Aunque no estaba muy seguro de lo que estaba haciendo, Charlie llamó por fin al timbre del apartamento de su hermano. Esperó en silencio, porque tampoco sabía si estaría en casa o no. Sin embargo, estaba decidido a encontrarle.
Cuando el día anterior, Don le había dicho que Liz y él habían terminado, Charlie vio en los ojos de su hermano, una tristeza que hacía mucho tiempo que no veía, posiblemente desde que su madre había muerto y sentía que tenía que ayudarle, al menos tenía que hablar con él.
Don se había marchado a casa sin decir nada y por mucho que Charlie había estado llamándole toda la noche, no había conseguido hablar con él. Por eso, al día siguiente, alegrándose de que fuera sábado y que sólo tenía un par de clases por la mañana, se fue al apartamento de su hermano, dispuesto a esperar lo que hiciera falta hasta poder hablar con él.
Decidido ya a dar la vuelta y marcharse, escuchó ruidos en el interior y se detuvo. Lentamente la puerta se abrió y por fin pudo ver a Don al otro lado, aunque apenas lo reconoció, no se había afeitado, decididamente tampoco se había duchado y por el olor que desprendía había estado tomando más alcohol del médicamente recomendado.
"¿Don, has estado bebiendo?" Charlie dio un paso hacia delante, pretendiendo entrar en el piso, pero Don no se movió de donde estaba y lo miró con seriedad, como si en realidad no lo conciera.
"¿Qué es lo que quieres Charlie? No creo que preocuparte por si he estado bebiendo o no sea el motivo que te ha traído aquí de propio."
Charlie miró la ropa de su hermano, era la misma con la que le había visto el día anterior por la tarde y parecía que no se había cambiado.
"He venido a hablar contigo, pensaba que después de lo de Liz…"
"Vamos Charlie, corta el rollo del hermano compasivo que se preocupa por su hermano mayor. ¿Por qué no te vas a casa y disfrutas de lo que queda de noche? Seguro que Amita está esperando que la lleves a algún sitio." Don intentó cerrar la puerta, pero Charlie se interpuso y haciendo fuerza, consiguió abrirla y vio como su hermano se tambaleaba, pero conseguía mantener el equilibrio.
Al entrar, Charlie vio un número de botellas de cerveza, que no consiguió contar de un solo vistazo. El apartamento estaba completamente revuelto, como si un huracán hubiera pasado por allí, seguramente Don había descargado su furia en el lugar. Charlie no dijo nada, pero dejó su macuto en el suelo y cogió un par de botellas y las tiro a la basura.
"Charlie, ¿Qué estás haciendo? Hasta hace un momento pensaba que esta era mi casa y que la podía tener como yo quisiera." Don se acercó a él y cogió las siguientes botellas de la mano de su hermano, volviéndolas a colocar sobre la mesa.
Charlie lo miró en silencio, sabiendo que el comportamiento de su hermano era provocado por el alcohol, que en otras circunstancias no se comportaría así. "Trato de ayudarte, ya que tu no quieres pedir ayuda. ¿Crees que no me he dado cuenta de lo mal que llevas la ruptura con Liz?"
Con un golpe en el hombro, Don le hizo darse la vuelta. "No ha habido ninguna ruptura, ella me ha dejado a mi." Miró a Charlie a los ojos y su hermano pequeño se dio cuenta que había odio en ellos y dudó de si era por lo que le había hecho Liz o por lo que le viera su hermano pequeño así. "Estábamos bien, ¿vale? Pero se empeño en que saberlo todo sobre mi, todo mi pasado, no estaba conforme con lo que teníamos."
"Don, creo que es mejor que te sientes." Charlie cogió del brazo a su hermano y lo llevó hasta uno de los sillones. Sin embargo, Don se liberó y fue él quien agarró a su hermano pequeño del brazo.
"No necesito una niñera, puedo aceptar que la gente me abandone. No soy como tu." Charlie se quedó en silencio, paralizado, no sabía que decir, no esperaba que le dijera de repente eso, porque no sabía que su hermano pensara eso de él. "¿Por qué crees que no volví a mi trabajo en Quantico cuando mamá murió? Si Charlie, fue por ti, porque papá me lo pidió. "No se como se va a tomar tu hermano la pérdida de vuestra madre, por favor Donnie, quédate un tiempo con nosotros, hazlo por Charlie". Así que me quedé."
