[Fan-Fic]

Diario De Una Prisionera

—•Ulquiorra x Orihime•—

Summary: [UA] —No tienes donde huir...Mujer—susurro en mi oído con esa voz fría y oscura, odiaba cuando tenía razón. Sus manos bajaron por mi desnudo abdomen con delicadeza…y sus labios rozaron mi hombro, ¡bastardo miserable mentiroso! ¡Maldito seas, Ulquiorra!

Advertencias: Violencia Explicita/Lenguaje Fuerte.

Disclaimer:

Bleach © Tite Kubo

Diario de una Prisionera © Producciones KrusTacio.

Notas: Esta es una remodelación por el Disclaimer y para asegurarme recuperar el hilo de la historia, je, ahora mismo estoy remodelando ciertas cosas que espero no sean un fastidio para nadie. Y ahora estoy agradeciendo una vez más a las personas que leen este fic, ¡muchas gracias y por favor comenten!



Intro

Japón, donde las guerras son algo tan común como la lluvia que cae constantemente, y donde tener un grupo y ser uno de gran categoría es importante para la supervivencia. Al igual que saber mantener fondos de efectivo, lo que dará una "clara" oportunidad de vivir, y morir.

Inoue Orihime, una joven de 12 años condenada por nacer entre una familia incestuosa, comprometida con su primo Inoue Kion decide escapar para encontrar una vida mejor; lamentablemente aquella vida se encuentra lejos de su alcance cuando topa al aparente criminal Schiffer Ulquiorra quién la acoge como su aprendiz/hermana menor, después hacerla perder en un juego de póker donde la suma de dinero es más de la que podía pagar; sin embargo para pagarle ella deberá hacer 'trabajos' para aquel sujeto frío como el hielo y tan atractivo como la luna. Sin saber, que él haría de su vida tanto un infierno, como un Edén.

Schiffer Ulquiorra un chico de 16 años, lleno de conocimientos de batalla y física, abandonó sus estudios al inicio de la guerra que lo separó de sus 9 hermanos debido a la codicia de su padre Sousuke Aizen, para después marcharse a lugares pobres y solitarios, más sin embargo no desea buscar a nadie de su ex familia concentrándose sólo en mantenerse vivo; pero al encontrarse con Orihime su vida cambia para mal. Una muchachita misteriosa de cabello anaranjado y ojos grises que llama la atención de muchos. No puede ser desaprovechada y menos cuando su vida y la de su sexto hermano, Grimmllow Jeagerjaques dependían de ello.

Alrededor de 8 años viviendo juntos, y Orihime aún no paga su deuda (intereses por intentar escapar, con una vez que lo hizo bastó para condenarse más) por lo que la compañía de Ulquiorra y la compañía de otros hombres son su única conexión con el mundo después de que Ulquiorra la obligara a alejarse de esa mujer tan amable y de su pequeño oso de peluche.


―1―

Escape

"Es extraño contar algo que paso hace varios años, a mis 59 años ya no recuerdo mucho ya que han pasado infinidad de cosas y mi memoria no es muy buena en realidad; pero lo que sí puedo escribir es el hecho que marco mi vida de forma permanente; el cómo conocí a ese extraño asesino y ladrón, y del como me utilizó para hacerse de dinero y poder.

Mi pueblo en Japón solía ser muy agradable, no representábamos peligro en aquella guerra fría debido a que era un lugar pobre y muy poco conocido, así que de muy rara vez solíamos ser atacados por vándalos. Pero por algún motivo siempre me acuerdo de él cuando escucho el tocar de las campanas de la iglesia".

— ¡Orihime! ¡Vamos se hace tarde!—gritó un hombre de cabello negro con atuendos simples; un pantalón negro y una playera blanca de una tela de mala calidad; esperaba debajo de las escaleras moviendo su pie izquierdo de arriba abajo rápidamente mostrando una clara desesperación.

"Orihime, si ese era…y por suerte…sigue siendo mi nombre; sin embargo aquella que recuerdo era la Inoue Orihime de tan solo 12 años de edad, tímida y desconfiada hasta de su propia sombra. Aahh por un momento me parece ver como bajaba de las escaleras con mis delicados pasos que hasta una princesa envidiaría."

