras y Mikey de seguro lo estaría cubriendo de abrazos y besos, buscando como hacerlo reír...

Aunque por alguna razón, quiero jactarme de decir que no entenderían a Leo de el mismo modo que yo, me siento egoísta y enojado incluso de que pudieran hacerlo.

Sigo sin saber que decir, mi mano se posa sobre su hombro y comienzo a apretujarle el musculo de una manera brusca, después de unos minutos, Leonardo esta menos tenso y su sonrisa es genuina, no forzada. Lo miro a los ojos un momento y detengo el masaje, mi mano se posa sobre su mejilla y se la aprieto, mis dedos masajeando del mismo modo que con el hombro hace unos momentos.

Mi pulso se acelera, no tengo que adivinarlo, puedo ver que a Leo le gusta lo que estoy haciendo, su mirada se suaviza y se deja tocar. Acortando la distancia entre nosotros, comienzo a besarlo. La anticipación me mata cuando mi hocico se acerca al suyo y nuestros labios se tocan. Lo sujeto firmemente de la cara mientras nuestros labios se masajean lenta y deliciosamente…

Han sido años…

Cinco años desde que nos besamos la última vez.

Y sigue siendo tan excitante como la primera vez que nuestros labios se tocaron.

Un pequeño sonido de placer se escapa de la garganta de Leonardo cuando su boca se abre y su lengua impone permiso para entrar en la mía. El permiso siempre lo ha tenido, solía siempre imponerlo, aunque sabía que lo tiene… Siempre lo tendrá. Y al parecer todavía lo quiere. Su lengua sabe muy bien, sabe a ese té de frutos rojos que tanto le gusta. Con singular deleite me la como toda y por un momento me siento feliz, al menos ya supe cómo hacerlo sentirse mejor. Nuestras lenguas se frotan de un modo cadencioso y la temperatura de mi cuerpo incrementa. Comienzo a excitarme... Esa sensación familiar en la parte baja del estomago, mi cara se siente como una olla con agua hirviendo ahora presentes. Es evidente al menos para mí lo mucho que aún lo deseo.

"Mnh... No Rafa."

Maldita sea. Lo miro resentido cuando se separa bruscamente, tenía que salirse con la misma mierda de hace años... La misma mierda que evitó que siguiéramos estando juntos en ese entonces.

"Solo quiero hacerte sentir mejor."

Sé que mi argumento no es lo convincentemente bueno, comienzo a enojarme. "Te lo agradezco pero sabes bien que..." Intenta tocarme como consuelo por no seguir con lo que empecé pero me levanto de un jalón después de apartar su mano de mi brazo.

"¿Es por Karai, verdad?" Me importa un bledo todo ahora, maldita Karai... Quisiera maldecirla e insultarla como la gran puta que fue pero me detengo, "Rafa." Me mira consternado. "Sa- No.." El también sabe que sus argumentos no me convencen, nunca lo hicieron.

"¡Puta madre!" Me largo del Dojo, insultando de la peor forma. Mi enojo es grande, explosivo, antiguo y me consume. Me encuentro con un horrorizado Donatello que viene por el pasillo, cargando unas cajas de algo que francamente ni me interesa saber que es.

"¿Qué pasa?" Me pregunta, mi respuesta es un gruñido... "¡Rafael!" Me sigue, y puedo notar que en su modo, el también se ha enojado por mis reacciones. "¡Es el pendejo de Leo!" Grito. "¡Anda de marica y no quiere seguir caminando! ¡Ya me cansé! ¡ESTOY HARTO DE SUS ESTUPIDECES! ¡Cuida de él por qué yo ya no puedo!" Logro inventar, antes de que mi enojo me deje de hacer pensar racionalmente, me encierro en mi cuarto y ahí queda… Ahora es mi turno de ser patético, pero claro, nadie se enterara... Y así es como siempre ha sido desde que comenzamos ese romance(?) adolescente, intenso, prohibido y lleno de tabús del que nadie más sabe y jamás sabrá...

Me pregunto si Karai alguna vez…

Leo realmente la amaba.

Me pregunto si él le dijo alguna vez de nosotros...