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Beyblade no es mío… ¿Qué dijeron? ¡Esta se va a poner con la verborrea para que no la demanden!... nah!, ya saben que ni es mío, que es Yaoi, que seguro será una basurilla sin buena historia, tendrá algo de sexo y quizás violencia. Pero sorprendentemente es un intento barato de Romance, a ver que salio. Ni pensé la historia XD este fanfic nació de una promesa.

Te cumplo, como tú me cumpliste Ed, gracias por esforzarte en tus notas, y como prometí, el fanfic de la pareja que pediste: ZeoxTakao y…¿TakaoxZeo? Espero te guste, y lo disfrutes.

En realidad es un solo fic, que dividí en cuatro partes, y un micro epílogo, iré subiendo una parte cada semana, ya está terminado.

A ver… al dios del amor en Occidente se le llama Eros, Cupido, Amorcillo e incluso Amor. Lo puse por ahí, pero aclaro porque demonios esta en Japón: pidió permiso a los dioses locales de actuar en Takao ya que los dioses japoneses también fracasaron.

Las partes de la armadura que mencionare, y también si pongo otros nombres en japones, si no digo que es, doy alusión al objeto, por ejemplo, cuando Takao agarra el "Hakama" se acaricia la pierna, o sea que era el pantalón. No puse pies de página porque pienso que explique las palabras.

Saludo a todo aquel que lo lea, con el agradecimiento y la advertencia de que no me hago responsable por daños psicologicos,

LIQUIDADO

1

Jamás se podría decir que Takao Kinomiya era de las personas que se daban por vencidos, y utilizar todo medio lícito (o no) para alejarse del amor, nunca fue la excepción para buscar su victoria.

Y es que sería sencillo pensar que las personas hoscas, que se enfadan con facilidad aplastante, o aquellas que guardan distancia gracias al seño fruncido, como segura pared contra el mundo, son las que huyen más del amor, pero en realidad son las que lo desean desesperadamente.

- ¿Es todo lo que tienes para mi Kai?... pero que ridículo eres, es la cuarta vez que te hago morder polvo

- No te confíes

Las pocas palabras del oponente, contrastaron con las innumerables acciones, a pesar de la sonrisa arrogante que le coronaba los labios, el de cabellos azulados apenas si podía esquivar los golpes, y, con agrado, observaba a su mejor rival con la misma sonrisa en labios.

Kai Hiwatari a nadie más le regalaba momentos de angustiosa dicha, satisfecho, como esos.

Takao era el único digno de una sonrisa porque era su mejor rival, y porque, de alguna forma, era la extraña forma de demostrarse la admiración, respeto mutuo, en su muy extraña enemistad afectiva.

Por eso Takao era de sonrisa fácil, porque no deseaba atraer amor a vivir a su lado, pero si no puedes estar con el enemigo…únetele.

Cautivaba con la energía positiva que irradiaba la amistad de las personas o, a aquellas que parecían ariscas, necesitadas de afecto, las atraía hacia si con el constante reto, convirtiendo la necesidad de ser valorados de ellos, en una obsesión para que lo vencieran, no solo en el terreno de la batalla física.

Su mejor arma en contra del amor, era la calculadora habilidad para tenerlo a su lado, sin permitir que se mezclara, o se desarrollara.

- Deténganse a descansar un poco… están emocionándose demasiado

La alegre voz del rubio pecoso, fue detenida por la mano amable del joven chino, de largos cabellos oscuros.

-Déjalos Max, lo mejor será que se descarguen un rato ahora, así no aguantaremos a Takao molestar a Kai durante la cena.

- No se como resisten tanto – no excluyó decir el pequeño rubio- yo me muero de sueño y cansancio… tu te estas acostumbrando ya, Rei, hospedándote con Takao desde hace meses, yo casi acabo de llegar.

-Pero para ser sincero… me cuesta seguirles el paso.

Siempre era amistad, honesto afecto, y cuando detectaba algo más allá, el instinto básico de Takao provocaba que se disparase algo en su interior, y lo alejara, haciendo que las personas se desilusionaran tajantemente de él.

- En todo aspecto – culminó Rei, entrecerrando los ojos, al ver como el puño de Kai entro, en el breve espacio que la defensa de Takao no alcanzo a cubrir. Rei no solo había presenciado la escena actualmente, tiempo atrás le había sucedido, el joven de cabellos azulados, aunque inconcientemente, lo hacía a propósito.

