De mundos diferentes
Cáp.1
Un vivo entre los muertos
Salem (Massachussets) año 1692
En un modesto hogar. Una mujer se encontraba dando desgarradores gritos de dolor, intentando dar a luz al que sería su primogénito y el de su esposo.
El dolor era incesante, sentía que la vida se le estaba yendo en el intento de dar vida a su pequeño, y sin saberlo, pero presintiéndolo; realmente era su final.
Las horas transcurrían y por más que luchaba; el pequeño ser que yacía en su vientre, no podía nacer.
Entre 2 parteras estaban dando lo mejor de sí, para poder acabar con el dolor incesante de la joven madre primeriza, pero por más lucha que le hacían, y aplicaban todos sus conocimientos; para ambas era sin lugar a dudas el parto más difícil al cual se habían enfrentado hasta el momento.
La noche cayó rápidamente y aunque el dolor de la parturienta había aminorado, el pequeño bebé, aún no podía llegar a este mundo.
Desesperado el esposo de la joven; llegó con un médico especialista en partos difíciles, pero el problema no radicada en aquel nacimiento, sino en la muchedumbre que se encontraba afuera de la humilde morada, exigiendo la vida del ser aún no nato.
Los habitantes del pequeño pueblo, totalmente enfurecidos, pedían a gritos que en cuanto ese ser naciera, fuera sacrificado en el acto, puesto que ellos aseguraban que era el fruto del mal; ya que se había expandido el rumor que el padre de dicha criatura, no era otro más que el mismísimo demonio.
En cuanto el llanto del bebé se dejó escuchar, la muchedumbre que se hallaba en la parte exterior del recinto; sin ningún reparo, decidió invadir la propiedad del joven matrimonio.
Algunos se dirigieron a la recamara donde se hallaba una exhausta madre recién parida y un fornido caballero de azabaches cabellos y penetrante mirada dorada.
Aldeano: ¡exigimos que nos entregues a ese niño en el acto!
Aldeano2: ¡ese engendro sólo traerá desgracias a nuestras vidas, y por ello debe morir en la hoguera!
Izayoi: (madre del recién nacido) por favor piedad… es tan sólo un bebé… él es un inocente que ha venido a parar a este mundo… si desean el alma de alguien… llévense la mí… (Lajoven madre cayó muerta por el sobre esfuerzo que había realizado pariendo a su hijo)
Aldeano: ¡ha muerto! Ese engendro la ha matado (señalando al bebé que se hallaba en brazos de su padre)
InuTaisho: amada mía, juro que nuestro amor será infinito y que tu muerte no, nos separará
Ante la mirada atónita e incrédula de los aldeanos, las parteras y el médico presente; InuTaisho, entonó algunas palabras en un dialecto inentendible para el oído humano, y en segundos un fuego azul ardiente, rodeó a su esposa que yacía muerta, a él y a su pequeño hijo recién nacido.
En el infierno…
Un enorme alboroto se había armado, puesto que el señor de los infiernos se encontraba del peor humor que jamás se le había conocido.
No sólo echaba fuego por los ojos de tanta cólera, sino que parecía un dragón de tanto escupir fuego por la boca de lo furioso que estaba.
Naraku: (señor del infierno o dios del mal) ¡tráiganme en el acto a ese infame, perro mío! ¡Lo quiero en este instante a mis pies y encadenado!
3 pequeños demonios de ínfima categoría, llevaban ante su amo al perro guardián de los infiernos. Lo tenían sujeto con fuertes cadenas del cuello y patas, pero éste, no daba resistencia alguna.
Aquel perro blanco, de lanudas orejas, ojos color rojo sangre, enormes colmillos con franjas lilas a cada lado de su mandíbula e imponente tamaño, parecía más inofensivo que los 3 pequeños demonios que lo estaban halando.
No se le veía asustado, ni mucho menos agresivo, se le veía arrepentido y dispuesto a someterse a la voluntad de su amo.
Naraku: (al tenerlo a sus pies como lo había pedido, no hizo otra cosa más que resondrarlo cual padre a un hijo) ¡¿pero en que menudo lío me has metido, perro infernal?! Te doy permiso para que te vayas al mundo de los vivos durante algún tiempo y me regresas con todo un problema entre las patas… ¿qué tienes que decir en tu defensa? (el perro sólo agachó la cabeza y metió la cola entre las patas) ¡ah, no!, ¡no te hagas el que no puedes hablar, porque yo sé, que sí puedes!, Anda levanta la cabeza y dime ¡¿qué fue lo que se te cruzó por la cabeza?! ¡Al…!