— ¡Y-ya voy Nii-san!—respondió una pequeña vestida de un simple vestido verde, el cabello anaranjado amarrado en una coleta y ojos grises, poniéndose un pequeño chal azul bajando lo más veloz que pudo haciendo sonar sus zapatitos de tacón desgastados negros, al topar con el último escalón cayó al suelo de rodillas—. ¡Ay!

— Orihime—susurró su hermano negando con la cabeza con preocupación y a la vez desanimado—anda ¡vamos!—la tomó de la mano y juntos salieron volando hacía la iglesia; no sin antes echar llave a la puerta.

"De acuerdo. Tal vez exageré. Pero aunque mi familia se construía entre mis tíos Evangeline y Katan, mi hermano Sora y yo. Era feliz, hasta poco después de regresar de la iglesia; en la cual me dormí al escuchar el sermón del padre; nuevamente presentaba una de sus rutinarias peleas donde yo era el centro".

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— ¡Orihime no puede…—gritaba Sora molesto—…aún es muy pequeña!

Orihime se mostraba preocupada y asustada, abrazaba a su gran amigo fiel: Kon, un peluche con forma de león, semi amarillo viejo y usado, con manchas negras en toda su cara. La pequeña sollozaba derramando lágrimas gruesas, acostada en el suelo, escuchando atenta a la conversación del piso de abajo donde aparte de Kon, una vela era su única compañía.

"Solía abrazar con fuerza a ese oso cuando mi hermano y mis tíos discutirán; sentía que la casa se caía en grandes pedazos como si azotará un temblor a cada grito e insulto que todos en la casa lanzaban entre ellos".

— ¡Orihime ya no es una niña!—gritó la tía Evangeline, golpeando la mesa—. ¡Se ha decidido Sora!—aunque más tarde pareció calmarse como la dama que consideraba ella que era.

— ¡Una mierda!—replicó Sora sin dar visto bueno a lo que ocurría.

Los ojos de Orihime se cerraron con fuerza, deseaba dormir algún día con la seguridad de que al bajar al comedor se encontraría con tres personas en la mesa para el desayuno y no solo a dos o a una.

— ¡A la mierda con ustedes!—. El sonido de la silla golpeando contra el suelo hizo que la pequeña saltará de su lugar.

"Debo admitir que escuchar a Sora molesto no era una canción de cuna como la que papá y mamá solían cantarme para hacerme dormir a los seis años; pero a fin de cuentas me ponía en los brazos de Morfeo por el agotamiento provocado por el llanto".

— ¡Sora! ¡Sora!—exclamaba la mujer furiosa al ver que se marchaba—Katan dile algo a ese sobrino tuyo—gruñó viendo al serio hombre que aún sostenía la taza de café— ¡Katan!

— Sora…—habló el hombre sin dejar esa seriedad—…los tiempos del país son difíciles…y dudo mucho que quieran tú…y Orihime, vivir en las calles—susurró amenazadora, tal vez eso asustaría a cualquiera, pero jamás a Sora sin embargo esta vez se había detenido en el segundo escalón al escuchar la voz de su tío apretó el barandal en la que tenía su mano derecha; el bastardo tenía razón. No temía por él, sino por Orihime—así que si fuera tú…me ahorraría esos comentarios tuyos—bajó la taza ya vacía.

Vacía al igual que las esperanzas de Sora por ver un futuro mejor para su pequeña hermana; a lado de esos dos, ni uno podría hacer sus sueños realidad.

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"Sora era protector conmigo, mucho, aunque no llegaba a la sobreprotección por ello él siempre me inspiraba confianza en mí misma; lo extraño; aunque gracias a él mi vida se fue al carajo, con su muerte se decidió mi asqueroso futuro".

El doctor de apariencia común, rostro ya arrugado, lentes de fondo de botella en la cara, con el cabello negro y algunos mechones blancos dada su vejez; salía de la habitación de Sora negando con la cabeza.

Dos meses de la última discusión y él pescó una extraña enfermedad en el hígado.

"Nunca supe si fue esa supuesta enfermedad o un envenenamiento para tener total acceso a mí lo que acabó con la vida de Sora".

—Lo siento—dijo quitándose sus lentes con una de sus manos temblorosas—pero ya estaba en estado crítico.