- Rayos – sonrió en el piso, limpiándose aun con la sonrisa arrogante, el pequeño hilillo de sangre que le recorría la barbilla. Kai se limitó a hacerle ver, con el gesto altivo, que se estaba tragando las palabras que momentos antes le había dicho.

Takao se puso en pie, volviendo a la guardia básica, irritando exitosamente a Kai, que esperaba seguir con el hilo de la complicada batalla; estiró el brazo, girando la muñeca de la mano en un elegante movimiento, contrajo y estiró los dedos, indicándole que se acercara.

Kai apretó las mandíbulas con el rostro serio, se cruzó de brazos, el irritado ante la muestra de indiferencia, indudablemente fue Takao, y su puño hubiera hecho la nueva contienda, de no ser por la abrupta entrada del señor del Dojo.

- Hijos, les he traído algo de beber, ¿Por qué no se relajan?

Takao tuvo que detener la trayectoria del golpe, sus pies descalzos resbalaron en el piso de madera del Dojo

-Takao… ¿Qué estaban haciendo?- preguntó, dirigiéndose que yacía de nalgas tirado a sus pies.

- Oh abuelo… ¡no empieces de nuevo por favor!

El anciano miró con ojos entrecerrados, primero al muchacho de cabellos en dos tonalidades y rostro serio, que ni se inmutó por su presencia, después a los dos nerviosos jóvenes, sentado uno, de rodillas el otro, en el suelo del Dojo a una distancia considerable para no estorbar la pelea.

El gesto adusto del anciano fue cambiado por una amable sonrisa, que ocultaba la furia, el rubio y el de cabellos negros se relajaron instantáneamente, el de cabellos en dos tonalidades, al contrario, apretó las mandíbulas al detectar la realidad.

- Este, Querido nieto- hablo con sarcasmo bien disfrazado- es un Dojo de Kendo… me parece bien que se convine hasta cierto punto con otras artes marciales, pero no es para dedicarlas por completo a ellas… ¿Me he dado a entender?

Para Kai, se traducía que Takao era un espejo, donde Rei, Max y él se reflejaban al momento en que hablaba en anciano, no era a Takao a quien llamaba la atención, y a quien obligaba solamente a dedicarse a la actividad. Gruño por lo bajo, saliendo por la puerta contraria hacia el jardín.

- Sensei… disculpe por favor a mi compañero – se disculpó Rei con una impecable reverencia – iré a persuadirle para que regrese y podamos tomar la clase correspondiente

- Vaya Rei… no tienes porque ser tan condescendiente con este viejo torpe – espetó Takao altivo, Rei abrió enormemente los ojos ante tal falta de respeto, Max se mordió la mejilla interna para no carcajearse, rió sutilmente, agachando la cabeza para fingir apenarse.

La cabeza de Takao fue aplastada entre la pared de madera y la metálica charola.

-Lo lamento mis pupilos – miró el desorden de agua en el suelo – me temo que la dama que preparo estas bebidas se fue ya, se aguantarán la sed

Se inclinó levemente, como si de un resorte en sus piernas se hubiese instalado, Max y Rei se levantaron para regresar la despedida. Con delicadeza corrió la puerta del Dojo, Takao se levantó con un gracioso gesto de falsa angustia en el rostro.

No había duda, era capaz de poner tierra en medio, taladrando con rudas palabras o gestos deshonrosos, para poner barreras entre cualquier tipo de amor y él.

Pero parecía que el pequeño amorcillo no quería entender, y casi podía jurar que escuchaba la vocecilla insistiéndole "estoy aquí, vamos juntos y no me separaré".

Y Takao, que con su eterno e hiperactivo carácter no se dormía en esos asuntos, mandó construir a su mente una gran torre, de inalcanzable actitud déspota, para custodiar su corazón.

- ¿Lo ven?... Kai terminó huyendo de mí, ninguno de ustedes puede ganarme en nada

Se carcajeó histéricamente, Rei suspiró, negando con una leve sonrisa en la boca, Max decidió que lo mejor era no enojarse, copiando la risa escandalosa.

El de cabellos negros les miró de reojo, y se preguntó si seres tan escandalosamente vulgares y desorganizados, podían tener sangre japonesa en las venas "comenzaré a aceptarlo, como dijo Takao, no puedo negar tener arraigadas las costumbres de mi pueblo… soy como un ancianito" sonrió Rei para sí mismo.

