Disclaimer: Glee pertenece a FOX, escrito sin ánimo de lucro.

N.A.: He reescrito el primer one-shot de esta historia porque en este último tiempo no me convencía mucho. Ojalá les guste el cambio para los que alcanzaron a leer la primera versión del mismo. Aunque hice modificaciones en la historia, decidí mantener ciertos headcanons que tenía en el tiempo en que escribí la primera versión; el más relevante de estos es la ascendencia holandesa de Brittany. En un principio pensaba que esta podía tener una apellido europeo muy dificil de pronunciar y que por eso tal vez no le daban uno en la serie. Luego supimos que en realidad su nombre es Brittany Susan Pierce, por lo que mi headcanon mutó a que solo su madre es de esa nacionalidad.

Dicho esto, ojalá les guste el primer one-shot y, para los lectores nuevos, ojalá se animen a leer los demás :3
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Tabla Básica. #1: Inicio

Podría decirse que este debería considerarse su primer encuentro, la primera vez que cruzan palabras, la primera vez que pueden ver los detalles de sus rostros. Pero la verdad es que para Santana, su historia con Brittany se había iniciado ya unos cuantos meses atrás. Justo en el momento en que sus ojos se encontraron con otros azules, tímidos, que observaban a la clase con una mezcla de miedo y expectación.

Santana conocía muy bien el deseo de pertenecer cuando lo veía.

- Niños – la profesora aplaudió un par de veces para llamar la atención de sus alumnos antes de posar sus manos en los hombros de la niña que se encontraba a su lado – Niños, quiero que todos le demos la bienvenida a nuestra nueva compañera – anunció la mujer, sonriendo, mientras le daba unas palmaditas de animo en la espalda a la pequeña, intentando entregarle el coraje necesario para presentarse.

La chica titubeó un momento, repasando con su vista cada uno de los pequeños rostros que la observaban atentos. Suspiró, cerró los ojos durante un segundo y luego dijo su nombre, con una gran sonrisa. "Tal como le deben haber dicho sus padres" – pensó Santana.

- Mi nombre es Brittany, espero que nos llevemos bien y seamos todos amigos.

Aunque tuviera ocho años, y Santana comprendiera lo poco y nada de cómo funcionaban las cosas, sintió que se había metido en un problema en el mismo segundo en que ella y Brittany cruzaron miradas. Y aunque la chica solo le dirigió un breve vistazo, Santana no pudo desviar la vista de ella, de su sonrisa, de su rostro y su cabello brillante como el sol. No podía imaginarse la razón para tal repentino interés.

Entonces escuchó la risa de Noah y supo que las cosas se pondrían desagradables, así que desvió la mirada e intentó ignorar lo que ocurriría.

- ¿Britney cuanto? – preguntó el chico que se sentaba en la primera fila de asientos. No era un mal chico, Santana creía recordar un par de veces que había jugado con él en el areno de pequeños. Pero ahora había empezado a hacerse el duro, obviamente influenciado por esas películas que siempre llegaba comentando a la clase. A Santana le parecía una actitud idiota.

- Mi nombre es Brittany… - obviamente la chica nueva se sintió algo intimidada por el tono de voz que utilizó Noah. "¿Dónde está esa estúpida profesora cuando la necesitas?" – Santana miró de reojo y soltó un bufido de desaprobación. Obvio, volvía a estar más pendiente de los mensajes de su novio que de los críos que supuestamente debía educar.

Noah volvió a reírse y la siguiente pregunta la formuló de manera lenta, como si Brittany tuviera dificultades para entender lo que quería decirle.

- ¿Entiendes lo que te digo? Hablo de tu apellido, tu… apellido… - en ese momento lo único en lo que podía pensar Santana era en golpear a ese tonto lo más fuerte que pudiera.

- Ah, pues es Sw… Swa… - Brittany parecía no poder pronunciarlo, y el sonrojo que comenzaba a apoderarse de sus mejillas le decía a Santana que eso era algo que siempre la incomodaba – yo…

Noah comenzó a reírse por lo bajo, dándole codazos a su compañero de banco quien lo imitó. Luego de un os segundos la clase poco a poco comenzó a unírseles, como idiotas, solo para seguir la corriente. "¿Qué diablos hago en este lugar?" – Santana pensaba en su barrio y en como los niños con los que jugaba nunca se comportaban como pre-escolares. Y ahí seguía Brittany, con la vista clavada en sus zapatillas nuevas y con el contraste obvio de su fuerte sonrojo contra sus pálidas mejillas. Su corazón le dolió un poquito ante aquella visión.

