Esclava

Kagome corría rápidamente, para no llegar tarde a su aula, que estaba del otro lado del edificio. Pasillos, pasillos y más pasillos, no llegaba nunca, ¿qué acaso ese lugar hacía que retrocediera con cada paso que daba? Subió la escala hacia el segundo piso. Y de repente… ¡PAM! Chocó con alguien, tirando su mochila al suelo. Levantó la vista para ver con quien había tropezado y lamentablemente era a quién no quería ver.

-Sabía que no podías vivir sin mí – dijo el chico de ojos dorados, mientras ella recogía su bolso.

-Eres insoportable – comentó ella ante tal ego. Inuyasha la tomó fuertemente de la cintura y la atrajo hacia él, inmovilizándola completamente.

-Hey tú me debes algo…

***Flash Back***

Inuyasha ;D Tigres, les daremos una paliza a las estúpidas aves, dice:

* Kagome, por qué pones esas incoherencias, si sabes que ganaremos nosotros.

¡Kagome! =D Vamos Halcones, ganaremos!!! , dice:

*Si claro ¬¬

Inuyasha ;D Tigres, les daremos una paliza a las estúpidas aves, dice:

*¿Quieres apostar? Si yo gano, tienes que ser mi esclava por una semana.

¡Kagome! =D Vamos Halcones, ganaremos!!! , dice:

*¿Y si yo gano?

Inuyasha ;D Tigres, les daremos una paliza a las estúpidas aves, dice:

* Bueno eso decídelo tú =D

¡Kagome! =D Vamos Halcones, ganaremos!!! , dice:

* OK, yo pensaré en algo, pero ahora déjame en paz, por favor.

Inuyasha ;D Tigres, les daremos una paliza a las estúpidas aves, dice:

*Eres una amargada…

***Fin Flash Back***

La noche anterior, los dos equipos de básquetbol del internado se habían enfrentado. Los Halcones y los Tigres. La secundaria Shikon, era un internado el cual está dividido en los dos grupos que se odiaban entre si. Kagome es un halcón, tiene diecisiete años. Su cabello es negro azabache, ojos chocolate, y esbelta figura, gran cantante y compositora. Por el otro lado estaba Inuyasha, de dieciocho años, un tigre, cabello plateado y corto, ojos dorados, musculoso y muy deseado por todas. Capitán del equipo de basket.

-Suéltame Inuyasha, si no quieres que grite – amenazó Kagome tratando de separarse de él.

-No me asustan tus amenazas – dijo Inuyasha rozando sus labios, mientras la acorralaba contra la pared -. No huyas, acuérdate que eres mi esclava, los Tigres ganamos ayer.

-Inuyasha, por favor, voy a llegar tarde – rogó la muchacha, él se separo de ella un poco.

-¿Por qué te preocupas tanto si los profes de los Halcones siempre llegan tarde? Al igual que los alumnos.

-Eres un idiota – Kagome aprovechó la oportunidad para empujarlo y alejarlo de ella – eso no es verdad, nunca llegan tarde y nosotros tampoco, y si lo hago ahora es todo por tu culpa. Me voy.

-Está bien, te dejaré ir por esta vez. Pero quiero mi almuerzo en la mesa para las dos, ¿entendido?

-Si claro – contestó con ironía, mientras se volteaba para irse. Al escuchar esto Inuyasha la agarró de la muñeca y la giró bruscamente.

-No quieres verme enojado, te lo aseguro.

Algo en la mirada seria de Inuyasha hizo que su estómago se revolviera. ¿Qué era? ¿Miedo? ¿Vergüenza? ¿Qué? Asintió levemente. Inuyasha esbozó una sonrisa de satisfacción y la soltó de su agarre.

Kagome miró el reloj, faltaban treinta segundos para que la clase empezara. Emprendió carrera nuevamente, aún debía recorrer dos pasillos y subir tres escalas. Justo el día que se había quedado dormida, le tocaba clase de química en el último piso. ¡Que fastidio! En los pasillos no había nadie, todos estaban ya dentro de sus salas, comenzando la clase. Por fin llegó a la puerta de su aula, sin aire. Se arregló un poco y llamó a la puerta. Kaede, la maestra de química, abrió, al parecer había llegado hace bastante rato.

-Kagome, llegas tarde – dijo con tono serio, invitándola a pasar. A pesar de todo, era una anciana amable.

-Lo siento, profe, pero me retuvieron en el segundo piso, y no me dejaban avanzar.

