Disclaimer: Los personajes presentes en esta historia no son de mi propiedad, pertenecen a J.K. Rowling, autora de la saga de libros "Harry Potter". Lo único original aquí es el contexto en el cual los personajes están sumidos. Esta historia está escrita sin objetivo de conseguir algún lucro.

Sólo un método de entretención.

¡Que lo disfruten!

CAPITULO 1: El engaño.

Era entrada la medianoche, todos en el castillo Hogwarts de Magia y Hechicería descansaban plácidamente. Era una noche fría, razón por la cual nadie estaría fuera de la cama, o al menos eso pensaba un hombre de cabello negro y túnica del mismo color que caminaba por los corredores tratando de que el sueño diera por fin con él. Iba tan concentrado que casi ni se percato de que estaba siendo observado, cosa rara en el, puesto que al ser un mortífago, mejor dicho la mano derecha de mismísimo Lord Voldemort, siempre estaba atento a cualquier cosa extraña que sucediera a sus alrededores. Pero esa noche no, esa noche solo era él, Severus Snape, un hombre que sufría de insomnio por las noches, un hombre que a pesar de haber pasado tanto tiempo y de mostrarse tan frío a los demás, aun seguía sufriendo en silencio por la muerte de su mejor amiga en el mundo, y por supuesto, de la única mujer a la que había amado con todo su corazón.

No importaba lo que hiciese, ya era demasiado tarde para remediar el mal que había causado. Si, había sido gracias a él que Lily ahora estaba muerta. ¿Y todo porque? Por dejarse embaucar por un ser aun mas horripilante que el infierno mismo. Estaba claro que cuando decidió unirse a los mortífagos, era tan solo un chiquillo que buscaba venganza. Venganza por todo lo que James Potter y su grupito de estúpidos Gryffindors le habían hecho. En esos momentos la sed de poder lo había cegado totalmente. Todavía se preguntaba cómo había podido ser tan estúpido, se había arruinado la vida desde el bendito día que la marca tenebrosa quedo grabada en su piel, como un recordatorio que desde ese momento, su alma, su poder, su fuerza de voluntad e incluso su mismo cuerpo pertenecían ni más ni menos que al tan "encantador" Señor de las Tinieblas, como se vio obligado a llamarlo. –Patrañas- Pensó molesto mientras recordaba cuán difícil había sido su vida desde entonces. No solo se había ganado el odio de la única persona que le había brindado cariño alguna vez, sino que a ojos de todo el mundo, era ahora el traidor más grande de todos los tiempos, bueno quizás Colagusano y el estaban empatados. En fin, ya era tarde para arrepentirse, ahora solo cargaba con la culpa de ser el responsable de la muerte de su mejor amiga, o al menos eso pensaba él.

Continuo su camino sin darse cuenta que era seguido muy de cerca por alguien que era consciente de lo que pasaba por su mente en esos momentos, por supuesto, no era necesario ser un gran oclumantico para saber lo que le ocurría a su "pequeño", como aun le gustaba decirle.

-Severus, ¿Aun despierto?- Pregunto amablemente Albus Dumbledore bloqueándole el camino.

-¿Algún problema Albus?, no soy un estudiante para que me andes controlando de esa manera.- Contesto de manera mordaz el temible profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras.

-Tranquilo hijo, solo me preguntaba que hacías despierto tan tarde y sobre todo solo en esta fría noche de Noviembre-.

-No voy a torturar alumnos si esa es tu preocupación, bueno quizás si me cruzo algún Gryffindor no pretendas que le regale flores y lo invite a tomar té a mi despacho- Ironizó.

- Sabes hijo, a veces no debemos hundirnos en el peso de nuestras propias tribulaciones sin ofrecer resistencia alguna- Comento enigmáticamente el director mientras le guiñaba el ojo y desaparecía por la esquina del corredor.

Severus alzó su ceja izquierda en señal de enojo. Estaba claro que esa no era una buena noche para él, y lo que menos estaba en sus planes era tener semejante charla con el "viejo loco". Para su pesar, las palabras del viejo continuaban resonando en su cabeza. -¿Qué demonios me habrá querido decir?, ¿acaso se habrá dado cuenta de lo que pensaba minutos atrás?- Se preguntaba para sí mismo. No llego a imaginarse una respuesta ya que un fuerte ruido lo hizo volver a la realidad.

