¡Entre aurores no nos pisamos las varitas!

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Advertencia: Sexo explícito, corrupción, costumbrismo, marranadas (tema escatológico, pero no mucho, lo normal). Sexo dudosamente consensuado en el segundo capítulo. En el tercero, habrá un cambio en una de las parejas. Tres capítulos, historia corta con final feliz. Espero que os guste.

*Los personajes son un poco oscuros.

Disclaimer: No poseo los derechos de Harry Potter, solo me estoy divirtiendo.


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Aquél bar muggle era lamentable, el tipo de bar que uno elegiría para reunirse con Mundungus Fletcher. El tipo de bar en el que uno sabe que no va a encontrar a nadie conocido. Harry lo había citado allí, ya que aunque Mundungus no era persona de su confianza, tenía una valiosa información que darle acerca de una conspiración en el Ministerio, de la cual se había enterado por casualidad mientras traficaba con unos valiosos objetos antiguos, y casi con seguridad malditos. Lo normal en aquél hombre, pensó Harry con disgusto.

Se habían citado a las nueve, pero eran las nueve y cuarto y no había rastro del mago. Harry, ocupado como estaba, al ser Jefe de la Oficina de Aurores, no tenía tiempo para perderlo esperando. Bebió un trago más de su cerveza, y sintió una vez más la necesidad de ir al único baño unisex del local, pero bien sabía que estaba ocupado, desde antes probablemente de que él llegase. Dentro se escuchaban risas, jadeos, suspiros, y algunos ruidos raros. Al parecer alguien se lo estaba pasando bien dentro.

De nuevo, dio unos golpes en la puerta, y una áspera voz de mujer le respondió que se fuera a mear a la calle. A él le dio la impresión de que conocía aquella voz, aunque en aquél momento no podía ponerle cara. Volvió a tocar, y la misma voz lo mandó a la mierda, de peor humor aún que la vez anterior. A la tercera vez que tocó, la puerta se abrió de golpe, para dejar paso a una malhumorada Tonks, con el pelo completamente rojo, a la que enseguida le cambió la cara al verlo. –Esto… ¿Qué hay, Harry?, -dijo por decir algo, mientras su chaqueta de cuero caía de su brazo al mugriento suelo, y Pansy Malfoy intentaba esconderse detrás de su espalda. El pelo de la aurora ya no era rojo, sino de un castaño oscuro un poco deslucido, y la cara de Pansy era un poema.

-También es mala suerte que de todos los malditos bares muggles de Londres, nos hayamos tenido que encontrar en este, comentó Tonks rascándose nerviosa las manos.

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Un rato antes de la llegada de Potter, Pansy y Tonks habían estado bebiendo juntas y riéndose de todo. A lo mejor no tenían tantas cosas de las que reírse, pero ya estaban cansadas de estar tristes. Para Pansy, el sueño de su adolescencia de casarse con Draco Malfoy no había salido del todo como ella esperaba, y Tonks llevaba once años viuda, criando solo con la ayuda de su madre a su hijo Teddy, que por suerte ya estaba estudiando en Hogwarts. Tonks adoraba a su hijo, pero ahora entendía mejor a su madre, cuando de niña le regañaba diciéndole que era un trasto. Teddy le había salido a ella en casi todo.

A pesar de lo distintas que eran Pansy y ella, habían encontrado en la mutua antipatía hacia Narcissa Malfoy un fuerte vínculo, y cuando Andrómeda Tonks embarcaba a su hija en poco gratas visitas familiares, ellas acababan juntas en la cocina intentando disimular la risa por cualquiera de las chorradas de la matriarca Malfoy.

Algo que había ofendido en particular a Tonks había sido la obsesión de su tía por sacar de Azkaban a Bellatrix. Había tenido el valor de preguntarle si habría algo que como aurora ella podría hacer, ¡después de todas las ocasiones en las que su demente tía la mortífaga había intentado matarla, sin contar el asunto del pobre Sirius!