Don se fue moviendo hacia la puerta, cargando con Charlie, quería que su hermano le dejara sólo, que se marchara y dejara de tratarlo como lo estaba haciendo, creyéndose que podía actuar como el hermano mayor. "Yo en cambio acepté que se había ido, que había muerto y hubiera seguido con vida de no ser por ti. Lo mismo que quiero hacer ahora. Así que Charlie, hermanito, porque no sales por esa puerta y me dejas sólo de una vez por todas."
Con un golpe seco y más fuerte de lo que Charlie hubiera esperado, Don hizo que Charlie se golpeara la espalda con la pared. Este no dijo nada, pero el impacto le había dolido.
Sin embargo se mantuvo en silencio, observando como el alcohol le hacía comportarse a su hermano y pensado que cuando todo aquello pasase, tenía que ayudarle a que se tratara su pequeño problema.
"¿Por qué nunca me lo dijiste? ¿Por qué nunca dejas que sepamos tus sentimientos? Tal vez Liz tenía razón, tal vez tengas que abrirte."
Don se separó de él, riendo por lo bajo, con una sonrisa displicente en los labios. "Claro que si, el gran Charles Epps, siempre abierto a todo el mundo, me dice ahora que exprese mis sentimientos. ¿Tan fácil fue decirle adiós a mamá? Oh, espera, no lo hiciste."
Charlie sintió como si le hubieran disparado. En realidad, desconocía lo que realmente se notaba cuando una bala impactaba en su cuerpo. Pero aquello le había dolido como nada en su vida y supuso que una bala debía de ser algo parecido.
Se dejó deslizar por la puerta, hasta que quedó sentado en el suelo. "Eso no es justo Don, no puedes decir eso, ¿Cómo puedes usar a mamá en mi contra? Yo nunca lo haría contigo."
Don se dio la vuelta al escuchar la voz temblorosa de su hermano y se colocó de pie, con los brazos cruzados, delante de él. "Oh vamos Charlie, ¿no te irás a poner a llorar ahora verdad? Puede que en otros momentos eso te sirva conmigo y con todo el mundo, pero resulta que no estoy con el mejor estado de ánimo como para darte una palmadita en la espalda. Tienes treinta años, asume que la gente te va a hacer daño."
Charlie se levantó de nuevo y aunque tal como había dicho su hermano tenía ganas de llorar, no lo iba a hacer, no le iba a dar la razón a una persona que en ese momento no era su hermano, sino un producto de las cervezas que había ingerido la noche anterior y ese día.
Tratando de comportarse de la misma forma que había hecho Don, se colocó frente a él, todo lo sereno que fue capaz.
"Tienes razón Don, no le dije adiós mamá ¿y sabes por que? Porque cuanto te vi salir de su habitación llorando y hecho una mierda, pensé que no era el mejor momento para hacerlo, que ella ya lo habría pasado suficientemente mal diciéndote adiós a ti y hablando luego con papá, como para tener que hacerlo conmigo. Pensé esperarme al día siguiente, creyendo que tendría un día más para hacerlo. Por lo visto, me equivoqué por completo."
Charlie respiró aliviado por un momento, pensando un segundo después que tal vez había sido demasiado duro con Don y que no se merecía que le dijera eso, porque, de todas formas, Charlie sabía que su hermano no tenía la culpa de nada.
Don lo miró en silencio, parecía estar pensando que decir, como contestar a lo que Charlie le acababa de decir. Se dio la vuelta y Charlie creyó que iba a sentarse, por lo que se acercó a él, dispuesto a ayudarle.
Sin embargo, por pensar en que su hermano le necesitaba en ese momento, Charlie no vio venir el golpe en el estómago, que hizo que se doblara y que apenas pudiera respirar.