-Que sea la última vez.

Kagome asintió con la cabeza y fue a sentarse a su puesto, al lado de su mejor amiga, Sango. Estaba muy cansada, se desplomó en su asiento, luego tomó su mochila para sacar una botella de agua que tenía en el interior. Cuando terminó de beber, su amiga le preguntó:

-¿Quién te retuvo?

-El idiota de Inuyasha, ahora dice que soy su esclava.

-¿No apostaron eso? – interrogó recordando lo que Kagome le había contado.

-Si, pero… ¡ah! Odio que hayan ganado, estaba segura que ganaríamos nosotros, por eso accedí. – La muchacha se tomó el rostro con las manos – Ahora tengo que hacer todo lo que quiera, porque sino, quizá que hará… cambiando de tema, ¿por qué no me despertaste en la mañana?

-¿Y por qué debería haberlo hecho?

-¡Sango vivimos en la misma habitación! – la maestra la miró con expresión severa ante tal grito, a lo que Kagome respondió con un gesto de perdón.

-Intenté despertarte Kagome – acotó Sango en un susurro –, pero casi me tiras la almohada por la cabeza.

-Bueno, para la próxima, tírame un vaso de agua en la cara.

-Como tú digas – accedió la muchacha -, pero no me golpees cuando lo haga.

Kaede comenzó a pasar lista y luego empezó con la clase. Estaba tan aburrida, no sabía como la química podía ser tan fastidiosa, pero por fin tocó el timbre para salir al receso. Kagome tomó su mochila para salir del lugar, pero la maestra la detuvo.

-Kagome, tengo que hablar contigo.

-Te espero afuera – dijo Sango antes de salir, para dejarlas hablar tranquilamente.

-¿Qué sucede?

-Estás al tanto de que cada año se escogen a algunos estudiantes para que vayan al viaje al sur, ¿cierto?

-Si…

-Bueno, fuiste una de las escogidas.

-¿¡En serio!? – preguntó emocionada, a lo que Kaede asintió - ¡Genial! ¡Gracias! ¿Y cuando nos vamos?

-El miércoles de la otra semana. Pero necesitamos la autorización de tu madre.

-OK. Apenas hable con ella, le preguntaré.

-No hay necesidad de eso, ya hablamos con ella, le enviamos la autorización para que la firme, pero debes traerla antes del martes.

-Si, si, yo me encargo de eso. Gracias de nuevo profe – y dicho esto se retiró felizmente.

Salió al patio para encontrarse con su mejor amiga y contarle todo. Sango había sido escogida el año anterior y es por eso que este año seguramente no la acompañaría. La vio coqueteando con un chico bajo un árbol, por lo que decidió que le contaría más tarde. Volteó y vio a Ayame y Rin conversando, así que fue hacia ellas.

-Hola chicas – las saludó con alegría.

-Hola – contestaron en coro.

-¿Por qué tan contenta, Kagome? – preguntó Rin con curiosidad.

-Me escogieron para ir al viaje del sur.

-¡¿Irás a Kioto?! – volvió a preguntar Rin. Kagome asintió - ¡Wow! ¡Yo también!

-¡Que bueno! ¿Y tú Ayame?

-Yo fui el año pasado, no se si iré este.

-Ah, y dime…

-¡Kagome! – la llamó una voz ronca desde lejos, interrumpiéndola.

-Ay no… - Kagome era una de las chicas más lindas de la universidad, y todos algunas vez habían deseado besarla. Se volteó ante el llamado y sus sospechas de quien la llamaba fueron acertadas.

-Kagome, ven acá – ordenó Inuyasha, quien estaba rodeado por cinco de sus amigos. Kagome negó tercamente, lo que enrabió al albino - ¡VEN AHORA! – su voz realmente asustaba, por lo que no tuvo más remedio a que ir donde él estaba.

-¿Qué quieres, idiota?

-No me llames así. Y ya pensé que vas a hacer primero – Kagome enarcó una ceja – bésame en frente de todos.

-OH, claro, amorcito – contestó de lo más dulce – sólo cierra los ojos – Inuyasha sonrió con picardía e hizo lo que ella le dijo. Kagome sacó una naranja de su mochila y se la pegó a la boca del chico, para luego salir corriendo de ahí, antes de que él la atrapara. – que imbécil es, ¿en verdad creyó que lo besaría? – pensaba mientras corría hacia su siguiente clase, y así poder esconderse ahí, para que Inuyasha no la encontrara.