Tonks se había tomado muy mal las súplicas de su tía, aunque se admiraba de que por una vez dejase de lado su orgullo. Pero Pansy le había alegrado el día, cuando le había pedido que se metamorfosease en Narcissa y la imitase. Había sido un poco como volver a la infancia, cuando las cosas no eran tan difíciles.

Para agradecérselo, Tonks se la había llevado de bares, asegurándole que lo pasarían bien: irían a algún sitio donde no las conociera nadie, beberían hasta estar borrachas como perras (había usado esa expresión), y dormirían luego la mona en la casa de Tonks, como dos hermanas. Pero las cosas se habían salido de madre y ahora eran en todo caso dos hermanas incestuosas. Nada nuevo por otra parte en la familia.

Todo había empezado de una forma inocente: Tonks tenía una contractura en la espalda, y ya que el Ministerio tendría algo que decir sobre aplicar un hechizo sanador delante de un montón de muggles, le pidió a Pansy que le diera un poco de masaje en los hombros. Pero una cosa había llevado a la otra, y en un momento dado se habían encontrado mirándose a los ojos. Fue Pansy la que se decidió a besar a Tonks, pero ella no se resistió precisamente, sino que la rodeó con sus brazos y la apoyó contra la pared, derramándole sin querer la cerveza en el vestido. Cuando se disculpó por su torpeza, la respuesta de Pansy había sido "cállate y sigue besándome".

Después de unos cuantos besos más, entraron en el baño juntas, por si podían aplicar algún hechizo de limpieza sobre la ropa de Pansy, y de nuevo se había complicado todo, al atacar Pansy su cuello y hacerle un chupetón.

La metamorfomaga sintió que le temblaban las piernas y durante un segundo puso los ojos en blanco, antes de cerrarlos y levantar más su cuello para que Pansy lo maltratase. Durante todos esos años, aparte de alguna relación esporádica, no había tenido mucha actividad sexual. Los besos y caricias de Pansy eran muy bien recibidos. Que Pansy fuese la mujer de su primo, en ese momento era un detalle sin importancia. De todas formas, su primo era un capullo y ellos tampoco es que tuviesen un matrimonio demasiado feliz.

Al poco rato notó las manos de Pansy sobre sus pechos, y cómo metía las manos bajo su camisa para desabrocharle el sujetador, para luego buscar sus pezones. A Tonks le volvieron a temblar las piernas, y suspiró antes de poder hablar.

-¿Hasta dónde quieres llegar con esto, Pansy?

-Hasta donde tú quieras.

-¿Y tu marido?

-No me hables de ese ¿Sabías que se acuesta con Astoria Greengrass? Por lo único que no me he divorciado de él aún, es porque la arpía de su madre lo convenció para que hiciese separación de bienes antes de casarse conmigo.

-Entiendo, -dijo Tonks mirándola a los ojos y sonriendo un poco de medio lado. A Pansy nunca se le había conocido trabajo, y su familia se había arruinado hacía tiempo.

-¿Por qué no me haces un truquito de los tuyos?

-¿A qué te refieres? –Preguntó Tonks. No estaba segura de que le fuese a gustar la respuesta.

Por toda aclaración, Pansy apretó con su mano la entrepierna de la otra a través de los vaqueros pegados. A pesar de esperar algo parecido, Tonks no pudo evitar sobresaltarse un poco.

-¿No te gusta lo que tengo ahí? ¿Quieres que lo cambie?

-Creo que va a ser más fácil así, dijo paseando la mirada alrededor del sucio baño.

-Podemos irnos a mi casa, está mi madre pero duerme como un tronco, te lo aseguro. O a un motel muggle si lo prefieres. Esto es cutre hasta para mí, para ti ya, ni te cuento.

-Lo estoy pasando bien, Tonks. Quiero un poco de acción y luego seguir bebiendo contigo, no encerrarme entre cuatro paredes. Para eso tengo la maravillosa Malfoy Manor.

