Hola gente! Estoy de vuelta después de varios años sin escribir, mi vida ha cambiado mucho ya no tengo 18 y perdí gente querida, estuve triste y sin inspiración pero ahora llego la hora de volver con algo nuevo.

Ichigo entre la vida y la muerte tendrá que encontrar el motivo para quedarse en el mundo de los vivos con la ayuda de un conejo de peluche ¿lo lograra?

Incertidumbre

Eran las 6 pm cuando en la autopista que conectaba la ciudad de Karakura con Tokio se vio colapsada por un trágico accidente en cadena, como resultado dos personas perdieron la vida y seis de ellas fueron trasladados al hospital local.

Los gritos de la sala de guardia, el olor a desinfectante mezclado con la sangre, los médicos con sus batas blancas; no entendía que estaba haciendo allí parado en medio de toda esa locura ¿Acaso nadie notaba su presencia?, su mente estaba confusa apenas recordaba su nombre, intento comunicarse con una enfermera pero fue ignorado ¿Qué es lo que sucedía? Estaba entrando en pánico cuando se vio; estaba acostado en una cama de la guardia cubierto de sangre, su rostro estaba cubierto por el respirador que le habían puesto pero se podía ver la hinchazón de este; entro en Shock ¿Estaba Muerto? Su mente captaba algunos fragmentos de la conversación que mantenía el Medico que lo observaba junto a otro colega.

-Costilla fracturada… Pulmón Perforado- repitió como autómata

-¡Exacto!- una voz cantarina le respondió, Ichigo giro rápidamente para observar al dueño de la voz.

-¿Cómo puedes verme?- le pregunto al hombre rubio con Hakama negra que le sonreía.

- ¡Hola chico!- Aclaro su voz- Me presento, me llamo Urahara Kisuke y soy un Shinigami.

Un escalofrió recorrió su espina dorsal y en su rostro se reflejó el pánico - ¿Shinigami? ¿Estoy muerto?- las piernas comenzaron a flaquearle.

-Por poco- sonrió – en cambio él, si está muerto – desenfundo una espada y con la guarda le pego a un hombre que pasaba junto a Ichigo.

El temor hacia aquel extraño empezó a crecer – ¿Entonces… porque me encuentro fuera de mi cuerpo? ¿Qué me paso? – llevo sus manos hacia sus cabellos y los despeino en un gesto de desesperación.

-No es difícil de entender… Estas en coma amigo mío- volvió a enfundar su espada -protagonizaste junto a ocho personas más un accidente en cadena – suspiro – lamentablemente tres personas fallecieron contando al que envié recién, todo este asunto me dio un poco de trabajo y bueno ahora tropecé con vos.

Los ojos color ámbar de Ichigo observaba al hombre rubio de aspecto desgarbado mientras procesa aquella información.

-Tu cuerpo mortal es fuerte y no quiere dejarte ir- le explico –debe haber alguna razón importante, por la que todavía no puedas ir a tocar el arpa con los ángeles.

-No recuerdo nada de mi vida, solamente mi nombre- giro para mirarse en la cama de hospital y comenzó a dar pequeños pasos hacia él – Voy a entrar- se arrojó sobre el esperando recuperar su cuerpo y traspaso la camilla.

Urahara rio - ¡oye! Tenes que averiguar qué es lo importante que te hará vivir, no vas a poder volver sino.

-¡injusto!- grito Ichigo levantándose – No recuerdo nada ¿Cómo empiezo? ¿Qué voy a hacer mientras tanto?

El extraño cansado de todo el trabajo miro su reloj – No me queda más tiempo contigo – mientras lo averigües serás un alma errante, tienes el plazo de un mes para averiguarlo, si no me volverás a ver nuevamente – una puerta apareció en el medio de la sala de emergencia – si lo necesitas puedes meterte en objetos inanimados – la puerta se abrió y el hombre la atravesó - ¡Mucha suerte Ichigo Kurosaki!- Se despidió.

¿Para qué mierda me quiero meter en objetos inanimados? Pensó.

-¡maldito Kisuke Urahara!- grito a todo pulmón, que carajos importaba si estaba en medio de una sala de emergencia, nadie lo escuchaba igualmente aunque el alarido hizo que las luces de la habitación titilaran por un momento.

El cabello anaranjado de Ichigo brillaba con el sol mientras caminaba por las calles del pueblo de Karakura frunció el ceño al recordar las tres cosas que sabía hasta el momento, Kurosaki era su apellido, estaba en Karakura y podía meterse en objetos inanimados; suspiró; con esas tres piezas no podía reconstruir el rompecabezas que se había vuelto su vida ahora, paso tras paso llego a una plaza y se sentó en un banco de madera cansado, necesitaba dormir, despejar su mente para poder armar algo y descubrir más sobre él mismo, se había visto en el hospital y no aparentaba mucho más de treinta años, seguramente tenía un trabajo, una casa y una esposa, porque si hubiera sido un fracasado seguramente no tendría alguna razón para vivir y el maldito Shinigami se lo hubiera llevado. En ese momento paso un niño corriendo por enfrente de él y de la mochila que llevaba se le cayó un conejo de peluche, clavo la mirada en ese ser inanimado y pensó que por intentarlo no perdía nada tal vez después se pudiera meter en cosas más grandes que le serian útil para interactuar con alguien.

