1. Piel de serpiente.
Despertó cuando lo vio caer a través el velo, una vez más. Le tomó unos segundos recordar dónde estaba, y vio a través del dosel de su cama que las vecinas se encontraban vacías. Harry Potter se levantó de un salto porque el sol ya se alzaba en lo alto del cielo y su amigo Ron Weasley no lo había despertado. Se cambió deprisa y ni siquiera intentó robar algo del Gran Comedor, pues seguro los elfos domésticos ya habían devuelto los platos a las cocinas.
Corrió hasta las mazmorras, trastabillando más de una vez, pues todavía no se había despertado del todo, pensando en lo afortunado que era que Snape no fuera su profesor de Pociones ese año. Abrió la puerta del aula de Pociones con el corazón aun en la garganta y predispuesto a encantar a Horace Slughorn con su carisma e historia trágica.
- Señor Potter, ha decidido iluminar nuestra mañana con su presencia, qué considerado -siseó Severus Snape, quien se deslizaba por el salón observando con particular desdén el caldero de Neville. A Harry se le cayó el alma a los pies. ¿Qué hacía allí su antiguo profesor de Pociones?-. Tome asiento, por favor, hagan un lugar al señor Potter. Como verá, hoy su profesor está incapacitado para enseñar y me pidió que tomara su lugar -miró a su alrededor, y Harry notó entonces con genuino horror que todos los Gryffindor tenían ya compañeros, pues Hermione había cambiado su lugar junto a Neville por el de Harry, junto a Ron. Ella le dedicó una mirada de arrepentimiento al comprender en qué situación lo había puesto-. ¿No quedan lugares ya? Bueno, señor Potter, tendrá que sentarse junto al señor Malfoy hoy -Snape sonrió (o mejor dicho, frunció los labios en una mueca que intentaba ser una sonrisa) y volvió a sentarse detrás de su escritorio.
Harry miró entonces el lugar vacío junto a Malfoy, quien lo ignoraba deliberadamente y sin embargo se veía sospechosamente concentrado en su poción, de un color gris brillante. Decidió que no tenía sentido discutir y mucho menos si Malfoy no pensaba hacerlo tampoco. Se sentó -asegurándose de dejar el máximo posible de distancia entre el Slytherin y él- y apoyó sus cosas en la mesa. Leyó el pizarrón -donde el profesor había escrito las instrucciones para la poción bajo el título subrayado de "Poción pimentónica", cuya función Harry desconocía- y se dispuso a conseguir un trabajo que superara sus expectativas y la del profesor, no dándole más razones para que lo castigara.
Una hora y media después, luego de echar el último ingrediente -piel de serpiente-, la poción de Harry había tomado un curioso tono turquesa, sorprendentemente agradable, que le hizo creer que había logrado un buen trabajo, mas cuando vio el caldero de Malfoy se le cayó el alma a los pies: la poción de Draco era ahora esmeralda y espesa, no celeste y líquida como la suya. Fue entonces que Snape comenzó a vagar entre las mesas, criticando las pociones de unos y guardando silencio cuando no encontraba nada para insultar. Harry empezó a retorcerse en su asiento, esperando nerviosamente el veredicto, cuando atisbó que el caldero de Hermione -cuya poción Snape había ignorándola olímpicamente- tenía un color turquesa y una consistencia exactamente igual a la suya.
Su regocijo fue en aumento cuando el profesor se paró frente a su mesa y observó con el ceño fruncido la poción de Malfoy, quien por el contrario no parecía preocupado por su claro y estrepitosamente fallido intento de poción pimentónica. Harry notó que varios Gryffindor, Ron incluido, ahogaban una burla al ver el desencanto en la cara de Snape. Entonces, no pudo resistirlo y se le escapó una risa.
Snape levantó entonces la mirada del caldero de Draco y la dirigió hacia Harry, sin un atisbo de gracia en el rostro.
- Disculpe que le moleste, señor Potter, pero, ¿me haría el favor de decirme de qué se ríe? -preguntó con amenaza implícita en el tono. Todos los que segundos antes disfrutaban de la situación se helaron al instante. Harry tragó saliva.
- De.. de nada. Profesor -contestó sin apartar la vista de los perturbadores ojos negros del profesor.
- ¿Le parece graciosa la poción del señor Malfoy? ¿Ha bebido Elixir de euforia antes de venir, por si la clase se le hacía muy aburrida? ¿O es que cree que ha hecho un mejor trabajo?