-No llevo condones encima. No pensaba follarte en un baño, -dijo Tonks.

-¿Podrías embarazar a alguien? –Preguntó asombrada Pansy.

-No lo sé. Pero prefiero no arriesgarme a que luego me pidan pensiones alimenticias.

-En realidad conmigo no los necesitas. Por desgracia no puedo tener hijos. Y te prometo que no tengo nada contagioso.

-Pues no se hable más, -dijo Tonks antes de cerrar un momento los ojos. Cuando los abrió tenía un bulto en el pantalón.

-¿Ya estás así? –Preguntó asombrada Pansy.

Tonks no respondió de momento, ya que estaba muy ocupada cogiendo en peso a Pansy para subirla al lavabo, levantarle el vestido, y acariciarle los muslos mientras la besaba. Pasó la mano por encima de sus braguitas, y las notó húmedas.

-Al parecer, no soy la única que tiene un problema. Tócame un poco antes, -dijo abriéndose el pantalón y sacando una polla erecta bastante impresionante de sus braguitas rosas.

Cogió la mano de Pansy, y la cerró sobre su miembro, mientras se acercaba de nuevo para besarla.

-¿Te gusta? –Preguntó a dos centímetros de su cara.

-Me gusta. Te has hecho un pene muy bonito, -dijo sonriendo Pansy.

-Todo para ti. Espero que lo disfrutes, -dijo antes de volverla a besar, y mientras sentía la mano derecha de Pansy masturbándola, ella correspondió metiendo un dedo bajo las bragas de encaje de la otra, y extendiendo la humedad de su vagina hasta su clítoris, para seguir acariciándolo luego.

-¡Métemela ya, joder! –Dijo Pansy mientras tocaba a Tonks con una mano y se agarraba al lavabo con la otra.

Pansy no solía usar palabras gruesas, así que eso le dio una idea a Tonks de lo urgente de su deseo. Tiró de sus braguitas con cuidado de que no se enganchasen en sus zapatos, y las colgó del pomo de la puerta, donde antes había colgado su chaqueta, mientras recogía su pene de la mano de Pansy, que la miraba ansiosa. Iba depilada por completo, y la horrible luz de neón de aquel baño hizo brillar su húmedo sexo. Tonks la metió de una sola vez, y ella dio un respingo y gimió. Se hubiese caído del lavabo si la otra no la hubiese sujetado; llevaba muchos meses sin sexo y la brusca penetración le había resultado dolorosa.

-Vale, tranquila, voy a ir despacio. Parece que tú también llevas tiempo sin follar, -dijo Tonks antes de besarle el cuello a Pansy, que volvió a dar otro respingo, antes de darse cuenta de que solo eran besos y no chupetones. Tonks comenzó a moverse dentro de ella, con suavidad al principio, e incrementando poco a poco el ritmo, a medida que notaba que Pansy lo demandaba.

Aunque el comienzo había sido para Pansy más doloroso de lo que ella había pensado, enseguida olvidó esa sensación, y empezó a gemir de placer con la cabeza echada hacia atrás, y los labios un poco abiertos. Tonks la besaba en el cuello mientras la sujetaba por las caderas. También para ella estaba resultando muy estimulante el encuentro, y emitía sordos gemidos guturales entre beso y beso. Pansy estaba tan mojada que su pene se deslizaba dentro de ella sin dificultades, a pesar de que Tonks estaba un poco arrepentida de haberlo hecho tan grande.

Y entonces algún imbécil llamó a la puerta. Tonks gritó que el baño estaba ocupado, y siguió con lo suyo. Tendrían que darse prisa, pero estas cosas no siempre se podían apresurar. Tal vez ella pudiese terminar antes si lo hacían un poco más duro y rápido, pero no estaba segura de que Pansy fuese a conseguir lo mismo. En esa postura tampoco podía acariciar su clítoris para estimularla más, así que tendría que llegar al orgasmo sin ayuda extra.