"¿Cómo puedes decir eso? ¡Me estás echando la culpa de que no te despidieras de mamá! ¿Vas a decirme que soy el culpable de todos tus traumas?" Con el segundo golpe en la nariz, Charlie creyó escuchar como algún hueso se rompía pero apenas reaccionó, aunque hubiera podido, el shock lo tenía paralizado.
"¿También vas a decirme que si te ha costado tres años decidirte a comenzar algo con Amita también es por mi culpa?" El tercer y último golpe fue en el pecho y Charlie sintió como el aire dejaba de entrar en sus pulmones y cayó al suelo incapaz de respirar.
"¡Sólo le pido al mundo que me deje vivir mi vida! ¿Tan difícil es de entender eso?" respirando con dificultad por la emoción del momento, Don se apoyó en el brazo del sillón y hundió la cara entre las manos, suspirando para tratar de relajarse.
Fue entonces, como si de un clic en su cabeza se tratara, cuando se dio cuenta de lo que acababa de hacer. "Oh dios mío, Charlie."
Se arrodilló en el suelo, junto al cuerpo inmóvil de su hermano que se había hecho un ovillo, creyendo que Don volvería a golpearle de nuevo. Don trató de acercarse a él, de tocarle, pero al hacerlo, notó el cuerpo de su hermano temblar y cómo, aunque apenas podía moverse intentaba alejarse de él.
"Lo siento, Charlie, lo siento mucho, no se lo que me ha pasado, no se como he podido."
Cuando sintió que comenzaba a respirar con cierta normalidad, Charlie se levantó en parte, apartando de él la mano de su hermano y se arrastró hasta que pudo tocar la pared.
No se atrevió a mirarle a los ojos, tenía miedo de ver el mismo odio, que ahora sabía que iba dirigido hacia él. Se mantuvo en silencio, temiendo que lo que pudiera decir, volviera a enfurecer a su hermano y quisiera golpearle otra vez.
A duras penas, llegó por fin hasta la pared, seguido de cerca por Don, que no se alejaba de él, aunque ya no le estaba tocando. "Deja que te ayude, no puedes levantarte tu sólo."
"¡Estoy bien!" Charlie no recordaba cuando había sido la última vez que le había gritado a alguien, ni siquiera si lo había hecho alguna vez, pero en ese momento era lo único que podía hacer, ya que lo que realmente necesitaba era golpear a Don por lo que le había hecho, por como lo había usado para liberarse de toda la tensión acumulada entre el último caso y la ruptura con Liz, pero sobretodo por haberle dicho aquello, que ahora ya no sabía si su hermano lo sentía de verdad. "¿Por qué no vuelves a tus botellas y dejas que me marche? Si lo hubiera hecho en un principio nada de esto hubiera pasado." Sin apartar la mano de la pared y sintiendo como su cuerpo se resentía, consiguió ponerse en pie por fin. "Ni siquiera tenía que haber venido."
Con dolorosos movimientos recogió su bolsa y abrió la puerta. "Por favor Charlie, deja que te lleve a casa, al menos deja que haga algo por arreglar las cosas."
Charlie lo miró y Don se dio cuenta en sus ojos no había enfado por lo que le había hecho si no que su mirada estaba llena de tristeza, igual que la sonrisa que apareció en sus labios.
"Lo siento pero no. Para arreglar las cosas, tendrás que empezar por ti mismo y por la mierda que te llevas guardando dentro todo este tiempo."
Don lo vio dejar el apartamento y dirigirse a los ascensores sin mirar atrás, tambaleándose pero con seguridad en si mismo, Charlie no estaba dispuesto a que su hermano lo viera con alguna debilidad, aunque le dolía todo el cuerpo y estaba deseando gritar por el dolor.
Sin embargo, Don sólo deseaba ayudar a su hermano, llegar hasta él ofrecerle un brazo en el que apoyarse y llevarle a casa en su coche. Sabía que tenía que hacerlo y por mucho que Charlie le dijera lo contrario iba a conseguir que no pusiera las cosas más difíciles de lo que ya lo estaba haciendo él.
Le siguió cuando vio que las puertas del ascensor se abrían y aunque corrió, no consiguió evitar que se cerraran. "Mierda."