Midoriko: (señora del cielo o diosa del bien) ¡Naraku!, he venido a discutir un tema muy serio contigo
Naraku: ¡lo que me faltaba! ¡Qué vinieras a reclamarme por lo que hizo mi perro!
Midoriko: (soltó los amarres del mismo) Inu Taisho, déjame a solas con tu amo (éste asintió y se fue)
Naraku: (se sentó en su flameante trono de lava volcánica, tiró sus enormes alas negras dragonicas para atrás y cómo si no le importase nada, se empezó a escarbar sus puntiagudas orejas) sí has venido a reclamarme por aquel mocoso, te diré que yo no tuve nada que ver
Midoriko: aquel mocoso, como tú le dices, es tu responsabilidad
Naraku: ¡¿mía, por qué?! Yo no lo hice… fue el perro
Midoriko: ese bebé es un ser nacido de una humana y un demonio e Inu Taisho lo trajo ¡vivo a nuestro mundo!
Naraku: ¿está contigo? Hay que bueno, entonces quédatelo, te lo regalo, cuídalo y se lamadre que siempre has querido ser. Ahora si no te importa, vuelve a tu lindo y paradisiaco cielo que tengo muchas almas malditas que castigar, ok.
Midoriko: ¡uish!, ¡no me hagas perder la paciencia! ¡Sabes perfectamente lo que significa que un vivo éste entre los muertos! Ese bebé, es un hibrido que no debe estar acá, pero tampoco puede ser devuelto al mundo de los vivos y por lo tanto…
Myoga: (señor de los inocentes o dios de lo neutral) ¡así que por aquí estaban! ¡Vaya revuelo que se ha armado con la llegada de aquel cachorro! Ahora la pregunta es ¿en qué mundo se va a quedar?
Midoriko/Naraku: (señalándose mutuamente) ¡que se lo quede él/ella!
Myoga: uhm. A este paso pasaran mil años humanos y el pobre cachorrito habrá muerto de inanición y aún así no sabremos a qué mundo pertenece.
¡Uy, pero que calor hace acá!
Naraku: perdona viejito que no ponga el aire acondicionado, pero se descompuso desde que el infierno existe
Midoriko: ni para hacer chistes eres bueno
Myoga: uh, ya veo que ustedes dos, nunca van a madurar… mejor seré yo quien decida
En el paraíso natural…
El lugar era el sitio más hermoso que cualquier ser pensante pudiera imaginar. Todo estaba cubierto de basta vegetación, árboles, flores y animales de todas las especies y tamaño.
Ahí no hacía no frio ni calor, no estaba oscuro ni muy brillante, simplemente era como debía ser.
Naraku: el paraíso natural… uhm, hacía al menos unos 1000 años que no pasaba por acá; es agradable salir del caluroso infierno de vez en cuando
Midoriko: fuiste expulsado por coquetear con una cabra montesa
Naraku: ¡neh! No me puedes culpar por ello, sus hermosos cuernos y los míos hacían un perfecto par.
¡Ey Mioga! ¿Por donde está doncella? (la cabra montesa) ya que estoy por estos lares me gustaría profetizarle mi incondicional amor… de nuevo
Midoriko: increíble, eres el dios de todo lo malo y sabes lo que es amar
Naraku: la lujuria es parte de mis dominios, por lo que amar a los demás no es del nada extraño, encanto. Uhm… aunque viéndote bien; tus encantadoras alas emplumadas blancas y mis hermosas alas demoniacas negras, harían buen par (le dio un caliente medio abrazo) ¿qué te parece si luego tú y yo, nos deshacemos de este viejito (Myoga) y nos refugiamos en mi habitación, halla en el infierno?
Midoriko: ¡quítame tus horribles garras de mi delicada y pulcra piel!