-¿Pero qué demonios…?- Se preguntó mientras corría por el pasillo hacia la fuente de aquel extraño sonido.

Y allí la vio. Instantáneamente supo que le haría pasar el peor momento de su vida. ¿Qué se suponía que hacia ella en ese lugar a esas horas de la noche? Pero al observarla mejor se dio cuenta de que algo le ocurría a la muchacha. Algo bastante grave para encontrarla en semejante estado.

-Granger- Rugió su profesor mientras ella palidecía aun mas.

-Pro…Profesor Ssss… Snape- Tartamudeo sin saber que decir o hacer. Estaba frita. ¿Qué iba a hacer ahora? Sabía muy bien que no solo conseguiría que Gryffindor quedara sin puntos sino que también se haría de un castigo con el profesor más odiado de todo el colegio.

-¿Qué hace aquí Granger? Le aseguro que esperaba encontrarme con muchas personas pero no con usted. A lo sumo con su amigo San Potter quien se cree tan importante para considerar que las reglas del castillo están por debajo de su nivel. Y por supuesto donde va Potter va la zanahoria andante de Weasley.- Soltó Snape fríamente.

Hermione estaba paralizada. No sabía que decir o hacer. No quería mentirle a su profesor, no a él. Pero simplemente no podía decirle que había sido víctima de una cruel broma jugada por Draco Malfoy y las malditas serpientes. Con eso solo conseguiría ponerse en ridículo y por supuesto, estamos hablando de Snape, de seguro le daba puntos a Slytherin por tan brillante broma.

Aun le dolía cuando recordaba lo que había sucedido. Estaba en la biblioteca como siempre, cuando una nota apareció sobre el libro en el cual estaba trabajando. Reconoció al instante la caligrafía de su adorado pelirrojo, y ¡Por Merlín! No podía creer lo que sus ojos veían. En la carta Ron la citaba a las 10 pm en el salón de prefectos, era una suerte que a cada prefecto se le concediera una llave del salón. Lo que le resulto extraño era que el chico mantuviera tanto secretismo, algo no muy habitual en él, pero decidió que por una vez se dejaría llevar, al fin y al cabo quizás su amigo se había dado cuenta que era hora de que su relación comenzara a ir un poco mas allá de la simple amistad que llevaban. Sí, quizás al fin se había dado cuenta de lo mucho que a ella le gustaba y de esa forma había dejado fluir sus sentimientos hacia ella, no podía ser de otra forma, esa noche definitivamente cambiaría el rumo de su vida. Al fin las cosas se le habían dado con su amado cabeza dura, mejor amigo pelirrojo Ron Weasley.

Eran cerca de las 9 pm y en la torre Gryffindor ya no quedaban muchos alumnos. Unos pocos de tercero, tres de quinto y ellos, Harry, Ron y Hermione, esta última terminando de revisar los ensayos de encantamientos de sus amigos.

-Están bastante bien chicos, han mejorado bastante- Dijo muy complacida la castaña sonriendo ampliamente.

-Uff, menos mal Hermione, el sueño me está matando, no me hubiera gustado tener que continuar haciendo tareas- Respondió Harry- Creo que voy a subir ya a los dormitorios, muchas gracias Mione, no sé qué haríamos sin ti- Termino su amigo, sonriendole como solo él podía hacerlo.

-Si Hermione, sin ti Harry y yo nos pasaríamos la vida haciendo deberes, sin poder disfrutar de los placeres de la vida- Comento Ron mientras se relajaba en la butaca más cercana al fuego.

-Bien Harry, creo que es hora de que subamos, si nos disculpas Hermione- Dijo amablemente guiñándole el ojo.

La castaña se sintió desfallecer, al fin Ron parecía haberse dado cuenta de que ellos eran el uno para el otro. Subió corriendo a su habitación para arreglarse un poco, pues no quería parecer Myrtle la llorona con ese aspecto que tenia.

Faltaban diez minutos para las diez de la noche y Hermione ya había abandonado la sala común para dirigirse al primer piso, donde se encontraba el salón de prefectos, un salón contiguo al Gran Comedor. Pero iba tan emocionada que no noto que estaba siendo seguida.