Bajó por las escaleras lo más rápido que pudo, pero cuando llegó abajo, vio que su hermano ya había salido del bloque de apartamentos, ligeramente doblado, como si no pudiera moverse completamente erguido. Verlo así le estaba destrozando, sabiendo que tenía la culpa de que su hermano Charlie estuviera así.
"Charlie, espera." Charlie no contestó, pareció como si no le hubiera escuchado o tal vez hiciera como si tal cosa.
Salió a la calle y trató de alcanzarle una vez más, pero para cuando estaba a punto de llegar hasta él ya se había montado en su bicicleta y se había marchado a gran velocidad, dando la vuelta a la esquina y desapareciendo de su vista sin más, aunque antes, Don pudo ver la expresión de dolor en cada pedaleo.
"Lo siento, Charlie, no debí comportarme así, nunca debería haberte pegado, eres mi hermano y te quiero más que a nada en el mundo. No se si podrás perdonarme algún día por todo esto."
Sabía que Chalie no podía escuchar sus palabras, pero le daba igual, tenía que decirlas o reventaría, de la misma forma que se las diría a Chalie cuando tuviera la ocasión, cuando su hermano quisiera escucharle, suponiendo que en el algún momento pudiera llegar a perdonarle por todo lo que había ocurrido.
Mientras permanecía de pie, en medio de la calle, una voz en su interior y que conocía perfectamente de otras veces, le dijo que tenía que correr, que Charlie le necesitaba. Antes de ponerse en marcha siquiera, escuchó el frenazo de un coche, los gritos de una mujer y como su perro ladraba violentamente.
"No, por favor, dime que no ha sido Charlie." Don corrió hasta la esquina de la calle y dio la vuelta tan rápido como pudo, aunque la voz le repetía una y otra vez que si que se trataba de su hermano.
Un pequeño grupo de personas habían rodeado un coche parado en medio de la calle, del que había salido su conductor y con él teléfono en la mano, se movía en todas direcciones y parecía estar fuera de si.
Mientras su corazón palpitaba a gran velocidad y seguro de que lo que iba a encontrarse no era nada bueno, Don consiguió meterse entre la gente y ver que una mujer estaba arrodillada en el suelo, junto a otra persona que parecía inconsciente.
Al mirar a su alrededor y ver la bicicleta de Charlie, destrozada bajo una de las ruedas del coche, Don no necesitó acercarse más para saber que se trataba de su hermano. Apartó con violencia a la gente que se interponía en su camino y llegó hasta el cuerpo de Charlie.
La sangre manaba de una herida en la cabeza y su brazo estaba colocado en una posición completamente antinatural. "Charlie, ¿puedes oírme?" No se atrevía a tocarlo, temeroso de que cualquier contacto pudiera lastimarlo, más de lo que ya lo había hecho anteriormente. "Charlie, vamos por favor dime algo." Sin embargo no hubo respuesta.
Don temió que en realidad estuviera muerto, pero cuando vio que su pecho, ya lastimado antes del accidente subía y bajaba entrecortadamente, respiró, ligeramente aliviado, sabiendo que al menos estaba vivo.
"Vamos hermanito, tienes que aguantar." Se volvió hacia la gente que se amontonaba a su alrededor. "Que alguien llame a una ambulancia." Unos miraban a otros, como si lo que acababa de decir Don no tuviera ningún sentido. "Por el amor de dios, mi hermano se muere, ¿quiere alguien llamar a una maldita ambulancia?"
Con sumo cuidado y tras arrancar parte de la tela de su camiseta, deposito el pedazo sobre la cabeza de su hermano, tratando de cortar la hemorragia que no había parado de sangrar.
Al notar el contacto, Charlie emitió un leve sonido agónico, que casi fue más doloroso para el propio Don, sabiendo que todo aquello acababa de suceder por su culpa, porque le había gritado, porque le había golpeado violentamente y porque no había sabido pararse a tiempo.
Si Charlie moría ahí en medio de la calle, de camino al hospital o en el propio hospital, Don no se lo podría perdonar nunca. "Charlie por favor, no me hagas esto."