Tonks empezó a moverse con más rapidez tras preguntarle a Pansy si podía, y ella gimió más fuerte. Y entonces volvieron a tocar a la puerta, esta vez con más violencia, y las preciosas braguitas de Pansy resbalaron hasta el suelo, cayendo en un charco de un líquido turbio no identificado. Por la voz, parecía el mismo imbécil de antes.

-¡Vete a mear a la calle, colega! –Gritó malhumorada Tonks.

-Mierda, Tonks, mis bragas. No me las voy a poder poner.

-No te preocupes, te presto las mías. Yo llevo pantalones, no las necesito.

-Déjalo, prefiero ir sin bragas.

-Oye, Pansy, estamos compartiendo algo bastante íntimo ¡Ahora no me vayas a decir que te daría asco ponerte mis bragas!

-Calla y sigue, Tonks.

-Como mandes. No hace falta que me des las gracias por haberte ofrecido mis bragas.

-¡Merlín! ¡Como sigas hablando te echo un Palalingua!

Tonks empezó de nuevo a moverse dentro del cuerpo de la otra, esta vez sin muchos miramientos. Pansy no se quejó, sino que empezó a mover sus caderas con ansia de más. El lavabo comenzó a crujir de manera sospechosa, y los golpes en la puerta sonaron una vez más. Esta vez Tonks no paró de moverse mientras gritaba "vete a la mierda, gilipollas", para luego volverse a Pansy y preguntarle si le estaba gustando. Tenía un sentimiento como de culpa, al pensar que podía estar siendo algo bruta, pero Pansy le dio su aprobación.

-Pansy, estoy a punto de terminar, pero no quiero dejarte a medias ¿Cómo vas? ¿Paro un poco y sigo luego?

-Nos van a echar la puerta abajo, y de todas formas, si parases te mataría ¡Piensa en otra cosa, o haz lo que te dé la gana, pero no me la saques!

Tonks empezó a pensar en tener sexo con Minerva McGonagall, que le enviaba cartas quejándose del comportamiento de su hijo de la misma forma en que antes se las había enviado a su madre informándole del suyo. Enseguida notó cómo su excitación bajaba. Podría seguir un rato más. A la vez, notaba a Pansy cada vez más caliente, y al cabo del rato, su vagina se estrechó, ella se permitió dejar de pensar en temas desagradables, y empezó a empujar con más fuerza aún. Por un momento pensó que tal vez podrían terminar las dos a la vez o al menos sin mucha diferencia de tiempo, pero entonces volvieron a llamar de nuevo a la puerta, esta vez amenazando con avisar al dueño del bar.

Ayudó a Pansy, que acababa de terminar, a bajar del lavabo, y mientras ella se ajustaba la ropa, se arreglaba un poco el pelo, y con mucho asco recogía sus bragas del suelo para luego embutirlas en un paquete vacío de pañuelos de papel, y meterlas en el bolso, Tonks se metamorfoseó de nuevo. El "pequeño" problema de erección que tenía se disimuló al instante, aunque ella no se sintió menos incómoda. Se subió los pantalones, y viendo que Pansy ya estaba lista, cogió la chaqueta y abrió de golpe la puerta, dispuesta a pagar su frustración con el intruso con incontinencia urinaria. Y allí estaba Harry Potter.

Notó cómo Pansy trataba de esconderse inútilmente tras de su hombro mientras salía del baño, y sin saber qué hacer ni qué cara poner, intentando parecer simpática, saludó a Harry.

-Esto… ¿Qué hay, Harry? –preguntó Tonks, un poco por decir algo, mientras su chaqueta caía al suelo. -También es mala suerte que de todos los malditos bares muggles de Londres, nos hayamos tenido que encontrar en este,- comentó rascándose nerviosa las manos.

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-¡Pero Tonks! ¡Que es la mujer de tu primo! –Decía Harry tras haber podido al fin entrar al baño.

-¡Harry! ¡Por favor, somos todos adultos! ¡No nos eches sermones! –Decía Tonks.