Una vez que llego allí, abrió la puerta y decidió esperar a que llegara Ron sentada en los asientos que estaban cerca de la chimenea. Era consciente de su nerviosismo pero trataba de permanecer tranquila, no quería asustar a su enamorado.

Los minutos pasaban y Hermione comenzó a impacientarse, ya pasaba media hora de las diez, y no había señales de Ronald. ¿Le habrá sucedido algo?- Pensaba para sí mientras trataba de convencerse de que todo había sido un mal entendido de horario. Quizás ¿ella había leído mal? Empezaba a sentirse incomoda cuando escucho pasos acercarse lentamente. Su corazón dio un brinco de la alegría que sentía… ¡Al fin! La puerta se abriría y de un momento a otro aparecería Ron. Ya planeaba regañarlo por haber tardado tanto, cuando la sorpresa que se llevo al ver quién era el que la miraba desde el otro lado de la habitación, resulto como un baldazo de agua fría.

Parado en el umbral estaba nada más ni nada menos que Draco Malfoy, sus dos gorilas guardaespaldas Crabbe Y Goyle, y la tonta de Pansy Parkinson. Los cuatro sonreían y la miraban socarronamente.

-Que fácil que fue engañarte Granger- Carcajeo Malfoy mientras los demás reían a coro.- ¿De verdad creíste que la zanahoria andante de Weasley vendría aquí?-

Hermione estaba destruida, todo había sido una estúpida trampa para burlarse de ella, Ron jamás de los jamases la vería con otros ojos. Jamás se enamoraría de alguien como ella. –Que tonta fui- Pensó para sí mientras las lagrimas resbalaban por sus mejillas.

-Oh miren chicos, está llorando- Grito Pansy mientras reía con todas sus fuerzas.

-Sabes algo Granger- Comenzó Malfoy, - Te creía más inteligente. Para empezar déjame comunicarte que el día que algún chico se fije en ti, de seguro Potter va a tener que hacer replicas de sus anteojos y comenzar a repartirlas gratuitamente- Comento riendo a carcajadas, festejado por el grupito de idiotas que tenia detrás.

-¿Que iba a hacer ahora?- Pensaba amargamente mientras trataba de idear algún plan para salir de allí.

Pero al parecer los Slytherins se dieron cuenta de sus intenciones porque al instante en que ella se movió solo unos centímetros todos apuntaban sus varitas hacia ella.

-No Granger, de aquí no te irás hasta que te demos tu merecido por ser una asquerosa sangre sucia.- Le espeto Malfoy, y en sus ojos pudo percibir rencor, un odio que jamás había visto antes en el.

Estaba tan destrozada que no pudo defenderse, indefensa como estaba recibió los encantamientos y maleficios que le mandaban las serpientes. Creyó que moriría allí mismo cuando Pansy menciono que quizás era suficiente sino terminarían matándola. Huyeron tan rápido como pudieron de allí por miedo a ser descubiertos. Apenas podía moverse. Como pudo se incorporo. Todo su cuerpo le dolía horrores, esta vez se habían pasado, pero ¿qué podía hacer?, ella por una vez en su vida había infringido las normas, y sería peor el castigo y la humillación, así que prefirió callar y rezar por mejorar para el día siguiente. Cerca del cuarto piso ya no resistía más. A cada paso que daba su cuerpo le dolía más y más. Pensó en la posibilidad de recostarse sobre alguna pared hasta que alguien la encontrara, pero debería explicar los motivos y ya sentía suficiente vergüenza de sí misma como para dejarse ser vista así por alguien.

-Solo un poco más- Se repetía tratando de darse ánimos, pero ya estaba en el quinto piso cuando perdió el equilibrio y cayó sobre una armadura causando un estruendo terrible que, fácilmente, podría haber sido oído por cada persona del castillo.

Segundos después oyó fuertes pisadas y sintió como una voz tan fría como el hielo y amenazante hasta el nivel de causar escalofríos a cualquiera que la escuche, pronunciaba su nombre.

Trato de resistir, trato de mantener su mirada fija en el pero no pudo. Lo último que supo fue que tartamudeo el nombre de Snape, pero instantáneamente todo en su mente se nublo y ya no pudo recordar mas nada.


Les dejo el primer capitulo, un poco corto lo se. No es excusa pero es el primer fanfic que escribo, tenganme paciencia. Espero sus reviews :p

Un saludo para todos!

ALiSnape77