Rayos…

Se puso de pie para gritarle algo a Noah y callarlo, pero las palabras no alcanzaron a salir de su boca. Casi al mismo tiempo en que separaba sus labios para dar rienda suelta a todos los insultos que había aprendido en Lima Heights su profesora decidió por fin comenzar a comportarse como debía y golpeó con fuerza su escritorio con la regla que siempre llevaba consigo. Todo el salón se sumió en un completo silencio. Brittany levantó la cabeza, asustada por el repentino sonido a su lado y lo primero que hizo fue darse cuenta como Santana, de pie en su puesto, la observaba claramente sonrojada por verse descubierta. Brittany sonrió débilmente, solo para recibir como respuesta un ceño fruncido y una clara muestra de que tenía una idea equivocada de las intenciones de Santana.

- ¡Puckerman! Al rincón, y tu también Karofsky – los se levantaron con desgana pero antes de que pudieran dar un paso la profesora se volvió a dirigir a ellos – Antes discúlpense con Brittany.

Los chicos obedecieron y los hombros de la maestra se relajaron. Con un empujoncito invitó a Brittany a tomar asiento mientras le daba la espalda y se preparaba para comenzar la clase de hoy: Historia y Geografía. Santana podía sentir como la chica nueva no apartaba su mirada de ella y estaba segura de que se había reído por la forma tan intensa en la Santana miraba el patio vacío.

El puesto al lado de Santana había estado desocupado desde el primer día de clases y así lo prefería la chica. No tenía que hablar con nadie ni ser la primera fuente para cuando su hipotético compañero le faltara goma de borrar o algún lápiz. Lo más importante es que podía pasar las horas de clase tranquila, preocupándose por sus propios apuntes y nada más. Y a pesar de todo eso Santana de todas maneras sintió un poco de decepción cuando Brittany decidió sentarse unos puestos más atrás.

No podía comprender que era lo que le interesaba de ella.

- Muy bien niños, ¿quién me puede decir el primer presidente de los Estados Unidos?

Los meses pasaron y nada cambió realmente, Santana aún seguía la misma rutina todos los días: se despertaba, desayunaba con su familia, subía al autobús escolar, clases, recreo más clases, su madre venía a recogerla y otra vez a su casa, donde haría las tareas, jugaría un poco y se dormiría. Solo una cosa parecía diferente, Santana no podía apartar los ojos de Brittany. Ya no se interesaba por jugar con los demás niños – aunque lo hacía de vez en cuando para guardar las apariencias y que no la llamaran rara -, tampoco se concentraba mucho en sus charlas con Quinn y definitivamente se había convertido en uno de sus pasatiempos sentarse en uno de los tantos bancos del patio a comer su colación y dedicarse a observar lo que aquella chica hacía.

Brittany pasaba todos los recreos sola y no por propia decisión. Santana estaba segura de que Brittany era de esas personas que disfrutaban conversar, independiente del tema. Podía ver en su rostro que lo más que quería en ese momento era que alguien se acercara a preguntarle como estaba y se interesara por lo que hacía. No es que hacer animalitos de barro y dibujar flores en la tierra fuera de lo más divertido, pero incluso así… Que Brittany no pudiera hacer amigos se debía más que nada al idiota de Noah Puckerman. Como venganza el chico había esparcido un rumor entre sus compañeros de que la supuesta estupidez de Brittany era contagiosa. "Ya creerse un cuento así te ha estúpido". Gracias al boca a boca, Brittany se había convertido en casi un paria en pocas semanas.

Santana sabía que de estar en su posición hace tiempo ya que se habría peleado con Puckerman por esparcir mentiras sobre ella y le habría demostrado quien era el verdadero idiota en esa escuela. Pero Brittany no parecía funcionar así, por el contrario la chica siempre contestaba a las burlas y a la soledad con una sonrisa radiante. Y eso a Santana la intrigaba. Brittany parecía vivir en un mundo donde la maldad no podía tocarla y lucía mucho más feliz que cualquier otro niño que Santana conociera, incluyéndose.