Pero parecía que las contra defensas, fosos de palabras ácidas, macizas puertas de hierro para que su sangre fuera pesada, no eran suficientes para detenerlo, el encarcelamiento voluntario del corazón de Takao, ya casi no le serviría de nada.

- Jóvenes – el abuelo abrió abruptamente, los tres se sobresaltaron, el viejo al conseguir lo que deseo, sonrió pícaro.

Al hacerse a un lado, demostró la delgada y pequeña figurilla de un joven tímido, con la cabeza agachada, los ojos en alto, solo para ver que no chocara su cuerpo- permítanme presentarles a su nuevo compañero.

Y parecía que el amor era necio, porque se asomó por las ventanas de sus ojos, esa tarde, el corazón de Takao ya estaba agobiado, y deseaba gozar de los agradables campos de caricias de otro compañero amable.

Pero la melancólica luz en la mirada del nuevo joven de cabellos verdosos, le hizo convencerse firmemente de resguardarse. No había perdido una sola batalla contra ese pedante amorcillo en su vida, por más que rapaz se hubiera colado en la habitación, poseyendo a un (al parecer) inocente rostro, le permitiría avanzar.

Le expulsó cuando apenas noto bajas sus defensas, y colocó la agudeza de pinchos en las ventanas de su alma. Sus ojos se volvieron mecánicamente más arrogantes de lo habitual, acompañado de movimientos corporales, colocando las manos en las caderas, se acercó a paso seguro al joven.

- Me llamo Takao Kinomiya, soy el mejor alumno, dentro de poco dueño, de este Dojo, como sabrás, mejor dicho soy el mejor de todo Japón, gané el campeonato – el nuevo chico asintió con la cabeza, había escuchado que en el país era mas fácil hacer el examen de leyes que pasar el de Kendo, mucho más el torneo de ligas mayores, y Takao era sumamente jóven, aún así lo había logrado.

Los demás presentes se miraron fastidiados con el rabillo del ojo, también habían participado a pesar de su corta edad, pero habían perdido con decoro- estos de acá atrás- señaló con el pulgar sin darse vuelta- son mis mejores amigos, Rei y Max- señaló respectivamente – al carcamal ya le conoces…el viejo abuelo es el maestro del… No me pegues abuelo, ¿no ves que me avergüenzas con el nuevo?

El anónimo joven sonrió sutilmente, con un suave sonrojo en las mejillas; a pesar de que se sentía por un lado intimidado por la actitud egocentrista, también se sentía aliviado por la manera tan familiar que le estaban otorgando con la escena, y el exótico recibimiento.

- Buenas tardes. Kon Rei -se presentó educadamente el chino al acercarse, notando que los integrantes de la familia Kinomiya perdieron atención en el muchacho-… ¿Cuál es tu nombre?

-Zagart…Zeo

- No te escuché – replicó Max con su eterna sonrisa hueca en labios, rascándose la cabeza rubia- hablas muy bajo… -siguió la mirada del sonrojado muchacho, la sonrisa hueca se transformó en una pícara, golpeteó a Rei con el codo, el de cabellos negros abrió en reproche los ojos, para indicarle que fuera discreto y no se metiera en asuntos ájenos

– ¿Te gustó Takao? – cuestión demasiado directo Max, que no pudo (o quiso) entender el mensaje mudo de Rei, quien cerro los ojos suspirando con resignación.

Impactado por su propia transparencia, Zeo respiró levemente agitado, mirando nerviosamente a los costados, movió sutilmente la cabeza en negativa, para después bajarla

- "No es buen empiezo, eres estúpido, un perdedor, no es buen comienzo" – se repitió como un mantra.

-Trátale bien…- comenzó a escuchar Zeo la voz del anciano, saliendo de su mundo autodestructivo -… mas te vale que le comiences a enseñar lo básico, en cuatro meses lo probare, si para ese entonces no lograste enseñarle correctamente… recibirás lo que consideras el peor castigo de tu vida.

Se despidió de Zeo, quien respondió de la forma más educada que el señor Kinomiya hubiese notado jamás, Takao tragó duro saliva, cuando el joven se levantó del suelo después de la profunda reverencia.