Orihime, quién se encontraba sentada en un rincón fuera de la vista de los tíos abrazando a Kon, rezando porque muy pronto saliera con una sonrisa para decir: "Estoy bien Hime". Pero sólo vio salir al hombre sudoroso de la frente.

Cuando el hombre negó con los ojos cerrados, ella dejó caer al peluche con los ojos impregnados en lágrimas.

— ¡S-so…! ¡Sora!—corrió intentando llegar hasta su hermano—, ¡Sora!—fue detenida a unos cm de la puerta cuando Katan la tomó de la mano—… ¡SORA!—esperaba que con sus gritos la puerta se abriera y él volviera a regañarla por gritar cerca de su habitación— ¡SORA!—su boca fue sellada cuando Evangeline abofeteó su rostro—…E-Eva…—la lengua se le trabo por lo que no pudo seguir.

—Sora está muerto—le dijo ella sin una pizca de compasión.

"Ahora que lo pienso no sé como lucía mi rostro en ese momento tan impactante, pero diré algo, esa vez fue la primera ocasión en la que desee matar a una persona".

— ¡NO! ¡SORA NO ESTA MUERTO!—reaccionó después de unos segundos, se soltó cuando se le presento la oportunidad entrando al cuarto y cerrando con llave, escuchando los golpes afuera

— ¡Orihime! ¡Abre ahora mismo!—gritaban ambos tutores.

Para lo mucho que le importó que le gritaran, solo se disponía a ver el inmóvil cuerpo oculto bajo una sabana sucia que alguna vez fue blanca.

— S-Sora—sus manos temblaban y cada vez se sentía más pesada y débil.

"Lo puedo jurar por lo más sangrado, me sentía como si fuera una condenada a la guillotina viendo a al verdugo a los ojos; cuando quite la sabana y vi el cuerpo delgado y pálido de Sora, la boca se me secó, sentí la necesidad de gritar pero mis labios no se movían por mucho que lo intentará; Kami quisiera saber si en realidad fue una enfermedad lo que lo mató o fue alguno de los esos hipócritas tras la puerta; después de varios minutos viendo al muerto que llevó el nombre de Inoue Sora, no me esperé un estruendo atrás de mí, abrieron la puerta de golpe sacándome a la fuerza, a pesar de que yo no daba señales de vida. Tras unos azotes con una vara de árbol en todo el cuerpo por parte de ambos y un día sin comer y dos días de trabajos forzados, estábamos preparándonos para dar luto a mi hermano".

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— ¡Ahora te quedas aquí!—. Evangeline arrojó a Orihime al suelo de su estrecho cuarto, está debido al golpe dejó que Kon se desplazara a otro extremo de la habitación. Se levantó con dificultad dejando ver en ella un ojo morado y el labio hinchado.

— Pe-pero el fu-funeral de…—, el nombre no salió de sus labios, ella no pudo hacerlo.

— ¿Crees que después de esa conducta frente al doctor te lo mereces?—río con gran sarcasmo, puso sus manos en la cintura arrugando el vestido negro—hablaremos después—cerró la puerta y el seguro de está hizo eco en la cabeza de Orihime, sin decir palabra se dispuso a recoger a Kon y sacudirlo.

«Sora… Nii-san…» Se lamentaba arrodillándose abrazando a Kon con fuerza, el crucifico en la pared le dio la fuerza que necesitaba, Sora la veía y aun en la otra vida la protegería como él se lo prometió cuando le regalo unas horquillas azules que en esos momentos llevaba en el cabello suelto. «…Padre nuestro…que estás en los cielos…». Rogaba por el alma de Sora en la soledad, esperando que en donde él estuviera la escuchará y cuidará de ella; guiándola en su nueva vida si su hermano a su lado—, reza conmigo Kon-chan…recemos por Nii-san—le susurró Orihime pegando sus labios a la cabeza del peluche dejando que unas lágrimas traicioneras se asomaran por sus enrojecidos rojos.

"Espero no ser tan especifica en lo que digo, si él y no hablo de Sora, lo leyera estoy segura que sentiría lástima por mí; no de mi pasado sino por seguir recordando esos hechos con dolor.

Después de terminar con todas las oraciones que sabía, pedí a Dios que le diera a Sora un espacio más amplio y limpio donde pudiera él descansar como se lo merecía, las rodillas me dolían y cuando intenté pararme caí de sentón por mis adormiladas piernas que temblaban. El funeral terminó y yo acostada en esa horrible cama como si la muerta hubiera sido yo viendo la nada esperando reunirme con Sora, no quería imaginar mi futuro a lado de ese par de locos.