- No, yo no...
- Pruébela -dijo Snape y los ojos de Malfoy se iluminaron con malicia-. Insisto, pruébela y veremos si está bien hecha. Si funciona, no debería pasarle nada, pues usted no tiene gripe. Si el señor Malfoy falló al llevar a cabo las instrucciones... -volvió a formarse esa mueca-sonrisa en su cara-. Bueno, entonces veremos qué ha creado.
Llegado a este punto, Draco Malfoy y el resto de los Slytherin estaban exultantes, mientras Ron intentaba calmar a una Hermione al borde del ataque de nervios. Harry se maldijo por su falta de viveza, pero decidió que la poción de Draco al menos no se veía como potencialmente peligrosa. Lo peor que podía pasarle sería que se encogiera o su cabeza comenzara a agrandarse como una burbuja. Nada letal podía pasarle, Snape no permitiría que el Elegido muriera envenenado por una pequeña venganza personal, ¿o sí?
Se armó de un valor que no tenía y tomó el pequeño vaso que el profesor había hecho aparecer y llenado de aquél líquido verde. Draco Malfoy tenía la expresión de un niño cuando está llegando la Navidad.
Contó hasta tres y lo tragó sin siquiera saborearlo. La sustancia, incluso más espesa de lo que imaginaba, se deslizó con parsimonia por su garganta y Harry tuvo que controlar las arcadas. Hermione ahogó un gritito a su espalda.
- ¡Harry! -la oyó gritar, pero para ese momento ya había pasado lo peor y observó con gran alivio que no parecía haber sufrido cambio o tragedia alguna. Malfoy, por el contrario, no parecía encontrar consuelo en ello.
- Bueno, señor Potter -dijo el profesor, tan angustiado como su alumno predilecto-, es evidente que no hay nada malo con usted. Además de lo usual. Pueden retirarse -agregó y con una floritura de su varita hizo desaparecer las pociones de toda la clase. Harry guardó sus cosas rápidamente y se dirigió a donde se encontraban sus amigos.
- ¡Harry! -exclamó Hermione echándose a sus hombros, abrazándolo con fuerza-. ¡Creí que iba a sucederte algo! Estuvo muy mal lo que te hizo hacer Snape. Deberías decírselo a Dumbledore, no puede hacerte probar pociones mal ejecutadas...
- No estaba mal hecha, evidentemente -la interrumpió Harry con desgano-. Nunca creí que lo diría pero agradezco los dotes de Malfoy en lo que respecta a las Pociones.
- Eso es extraño, ¿no? -Ron consideró en voz alta- No tenía el color que se supone debía adoptar la poción pimentónica, pero entonces no se explica por qué no te ha hecho nada. No es que no me alegre -aclaró observando a su amigo.
Harry iba a contestar pero de repente un dolor punzante en la cicatriz lo hizo doblarse. Se llevó la mano al rayo que llevaba en la frente pero notó, mientras perdía la conciencia, que esta vez no era ella la culpable de su pérdida de conocimiento.
Creyó haberse desmayado pero fue un instante después que volvió a abrir los ojos, y notó que se encontraba de pie. Lo curioso es, a pesar de encontrarse aún en el aula de Pociones, Ron y Hermione no estaban allí.
- ¿Harry? -la oyó entonces hablar, como si estuviera a unos metros de donde él se encontraba parado- ¿Harry, te encuentras bien? ¿Qué sucede?
¿Se había teletransportado? Si ni siquiera sabía cómo desaparecer. Pero entonces ¿por qué la voz de Hermione se oía de repente a su espalda?
Se dio la vuelta para contestar que se encontraba bien, pero alguien más lo hizo por él.
- Sí, estoy bien. Fue sólo la cicatriz -contestó Harry, pero no era Harry.
El verdadero Harry Potter se dio la vuelta y observó cómo, junto a la puerta del aula de Pociones, se encontraban Ron, Hermione... y él mismo. Yéndose.
- Cierra la puerta al salir, Draco -oyó entonces la voz de Snape. Harry miró a todos lados pero no había nadie más allí. Entonces, el terror empezó a apoderarse de él a la vez que una idea, una idea perturbadora, comenzaba a aflorar en su mente.
Se acercó al caldero más cercano y observó su reflejo en la superficie.
Ese cabello, esos ojos, esas facciones afiladas... No eran las suyas. No había cicatriz en forma de rayo en esta frente.
Ese... Era el reflejo de Draco Malfoy.