-No sé si voy a poder callarme este asunto, Tonks. Draco y yo nunca hemos simpatizado precisamente, pero de ahí a encubrir que le estás poniendo los cuernos…

-Harry, Draco lleva meses poniéndomelos con Astoria. No te sientas culpable por cerrar la boca y no querer complicarte la vida, -dijo Pansy.

-Pues divorciaos ¡Pero yo no quiero ser cómplice de esto!

-¿Podemos hablar, Harry, por favor? –Preguntó Tonks mientras agarraba su brazo para alejarlo de Pansy. Nada bueno podía salir de una discusión entre Harry y ella.

Harry miró con un poco de aprensión su brazo. Llevaba años trabajando con Tonks y sabía que no era la persona más limpia ni escrupulosa que había conocido, y después de saber qué habían estado haciendo Pansy y ella en el baño… casi prefería no pensarlo.

-No nos acostamos de forma habitual. De hecho esta es la primera vez, y no estaba planeado. Esto ha sido por el alcohol, la noche… ya sabes. A mí no me vendría bien para mi carrera que me relacionasen con la mujer de un ex mortífago que además es mi primo, pero para ella sería una catástrofe ¿quieres que se quede en la calle porque estando enamorada firmó un mal acuerdo prematrimonial?

-¡Y a mí qué me contáis! ¡Que trabaje, como todo el mundo!

-¡Ella no está acostumbrada, Harry! ¡Y ya es mayor para empezar ahora desde cero! ¡No sabes la de mierda que tiene que aguantar la pobre, todo el día con Narcissa, que está insoportable desde que Lucius falleció, y encima no ha podido tener hijos! ¡Y su marido la engaña con otra!

-Menos mal que ya te tiene a ti para consolarla, -dijo con sarcasmo Harry.- Mira, si tan mal le va, que se divorcie. La gente se divorcia, y no pasa nada. Ahí tienes a Ron y Hermione, -dijo de nuevo Harry, antes de darse cuenta de que había metido la pata.

-¿Hermione? ¿Se está divorciando? –Preguntó Tonks con el pelo cambiando de colores rápidamente: del castaño al blanco, luego al rosa, y finalmente al azul.

-Vale, Tonks, yo no te he dicho nada. Se supone que no lo debía de saber nadie hasta que fuese oficial. Sé discreta con este asunto ¿quieres?

-Vale. Lo seré. Pero tú no digas nada de lo mío con Pansy ¿De acuerdo? ¿Tenemos un trato?

-Yo no he visto nada. Pero espero que tener sexo con Pansy en los baños de los bares no se convierta en una costumbre…

-No te preocupes. No habrá más sexo en los baños de los bares. Si vuelve a haberlo, será en otro sitio más privado.

-Supongo que algo es algo, y pedirte que dejes de hacer el cerdo es pedir demasiado, -dijo Harry suspirando.- Por cierto ¿Por qué estáis distanciadas Hermione y tú? Os llevabais bien en los tiempos de Hogwarts…

-Es una larga historia. Pero el asunto más o menos es que Hermione piensa que no soy de fiar y bla bla bla, ya sabes que siempre tiene algo que decir. Eso y que es una rencorosa de mierda.

-Ajá. Le hiciste una putada y no te perdonó.

-Supongo que ese podría ser su punto de vista, sí, -reconoció Tonks.

Pansy se acercó con un par de pintas de cerveza, y puso una en la mano de Tonks.

-Bueno, ¿qué? ¿Le vas a contar a la Brigada Inquisitorial que hemos sido malas chicas, o podemos seguir divirtiéndonos un rato? –Dijo Pansy con la voz en falsete y poniendo los ojos en blanco.

-La que solía hacer eso eras tú, de hecho. Pero no: no es asunto mío vuestra vida privada. Me voy, creo que no tengo nada más que hacer aquí. Nos vemos el lunes, Tonks.

-Hasta el lunes, Harry. Ten un buen fin de semana, y saluda de mi parte a tu familia ¡Y te debo una!