Los días pasaron y ninguno me dirigió la palabra, dejé de asistir al colegio para no ver a ninguno de ellos al bajar, esperaba que la puerta cerrara dos veces para poder comer las pocas sobras que eran dejados para mí, como un perro, pero no estaba sola Kon y Sora me apoyaban, eran mi apoyo en esa laguna que a toda costa deseaba hundirme; pero lucharía hasta el final. Claro en esos entonces no lo pensaba así, solo deseaba vivir y descubrir un mundo fuera de esas paredes de madera con termitas."

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— ¡Orihime!—llamó Evangeline con esa forma tan agresiva de hablar.

« ¿Eh?» la pelirroja dejó de lamer un plato hondo dejándolo abajo de la cama, su atuendo tan pobre como siempre, de hecho el mismo que uso para salir a la iglesia con Sora. Abrió la puerta dejando que está chillara.

— ¡ORIHIME!

Ya no quiso seguir probando su suerte, por lo que asustada bajo corriendo (casi volando) las escaleras sin preocupación por caerse, vio la vela prendida en la cocina.

"En ese momento lo supe, cuando vi a los dos sonriendo levemente al verme; parecía que el motivo de dejarme viva se estaba volviendo más claro a mis ojos de niña de 12 años".

— ¿Ca-casarme?—preguntó anonada, se abrazó cayendo en cuenta que Kon estaba arriba en la cama, esperando su regreso.

"Y por primera vez, estaba completamente sola; un chico con el cabello similar al mío me miraba triste, no podía ser, pensé cuando escuche".

— Esté es tu prometido…Inoue Kion―presentó Katan tomando de los hombros al asustado niño, aunque vestía más elegante que el trío.

"Al principio creí que el apellido era coincidencia, pero no era así".

— También es tu primo—dijo informó Evangeline sonriendo burlonamente.

"Días sin comer, falta de energía y sueño, más aparte esa noticia, fue obvio lo que pasó. Me desmallé, ¿y quién no? Sale un primo del cual no sabía de su existencia y ahora era mi prometido; esa gente estaba enferma, al levantarme ya no estaba en la cocina, sino en la habitación de Sora, sin Kon a mi lado como siempre".

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— Aahh—Orihime tocó su nuca adolorida, que golpe se había llevado.

— ¿Estás mejor?—le preguntó el joven Kion sentado a su lado.

— Kion-kun... tú, ¿deseas esto?—preguntó con la cabeza baja sabiendo que necesitaba un plan antes de que pasará algo más.

— En realidad…no—siseó con honestidad.

— Entiendo—vio por la ventana sin ninguna emoción en su fino rostro.

"Tenía miedo, no podría ver a ese familiar mío a la cara; no podía sabiendo lo que ahora estaba atándonos".

— Orihime-san—llamó el chico, cuando ella lo vio el sonrió—un placer conocerte—ofreció su mano a Inoue, ella sonrió y estrechó su pequeña y sucia mano contra la suave y limpia mano de Kion, él acercó la mano de Orihime a su fino rostro de niño rico. Y como todo un caballero, la beso con suavidad.

"Esa fue la primera vez que me sonroje con un chico además de mi hermano, quién gozaba hacerme sonrojar hasta parecer un tomate bien rojo y maduro, uno que nunca probé hasta los 17 años".

— Parece que ya se conocen mejor—siseó la mujer de cabello negro corto y ojos verdes—creo que es hora de dar fecha- a ninguno de los dos le hizo la más mínima gracia. —Uhh que ánimos—farfulló fastidiada y decepcionada.

"La fastidiada en ese momento era yo. No había día después del funeral de Sora, en el que no deseaba ver a esa bruja arder en las llamas de una hoguera en el pueblo, que pena que esos tiempos habían acabado en el lugar donde vivía.

Después de unos momentos increíblemente incómodos para mí, ya que ninguno de mis tutores legales dejaba de decir cosas humillantes como: "Aún tenemos que amenazarle para que tome un baño" ó "Debe mejorar en la cocina... cuidado" Si las cabezas volvieran a crecer no hubiera dudado en cortar las suyas más de cinco veces".