El abuelo le miró altivo, indicándole que tuvo razón en la mañana, cuando al contrario de lo que decía el nieto, cualquier desconocido era mas educado que él, con el dueño del Dojo, y honraba el lugar con actitud, como jamás el podría con todos sus trofeos. Se retiró dejándolo encrespado de pies a cabeza.

Takao no era buen perdedor, y ese chiquillo de cabellos verdosos, que le miraba a hurtadillas durante el resto de la tarde, hasta el anochecer, (y en cada ocasión lo había sorprendido) había provocado que calladamente le diera la razón al abuelo… momentáneamente.

A lo largo de la charla entre los cuatro, Kai sumándose después recargado y callado en el marco de la puerta, hasta el anochecer, le ponía nervioso; le alarmaba más que le gustara tanta ligereza en el carácter, la delicadeza de Zeo en sus modos. Por eso era más que necesario tenerlo próximo a sí.

- "Ten cerca de tus amigos, pero más cerca a tus enemigos"- solicitó a si, estiró la mano poniéndose en pie- Bueno, me temo que seré tu primer entrenador- Zeo parpadeo un par de veces confuso, pero después, con sonrisa plasmada, tomó esa mano.

Takao sonrió con diablura, Max hundió la cabeza en los hombros sabiendo que pasaría, Rei no pudo evitarlo aunque estiró los brazos para sostenerlo, Zeo quedó estampado en el suelo, con un dolor terrible en la cabeza y espalda, cuando Takao jaló el brazo, se giró, pasándole por encima de su espalda volteó el cuerpo hasta dejarlo en el suelo. Zeo supo que le pasó hasta que vio a Kai, que se supone estaba tras él, ahora viéndolo de frente, con una sonrisa burlona en la mirada, mas no en los labios.

-Regla número uno, nunca, jamás, bajes la guardia.

Rió tonta y estruendosamente, pero a Zeo, desde la humilde altura que estaba (totalmente embarrado en el suelo) le pareció elevadísima la posición de Takao sobre su persona, se sonrojó de vuelta, no pudiendo pararse, giró su cuerpo en el suelo para quedar de costado.

-Muchas gracias por el consejo, Takao-san- dijo solo dirigiéndole una respetuosa mirada, sin elevar la cara. Rei sintió cierta pena ajena, Max ladeó confuso la cabeza, y a Kai le dieron ganas de patearle las costillas.

A Takao la risa se le paró de golpe, comenzó a sentir un ligero tic en la ceja.

-Me haces sentir viejo- replicó el de cabellos azulados "y enfermo" omitió decir en voz alta, saliendo por la misma puerta en que Kai estaba recargado.

Respiró profundamente el viento, mientras caminaba; no se había quitado el Hakama, acarició levemente la tela áspera de su pierna "tengo que pedirle a las mujeres que usen suavizante de telas- pensó tontamente, para alejar los demás pensamientos de su cabeza.

Sin importar a dónde, lo necesario era salir, tomar aire, y alejarse de esa criatura que le enervaba más que el propio abuelo cuando le levantaba antes de salir el sol a entrenar con el shinai.

Aún no se había dado cuenta, que sentía cierta afición leve por el físico de los varones, porque su mente le convencía que en definitiva, era una dama con la que crearía un sucesor para su larga línea de familia, y conservaría la honra, tradiciones; después de todo, aunque no le convenciera del todo, por algo había nacido Kinomiya.

Si bien siempre luchaba por seguir sus sueños, pensaba que no tendría nada de malo ayudar a conseguir el de los demás. Estando conciente, a pesar de sus frustraciones o enfados, de que cada acción del abuelo, era en pos de esa férrea creencia en la supremacía de Takao, o mejor dicho, en la fe ciega otorgada por el cariño hacia el muchacho.

Y Takao estaba harto de todo tipo de amor.

O mejor dicho, no deseaba darse cuenta de que lo poseía, o era capaz de otorgarlo en su totalidad. Por esa razón era rebelde.

- ¿Pero que rayos? – Retumbó su grito en la casa cuando regresó, y vio a Zeo, haciendo de rodillas una reverencia, con las manos unidas en el índice y pulgar, pegadas las palmas al suelo, junto con la frente de su dueño, en la propia habitación del de cabellos azules.

- Bienvenido…Perdón… Takao-san, por sorprendente, Sensei Kinomiya me ha dicho que es menester quedarme contigo.