Naraku: ¡nah! Tú te lo pierdes
Myoga: ¡ya niños!, vinimos a mi mundo para discutir acerca del destino del cachorro de InuTaisho y ustedes, sólo se la pasan jugando
Midoriko: con Naraku el inmaduro es muy difícil tomar una decisión
Naraku: yo no soy inmaduro, estoy todo madurito, y muy duro por ciertos lugares de mi cuerpo, si gustas lo puedes comprobar luego, cariño (le guiñó un ojo)
Midoriko: lluvia (se posó una nube sobre la cabeza de Naraku)
Naraku: jah, jah, ni creas que con tu nubecita de agua, vas a calmar mi ansias por ti preciosa
Midoriko: truenos, relámpagos, plagas ¡todo!
Naraku: (recibió varias descargas en su cola, cabeza, cuernos y demás partes de su cuerpo, además de una buena cantidad de picaduras en la parte más dura) ok, ok, tú ganas, entiendo tu punto, te dejaré tranquila por el momento.
Muy bien Myoga, pongámonos serios ¿Qué vamos a hacer con el pequeño demonio?
Myoga: (le pidió a una cangura que lo trajera) no lo sé, ustedes díganme (sacó un hermoso cachorrito de perro, color blanco; de la bolsa de la cangura)
Naraku/Midoriko: ¡¿lo convertiste en perro?!
Myoga: no, no lo hice. En cuanto los querubines me lo entregaron, cambió de forma humana a cachorro, es por ello que los fui a buscar para hablar de esto
Naraku: uhm… es un ¡transformer!
Midoriko: (le dio un lapo en la cabeza) es un transformista, ¡tarado!
Naraku: oye no lo insultes, ¿cómo puedes llamarlo tarado, sino le has hecho ningún test?
Midoriko: si no fuera que ya estás muerto ¡te mataría!
Myoga: el que cambie según el mundo donde se halle, no es el problema; el problema es que está vivo y no puede permanecer acá, pero tampoco lo podemos devolver al mundo humano
Naraku: simple, que se muera de inanición y lo mandamos al cielo
Midoriko: no podemos matar a un ser vivo, nosotros reclutamos a los muertos ¡bruto!
Myoga: se me ocurre dejarlo transitar entre los 3 reinos y que sea criado por sus respectivos padres, pero para ello debemos volverlo uno de nuestra especie
Midoriko: ¿estás proponiendo que…?
Naraku: (serio) aquello no se ha realizado jamás, pero si los 3 estamos de acuerdo, entonces sería posible…
Myoga: que un no muerto y tampoco vivo, transite entre nosotros y sea lo suficientemente poderoso para transitar entre los 3 reinos sin mayor problema
Naraku: si ustedes están de acuerdo… yo también
Midoriko: ¿sabes lo que representa ceder parte de nuestra longevidad eterna, no es así?
Naraku: una arruga más, una cana menos, qué más da, después de todo tú ya estás vieja
Midoriko:!retira lo dicho, sino quieres que te empale, por el único agujero de tu cuerpo que estoy casi segura no has profanado!
Naraku: ¿mi nariz? ¡nah! Me saco los mocos todo el tiempo
Midoriko: ¡demonio tenías que ser!
Naraku: pero con todo y todo, te mueres por mí, ¿no es así encanto?
Myoga: si siguen de bufones, les arrebataré un millón de años a cada uno y perderán su juventud eterna ¡para siempre!
Naraku: ¡uy el viejito ya se molestó!
Midoriko: empecemos de una vez con el ritual
Myoga: Naraku llama al shinigami, para que sea nuestro testigo.
Midoriko, llama a tu mejor arcángel, para qué firme nuestro convenio y yo… le pediré a mi esposa naturaleza que nos consienta realizar el ritual.
En cuanto el shinigami Miroku y la arcángel Sango se hicieron presentes; los 3 dioses llevaron a cabo la ceremonia de sucesión de vida eterna voluntaria.
Cada uno le cedió algo de sí mismo.
Myoga la sabiduría y el buen juicio
Midoriko las virtudes y los sentimientos
Naraku la paciencia y el carisma (y un toque personal de lujuria)
Cada dios le cedió una parte de su eterna vida y así, aquel ser mortal que había sido capaz de llegar a los 3 reinos siendo un poco de cada uno, se convirtió en el primer no vivo, ni muerto que fue aceptado en el otro mundo.
Myoga: la ceremonia ha llegado a su fin, ahora es tiempo de que se halle al lado de sus progenitores y se encarguen de criarlo, educarlo y formarlo
Naraku: pero ¿qué hay de la madre? ¿A qué reino pertenecerá ella?