Orihime escuchaba atenta lo que salía de las bocas llenas de suciedad de sus tíos, apretando el tenedor y el cuchillo con fuerza, sus ojos se cerraban por sentir las lágrimas acumulándose, pero esta vez no era de tristeza o miedo; sino por la ira y la impotencia haciendo juego con la humillación.

"Despedimos a Kion con amabilidad cuando llegó su chofer en un auto lujoso para esa época, cuando entramos los tres a la casa Evangeline me detuvo y me susurro al oído con furia".

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— Espero que la próxima vez te veas más amable con nuestro dinero—con el mismo timbre en su voz seguía dándole "consejos" para poder conquistar a Kion, Orihime miraba la mano que sostenía la suya sin prestar atención.

«A la mierda» pensó la peli naranja cuando entro al cuarto completamente molesta, no, ya no se iban a aprovechar de ella. Revolución, eso es lo que Sora hubiera deseado para ella.

— ¿Entendiste?—preguntó Evangeline para asegurarse de que Inoue la estaba escuchando.

— No se debe preocupar Evangeline-sama, sé muy bien que hacer—contestó Orihime en un tono muy maduro para su edad, el cabello cubría su cara y le daba la espalda a la mujer pero sabía que esa aprovechada sonreía.

— Muy bien—al parecer esa niña ya había entendido.

— Tía—llamó antes de que ella saliera.

"Recuerdo que le pregunté si mi matrimonio era el primero matrimonio incestuoso en la familia Inoue, a lo que ella me contestó".

— No seas idiota Orihime—bufó—es obvio que no es el primero—salió sin dar explicaciones, a la pequeña; eso quería decir que su existencia y la existencia de Sora se debía al incesto entre su padre y su madre, no ella no deseaba formar parte de esa familia enfermiza

«Tengo que salir de este maldito lugar». Apretó sus puños y sus ojos se posaron en Kon.

"Los pleitos "familiares" que tenía Sora con los otros dos de abajo eran debido a ese retorcido camino que él trato de apartar de mí con su último aliento, me habían educado muy bien y habían aumentado mi vocabulario obsceno".

—Una vez que Orihime y Kion se casen nuestra vida quedara ¡resuelta!—decía Katan en medio de una borrachera animada por la música de una vieja radio.

"Lamentablemente mis planes eran otros muy distintos, lo planeé toda la semana en mis momentos a solas; desde la hora de partida hasta el lugar donde me quedaría un tiempo, y después, desaparecería del mapa en las cabezas de mis tutores. Kion aun no estaba enterado, y era mejor así, lo metería en problemas. La última vez que lo vi pude darle una carta con mis más sinceras disculpas en un clave que él y yo habíamos inventado para poder comunicarnos como lo que éramos, una familia.

En el gran día esperé hasta que los lobos durmieran por los efectos del alcohol y solo la música reinará en la casa; con un pantalón café que Sora me regaló en mi cumpleaños número once, una playera azul y una chamarra verde lo suficientemente abrigadora con los mismos zapatos de tacón bajo negros. Tomé a Kon, una mochila, poca ropa y con el dinero ahorrado (de Sora y mío, nuestro tesoro escondido en el jardín) me dispuse a salir".

—No…hay algo—dio una mirada a su alrededor. La mochila estaba más vacía que llena, tomó el crucifico que estaba en la pared con el mayor silencio posible y, lo que faltaba en realidad; las horquillas azules en forma de flor que Sora le había regalado y ella había rechazado por ser feas y costosas, con sumo cuidado las metido en sus zapatos; una en un zapato y la otra en el otro. El lugar estaba lleno de ladrones y era mejor que se llevarán el dinero a sus más valiosas posesiones.

"Abrí la puerta con cuidado de que no hiciera el mismo chillido de siempre, cosa que logré y me hizo pensar que Sora me había ayudado; aun así debía ser cautelosa, sin los zapatos puestos, llevándolos en la mano baje los escalones, Evangeline no solía cerrar la puerta del sótano, pero las demás sí. Por lo que no me resulto difícil entrar al sótano, pasar entre algunos objetos que yo misma acomodé para que no fueran a estorbarme en ese momento, y salir de esa prisión del demonio; para mi desgracia. Me esperaba otra celda aún peor".

|●|Fin De Capítulo|●|