-------- O --------

-¡Arg! – Gruñó Inuyasha botando la naranja al suelo - ¡KAGOME!

-No te funcionó – comentó Miroku.

-¡Cállate! – Contestó totalmente molesto – ya me lo pagará.

-------- O --------

Las clases de la mañana terminaron y todos de dirigieron al casino, para almorzar. Kagome había recibido un mensaje de Inuyasha que decía que quería su almuerzo en la mesa para cuando llegara, y así le perdonaría lo de la mañana. No tenía otra elección. Sinceramente, no le convenía que el chico estuviera enojado con ella, ya que probablemente su castigo sería avergonzarla en frente a todos y eso arruinaría su reputación.

Fue hacia el mostrador a buscar el almuerzo de su "amo". Vio ahí que había arroz con pollo, así que le pidió a la cocinera que le diera un plato, mientras sacaba un pudín de vainilla y una gaseosa. La mujer le entregó el plato y fue hasta donde Inuyasha estaba sentado, conversando con sus amigos, esperando su almuerzo. Colocó la bandeja frente a él y volteó para irse, sin siquiera esperar un gracias. Pero él la detuvo.

-Kagome, espera – la chica quedó extrañada, no esperaba que él le diera las gracias, pero en verdad era otra cosa – quiero de chocolate, no de vainilla – dijo fríamente mientras le tendía el postre.

-OH, claro – contestó aún desconcertada por lo abusador que era. Fue hacia el mostrador en busca de un pudín de chocolate y luego volvió. Inuyasha no la humillaría de esa manera, ella debía responder igual. Por eso, le quitó la tapa al postre y se lo vertió en la cabeza – ahí tienes tu pudín de chocolate. – Y dicho esto, salió corriendo nuevamente del lugar, para que él no la atrapara.

Inuyasha quedó boquiabierto. Pasó su mano por la cabeza y la miró asqueado al estar llena de crema café.

-Quiere jugar ¿eh? – dijo enojado – ¡pues vamos a jugar!

El albino se paró de su asiento, tomó una servilleta de la mesa y salió corriendo, persiguiendo a Kagome.

-------- O --------

Kagome corría y corría, tratando de que él no la alcanzara. Sabía que la saldría persiguiendo, ahora se arrepentía de lo que había hecho, pero la verdad es que la había sacado de quicio.

-Kagome – la llamó la secretaria de la directora desde la puerta de la inspectoría. La muchacha dejó de correr y volteó para mirarla – tienes una llamada de tu madre.

¡Wow! Estaba salvada, si estaba ahí bastante tiempo, Inuyasha ya abría ido al otro lado del edificio a buscarla. Entró en la oficina y la mujer le indicó donde contestar.

-¿Aló? ¿Kagome? – preguntó su madre desde el otro lado del teléfono.

-Si, mamá, ¿Cómo estás? ¿Cómo está Souta?

-Mal hija, Souta tuvo un paro cardiaco ayer, está internado en el hospital – la señora Higurashi sonaba muy nerviosa.

-¡¿Qué?! ¡¿Qué?! ¿Pero está bien?

-No… Está en coma y los médicos no ven mejoría… - una lagrima comenzó a caer por el rostro de Kagome.

-Mamá, quédate tranquila – trató de darle ánimos, al igual que ella – todo va a salir bien. Yo el fin de semana iré para allá, lo prometo.

-OK, hija. Nos vemos

-Adiós.

Colgó y las lágrimas comenzaron a caer más intensamente. No entendía cómo Souta podía haber caído a tal estado, si hace apenas tres días había estado con él, riendo y conversando. Salió del lugar, sin percatarse de quienes estaban ahí. Caminó sin rumbo alguno, las lágrimas caían y caían y no las podía parar. Sin darse cuenta, entró en la biblioteca.

-------- O --------

La vio entrar en la biblioteca, así que sonrió satisfactoriamente, ya que de ahí no podría salir, sin pasar por la puerta. Se encaminó hacia allá y entró. Kagome se encontraba espaldas a él, caminando vagamente por los pasillos del lugar, por lo que se acercó a ella, la tomó de la muñeca, volteándola bruscamente y pegándola a la pared. Sólo en ese momento, cuando ella lo miró a los ojos, notó que estaba llorando.


HOLAAA! AQUI ESTOY DE VUELTA CON UN NUEVO FIC! OJALA LES GUSTE.

DEJEN REVIES PARA VER SI ES BUENO O NO :D

BESOS Y NOS VEMOS PRONTO

CHAUU