Midoriko: (soltó un suspiro) me temo que su alma no puede ser aceptada en el cielo por haber sido cautivada por un demonio, por lo que… ella será parte de tus dominios
Naraku: ¡oh, sí baby! Una hermosa demonio más para mi lista de conquistas
Midoriko: tú jamás cambiarás, siempre serás el mismo lujurioso y libidinoso demonio de los infiernos
Naraku: ¿y para que quiero cambiar?, Si hacer todo lo contrario a lo que tú haces, es mi trabajo y ¿sabes qué? (le susurró al oído con lacividad) me encanta hacer ello
Midoriko: ¡ajj! Aleja tu blasfema boca de mi puro y casto oído ¡regresa a tu infernal mundo y déjame tranquila!
Myoga: bien dicen que del odio al amor hay un solo paso. Y del cielo al infierno, hay un solo salto
Naraku: (tomó al cachorro en sus manos) bueno, me voy a mi amado infierno; hasta no sé cuando, bye bye. ¡Ah, y por cierto Myoga! En cuanto veas a doncella, dile que la estaré esperando en mis aposentos (le guiño un ojo y envuelto en una cortina de fuego, desapareció)
Myoga: ¡ay, con ese muchacho!, Finge ser malo, pero es todo lo contrario
Midoriko: ¡no, no es nada bueno, es un… un… un…! ¡Un condenado demonio!
En el infierno…
Naraku caminaba por el enorme pasillo del lamento, llevando consigo al pequeño hibrido, al cual mantenía protegido con una de sus alas, para que no se fuera a quemar con los pedazos de piedras ardientes de lava que caían por el trayecto.
En cuanto llegó a una de las mazmorras; de una sola enérgica patada tumbo la puerta y le ordenó a Inu Taisho que se le acercará.
Naraku: bien, perro infernal, yo te di la vida… es decir te cree, porque yo no… tú entiendes; así que te la puedo quitar por lo que hiciste, pero debido a que sin ti, mi maravilloso infierno se quedaría sin guardián y sin perro que me ladre… te perdonaré la vida, pero a cambio, deberáshacerte cargo del pequeño demonio que se te ocurrió engendrar.
¡Ah, por cierto! Tu amada humana, se encuentra en la cámara de conversión, su alma no la está pasando muy bien que digamos, puesto que está siendo torturada al máximo. Tú sabes, para que se aclimate a como son las cosas acá abajo, y ya luego de ello podrán permanecer juntos por toda la infernal eternidad. ¿Tienes algo que decir?
Inu Taisho: señor, usted es mi creador y mi amo, por lo cual mi alma es suya y lamento lo que hice.
Nunca fue mi intención acarrearle problema alguno y por el simple hecho de haberme perdonado, le estaré eternamente agradecido; sin embargo hay algo que humildemente le quiero pedir
Naraku: ¿y eso es?
Inu Taisho: un cuerpo que vaya más de acorde con el de mi esposa
Naraku: (alzó una ceja y lo miró de abajo hacia arriba) tienes razón, eres un perro de al menos 6 metros de alto y ella es una suculenta mujer… cuando la pasé a ver, sí que estaba deliciosa, pero bueno. Como soy un amo generoso, te haré un cuerpo más de acorde a ella, para que así puedan disfrutarse mutuamente, tú me entiendes ¿no?
Inu Taisho: usted es mi amo y lo que usted ordene yo obedezco
Naraku: bien, ella es humana, tú eres un perro y el hijo de ambos es transformista… uhm… cómo deberé hacerte (descubrió al pequeño que tenía envuelto en su ala y tenía la piel rosa como un humano, el cabello blanco como Inu Taisho y unas adorables orejitas perrunas en su cabeza) uhm… ya sé, te parecerás a mí.
Te daré un cuero con forma humana, unas alas negras imponentes, fuertes colmillos, pero no muy grandes y… cuernos no, esos sólo me van a mí, uhm, orejas puntiagudas, sí así serás.
Con un chasquido de sus dedos la transformación del enorme perro comenzó. Gritó muchísimo por el dolor que sentía y para Naraku eso era como música para sus oídos.
Pero luego de algunos minutos la transformación estuvo completa.