Se acercó al pequeño animal y se concentró, poco a poco logro meterse con éxito, una vez dentro investigo su motricidad y todas sus extremidades funcionaban excelentes, en el momento que estaba por comenzar a correr escucho pasos que provenían de donde se había marchado el niño y se tiro al piso sin que le diera tiempo de esconderse, el pequeño regreso en busca del conejo, lo tomo de la oreja y lo guardo en la mochila.

-Suerte que te encontré, si no esta noche no hubiera podido dormir- se puso la mochila, y corrió nuevamente al escuchar el grito de su mama que lo buscaba.

En la oscuridad de la mochila donde se encontraba escucho la voz de una mujer que regañaba al niño por haberla hecho preocupar.

El cuarto donde se encontraba ahora era de un azul profundo rodeado de juguetes que iban de muñecos de peluche a una completa colección de muñecos de acción; Ichigo se encontraba sobre la cama donde el pequeño niño lo había dejado; que desdichada se había vuelto su vida al depender de un cuerpo de peluche para atarse al mundo de los vivos; miro por la ventana que se encontraba alado de la cama, una hermosa luna brillaba en el cielo; suspiro; su estómago gruño cuando en el cuarto se filtró el olor a pescado frito, su cuerpo comenzó a moverse solo guiado por el aroma delicioso del pescado, la puerta se encontraba semi abierta así que se escapó al pasillo donde al final de este había una escalera que se dirigía hacia la planta baja de la casa de donde provenían las voces del niño con su madre mientras comían, era muy riesgoso bajar en esos momentos mejor esperaría a que ambos se durmieran y entonces iría en busca de algo para cenar.

Fue la hora más larga de su vida hasta que el niño con el pijama ya puesto y su madre entraron.

-Mamá cuéntame algún cuento para dormir.

La madre corrió a Ichigo que se encontraba sentado en la almohada, y acostó al pequeño – Bien – lo tapo - ¿Cuál historia será esta vez?

Ichigo quería que lo partiera un rayo soy un peluche, soy un peluche… se mentalizaba para no moverse mientras el niño lo abrazaba y escuchaba el cuento, busco algo en que concentrarse y no tardo en encontrar algo hermoso que observar, el azul de los ojos de aquella mujer llenos de amor por el monstro que lo apretaba hasta dejarlo casi sin respiración; Luego de un rato sintió que se aflojaba el agarre y se quedaba profundamente dormido, la madre se despidió con un beso y se marchó.

Aprovecho el momento y se aventuro a bajar a la cocina por un bocadillo, intento abrir la heladera pero era demasiado pequeño y débil para lograrlo, además de que cada dos o tres pasos que daba se enredaba con las orejas y se caía, frustrado volvió con dificultad al cuarto y se sento en el medio del lugar malhumorado, tenía mucha hambre, y como milagro de dios vio a una galleta que se encontraba debajo de la cama, corrió desesperado y cuando intento morderla no pudo.

-Pero que mierda… - balbuceo y comenzó a golpear la galleta contra el piso hasta hacerla polvo.

- Chappy…- lo llamo el niño atemorizado mientras miraba como el conejo torturaba a la galleta.

- Mi deseo se cumplió- sonrió – estas vivo.

- Estas en un sueño niño…- respondió Ichigo empeorando la situación

- No, no es un sueño, me levante a hacer pipí y escuche ruido debajo de mi cama y aquí estas ¡soy feliz!

- Escucha…- intento hablar el conejo otra vez pero el chico lo interrumpió llamado a gritos a su madre.

La pequeña mujer apareció en la puerta asustada- ¿Qué es lo que pasa? ¿Estás bien?

-Es Chappy mamá – su sonrisa ocupaba casi toda la cara – Está vivo

Ella lo miro y se rio cuando vio que el conejo estaba desparramado en la alfombra – lo habrás soñado- lo tomo de las orejas y lo observo minuciosamente – vamos yuu hay que dormir – lo acostó y lo tapo otra vez – mañana el tío vendrá a buscarte para acompañarte a la escuela – lo beso y se fue.

-Conejo maldito – lo miro enojado mientras lo tomaba de las orejas – Rukia no me cree porque no te moviste cuando ella apareció- lo revoleo a los pies y se tapó hasta la cabeza.

Rukia… ese nombre hizo un clic en la cabeza de Ichigo

-Es que tengo una misión que cumplir, te contare si me ayudas – se acercó y Yuu destapo su cabeza y lo miro interesado – No puedo mostrarme a tu mamá porque seguramente pensara que estoy endemoniado y contratara a un sacerdote para hacerme un exorcismo – pero confía en mi Yuu y yo confiare en ti ¿sí?

El niño asintió y luego de un rato se quedó nuevamente dormido e Ichigo lo siguió.

continuara...

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