Fue como si Brittany notara que alguien pensaba en ella. Levantó la vista del dibujo que estaba haciendo y miró primero hacia la cancha donde algunos niños jugaban basquetbol, para luego girarse levemente y dirigir su mirada justamente al lugar donde Santana se hallaba sentada. "Diablos, no…" – Santana miró bruscamente hacia otro lado, consiguiendo con eso hacer aún más obvio lo que estaba haciendo. Brittany sonrió y Santana suspiró. Simplemente no se entendía.

Pasaron otro par de meses hasta que ya se comenzaba a atisbar los primeros calores del verano y faltaba menos de un mes para salir de vacaciones. Y todo seguía igual, Brittany seguía tan sola como en un principio y Santana seguía siguiéndola con la mirada sin atreverse a cruzar siquiera una palabra con ella. Sus compañeros, aunque la molestaban a veces, habían optado por ignorarlas y verlo como una extraña costumbre latina de su parte. Lo cual era increíblemente ofensivo, pero a Santana le convenía.

Pero entonces algo la obligó a tomar acción.

- ¡Hey, tú! – Santana escuchó la voz de Noah, provenía desde el otro extremo del patio. Él y Karofsky se dirigían decididos hacia el lugar donde Brittany se encontraba jugando. Santana se puso alerta, esto no le daba buena espina - ¿Qué es lo que haces aquí, freak?

- Dibujo dinosaurios en la tierra – fue la respuesta que recibió. En ese punto Santana se dio cuenta de que ya había avanzado medio patio en la dirección de Brittany y se paró en seco. ¿Qué pensaba hacer, intervenir?

- Sí, claro… - Puck dio un par de pasos alrededor de Brittany y entonces se percató de una línea de hormigas que caminaban muy cerca de la chica. Una sonrisa algo perversa se apoderó de su rostro. Sin decir palabra le hizo señas a Karofsky y le señaló con un dedo su hallazgo.

- Creo que nos miente, señorita – Karofsky adoptó un falso tono de cortesía – por lo que puedo ver usted está comiendo a esas pobres hormiguitas.

- ¿Qué…?

Santana apretó los puños. Brittany no era nadie para ella, era solo una chica extraña que por casualidades de la vida había ido a parar a su clase. Nada más.

- Te equivocas – Brittany alternaba su mirada entre Noah y Karofsky, que comenzaban a rodearla tal como ella recordaba a los velociraptors en Jurassic Park. Comenzó a sentirse nerviosa.

- ¿Segura? – Puckerman se detuvo y dio un paso atrás como reevaluar la decisión que ya tenía tomada desde un principio.

No era nadie, pero eso no quitaba que sintiera una extraña responsabilidad hacia ella.

- Entonces, si no comes insectos… ¡claro, las retrasadas comen tierra! – Brittany no lo vio venir. Puck y Karofsky patearon el suelo al mismo tiempo y todo se transformo en una polvareda que la dejó atrapada. Luego, entre la confusión sintió un par de mordeduras de las confundidas y alarmadas hormigas que le habían caído encima. Y también estaba la dificultad para respirar entre tanta tierra que le caía encima.

- ¡Oye, imbécil! – fue lo único que alcanzó a oír Noah (eso y un gemido de confusión de parte de su amigo) antes de que un puño conectara con su mejilla izquierda, el dolor se esparciera desconcertante por su rostro y cayera al suelo de forma seca, rasmillándose uno de sus brazos - ¡Pagarás por esto, Puckerman!

Su hermano se lo había enseñado muy bien. Cuando se quedaban los dos solos porque sus dos padres debían trabajar y su abuela no estaba disponible para cuidarlos, él casi siempre le daba la charla de cuan peligroso era Lima Heights y que si se encontraba en una situación difícil debía saber defenderse. Por lo que Santana sabía que aquel puñetazo debía doler.

Los pies bien plantados en el suelo, impúlsate con un solo movimiento de cadera y no dudes, por sobretodo no dudes.

Su hermano debía estar exagerando, pero Santana tenía bien presente en su mente las muchas veces en que bien entrada la noche él se colaba por la ventana de su habitación para darle las buenas noches y luego salía con sus amigos a pelear por ahí. Algo de una película le dijo un día…

- San… ¡oye, detente! – Puckerman no podía hilar más de dos palabras juntas para formar una oración coherente. Santana no dejaba de golpearlo, primero algunas patadas y luego puñetazos a su rostro. Cerró los ojos y apretó los dientes mientras intentaba protegerse lo más que podía - ¡Karofsky…!

Fue entonces que Santana sintió las manos de Karofsky en sus hombros y de un segundo a otro se vio de espaldas en el suelo debido a un fuerte empujón. "Has cometido un error, idiota" – una de las primeras cosas que su hermano le había enseñado era que nunca le quitaras los ojos de encima a tu enemigo porque cualquier ventaja que le dieras este la sabría aprovechar, y eso era precisamente lo que Santana pensaba hacer. Ella no sería muy fuerte, pero tenía cerebro. Karofsky se dio media vuelta para ayudar a Noah y le dio a Santana los segundos suficientes como para ponerse de pie y volver al ataque.

- ¡Karofsky! – el chico miró por sobre su hombro solo para quedar ciego por un montón de tierra que Santana le lanzara a los ojos. Soltó a Puckerman, que volvió a caer seco al suelo, soltando un gemido de dolor. Santana iba a aprovechar esto para golpear a Karofsky cuando una mano la agarró fuertemente del brazo, se giró bruscamente para ver de quién se trataba (si eran mas matones amigos de esos dos no dudaría en propinarles la mayor paliza de sus vidas) y se encontró con los ojos llorosos, pero calmos de Brittany.

- Déjalos.

Extrañamente su cuerpo comenzó a sentirse más relajado y Santana dejó escapar esa bocanada de aire que parecía haber estado conteniendo. Escuchó como Karofsky instigaba a Noah – "No seas quejilla, imbécil" – a que se levantara y en pocos segundos los dos se habían largado del lugar para perderse tras una esquina. ¿Qué importaba ya si esto la metía en un problema más que grave? Brittany le estaba sonriendo y eso era todo lo que parecía importar ahora.

- ¿Estás bien? – preguntó Santana respirando entrecortadamente. No sabía qué hacer por lo que solo atinó a cruzarse de brazos y pararse tal como lo hacía su hermano cuando intentaba dar una imagen de tipo duro y fuerte.

- Eso debería preguntarlo yo – Brittany comenzó a limpiar la ropa de Santana dándole suaves palmaditas para levantar la tierra que la cubría.

- Estoy bien – respondió Santana casi en un susurro, sonrojándose levemente.

Se quedaron mirando por un momento. Brittany fue la primera en romper el silencio riéndose un poco y volviendo a sonreírle de esa manera que a Santana le parecía tan única. Fue ahí que se dio cuenta de que ver feliz a la chica era lo único que Santana realmente necesitaba. Y aunque seguía sin entender la razón, no iba a cuestionárselo más, no había motivos.

- Mi nombre es Brittany…

- Lo sé, el mío es Santana López.

- Un gusto, gracias por salvarme – y con Brittany tirándola suavemente de la mano, Santana se dejó guiar hacia la enfermería.

Más tarde a Santana la llamarían a la oficina de la directora donde sus padres la estarían esperando con una clara expresión de decepción en sus rostros. Tres días de suspensión y otros cinco en los que debería quedarse como castigo junto a Puckerman y Karofsky a limpiar las salas del primer piso después de clases fueron las consecuencias de su pelea con los chicos. Pero Santana no se arrepentía de nada, por el contrario, se sentía extrañamente mejor que antes.

El segundo día de suspensión Brittany apareció en su casa acompañada por su hermano mayor. Venía a verla y de regalo le entregó un extraño dibujo de un lagarto gigante espantando a dos hombrecitos más pequeños que él.

- Es Godzilla, me lo recordaste cuando peleaste con esos niños malos.

Así que Brittany la veía como un lagarto gigante superhéroe. Santana sonrió y le pidió a su hermano que pegara el dibujo en la puerta del refrigerador; podía lidiar con ello, Santana sería el Godzilla más badass que Brittany hubiera visto jamás.

FIN